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sábado, 10 de agosto de 2013
COMENTARIO ELEISON
Numéro CCCXVII (317)
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10 de Agosto de 2013
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¿CANONIZACIONES REALES?
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“¿Qué piensa usted de la intención del Papa Francisco de “canonizar”
a Juan Pablo II y a Juan XXIII la primavera próxima? ¿No es éste un
medio de “canonizar” al Vaticano II? Y, ¿no plantea eso
la cuestión de la autoridad, dado que todos los manuales de teología
previos al Vaticano II enseñan que el Papa es infalible cuando pronuncia
una canonización?” Tal fue la pregunta grave (ligeramente modificada)
que me planteó recientemente un periodista del semanario francés, Rivarol. Contesté en este sentido:--
La determinación mostrada por las cabezas de la Iglesia Conciliar de canonizar los Papas Conciliares demuestra la firme voluntad de los enemigos (al menos objetivos) de Dios de terminar con la religión católica y reemplazarla con la nueva religión del Nuevo Orden Mundial. Así, a la Neo-iglesia le corresponden Neo-santos a ser fabricados por un proceso de canonización que ha sido desmantelado y “hecho de nuevo”. Como siempre es el caso con el modernismo, las palabras permanecen las mismas pero el contenido de las palabras es bien diferente. Por consiguiente, los católicos que tienen la Fe verdadera no tienen que preocuparse en lo más mínimo sobre si estas Neo-canonizaciones son infalibles o no. Ellas están procediendo de la Neo-iglesia, la cual es un maniquí de la Iglesia católica. Pero entonces, ¿qué es este maniquí? Hé aquí una pregunta delicada porque uno se hace fácilmente acusar de ser “sedevacantista”, palabra que hoy en día asusta a los católicos de la Tradición casi tanto como la palabra “anti-semita”. En cambio, lo que precisamos, es concentrarnos en la realidad según dice Nuestro Señor, “No juzguéis según las apariencias, sino que vuestro juicio sea justo” (Juan VII, 24). No debemos dejarnos despistar por las apariencias, por las emociones o por las palabras. A menudo hoy, por ejemplo, ¿no es que las escuelas están deviniendo centros de desaprendizaje en lugar de aprendizaje, los hospitales lugares de matanza en lugar de curación, los policiales instrumentos de opresión en lugar de protección, y así sucesivamente? Así es que por lo que Sor Lucía llamó un proceso de “desorientación diabólica”, los hombres de iglesia han devenido agentes de la mentira en lugar de la Verdad. Permitieron que sus mentes y sus corazones fueran infiltrados y dominados por las ideas y los ideales de la Revolución, esa sublevación radical y universal del hombre moderno contra su Dios y Creador. Sin embargo, estos traidores objetivos (ellos aún pueden creer en sus corazones que le están sirviendo a Dios – Juan XVI, 2) son todavía hombres de iglesia en el sentido que nadie más otro que ellos está “sentado en la silla de Moisés”, según dice Nuestro Señor (Mat.XXIII,2). Hay un Papa sentado en la silla de Pedro, ¡ aún dos ! En otras palabras, la Iglesia maniquí en cuestión es la Iglesia ocupada no por hombres que no son hombres de iglesia sino por hombres de iglesia cuyos corazones y mentes están ocupados más o menos por una religión que no es en absoluto católica. Pero, noten el “más o menos”. Así como la podredumbre no corrompe la manzana entera de repente, así la iglesia maniquí, o sea la Neo-iglesia, puede estar en proceso de corromper la Iglesia católica, pero dentro de ella hay todavía algunos obispos, muchos sacerdotes y una cantidad de laicos que pueden haber mantenido la Fe católica hasta el presente. Están en una pendiente resbaladiza, altamente peligrosa para su Fe, pero uno no puede decir que están fuera de la Iglesia verdadera. Será como Dios sabe. Entonces en lo que concierne a las autoridades de la Neo-iglesia, yo trataría su autoridad como se trata a la de un padre de familia que se ha vuelto temporariamente loco. No se presta a su locura más atención que estar alerta al momento en que acabe, pero, mientras tanto, no se deja de amarlo ni de respetar la autoridad intrínseca a su paternidad. Por eso, ayúdeme Dios. Kyrie eleison. SIN PALABRAS HAY UN RECONOCIMIENTO DE BERGOGLIO COMO "PAPA" POR LO TANTO DEBE ACEPTAR Y RECONOCER A TODOS LOS SEUDOS SANTOS DEL VATICANO II |
jueves, 8 de agosto de 2013
EL MINISTERIO DE EDUCACIÓN DE LA NACIÓN ENVIÓ A MENDOZA LIBROS PORNOGRÁFICOS Y OTRAS PORQUERÍAS
Ministerio de Educación: pornografía, violencia y discriminación para todos y todas
El Ministerio de Educación de la Nación envió a Mendoza libros con sexo explícito, violencia y lenguaje obsceno.
Un envío de libros del Ministerio de Educación de la Nación para las bibliotecas escolares de Mendoza contenía desde el libro de Peter Capussoto hasta historietas de altísimo voltaje sexual, que incluyen escenas de violencia con armas y sangre. El material se envía a través del Plan Nacional de Lectura.
El director de la escuela técnica Ingeniero Guillermo Villanueva de Maipu, Osvaldo Calvente, fue quien denunció la situación ante los medios. Se negó a poner los libros en la biblioteca del establecimiento. La Dirección General de Escuelas asegura que las revisiones de los mismos corresponden a las bibliotecas escolares.
Además de la pornografía que muestran los libros, también hay burlas hacia la
Iglesia Católica, y se promueven hábitos que rozan lo desagradable, entre otros
generan diversas críticas. Una de las historietas muestra desde el comienzo un
asesinato, una mujer desnuda y sexo explícito
Una docente dijo que al jardín maternal llegó un libro en donde se enseña a hacer caca (fabricar), vómito, mocos y cómo comer todo eso con un globo, luego tomar bicarbonato y eructar.
Una vocera de la Dirección General de Escuelas de Mendoza explicó que son las propias instituciones las que tienen que decidir si los libros que manda la Nación son correctos para que sean estudiados por los alumnos.
Récord de compra de libros y sospechas
En 2013 el ministerio de Educación de la Nación batió el récord de compra de libros para escuelas públicas. El Estado argentino compró 13 millones de libros de texto y literatura infantil por un total de 316 millones de pesos.
Una nota del diario Clarín fechada en abril daba cuenta de las suspicacias que despertó la compra. Es que una editorial beneficiada fue Colihue, el sello del editor Aurelio Narvaja, miembro activo de Carta Abierta, la agrupación de "intelectuales" kirchneristas, que vendió 789.320 ejemplares por poco más de 18 millones de pesos.
Precisamente esa es la editorial del “Inspector Justo”, el libro que más imágenes de sexo y violencia tiene.
Los libros
El libro de Peter Capusotto contiene un gran número de malas palabras. También hay libros de historietas con sexo explícito como el de "El Inspector Justo y otras historietas", de ediciones Colihue, allí pueden observarse imágenes con elevado contenido erótico para niños de las escuelas.
También forman parte de la polémica entrega "Panancha larga, antología poética" de Nicanor Parra y "Asquerosología en acción".
Respecto a libros con contenido sexual explícito -e implícito- también se encuentra Perramus en "Diente por diente".
Violencia, vulgaridad, sexo explícito, discriminación, resentimiento y anarquismo
En los libros pueden leerse frases como "en estas fiestas lo que más deseo es hacer brindar a mi familia con meo", "el amor es soportar la mierda del otro", "un drogadicto es siempre preferible a un comunista" y que éste es capaz de asesinar; o consejos para entrenar a los más chicos para el próximo concurso de eructos o cómo producir una orina exótica y aromática, o un reconocimiento para quien tenga el miembro más grande; también desafortunadas burlas a los católicos con un "Padre Nuestro" de Nicanor Parra en el que sostiene que tiene el "ceño fruncido como si fueras un hombre vulgar y corriente", generaron el malestar en muchos maestros y directivos que, por temor "a represalias" prefirieron el anonimato.
Burlas al catolicismo: el padrenuestro de Nicanor Parra
Padre nuestro que estás en el cielo
Lleno de toda clase de problemas
Con el ceño fruncido
Como si fueras un hombre vulgar y corriente
No pienses más en nosotros.
Comprendemos que sufres
Porque no puedes arreglar las cosas.
Sabemos que el Demonio no te deja tranquilo
Desconstruyendo lo que tú construyes.
El se ríe de ti
Pero nosotros lloramos contigo:
No te preocupes de sus risas diabólicas.
Padre nuestro que estás donde estás
Rodeado de ángeles desleales
Sinceramente: no sufras más por nosotros
Tienes que darte cuenta
De que los dioses no son infalibles
Y que nosotros perdonamos todo.
Fomento del resentimiento
Llegan las fiestas
y la familia
se reúne por inercia
de seguir la tradición.
Todos se odian,
también se envidian
y por pura hipocresía
vinieron a la reunión.
En estas fiestas
lo que más deseo
es hacer a mi familia
brindar can meo.
Sería mi venganza
por tanta falsedad
mear la sidra
y hacerlos brindar.
En estas fiestas
lo que más deseo
es hacer a mi familia
brindar con meo.
- Discriminación hacia la Iglesia Católica.
- La editorial es del "intelectual" kirchnerista Aurelio Narvaja, miembro activo de Carta Abierta
- ¿Qué efectos produce la pornografía?
Un envío de libros del Ministerio de Educación de la Nación para las bibliotecas escolares de Mendoza contenía desde el libro de Peter Capussoto hasta historietas de altísimo voltaje sexual, que incluyen escenas de violencia con armas y sangre. El material se envía a través del Plan Nacional de Lectura.
El director de la escuela técnica Ingeniero Guillermo Villanueva de Maipu, Osvaldo Calvente, fue quien denunció la situación ante los medios. Se negó a poner los libros en la biblioteca del establecimiento. La Dirección General de Escuelas asegura que las revisiones de los mismos corresponden a las bibliotecas escolares.
Una docente dijo que al jardín maternal llegó un libro en donde se enseña a hacer caca (fabricar), vómito, mocos y cómo comer todo eso con un globo, luego tomar bicarbonato y eructar.
Una vocera de la Dirección General de Escuelas de Mendoza explicó que son las propias instituciones las que tienen que decidir si los libros que manda la Nación son correctos para que sean estudiados por los alumnos.
Récord de compra de libros y sospechas
En 2013 el ministerio de Educación de la Nación batió el récord de compra de libros para escuelas públicas. El Estado argentino compró 13 millones de libros de texto y literatura infantil por un total de 316 millones de pesos.
Una nota del diario Clarín fechada en abril daba cuenta de las suspicacias que despertó la compra. Es que una editorial beneficiada fue Colihue, el sello del editor Aurelio Narvaja, miembro activo de Carta Abierta, la agrupación de "intelectuales" kirchneristas, que vendió 789.320 ejemplares por poco más de 18 millones de pesos.
Precisamente esa es la editorial del “Inspector Justo”, el libro que más imágenes de sexo y violencia tiene.
Los libros
El libro de Peter Capusotto contiene un gran número de malas palabras. También hay libros de historietas con sexo explícito como el de "El Inspector Justo y otras historietas", de ediciones Colihue, allí pueden observarse imágenes con elevado contenido erótico para niños de las escuelas.
También forman parte de la polémica entrega "Panancha larga, antología poética" de Nicanor Parra y "Asquerosología en acción".
Respecto a libros con contenido sexual explícito -e implícito- también se encuentra Perramus en "Diente por diente".
Violencia, vulgaridad, sexo explícito, discriminación, resentimiento y anarquismo
En los libros pueden leerse frases como "en estas fiestas lo que más deseo es hacer brindar a mi familia con meo", "el amor es soportar la mierda del otro", "un drogadicto es siempre preferible a un comunista" y que éste es capaz de asesinar; o consejos para entrenar a los más chicos para el próximo concurso de eructos o cómo producir una orina exótica y aromática, o un reconocimiento para quien tenga el miembro más grande; también desafortunadas burlas a los católicos con un "Padre Nuestro" de Nicanor Parra en el que sostiene que tiene el "ceño fruncido como si fueras un hombre vulgar y corriente", generaron el malestar en muchos maestros y directivos que, por temor "a represalias" prefirieron el anonimato.
Experimentos en "asquerosología"
Padre nuestro que estás en el cielo
Lleno de toda clase de problemas
Con el ceño fruncido
Como si fueras un hombre vulgar y corriente
No pienses más en nosotros.
Comprendemos que sufres
Porque no puedes arreglar las cosas.
Sabemos que el Demonio no te deja tranquilo
Desconstruyendo lo que tú construyes.
El se ríe de ti
Pero nosotros lloramos contigo:
No te preocupes de sus risas diabólicas.
Padre nuestro que estás donde estás
Rodeado de ángeles desleales
Sinceramente: no sufras más por nosotros
Tienes que darte cuenta
De que los dioses no son infalibles
Y que nosotros perdonamos todo.
Fomento del resentimiento
Llegan las fiestas
y la familia
se reúne por inercia
de seguir la tradición.
Todos se odian,
también se envidian
y por pura hipocresía
vinieron a la reunión.
En estas fiestas
lo que más deseo
es hacer a mi familia
brindar can meo.
Sería mi venganza
por tanta falsedad
mear la sidra
y hacerlos brindar.
En estas fiestas
lo que más deseo
es hacer a mi familia
brindar con meo.
¿Qué es la pornografía?
Los
defensores de la pornografía invocan el derecho a la libertad en el
arte. Es indudable que no siempre es fácil distinguir entre el arte más
o menos erótico (en el que también hay que contar con la evolución de
las normas y costumbres) y la pornografía.
La pornografía consiste en retirar los actos sexuales, reales o simulados, de la intimidad de sus protagonistas, para exhibirlos ante terceros de manera deliberada.
En
esta conducta la persona es denigrada ya que pasa a ser considerada
como un objeto de placer antes que de amor, su valor está dado solo por
su dimensión física. Lo único que importa es dar paso libre a los
instintos para que, sin estorbos ni barreras como la del pudor,
provoquen en ellos excitaciones y sensaciones. Lo que sienten, piensan,
la historia personal, los valores, sueños e ideales de las personas no
son tomados en cuenta. La persona se transforma en un objeto
desechable.
Los
motivos eróticos en el arte se han dado en todos los tiempos y
culturas. La pornografía, en cambio, aísla y acentúa excesivamente lo
obsceno, con ruptura del equilibrio artístico. La pornografía no
considera a la persona en su totalidad, sino que explota solamente su
dimensión física con el objetivo de incitar al acto sexual. Hoy se ha
pasado, además, a la pornografía dura y violenta, acompañada de toda
clase de perversiones sexuales.
¿Qué efectos tiene la pornografía?
-
Afecta principalmente a personas inmaduras, limitando y desviando su desarrollo psicológico normal y la formación de una identidad sana.
-
Induce a franquear barreras y puede llegar a promover delitos y violencias sexuales (especialmente la pornografía dura).
-
Paraliza la sensibilidad de las personas hasta hacerlos moral y personalmente indiferentes a los derechos y dignidad de los demás (la pornografía blanda).
-
Crea dependencia y empujar a la búsqueda de material cada vez más excitante y perverso.
-
Aumenta la probabilidad de adoptar comportamientos antisociales.
-
Dificulta la capacidad de distinguir entre lo sano y esperable y lo alterado, anormal o infrecuente en los niños y adolescentes.
-
Favorece la sexualidad precoz en los niños.
La
pornografía introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo
ficticio. Un mundo de fantasía que, no obstante, tiene efectos muy
reales, tanto para los individuos como la sociedad. Por ello, los
padres deben estar atentos a lo que ven sus hijos en la TV, ya que ellos
son los mas vulnerables a ser dañados, provocando una visión
empobrecida y deshumanizadora de la sexualidad y del ser humano, y
dejando impreso en la memoria del niño imágenes que pueden a futuro
dificultar su vida sexual plena con la persona que realmente se ama y
con quien desea compartir una vida y formar una familia.
En
su libro "¿Cuál es el Gran Negocio de la Pornografía? Una Guía para la
Generación de Internet" (Shadow Mountain), Jill C. Manning presenta
una detallada explicación de cómo la pornografía daña a los
adolescentes, junto con advertencias de cómo superar la naturaleza
adictiva de tales hábitos.
Manning describe algunos de los modos en los que la pornografía daña a la gente:
-
Se trata de algo potencialmente adictivo. Como tal puede obstaculizar la capacidad de una persona para tomar decisiones claras;
-
Puede distorsionar poderosamente la visión de una persona sobre cuerpos, relaciones y sexualidad;
-
Lleva a la gente a cosificar a los demás, viéndolos como juguetes sexuales que existe sólo para su propia satisfacción;
-
Debido a su influencia distorsionadora mina las oportunidades de los jóvenes de tener seguridad en sí mismo, ser felices y crear relaciones duraderas en el futuro.
-
Afecta por tanto su capacidad de ver la vida de forma verdadera, provechosa y sana.
Manning
lamentaba que nos se enseñara a muchos jóvenes lo suficiente sobre lo
que hace que las relaciones o los matrimonios funcionen mientras que se
les hace que no se den cuenta de cómo la pornografía dañará su
capacidad de interactuar con los demás. Citando los resultados de
diversos estudios sobre los efectos del consumo habitual de
pornografía, Manning apuntaba algunas de los efectos secundarios
dañinos:
-
Disminución de la sensibilidad hacia las mujeres, mostrando más agresiones, rudeza y falta de respeto.
-
Disminución del deseo de tener hijos y formar una familia.
-
Aumento del riesgo de tener dificultades en las relaciones íntimas.
-
Aumento del riesgo de abusar sexualmente de los demás.
-
Aumento del riesgo de recibir información incorrecta sobre la sexualidad humana.
-
Aumento del riesgo de insatisfacción sexual con el/la futuro/a esposo/a.
-
Aumento del riesgo de divorcio una vez casado.
Niños como adultos, adultos como niños
El
uso de imágenes sexuales en los medios de comunicación no es
precisamente un fenómeno reciente. No obstante, en los últimos años se
ha dado un aumento de su volumen sin precedentes. Además, los niños son
presentados con mayor frecuencia como si fueran adultos, mientras que a
las mujeres se las infantiliza. Esto último se ve por ejemplo en el
programa de Tinelli cuando las bailarinas actúan como colegialas.
Esto
lleva a difuminar las líneas entre madurez e inmadurez sexual y, en la
práctica, legitima la noción de que los niños puedan ser tratados como
objetos sexuales. En los niños, las capacidades cognitivas necesarias
para hacer frente a imágenes persuasivas de los medios todavía no se
han desarrollado. Junto a esta falta de capacidad para afrontar tales
imágenes, la capacidad de penetración de una cultura sexualizada da
como resultado que los niños estén frecuentemente expuestos a material
que no es apropiado para su edad.
El
mensaje que se transmite a las chicas es deberían presentarse como
sexualmente deseables si quieren ser populares entre los chicos. Esto
está presente incluso para niños más jóvenes, a los que se anima a
vestir de forma que llamen la atención por sus atributos sexuales
aunque todavía no los posean.
A
su vez, el mensaje que se transmite a los chicos es que deberían ser
sexualmente dominantes y tratar el cuerpo femenino como un objeto.
Puesto
que los niños reciben continuos llamamientos a adecuarse a tales
imágenes, uno de los resultados que pueden ocurrir es el descontento con el propio cuerpo
y una pobre autoestima que, a su vez, pueden provocar depresión y
desórdenes alimenticios. Junto a estos desórdenes como la anorexia, las
mujeres jóvenes recurren en mayor número a la cirugía cosmética, bajo
la presión de parecerse a una imagen idealizada.
Si Cristo no era simpático…
Si
Cristo no era
simpático…
(Discurso
para la Comunión de los Viernes sobre Hebreos IV:15)
por Sören Kierkegaard
Oración
¿Adónde
iríamos sino a Ti, Señor Jesucristo? ¿Aquel que padece, adónde hallaría
simpatía si no en Ti? ¿Y dónde lo hallaría el penitente, ¡helás!, si no en Ti,
Señor Jesucristo?
Hebreos IV:15
Porque no tenemos un Sumo Sacerdote
que sea incapaz de compadecerse de
nuestras flaquezas,
sino uno que, a semejanza nuestra,
ha sido tentado en todo,
aunque sin pecado.
Tú
que me oyes, mi oyente, sea que tú quizás hayas sufrido, o que posiblemente
estés sufriendo, o que a lo mejor has conocido a gente sufriente, tal vez con
el noble cometido de consolar, sin duda frecuentemente has oído esto, que
constituye la queja universal de quienes sufren: “Tú no me entiendes, oh, tú no me entiendes, no te pones en mi lugar;
si estuvieras en mi lugar, o si pudieras ponerte en mi lugar, si pudieras
ponerte enteramente en mi lugar, pues entonces no hablarías así.” Hablarías
de otro modo; esto significa, de acuerdo al que sufre, que entonces tú también
percibirías y comprenderías que no hay consuelo alguno.
Aquí,
entonces, la queja; el que sufre casi siempre se queja de que el que lo quiere
consolar no se pone en su lugar. Indudablemente el que sufre de algún modo
siempre tiene razón, puesto que ningún ser humano puede experimentar
exactamente la misma cosa y del mismo modo que otro ser humano, y aun cuando de
eso hubiere caso, constituye una limitación común y universal de todos los
hombres en particular esto de que no pueden ponerse enteramente en el lugar de
otro, aun cuando tengan las mejores intenciones: nunca podrán percibir, sentir,
pensar exactamente igual que otro ser humano. Mas en otro sentido, el que sufre
se equivoca en la medida en que se imagina que no existe consuelo alguno para
los sufrientes, pues esto mismo podría en verdad significar otra cosa: que el
que sufre podría intentar hallar consuelo dentro suyo, esto es, en Dios.
Seguramente
Dios no tenía la menor intención de que un ser humano pudiese hallar consuelo
perfecto en el otro; al contrario, constituye la graciosa voluntad de Dios que
todos los hombres no lo busquen sino en Él―que a medida que los fundamentos de
los consuelos que los otros le ofrecen se volviesen más y más insípidos,
entonces verían que no tenían más remedio que volverse a Dios, de acuerdo a la
palabra de la Escritura: “Tened sal en vosotros mismos y estad en paz unos con
otros” (Mc. IX:50). Oh, tú que sufres, y
tal vez tú que honestamente y con la mejor intención quisieses consolar―¡no
libréis esta inútil batalla entre vosotros! Tú que simpatizas, muestra tu
simpatía sin presumir de que puedas ponerte enteramente en el lugar del otro; y
tú que sufres, muestra tu verdadera discreción no exigiendo lo imposible del
otro―en verdad todavía hay uno que puede ponerse enteramente en tu lugar, así
como en el lugar de cualquier otro que sufra lo que sea: el Señor Jesucristo.
De
esto trata el texto sagrado que acabamos de leer, “no tenemos un Sumo Sacerdote
que sea incapaz de compadecerse de nuestras flaquezas”, esto es, que contamos
con alguien que bien puede simpatizar con nuestras debilidades, y más aún, “de
la misma manera contamos con uno que ha sido probado en todas las cosas”. Aquí
el requerimiento exacto para poder
simpatizar verdaderamente―pues es de saber que las muestras de simpatía de
parte de quien no tiene experiencia de lo que el otro sufre no es sino un
malentendido y las más de las veces un malentendido que hiere y atribula aun
más al que padece. Aquí pues la condición: haber sido probado de igual manera.
Cuando se da eso, entonces uno puede ponerse enteramente en el lugar del que
sufre; y cuando uno ha sido probado en todas las cosas de igual manera,
entonces uno puede ponerse enteramente en el lugar del otro, no importa cuales
sean sus tribulaciones.
¿Y
bien? Contamos con alguien así: el Sumo Sacerdote que puede simpatizar con nosotros. Y que por cierto necesariamente simpatiza con nosotros es
cosa que nos consta puesto que demostró su simpatía al aceptar el ser probado
en todas las cosas, de todas las maneras. En verdad, fue su simpatía por
nosotros lo que lo determinó a venir a este mundo; y también fue por simpatía,
para recibir simpatía Él, que, por una decisión libre, resolvió aceptar el ser
probado en todas las cosas de todas las maneras: Él, quien puede ponerse
enteramente, y que se pone enteramente, en tu lugar, en mi lugar, en nuestro
lugar.
De esto hablaremos algo más, un poco más
adelante.
Cristo
se puso enteramente en tu lugar. Era Dios y se hizo hombre (Jn. I:14; Phil.
II:5-8): de esta manera se puso en tu lugar. Verdaderamente, esto es
exactamente lo que quiera la simpatía más genuina; ciertamente, lo que más
quiere, es colocarse enteramente en el lugar del que sufre para poder consolar
de veras. Pero también es cierto que esto es lo que la simpatía de los hombres
no puede hacer; sólo la simpatía divina puede hacer eso―y Dios, haciéndose
hombre. Se hizo hombre; y en el hombre que absolutamente, de entre todos los
hombres que en el mundo han sido, más sufrió; ningún nacido ni ninguno por
nacer todavía, puede ni podrá sufrir como sufrió Él.
¡Oh
qué seguridad tenemos de contar con su simpatía! ¡Oh qué simpático poder contar
con semejante seguridad! Simpatizando, abre sus brazos a todos los que sufren;
“venid”, dice―y su palabra es una garantía―“venid a Mí todos los agobiados y
los cargados” (Mt. XI:28) y luego repite la invitación por segunda vez:
indudablemente quien invita resultó ser quien sufrió incondicionalmente más que
ningún otro. De por sí, ya sería una gran cosa que la simpatía humana se
ofreciese a sufrir casi tanto como el que sufre―mas, por simpatía, en orden a
asegurarse de poder consolar a otro, sufrir infinitamente más que el que sufre…
¡eso sí que es simpatía! Normalmente la simpatía humana retrocede un tanto,
preferiría quedarse condoliente, del lado seguro de la playa; y si acaso se
aventura sobre
aquellas aguas, de ningún modo es con la intención de llegar tan
mar adentro, allí donde se halla quien sufre. Ahora, ¡qué simpatía la de Aquel
que incluso va más allá! Tú que sufres, ¿qué quieres? Quieres que quien
simpatiza se ponga enteramente en tu lugar―y Él, la simpatía misma, ¡no sólo se
pone en tu lugar sino que vino a sufrir infinitamente más que tú! Claro, para
el que sufre esto a veces se le hace un tanto descorazonador (que cuando la
limosna es grande hasta el santo desconfía y exteriormente tanta cosa puede
parecer traicionera) y entonces quien padece se muestra un poco a la
retranca―mas aquí la simpatía está escondida a tus espaldas en su tribulación
infinitamente mayor que la tuya.
Se puso, puede ponerse,
enteramente en tu lugar, tú que sufres, no importa quién seas. ¿Se trata acaso de preocupaciones
mundanas, pobreza, cómo mantenerte y a los tuyos? También Él padeció hambre y
sed y eso precisamente en los momentos más difíciles de su vida cuando
batallaba espiritualmente en el desierto y en la cruz (Mt. IV:1-11; Jn.
XIX:28-30). Y para sus necesidades diarias no contaba más que con los lirios
del campo y las aves del cielo (Mt. VI:26, 28-29)―¡y quiero creer que hasta los
más pobres del mundo cuentan con eso! Y nació en un establo, fue envuelto en
trapos, recostado sobre un pesebre, durante toda su vida no tenía donde reposar
su cabeza―a fe mía, ¡hasta los que no tienen techo, cuentan con eso! Vaya
entonces si no puede ponerse en vuestro lugar y entenderos.
¿O
se trata de un corazón quebrantado? Él también alguna vez tuvo amigos; o más
bien, pensó que los tenía, pero luego, cuando llegó el momento decisivo, todos
lo abandonaron, y con todo, no, no todos, dos estuvieron a su lado, uno
traicionándolo, el otro negándolo (Mt. XXVI:45-56). Él también alguna vez tuvo
amigos, o alguna vez pensó que los tenía; se le pegaron de tal manera que
incluso llegaron a discutir acerca del lugar que ocuparían a su derecha y a su
izquierda (Mc. X:35-41), hasta que llegó el momento decisivo y Él, en lugar de
ser elevado en su trono, resultó elevado sobre una cruz (Jn. III:14). Entonces
se les obligó a dos ladrones a ocupar los lugares vacíos, ¡uno a su derecha,
otro a su izquierda!
O
se trata de la tristeza que produce la iniquidad del mundo, a propósito de la
enemiga que tú y los buenos tienen que sufrir, con tal de que esa inquina se
deba indiscutiblemente a que eres tú el que quiere lo bueno y lo verdadero.
Bueno, en lo que a esto respecta, tú, un hombre, supongo, no te animarías a
compararte con Él; tú, un pecador, supongo, no te animarías a compararte con
Él, el santo, el que experimentó esos padecimientos antes―de tal manera que
como mucho puedes sufrir de manera análoga a cómo sufrió Él―y es Él el que
santificó eternamente esos sufrimientos―así también los tuyos lo serán si eres
capaz de sufrir a imagen y semejanza de Él―Él que fue despreciado, perseguido,
insultado, hecho objeto de burlas, escupido, flagelado, maltratado, torturado,
crucificado, abandonado de Dios y crucificado en medio de la algarabía general
(Mc. IX:12;
XIV:65, XV:19-20, 29-32; Jn. V:16; Lc. XVIII:32,
XXII:63-65, XXIII:11, 39; Mt. XXVII:26, 29-31, 39, 41, 46). No importa qué
cosas hayas sufrido ni quién seas, ¿acaso no crees que Él se puso enteramente
en tu lugar?
O tal vez sea cierto
pesar por el pecado del mundo y su impiedad, tristeza al comprobar que el mundo
se encuentra inmerso en el mal, melancolía al ver cuán profundamente ha caído
la humanidad, tristeza al comprobar que el oro es virtud, el poder es el
derecho, que la verdad es lo que dicta la masa, que sólo prosperan las mentiras
y que sólo la iniquidad prevalece, que sólo se aprecia el egoísmo, que sólo se
bendice la mediocridad, que sólo se estima al timorato, que sólo son alabadas
las medidas a medias y que sólo se impone lo despreciable. Pues, respecto de
esto, supongo que no te animarás a comparar tu pena con la pena que tenía el
Salvador del mundo (Jn. IV:42) ¡como si en esto no pudiera ponerse enteramente
en tu lugar!
Y así sucesivamente
respecto de todos y cada uno de los sufrimientos.
Por tanto, tú que
sufres, quienquiera seas, no te encierres desesperadamente con tus sufrimientos
como si nadie, ni siquiera Él, te pudiera entender. Tampoco te largues a dar
voces ventilando impacientemente tus sufrimientos, como si fueran tan terribles
que ni siquiera Él se podría poner en tu lugar. Que tu audacia no te lleve a
semejante falsedad; ten presente que Él de modo incondicional, absolutamente y
sin comparación fue, de entre todos los sufrientes, el que más sufrió. Porque
si quieres saber quién fue el más grande doliente de entre los hijos de los
hombres, pues deja que te lo diga.
No se trata del
escondido grito de silenciosa desesperación, ni aquello que aterroriza a los
demás, ni la potencia de aquel grito, lo que ha de decidir la cuestión; no,
justamente lo contrario. El más grande doliente es aquel del que incondicionalmente
se puede predicar con entera verdad esto de que no dispone de más consuelo que este:
el consuelo de consolar a los demás; pues esto y sólo esto expresa genuinamente
aquella verdad incontrovertible de que en realidad nadie puede ponerse en su
lugar, además de que esto mismo se verifica en su caso―el caso de Nuestro Señor
Jesucristo: no era un sufriente que buscaba el consuelo de los demás, mucho
menos que lo encontró en los demás, y muchísimo menos se quejó de no
encontrarlo en los demás. No; Él fue el doliente
cuyo único consuelo, descartado entera y absolutamente cualquier otro,
consistió en el consuelo de consolar a otros.
¿Ven? Aquí hemos
arribado a la cima del sufrimiento, pero también al límite de los sufrimientos,
donde todo se invierte; pues Él, precisamente Él es “el Consolador”. Te quejas
de que nadie puede ponerse en tu lugar; es una idea que te preocupa día y noche
y a lo mejor nunca se te ocurre, imagino yo, que tú podrías consolar a otros―y
Él, “el Consolador”, el único de quién en verdad se puede decir que nadie puede
ponerse en su lugar―¡en verdad que Él sí podría haberse quejado así! Él, “el
Consolador” en cuyo lugar nadie podía ponerse, Él puede ponerse enteramente en
tu lugar y en el lugar de cada hombre que padece. Si fuera cierto esto de que
nadie puede ponerse en tu lugar, pues te lo concedo… demuéstralo: entonces no
te queda más que una cosa―conviértete en uno que consuela a los demás.
Constituye la única evidencia que demostrará que nadie puede ponerse en tu
lugar. Mientras sigas hablando acerca de cómo nadie puede ponerse en tu lugar,
está claro que todavía no estás resuelto en esta materia; de otro modo, por lo
menos callarías.
Pero aun cuando te mantuvieras callado, mientras no tenga este
efecto de que te impongas el deber de consolar a los otros, decididamente no
tienes resuelto este asunto acerca de si alguno podría ponerse en tu lugar, o
no. Entonces permaneces meramente sentado, desesperando silenciosamente, con la
recurrente idea que vuelve una y otra vez de que nadie puede ponerse en tu
lugar; esto es, que te empeñas en fijar esta idea en cada instante; esto es,
que esta convicción no está del todo firmemente instalada en tu alma, aún no te
has decidido del todo sobre el particular; esto es: que en tu caso todavía no
es enteramente cierto. Y claro, tampoco podría predicarse de ningún ser humano
esto de que absolutamente nadie puede ponerse en su lugar; pues precisamente,
Él, Jesucristo―en cuyo lugar nadie puede ponerse enteramente, ni siquiera
aproximadamente―Él sí puede ponerse enteramente en tu lugar.
Se puso enteramente en tu lugar, quienquiera que seas, tú
que estás siendo tentado espiritualente, Él se puede poner enteramente en tu
lugar, “el probado en todas
las cosas, de todas las maneras”.
Así como el que
sufre corporalmente, así también sucede con quien es tentado y que padece
pruebas espirituales, él también generalmente se queja de que cualquiera que
intente consolarlo, o aconsejarlo, o hacerle alguna advertencia, en verdad no
lo comprende, ni puede ponerse enteramente en su lugar. “Si estuvieras en mi
lugar”, dice, “o si pudieras ponerte en mi lugar, comprenderías con qué poder
me envuelve esta terrible tentación espiritual, comprenderías cómo los
espíritus se mofan de cada una de mis intentonas de vencer esta tentación―y
entonces me juzgarías de otro modo. Pero tú que no lo sientes en carne propia,
puedes hablar pacífica y ecuánimemente sobre el particular, fácilmente
aprovecharte de la ocasión para sentirte superior porque no has caído en la
tentación, no has tropezado con esta prueba espiritual, esto es, porque ni
siquiera has sido probado en esto ni en ninguna otra cosa. ¡Oh si estuvieras en
mi lugar!
Pero amigo mío, no libres ninguna de esta
inútiles batallas que sólo ayudan a amargarte la vida y la del otro―pues
siempre está Uno que puede ponerse enteramente en tu lugar, el Señor Jesucristo
quien “porque Él mismo sufrió y fue tentado, en esas mismas cosas puede
socorrer a los que sufren pruebas” (Heb. II:18). He aquí a uno que puede
ponerse enteramente en tu lugar, Jesucristo, quien verdaderamente conoció todas
las tentaciones, soportándolas (Mt. IV:1-11).
Si de alimento se
trata, y si hablamos literalmente de comida en su sentido más estricto, de modo
que hablamos de morirse de hambre―también Él fue tentado de esa manera; si nos
tienta una aventura temeraria―también Él fue tentado de esa manera; si caerse
de Dios es lo que te tienta―también Él fue tentado de esa manera; Él se puede
poner enteramente en tu lugar, no importa quién seas, no importa qué te pasa.
Si te ves tentado en la soledad―también Él lo fue, a quien el espíritu maligno
condujo al desierto para tentarlo. Si te tienta la confusión del mundo―también
Él, cuyo buen espíritu le impidió apartarse del mundo antes de que completara
su obra de amor (Jn. XVII:4). Si te encuentras bajo la tentación en el momento
de una gran decisión, cuando es una cuestión de renunciar a todas las
cosas―también Él; o si sucede en el momento siguiente, cuando estás tentado de
arrepentirte de haberlo sacrificado todo―también Él. Si te deprimes ante la
perspectiva de un gran peligro y estás tentado de desear que se juegue la
partida de una vez―también Él. Si al encontrarte tan debilitado estás tentado
de desear tu propia muerte―también Él. Si la tentación consiste en el temor de
resultar abandonado de todos―también Él fue tentado de esa manera; si se trata
de… pero no, seguramente ningún ser humano sufrió aquella tentación espiritual…
la tentación espiritual de resultar abandonado de Dios… y sin embargo Él fue
tentado de esa manera. Y así de todas las maneras.
De modo que tú que
estás siendo tentado, quienquiera que seas, no te vuelvas taciturno en tu
desesperación, como si la tentación fuera sobrehumana y que nadie podría
comprenderla, ni tampoco te vuelques a retratar impacientemente su magnitud,
¡como si fuera tan terrible que ni siquiera Él podría ponerse en tu lugar!
Porque si en verdad
quieres saber cuál es el requerimiento sine
qua non para juzgar verdaderamente cuán grande es en realidad una tentación,
pues entonces, déjame que te lo diga. Lo que se requiere es que hayas soportado
aquella tentación. Sólo entonces llegas a saber verdaderamente cuán grande es
la tentación; en la medida en que no las has soportado, sólo sabes de su
falsía, sólo lo que la tentación, precisamente en orden a tentarte, te hace
creer cuán horrible es.
Pedirle verdades a
la tentación es pedir demasiado. La tentación es engañosa y mentirosa y se
cuida muy bien de decir la verdad (Jn. VIII:39-44 II Cor. XI:3), pues su poder
yace, justamente, en la mentira. Si quieres sacarle la verdad y conocer cuán
grande es en realidad, entonces deberás ver cómo consigues ser más fuerte que
ella (Lc. XI:21-22), cerciorarte de que la soportas con integridad―entonces sí
llegarás a saber la verdad, o extraerás la verdad de ella. Por tanto sólo hay
uno que en verdad sabe con toda precisión cuál es la magnitud de todas las
tentaciones y que así puede ponerse enteramente en el lugar de todo aquel que
resulta tentado―Él mismo que fue tentado en todas las cosas de todas las
maneras, que fue tentado pero que venció en todas y en cada una de las
tentaciones.
Guardaos, pues, de
andar quejándoos y describiendo más y más apasionadamente la magnitud de
vuestra tentación―con cada paso que avanzáis por ese camino, no haces más que
acusarte a ti mismo más y más. No puede fundarse una defensa tuya por haber
caído en la tentación con el expediente de describir con trazos más y más
enfáticos la magnitud de tu tentación, pues todo lo que digas en esta materia
es mentira puesto que sólo puedes conocer la verdad justamente resistiendo la
tentación.
A lo mejor otro te
puede ayudar con sólo que quieras dejarte ayudar, otro que resultó tentado
igual que tú y que resistió esa tentación, pues ése sí sabe la verdad. Mas aun
cuando no hubiese nadie que pudiera decirte la verdad, todavía queda uno que
puede ponerse enteramente en tu lugar, aquel que ha sido probado en todas las
cosas de la misma manera que tú, que así resultó tentado, pero que soportó y
resistió esa tentación.
Y cuando resulte
que fuiste fiel durante la tentación, entonces estarás en condiciones de
entender toda la verdad. En la medida en que no has resistido la tentación te
quejarás de que nadie puede ponerse enteramente en tu lugar―pero si has
resistido la tentación, en verdad que todo esto te da igual, y ya no hay caso
de quejarse de que nadie podría haberse puesto en tu lugar.
Esta queja
constituye un invento de la mentira que reside en la entraña misma de la
tentación; y lo que esta mentira viene a destacar es que si hay alguien que
puede entenderte del todo, se trata entonces de uno que ha sucumbido a la
tentación, y así entonces, ambos podríais entenderos―en la mentira. ¿Es esto
“comprenderse” el uno al otro? No, aquí
está la frontera más allá de la cual todo se invierte: hay una sola persona que
puede verdaderamente ponerse en el lugar de quien es tentado―y Él sólo puede
hacerlo precisamente porque Él sólo soportó todas las tentaciones. Pero
también, ¡oh, no lo olvidéis nunca!, puede ponerse enteramente en tu lugar.
Se puso enteramente en tu lugar, resultó probado en todas
las cosas, de todas las maneras―y sin embargo, sin pecado. De
manera que en este respecto no se puso enteramente en tu lugar, no puede
ponerse enteramente en tu lugar, Él, el Santo, ¿cómo podría ser semejante cosa?
Si la diferencia entre Dios en los cielos y tú sobre la tierra es infinita, la
diferencia que hay entre el Santo y el pecador es infinitamente mayor.
Y sin embargo, aun
en este respecto, aunque de otro modo, Él se puso enteramente en tu lugar. Pues
si Él, si los padecimientos y muerte del Expiador constituyen la satisfacción
de tu pecado y culpa―si se trata en verdad de satisfacción, te ha reemplazado,
ha padecido el castigo del pecado poniéndose en tu
lugar para que tú puedas
vivir, ¿acaso entonces no se ha puesto enteramente en tu lugar? En verdad, aquí
se cumple incluso más al pie de la letra esta verdad de que se pone enteramente
en tu lugar, mucho más que en los casos que venimos diciendo, casos en los que
sólo significábamos que Él entiende lo que te pasa, lo que no quita que Él
permanece en su lugar y tú en el tuyo. Mas la satisfacción de la expiación
significa que tú, al pie de la letra, te corres, y Él ocupa tu lugar: ¿no es el
caso entonces que se pone enteramente en tu lugar?
¿Pues qué cosa es
el “Expiador” sino un sustituto que se coloca enteramente en tu lugar y el mío?
¡¿Y cuál es el consuelo de la expiación sino éste, que el sustituto,
habiendo
satisfecho, se pone enteramente en tu lugar y el mío?! De tal modo que cuando
la justicia retributiva aquí en este mundo―o en el más allá cuando el Juicio―busca
el lugar donde yo el pecador, estoy parado con toda mi culpa, con todos mis
muchos pecados―no me encuentra; ya no estoy en ese lugar, me he ido; Otro está
de pie, se ha establecido en mi lugar, Otro que se ha puesto enteramente en mi
lugar; yo estoy parado al lado de esta otra persona, estoy al lado de mi
Expiador que se puso enteramente en mi lugar―¡por esto te doy gracias, Señor
mío Jesucristo!
Tú que me oyes, mi
oyente, recuerda que contamos con tal Sumo Sacerdote de la simpatía.
Quienquiera que seas, no importa cuánto sufras, Él puede ponerse enteramente en
tu lugar. Quienquiera que seas, no importa cómo es que estás siendo tentado, Él
puede ponerse enteramente en tu lugar. ¡Quienquiera que seas, oh pecador, como
lo somos todos, Él se pone enteramente en tu lugar!
Y ahora que te
acercas al altar, ahora que se te ofrecen el pan y el vino una vez más, una vez
más como eterna garantía de que mediante sus padecimientos y muerte Él se puso
en tu lugar también: y eso para que tú, salvado por Él, olvidado el juicio, puedas
entrar en la vida, allí donde Él te ha preparado un lugar (Jn. XIV:2).