El jueves 8 de julio Monseñor Fellay dio una conferencia en Bahía, Brasil. Algunas de sus ideas fueron retomadas el domingo 18 de julio en el sermón y en la conferencia de Buenos Aires. El Padre Ceriani comentó en vivo el texto de la primera ponencia. En los Especiales de Radio Cristiandad se puede escuchar esta edición del miércoles 21 de julio. Presentemos ahora el texto escrito de esos comentarios, que incluye alguna referencia a lo dicho en Buenos Aires y ha sido ampliado y enriquecido con valiosas citas. Debido a que es un poco extenso, 14 páginas, lo publicamos en lugar a parte.
ENTRE DESPROPÓSITOS Y MENTIRAS
Ha pasado un año de mi dimisión de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.
El tiempo transcurrido, la toma de distancia para evaluar los acontecimientos, los escritos y los actos de los cuatro Obispos y de los Superiores Mayores de la Fraternidad, el embelecamiento de sus sacerdotes y feligreses…, no sólo confirmar mi decisión, sino que generan un acto de acción de gracias a la Santísima Virgen por haberme apartado de la acción suicidio de la Tradición…
Como confirmación de lo expresado tenemos la conferencia del Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, Monseñor Bernard Fellay, en Bahía, Brasil, el pasado ocho de julio.
Si seguimos minuto a minuto su exposición, que duró una hora y cincuenta y cuatro minutos, podemos comprobar que, entre otros temas, abordó el caso de Monseñor Williamson; describió a Benedicto XVI; habló sobre la Misa Tradicional, el Motu proprio de 2007 y los sacerdotes que descubren la Misa Tradicional; no dejó en el tintero las discusiones doctrinales con Roma, ni omitió una referencia al futuro próximo, así como tampoco un recurso a los milagros.
Todos estos puntos, muy importantes e interesantes por cierto, fueron analizados, lamentablemente una vez más, entre despropósitos y mentiras.
En Buenos Aires, Argentina, el domingo 18 de julio, confirmó en gran parte lo dicho en Bahía. Destacaré al final una diferencia importante.
Para no alargarme demasiado (ya es muy largo), no transcribo toda la ponencia y limito mis comentarios, dejando a los lectores una parte para sus propias reflexiones.
En mis acotaciones me aparto voluntariamente del orden cronológico y sigo una distribución temática, sin dejar de indicar los minutos y los segundos de la ponencia para facilitar la comparación, si fuese necesario.
1) Comencemos por la semblanza de Benedicto XVI que hace Monseñor Fellay:
49:49 – 52:38: Hay que saber que el Papa presente, Benedicto XVI, es una mezcla de bueno y de malo. De malo es la cabeza, la teoría moderna, modernista.
Por ejemplo, el ecumenismo, o también las relaciones con los judíos. Ha dicho cosas que son increíbles, por ejemplo sobre el infierno, en su Encíclica (aquí explica este punto).
Está esta parte, una parte muy moderna. Y de la otra parte, hay una parte conservadora.
Yo digo así: su cabeza es moderna, su corazón es conservador. Pero no sé cómo los dos van juntos.
69:11 – 71:58: Esto hace que la situación sea ahora muy, muy complicada, muy contradictoria.
No puedo decir que todo lo que hace el Papa es bueno. ¡No! Cuando va a la sinagoga, oh, oh, oh… Cuando va al templo de los luteranos, ay, ay, ay… No, no puedo decir que es bueno.
Pero, por otras cosas, ¡sí! Intenta hacer algo bien. Y en cada caso es atacado de dentro y de fuera (da unos ejemplos).
Lo que podemos decir es lo siguiente: hasta este Papa, la Iglesia estaba totalmente en manos de los modernistas; y la posición presente del Papa, al decir que la Iglesia hoy está obligada a estar vinculada con el pasado, ha provocado un golpe dentro de los progresistas.
No digo que todo está bien; pero digo que fue un golpe. Y ahora están divididos. Y esto nos permite a nosotros atacar con más fuerzas en esta batalla.
Comentario:
Benedicto XVI es una mezcla de bueno y de malo. Su cabeza es moderna, su corazón es conservador (…)
Hasta este Papa, la Iglesia estaba totalmente en manos de los modernistas
(…) La posición presente del Papa ha provocado un golpe dentro de los progresistas.
* Realmente es necesario ser quimérico, imaginativo o haber perdido el sentido común en algún pasillo de la tan frecuentada Curia Romana para proferir semejantes despropósitos.
Solamente los largos contactos con ese ambiente explican que pueda concebirse que una cabeza moderna, una cabeza hegeliana, como ha dicho en Buenos Aires Monseñor Fellay, pueda poner la Iglesia al abrigo de los modernistas.
Mientras la cabeza siga siendo modernista, la Iglesia seguirá ocupada…
Sin embargo, no faltará en las filas tradicionalistas quien pretenda justificar este absurdo.
* En cuanto al corazón conservador de Benedicto XVI sabemos que cuando la situación ha llegado a un punto crítico el revolucionario acude al conservador para que lo salve de las consecuencias de las ideas revolucionarias…
* Respecto a que en cada caso que Benedicto XVI intenta hacer algo bien es atacado de dentro y de fuera, esto nos confirma que los “conservadores” hodiernos son los progresistas moderados maltratados por los revolucionarios coherentes…
¡Cuidado con las ideas parcialmente correctas! Esas son las más peligrosas… Las semi-verdades, las verdades locas son más dañinas que las ideas falsas…
* Por otra parte, el supuesto golpe asestado a los progresistas es tan viejo como la dialéctica ratzingeriana. En efecto, ya en julio de 1988, el Cardenal Joseph Ratzinger sostenía esa viperina idea. En la Alocución a los Obispos chilenos, del 11 de ese mes, dijo: La única manera para hacer creíble el Vaticano II, es presentarlo claramente como lo que es: una parte de la entera y única Tradición de la Iglesia y de su fe.
2) Es muy interesante e importante analizar la interpretación alegórica que hace Monseñor Fellay del Motu proprio de julio de 2007:
52:39 – 60:34: Es muy cierto que al Papa presente no le gusta la Nueva Misa. En su libro sobre la liturgia ha dicho que la Nueva Misa, la Nueva Liturgia, es la causa principal de la crisis en la Iglesia. Es él quien lo dice, el Papa.
Entonces busca cambiar las cosas. ¿Cómo? Principalmente con, más que con el permiso, con la Misa Tradicional.
Hay que entender bien su Motu proprio.
Es verdad que no es exactamente, exactamente, lo que nosotros hemos pedido. Pero viene en esa dirección, porque dice, es una pequeña frase:
Que la Misa Tradicional jamás ha sido abrogada.
En Derecho, si una ley no es abrogada, se mantiene como antes. Y la ley de la Misa era la Misa Tradicional, la ley universal de la Iglesia.
Y esto, con esta frase, el Papa actual lo reconoce.
Entonces, ahora no es una cuestión de permiso, es un derecho la Misa Tradicional, y él lo dice en el texto mismo del Motu proprio. Dice que cada sacerdote puede elegir entre la Misa tradicional y la Misa Nueva, y que no necesita permiso ni del Obispo, ni de la Santa Sede para decir la Misa Tradicional.
Y este derecho es también para los fieles; este derecho de los fieles a tener la Misa Tradicional está también reconocido.
En todo el documento jamás se encuentra la idea de que uno podría prohibir, ni el Párroco, ni el Obispo, ni Roma pueden prohibir. ¿Por qué? Porque es la Misa universal de la Iglesia.
El problema es que ahora hay dos leyes universales.
Hago una comparación, un poco complicada: Julio César ha dado una ley sobre la circulación. He dicho que hay que conducir por la izquierda.
Bonaparte, Napoleón, la Revolución Francesa ha cambiado esta ley: ahora vamos a conducir por la derecha.
Normalmente, es un principio del Derecho, cuando hay una nueva ley, que toma toda una materia, esa ley abroga la ley precedente.
Con este ejemplo de la circulación, pienso que ustedes entienden bien que es imposible retener al mismo tiempo la ley que dice que hay que conducir por la izquierda y la ley que dice que hay que conducir por la derecha. Al mismo tiempo no va a funcionar. O una, u otra.
El Papa actual, que dice:
“La Misa Tradicional no ha sido abrogada”, es del mismo tipo de aquel que dijera:
“La ley de Napoleón no ha abrogado la ley de Julio César. Se puede conducir ahora por la derecha y por la izquierda”.
Lo que normalmente crea un caos.
Y es lo que han temido los Obispos, solamente una parte, no todos.
La reacción de los Obispos ante la posibilidad del caos. Que de hecho no hay, porque son poquitos los que siguen la Misa Tradicional. Pero los Obispos ahora hacen la guerra contra la Misa Tradicional. Son los Obispos los que desobedecen totalmente al Papa.
Hace poco he dado una conferencia a una reunión de sacerdotes modernos que han empezado a decir la Misa Tradicional. Fue en Italia, y fueron 28 (un gran número). Entre estos sacerdotes había quienes trabajan en la Curia Romana, en el Vaticano; otros en la diócesis de Roma, otros en otras diócesis. Y uno de esos sacerdotes me ha dicho que su Obispo había dicho: “El día en el cual Benedicto XVI celebre la Misa Tradicional en público, yo abandono la Iglesia”.
Era muy claro que no es el único.
Existe un chantaje contra el Papa, una amenaza: “Si el Papa dice la Misa Tradicional en público, nosotros nos vamos”.
Esta presión es tan, tan fuerte que, si es verdad que el Papa celebra la Misa Tradicional, se lo niega. Se dice no, no, no.
Pero es verdad que el Papa actual dice, al menos de vez en cuando, la Misa Tradicional, y su secretario también.
Pero, no se puede decir; no se pude saber…
Es increíble, ¿no? El Papa mismo que no puede seguir sus propias leyes. ¡Es increíble!
Comentario:
* Monseñor Fellay pretende hacer creer que a Benedicto XVI no le gusta la Nueva Misa, que sostiene que la Nueva Misa es la causa principal de la crisis en la Iglesia, y que entonces busca cambiar las cosas.
¡Monseñor Fellay es un embelecador! Por eso dice que Hay que entender bien su Motu proprio…
Quien ha leído ese documento, sabe perfectamente que, en realidad, Benedicto XVI dice otra cosa muy distinta. Es necesario insistir, aun bajo riesgo de fatigar, porque Monseñor Fellay no se cansa de mentir y de embaucar con la adulteración y la falsa interpretación del texto.
Benedicto XVI dice:
El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la “Lex orandi” de la Iglesia católica de rito latino.
Es necesario afirmar, en primer lugar que el Misal publicado por Pablo VI y reeditado después en dos ediciones sucesivas por Juan Pablo II, obviamente es y permanece la Forma normal – la Forma ordinaria – de la Liturgia Eucarística.
El Misal Romano promulgado por San Pío V y reeditado por el bienaventurado Juan XXIII debe considerarse como la expresión extraordinaria de la misma “Lex orandi” y gozar del respeto debido por su uso venerable y antiguo.
Obviamente para vivir la plena comunión los sacerdotes de las Comunidades que siguen el uso antiguo no pueden, en principio, excluir la celebración según los libros nuevos. En efecto, no sería coherente con el reconocimiento del valor y de la santidad del nuevo rito la exclusión total del mismo.
¿Cómo puede afirmarse que no le gusta la Nueva Misa a aquel que exige el reconocimiento del valor y de la santidad del nuevo rito?
No cabe otra respuesta: ¡tergiversando!
Insisto, ¿cómo puede afirmarse que para Benedicto XVI la Nueva Misa es la causa principal de la crisis en la Iglesia? Sabemos que él escribió en su Motu proprio:
En tiempos recientes, el Concilio Vaticano II expresó el deseo que la debida y respetuosa reverencia respecto al culto divino, se renovase de nuevo y se adaptase a las necesidades de nuestra época. Movido por este deseo, nuestro predecesor, el Sumo Pontífice Pablo VI, aprobó en 1970 para la Iglesia latina los libros litúrgicos reformados, y en parte, renovados. Éstos, traducidos a las diversas lenguas del mundo, fueron acogidos de buen grado por los obispos, sacerdotes y fieles. Juan Pablo II revisó la tercera edición típica del Misal Romano. Así, los Romanos Pontífices han actuado “para que esta especie de edificio litúrgico (…) apareciese nuevamente esplendoroso por dignidad y armonía”.
* Pero esto no es nuevo. Hemos visto que el 13 de julio de 1988, el Cardenal Joseph Ratzinger impartió una interesante Alocución a los Obispos chilenos. De ella extraigo la siguiente idea:
Hay muchas razones que pueden haber motivado que muchas personas busquen un refugio en la vieja liturgia. Una primera e importante es que allí encuentran custodiada la dignidad de lo sagrado. Con posterioridad al Concilio, muchos elevaron intencionalmente a nivel de programa la ”desacralización” (…) Debemos recuperar la dimensión de lo sagrado en la Liturgia.
Diecisiete años más tarde, en la Exhortación post sinodal Sacramentum caritatis, de octubre de 2005, Benedicto XVI expresó:
En particular, los Padres sinodales han constatado y reafirmado el influjo benéfico que ha tenido para la vida de la Iglesia la reforma litúrgica puesta en marcha a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II (…) Se han constatado también dificultades y algunos abusos cometidos, pero que no oscurecen el valor y la validez de la renovación litúrgica, la cual tiene aún riquezas no descubiertas del todo.
Más recientemente, el lunes 21 de diciembre de 2009, en su Discurso a la Curia Romana Benedicto XVI dijo:
la renovación litúrgica del Concilio Vaticano II ha tomado forma de manera ejemplar, así en la comunión del Sínodo se ha vivido de modo práctico la eclesiología del Concilio.
* Para intentar comprender la razón de lo que dice Monseñor Fellay hay que recordar que el lunes 11 de enero, Radio Cristiandad publicó un trabajo mío sobre la Agenda 2010 Benedicto XVI, que contó con la
colaboración de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, mediante el comentario de un sacerdote del Distrito de Francia.
Para el mes de junio 2010 la Agenda ofrece como textos de reflexión el Motu proprio “Summorum Pontificum”, del 7 de julio de 2007, y Motu proprio “Ecclesiae unitatem”, del 2 de julio de 2009.
De este modo, la semana del 27 de junio al sábado 3 de julio se abre con la siguiente cita de Benedicto XVI: El ars celebrandi debe favorecer el sentido de lo sagrado y la utilización de las formas exteriores.
Y en un ecuménico contexto sigue el comentario del Padre Grégoire Celier, que lleva por título: El ars celebrandi ¿puede bastar?
Remito a los lectores interesados al artículo completo. Pero lo conclusión se impone: Monseñor Fellay tergiversa, miente y embauca.
* En diversas ocasiones he afirmado y probado que, contra lo sostenido por los Obispos y los Superiores de la Fraternidad, no se han obtenido los objetivos de las dos cruzadas de Rosarios.
En su Carta a los fieles del 7 de julio de 2007, en su Carta a los Amigos y Benefactores No 73 de octubre de 2008, en el sermón de Cristo Rey del 26 de octubre de 2008, y en Carta a los Amigos y Benefactores No 74 del 15 de abril de 2009 Monseñor Fellay expresó que se obtuvo lo pedido a la Santísima Virgen. Como ejemplo basta el último texto:
Cuando lanzamos una nueva cruzada del Rosario con ocasión de nuestra peregrinación a Lourdes en octubre pasado, no contábamos, por cierto, con una respuesta tan rápida del Cielo a nuestra petición. En efecto, así como sucedió con nuestra primera petición, a la cual Nuestra Señora había respondido tan eficazmente por intermedio del Vicario de Cristo y su Motu Proprio sobre la Misa tradicional, plugo a la Virgen María concedernos una segunda gracia aún más rápidamente: en el transcurso de una visita a Roma en enero, cuando entregué el ramillete de 1.703.000 rosarios rezados por las intenciones del Sumo Pontífice, recibía de manos del Cardenal Castrillón Hoyos el decreto de remisión de las “excomuniones”.
Ahora nos dice que Es verdad que no es exactamente, exactamente, lo que nosotros hemos pedido.
¡Monseñor Fellay mintió! ¡Mintió para embaucar! Mintió utilizando la intervención de la Santísima Virgen María… ¡Esto es una blasfemia!
* Y ahora sigue mintiendo: Hay que entender bien su Motu proprio. Es verdad que no es exactamente, exactamente, lo que nosotros hemos pedido. Pero viene en esa dirección, porque dice, es una pequeña frase:
Que la Misa Tradicional jamás ha sido abrogada.
Según la versión adulterada que maneja Monseñor Fellay, ese documento expresaría que la Misa Tradicional jamás ha sido abrogada. Y como consecuencia, La Misa Tradicional es la ley universal de la Iglesia.
Estas proposiciones son falsas, no corresponden a la realidad y ellas inducen a los auditores o lectores al error.
Monseñor Fellay sigue ocultando que el Motu proprio dice “en cuanto forma extraordinaria”, lo cual cambia totalmente el sentido, no sólo de la frase, sino también y especialmente del documento comentado.
¿Por quién pretende tomarnos este embaucador mitrado?
* Con la mayor simpleza, Monseñor Fellay dice que la Misa Tradicional es la ley universal de la Iglesia, la Misa universal de la Iglesia.
Para Benedicto XVI se trata de una sola ley universal con dos formas, una ordinaria y otra extraordinaria, sin ninguna contradicción entre ellas y expresando ambas la misma fe:
No es apropiado hablar de estas dos redacciones del Misal Romano como si fueran “dos Ritos”. Se trata, más bien, de un doble uso del mismo y único Rito.
No hay ninguna contradicción entre una y otra edición del
Missale Romanum.
Por lo demás, las dos Formas del uso del Rito romano pueden enriquecerse mutuamente.
Estas dos expresiones de la “Lex orandi” de la Iglesia no inducen de forma alguna a una división de la “Lex credendi” de la Iglesia; son, de hecho, dos usos del único rito romano.
No debo alargarme más en este punto. Entre otros trabajos sobre este tema, el viernes 9 de julio fue publicado por Radio Cristiandad un artículo mío: A tres años del Motu proprio Summorum pontificum: La dialéctica de la misa. ¿Hacia una síntesis?
En este artículo puede leerse:
Si se reconoce el Motu proprio del 7 de julio de 2007, es necesario aceptar que el Misal Romano ya no es la expresión ordinaria; y que, por lo tanto, al menos de manera implícita, debe ser considerado abrogado como expresión ordinaria de la Liturgia Romana de la Iglesia.
Según el Motu Proprio y la Carta a los Obispos de julio de 2007, la Misa Romana ya no sería la Misa oficial y ordinaria del Rito Latino Romano de la Iglesia. Sería la forma extraordinaria…
Por lo tanto, según Benedicto XVI, el derecho a la Misa Tradicional sería condicional.
El sentido obvio del Motu proprio es que todo sacerdote puede celebrar la Misa Tradicional con ciertas condiciones. Por ejemplo:
-
si no es párroco, debe ser una Misa sine populo (art. 2 y 4);
-
para una Misa con asistencia de fieles, debe tener la autorización del párroco (art. 5 y 7).
-
existe también restricciones para el Triduo Sacro y para el domingo (art. 2 y 5).
Por lo tanto, la Misa tradicional, según el Motu proprio, no es la ley universal de la Iglesia. Para que esto fuese así, sería necesario que todo sacerdote estuviese obligado a celebrarla de modo ordinario y sin ninguna condición.
Para refutar los otros despropósitos y mentiras de Monseñor Fellay remito al artículo ya citado, así como a mis otros trabajos sobre el tema.
* Pero deseo solicitar púbicamente a Monseñor Fellay que nos proporcione una copia de la versión del Motu proprio que utiliza para sus conferencias.
Realmente es muy buena… ¡Cómo lamento, sin embargo, que no coincida con el original promulgado por Benedicto XVI!
Lo que sucede es que Monseñor Fellay, al igual que cuando comenta el Apocalipsis, alegoriza apartándose del texto literal…
* Al final de este punto, Monseñor Fellay afirma: Pero es verdad que el Papa actual dice, al menos de vez en cuando, la Misa Tradicional, y su secretario también. Pero, no se puede decir; no se pude saber…
Pregunto, ¿y cómo lo sabe él? Seguramente por medio de sus numerosos “contactos” en la Curia Romana. En su exposición los cita varias veces.
Estas relaciones vaticanescas de Monseñor Fellay son inquietantes…, Pero el hecho de que ellas no intranquilicen a los sacerdotes y feligreses de la Fraternidad es más alarmante todavía…
3) Llegamos ahora a las discusiones doctrinales entre la Fraternidad y Roma:
Continúa…