Los Santos Ángeles de la Guarda:
Esto dice el Señor Dios;
Mira que yo enviaré mi Ángel, que te guie y guarde en el camino, y te condusca al lugar que te he preparado. Respétale y escucha su voz; no oses despreciarle, porque si pecares, no te lo pasará, y en él se halla mi nombre. Mas si oyeres su voz, y ejecutares cuanto te ordeno, seré enemigo de tus enemigos, y perseguiré a los que te persiguen;y mi Ángel irá delante de tí.
Bendecid al Señor, todos sus Ángeles, poderosos y fuertes, que estaís dispuestos a ejecutar sus órdenes, a una señal de sus labios
El Concilio Vaticano I (D 1783) repite las palabras del Concilio IV de Letrán (D 1805): «Si alguno no confiesa que el mundo y todas las cosas, que hay en él, las espirituales y las materiales... han sido creadas por Dios de la nada... sea anatema.
Esta palabra "espirituales" o bien significa o bien al menos incluye a los ángeles, como consta por el capítulo citado correspondiente (D 1783).
Pío XII al rechazar las novedades de la nueva teología recuerda esto: «También algunos plantean la cuestión acerca de si los ángeles son creaturas personales; y si la materia difiere esencialmente del espíritu» (D 2318).
Otros documentos al recordar la creación de los seres invisibles juntamente con los visibles, como el Símbolo Niceno-Constantinopolitano (D 86) y la Profesión de fe del Concilio Tridentino (D 994) o bien, además de las creaturas invisibles, las creaturas espirituales juntamente con las corporales, como el, Concilio II de Lion (D 461) y el Concilio Florentino (D 706), no pueden dejar de entenderse que se refieren también a los ángeles, puesto que dichas creaturas se proponen en sentido obvio como totalmente independientes en sí del cuerpo, del cual en verdad el alma humana no es totalmente independiente, y la Iglesia no habla de otras creaturas de este modo espirituales a excepción de los ángeles.
Valor dogmático. De fe divina y católica definida (D 428, 1783).
Se prueba por la Sagrada Escritura. Y en efecto desde la antigüedad aparece sin duda alguna en la Sagrada Escritura la existencia de los ángeles, esto es de seres superiores a los hombres, ya los ángeles buenos que están junto a Dios ya los ángeles malos, esto es los que son ellos mismos enemigos de Dios y de los hombres, de tal manera que los ángeles han tenido desde el principio mucha importancia en la historia de la salvación. Ciertamente en la explicación de esta doctrina se da un avance desde el tiempo anterior al exilio a la época posterior, en la que dicha doctrina aparece mucho más abundante y más clara, hasta que por fin en la plenitud del tiempo alcanzó ésta su máximo esplendor.
Baste con recordar dicha doctrina por lo que se refiere al A.T. Dios aparece cómo rey sentado en medio de ellos como en medio de su ejército (3 Re 22,19). Los ángeles subiendo y bajando por una escala unen el cielo y la tierra, según los vio Jacob (Gén 28,12), al cual después se le aparecieron de nuevo «los ángeles de Dios» como el «campamento de Dios» (32,1s).
Pues son «el ejército del Señor» (Jos 5,14; Sal 148,2), habitan en el cielo (Gén 21,17; 22,11), adoran a Dios (Sal 96,7) y «le sirven» (Job 4,18; Sal 102,20).
Son llamados «hijos de Dios» (Job 1,6; 2,1; Sal 28,1; 38,7), «santos» (Zac 14,5; Job 5,1; 15,15; Sal 88,6.8); «hijos del Altísimo» (Sal 81,6), fuertes (Sal 77,25), excelsos (Job 21,22), «poderosos en virtud» (Sal 102,20), guardianes (Dan 4,10.14.20) y sobre todo y muchas más veces «ángeles» (Gén 32,1; Sal 148,2).
De entre éstos los querubines son «la sede» de Dios (Sal 79,2; 98,1) y custodian el paraíso (Gén 3,24); los serafines rodean «el solio» de Dios diciendo «santo, santo, santo es el Señor...» (Is 6,2s).
Reciben sus nombres conforme a sus funciones: Rafael como el que cura (Tob 3,25; 12,14s), Gabriel como héroe de Dios (Dan 8,16; 9,21), Miguel, esto es quién como Dios (Dan 10,13.21; 12,1), al cual le fue confiado el cuidado del pueblo de Israel (Dan 10,13.21; 12,1).
A los ángeles les debemos reverencia (Jos 5,13-16; Tob 12,16s).
El A.T. también recuerda a los demonios. Se cita a Asmodeo (Tob 3,8), al cual le arrojó Tobías y Rafael «lo ató... en el desierto de la parte superior de Egipto» (8,2s; cf. 6,8). El demonio aparece en el paraíso como enemigo de Dios y de los hombres a los cuales tentó con sus propias armas de la astucia y la mentira (Gén 3,1-5.13s). Es llamado Satán, esto es enemigo y acusador: así aparece y práctica-mente como el tentador (Job 1,6-12; 2,1-7), en concreto como acusador de Israel (Zac 3,1-10) y el tienta a David para que hiciera el censo de Israel (1 Par 21,1). Se atribuye expresamente al demonio la tentación a Eva a causa de la envidia de la felicidad del hombre (Sab 2,24; cf. Eclo 25,33).
Por todo lo dicho consta suficientemente en el A.T. la existencia de los ángeles como substancias racionales inferiores a Dios y superiores a los hombres. Ahora bien esto se ve con la máxima claridad en el N.T., del cual solamente seleccionaremos algunos textos respecto a este tema:
1) Substancias racionales. Anuncian la encarnación de Cristo (Lc 1,26-38) y el nacimiento (2,9-15). Sirven a Jesucristo en el desierto (Mt 4,11). Le confortan en el huerto de los olivos (Lc 22,43). Anuncian la resurrección de Cristo (Mt 28,5-7) y que volverá a venir después de la ascensión (Hchs 1,10s). Se alegran de la conversión de los pecadores (Lc 15,10). Cooperan a la predicación del Evangelio, al librar a los apóstoles de la cárcel (Hchs 5,19-21), hacen levantar a Felipe para que vaya por cierto camino a Gaza (8,26), mientras que exhortan a Cornelio a que haga venir a Pedro de Jope (10,3-8), libran a Pedro de la cárcel (12,7-10).
2) Inferiores a Dios. Están bajo la potestad de Dios (Mt 26,53), cuyo rostro ven en el cielo (18,10). Desconocen el día del juicio (24,36). Entonces serán enviados a congregar a los elegidos (24,31), a los cuales separarán de los malos (13,30) y serán enviados para que «recojan de su reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad» y para que arrojen «a éstos al horno de fuego» (13,41s). En el cielo celebran la liturgia perpetua, cantando día y noche...: santo, santo, santo es el Señor Dios omnipotente...» (Apoc.4,8), mientras le ofrecen también las oraciones y las alabanzas de los justos (5,8-15).
Esta inferioridad se pone de relieve consiguientemente respecto a Cristo, sobre el cual suben y bajan (Jn 1,51), el cual ha sido constituido «sobre todo principado y potestad y virtud y dominación» (Ef 1,21). Y a ninguno de los ángeles le ha sido dicho jamás: «Tú eres mi Hijo, hoy te he engendrado...», sino que Dios ha dicho más bien: «Y que le adoren todos los ángeles de Dios», al Hijo cuyo trono es «Dios por los siglos de los siglos» y el cual al comienzo puso los cimientos de la tierra, y los cielos son obras de su mano, y a ningún ángel le ha sido dicho «siéntate a mi diestra», sino que todos ellos son servidores y enviados en ayuda de los elegidos (Hebr 1,4-14).
3) Superiores al hombre. Esto está ya suficientemente claro por el conjunto de todo lo anteriormente dicho, v.gr. si en el último texto para ensalzar la excelencia de Cristo, se pone en comparación de superioridad a éste respecto a los ángeles y no respecto a otras creaturas. Por lo demás éstos en cuanto que carecen de cuerpo están inmunes a las miserias que conlleva el cuerpo (Mt 22,30). Los ángeles también son «mayores en fortaleza y en virtud...» (2 Pe 2,11). Son llamados «tronos..., dominaciones..., principados..., potestades» (Col 1,16; Ef 1,21).
También se citan de forma muy especial en el N.T. los demonios. Cristo ha venido a destruir el imperio del diablo (Hebr 2,14), «a deshacer las obras del diablo» (1 Jn 3,8), el cual «es mentiroso» (Jn 8,44). Esta lucha comienza de forma más manifiesta por las tentaciones en el desierto (Lc 4,1-13), sigue en la expulsión de los demonios (Mt 8,28-34; Mc 7,24-30; Hchs 10,38). El diablo es un obstáculo para el reino de Dios en cuanto que siembra cizaña (Mt 13,39), arranca de los corazones la semilla de la palabra (Mc 4,15), igual que en el paraíso tienta en orden a que el hombre peque (Ef 6,11-16), siempre está buscando como león rugiente a quien devorar (1 Pe 5,8), de tal manera que el cristiano se ve obligado a elegir entre Cristo y Belial (2 Cor 6,14), la lucha por parte del demonio alcanza dureza encarnizada en la pasión de Cristo (Lc 4,13; 22,53), hasta que Satanás cuya derrota ya aparecía al ser expulsado de los hombres (Lc 10,17-20) es por fin arrojado fuera (Jn 12,31), y está ya juzgado (16,11) y destinado definitivamente «al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles» (Mt 25,41).
Tenemos en Apoc c.12 (sobre todo) una visión general del enemigo con el que los hombres tienen que luchar desde el principio hasta el fin de la historia de la salvación (12,9). Habiendo sido derrotado por la mujer y su hijo (12,5s) pelea «con el resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús» (12,17). Y si en alguna ocasión parecería que triunfa mediante el Anticristo (c.13-17), en último término el Cordero y la Iglesia vencen a Satanás (c.18-22), el cual juntamente con la bestia y el pseudo-profeta y el infierno y la muerte y aquellos que no se encuentran escritos en el libro de la vida será arrojado definitivamente al estanque de fuego y de azufre, esto es a la muerte segunda (20,10.14s).
279. Se prueba por la tradición. 1) Los SS. Padres. Estos hablan con muchísima frecuencia de los ángeles, y en verdad como de algo que está fuera de duda entre los cristianos. Así pues elegimos algunos textos de ellos, en los cuales aparecen los ángeles como substancias racionales inferiores a Dios y superiores al hombre.
San AGUSTIN (R 1691): «La mente... humana experimenta primeramente por los sentidos del cuerpo estas cosas, que han sido creadas, y capta el conocimiento de dichas cosas conforme a la medida de la debilidad humana, y después pregunta por las causas de ellas, si de alguna manera puede llegar a aquellas que permanecen principalmente y de un modo inmutable en el Verbo de Dios... En cambio la mente de los ángeles que está unida mediante la pura caridad al Verbo de Dios..., vio estas cosas que iban a ser creadas en el Verbo de Dios, antes de haber sido creadas».
San JUAN DAMASCENO (R 2352): «Las segundas antorchas espirituales, que poseen el esplendor en virtud de aquella luz primera, las cuales no necesitan ni de lengua ni de oídos, sino que se comunican sus pensamientos y sus decisiones sin ninguna necesidad de expresar palabras... Todos los ángeles han sido creados por el Verbo y han recibido su perfección consumada mediante la santificación del Espíritu Santo, a fin de que según su dignidad y orden cada uno participara del esplendor y de la gracia».
280. La Liturgia tanto occidental como oriental recuerda en muchas ocasiones a los ángeles. Así en la Liturgia Romana: a) Se celebra la fiesta de San Miguel, San Rafael, San Gabriel, y la de los Santos Ángeles Custodios. b) Citan también a éstos el Confiteor (el Yo pecador) y el Prefacio de la Misa. c) Los mencionan muchas oraciones, como la Recomendación del alma: («Marcha..., alma cristiana..., en el nombre de los ángeles»), las Exequias («Al paraíso te conduzcan los ángeles»), las Completas («Tus santos ángeles habiten en esta [habitación]»).