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sábado, 27 de diciembre de 2014

JANUCA 2014


Jánuca 2014, ¿ Ritual Judío con un Niño Pequeño En la India ? - Cuadrilla de cinco Judios cortan al niño el Pene y testículos para ser utilizado en el ritual judío

Michael Wolgemut
Asesinato ritual judío de Simón de Trento, en un grabado en madera
1493
  Mas vosotros acercaos aca, hijos de la hechizera, descendencia de la adúltera y de la ramera. ¿De quién os burláis? ¿ Contra quién ensancháis la boca y sacáis la lengua? ¿No sois hijos de pecado, linaje de mentira? Os inflamáis de concupiscencia bajo cada terebinto y bajo todo árbol frondoso, y sacrificáis a los niños en los valles de los torrentes, en las hendiduras de las rocas.  La profecía de Isaías (Isaías) lvii.3-5.

Dos principales días festivos relacionados con Asesinato Ritual:
Purim
Pascua

A veces Jánuca - este año Jánuca Jánuca 2014 comenzó en la tarde del Martes, 16 de diciembre y termina en la noche del Miércoles, 24 de diciembre

El siguiente intento de ritual judío tuvo lugar durante Hanukkah. La trama asesina de los Judío falló,es muy probable que el niño hubiera sido asesinado hoy. El niño se está recuperando después de tener sus genitales cortados

 Ellos buscaron a un hijo varón para realizar su acto atroz. Estamos seguros de esto porque faltan sus piezas. ' El niño fue trasladado de urgencia al hospital, donde los médicos lo operaron para detener el flujo de sangre. El Cirujano pediátrico Madhukar Maletha en el Hospital Indresh Mahant Shri en la cercana ciudad de Patel Nagar, dijo: "No hay ninguna posibilidad de reconstruir los genitales porque el grado de la lesión era demasiado grave. "Hemos llevado a cabo un injerto de piel para cubrir la herida y ahora vamos a hacer un paso para la orina con las sobras de los nervios."
La policía dijo que cinco hombres han sido detenidos. Un portavoz de la policía dijo: 'Los hombres se observaron en los alrededores, tanto antes como después del incidente. "Dos de ellos son conocidos como los curanderos religiosos autoproclamados. 'Ahora estamos llevando a cabo investigaciones y estamos buscando  la teoría de que esto se hace por razones de hechicería. El incidente se produce unas semanas después de que los órganos sexuales de un niño de 17 días de edad, se cortaron sobre una supuesta rivalidad familiar en el estado de Rajastán, India occidental. Daily Mail >>>>>>


Inocencio: Shoaib Bali, 3, había estado jugando en un campo local de azúcar cerca de su casa en un pequeño pueblo de la India cuando fue capturado por cinco hombres que lo sujetaban al suelo y cortó sus genitales con una navaja oxidada
Inocencio: Shoaib Bali, 3, había estado jugando en un campo local de azúcar cerca de su casa en un pequeño pueblo de la India cuando fue capturado por cinco hombres que lo sujetaban al suelo y cortaron sus genitales con una navaja oxidada
 
'Estaba cubierto de sangre y en estado de shock.
'Cuando se desmayó en mis brazos pensé que lo perdí. "dijo la madre.
El Padre Salim, de 30 años, dijo: "Me dirijí a los campos para tratar de encontrar los g* ****** s y a los que hicieron esto.
"No había ninguna señal de ellos, pero apareció  la vieja máquina de afeitar en un charco de sangre.
'Sabemos que alguien tomó sus partes vitales para la hechicería.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Monseñor Fellay bendice Cuna en el Parlamento Europeo ( noticias )

Hace mucho que no hablamos de él, bueno aquí lo tienen, y a pesar de sus dichos él siempre quiere ser parte de la falsa Iglesia, veremos el próximo año, atentí, cuando el río suena agua trae.

Monseñor Fellay bendice Cuna en el Parlamento Europeo

(Bruselas) Por invitación del eurodiputado italiano Mario Borghezio (Liga Norte) y la iniciativa del Instituto Civitas, el Superior General de la Sociedad de San Pío X, visitó el Parlamento Europeo, en Bruselas, y bendijo un belén allí.
La cuna grande se encuentra en una de las salas centrales públicas de la representación parlamentaria de la Unión Europea en Bruselas. Diputados de Francia, Gran Bretaña, Grecia, Portugal e Italia, el personal parlamentario y funcionarios de la UE se reunieron para ser bendecidos. En su discurso de Alain Escada, presidente del Instituto Civitas francés sugirió que el niño Jesús en el pesebre se enseñoreen de todas las naciones, ya que todo poder viene de Dios. A tal efecto, citó el Papa San Pío X, como el 100 aniversario de su muerte fue conmemorado en 2014: "La civilización no debe ser pensada, que era, que es y ha sido una civilización cristiana, es la sociedad católica. Para restaurar simplemente requiere la renovación incesante de sus principios naturales y divinas ".
El obispo Bernard Fellay dijo en su discurso: ". Allí, en la sarna es donde comenzó todo Así que es normal que las guías europeas, Dios el timonel darle gloria, que vino entre hombre para salvarlo, Él, el Rey de Reyes. Recordemos lo que dijo el cardenal Pie, 'Cuando el momento para que el señorío de Jesucristo no vino, entonces no ha llegado el momento de que los gobiernos de continuar'. Por la bendición de esta cuna, la Iglesia es una conexión entre este lugar y la gracia del amor de Dios. Este pequeño lugar es un sacramental para el beneficio de todos los que vienen aquí para recoger en el interior ".
Monseñor Fellay fue acompañado por el Superior de Distrito de la Sociedad de San Pío X para Bélgica y los Países Bajos, el padre Thierry Legrand está en la sede del Parlamento Europeo. Hizo hincapié en la importancia de la iniciativa, debido a la creciente intento de impedir el establecimiento de belenes en Francia en los espacios públicos y el Adviento y los intentos de reemplazar y reinterpretar Tradiciones de Navidad con "eventos de invierno" y "las iniciativas del final del año."

PUER NATUS EST NOBIS Introitus











TRADUCCIÓN


Porque un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado.
Estará el señorío sobre su hombro,
y se llamará su nombre «Maravilla de Consejero».

Cantad al Señor un canto nuevo,
porque ha hecho maravillas.

Porque un niño nos ha nacido…

El Señor ha dado a conocer su salvación,
a los ojos de las naciones ha revelado su justicia.

Porque una criatura nos ha nacido...

(Isaia 9, 6 / Salmo 97, 1-2)


El introito “Puer natus” es, sin duda alguna, una de las piezas más conocidas del repertorio gregoriano y se ha convertido en símbolo de la antigua tradición monódica navideña.

El "Graduale Romanum" lo sitúa en la apertura de la misa del día, la tercera de las tres misas de Navidad. Según una tradición que se remonta al siglo VI, efectivamente, la Navidad conoce tres distintos formularios litúrgicos: la misa de la noche, la de la aurora y la del día.

Sin embargo, la Iglesia de Roma conocía en origen una sola eucaristía para la Navidad  – celebrada en la basílica de San Pedro – y, precisamente, la que se convirtió seguidamente en la tercera misa “in die”.

La primera misa “in nocte” se origina por el desarrollo de la vigilia nocturna que, bajo el impulso del Concilio de Éfeso del 431 - que atribuyó a María el título de “theotòkos”, madre de Dios –, concluía con una misa papal en la basílica romana de Santa María la Mayor.

La misa "in aurora” se incluyó posteriormente entre las dos porque el Papa, en su camino de vuelta a San Pedro, introdujo la costumbre de celebrar una misa para los griegos en la iglesia de Santa Anastasia.

Es interesante observar, por tanto, que para la Navidad el grado de importancia de las celebraciones litúrgicas está invertido respecto a la Pascua. En Navidad la misa principal es la del día y las celebraciones nocturnas y matutinas se añadieron más tarde. Al contrario, para la Pascua la liturgia principal – a su vez centro de todo el año litúrgico – está constituida por la vigilia nocturna, mientras que la misa del día la completó más tarde.

Es útil recorrer el itinerario trazado por los introitos de los tiempos de Adviento y Navidad también a la luz de la evolución histórica que ahora hemos recordado.

Después de los introitos del Adviento, que anuncian el “gran misterio” – como diría Pablo – de una salvación para todos los pueblos e invocan la “lluvia” del Justo y el “germen” del Salvador, he aquí por tanto los textos de las tres liturgias navideñas, dispuestos sabiamente en un crescendo de rara densidad expresiva, precisamente en preparación de ese “Puer natus” que representa el momento culminante.

El introito de la primera misa nocturna hace resonar un versículo mesiánico del salmo 2 que, en la severa y descarnada traducción sonora gregoriana en segundo modo, contempla el acontecimiento de la encarnación del Hijo resaltando la relación divina con el Padre: “Dominus dixit ad me: Filius meus es tu, ego hodie genui te” (El Señor me ha dicho: Tu eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy).

La segunda misa de Navidad inicia recordando una profecía de Isaías 9 y pone inmediatamente el acento en el sustantivo “lux”, clara alusión a la misa “in aurora”, que ve en el nacimiento de Cristo la nueva luz, esperada durante mucho tiempo: “Lux fulgebit hodie super nos, quia natus est nobis Dominus” (La luz resplandece hoy sobre nosotros, porque una criatura nos ha nacido).

Y, finalmente, en la misa del día, el Hijo engendrado por el Padre, nueva luz que resplandece sobre nosotros, toma forma en el “Puer natus”.

Sigue siendo Isaías 9 quien ofrece el texto a este introito, allí donde el profeta anuncia el nacimiento de un “niño”: traducción correcta, ésta, del término “puer” que resuena desde el primer momento con toda su fuerza, pero que exige ser enriquecida de sentido. La impronta mesiánica de ese “puer” invita, efectivamente, a dilatar su comprensión hacia una perspectiva bastante más amplia que la atmósfera del pesebre. El mismo “niño” es inmediatamente entendido como “siervo”, llamado a realizar el plan salvífico del Padre y sobre cuyo hombro – como advierte la segunda frase del mismo introito – ha sido situado todo el poder.

El análisis del fraseo musical aclara y confirma dicha lectura exegética, en verdad bastante distante de la idea corriente de los cantos de Navidad.

Considerando la primera frase, podemos notar que el verdadero énfasis está puesto en dos palabras: “puer”, al principio de la pieza, y “datus”, en la segunda parte de la frase. Las sílabas de acento de estas dos palabras están dotadas de figuras neumáticas – de dos y tres notas respectivamente – que los estudios más recientes han descubierto que son verdaderos puntos de fuerza del fraseo. El intervalo de quinta entre las dos notas iniciales de valor alargado, por ejemplo, representa para el canto gregoriano el máximo impulso melódico posible entre dos notas consecutivas. De otra naturaleza melódica, pero de misma densidad expresiva, aparece la sucesión de tres notas sobre el acento de “dàtus”.

Por tanto, el corazón de esta primera frase se puede resumir en el binomio “puer datus”. En sustancia, lo que se resalta es la dimensión del don, de la entrega, que toda la humanidad ha recibido con la encarnación del Hijo de Dios.

En un juego infinito de recuerdos y de alusiones, que vivifican el tejido gregoriano, no podemos olvidarnos que en la fiesta de la Presentación del Señor, el 2 de febrero –  conclusión ideal del tiempo navideño –, el introito empieza precisamente con “Suscepimus, Deus, misericordiam tuam” (Hemos recibido, oh Dios, tu misericordia), en cuyo incipit encontramos, no por casualidad, esa especial fórmula de fuerte acentuación que había caracterizado la apertura del introito “Rorate caeli” del cuarto domingo de Adviento. La “misericordia" recibida es Cristo mismo, entregado como don por su Padre a la humanidad (“Puer natus”) y ofrecido por la Virgen María al anciano Simeón en el templo (“Suscepimus”).

Completando el fraseo de la primera parte de nuestro introito, asombra el hecho de que “nobis” reciba un énfasis decididamente menor al de "puer" y "datus". Este “nobis”, que normalmente se traduce de manera apresurada como “por nosotros”, significa más simple y literalmente “a nosotros”. Los textos de la Navidad permanecen en esta lógica: el “pro nobis” (por nosotros) pertenece a un desarrollo sucesivo que volveremos a encontrar al inicio y dentro de la Semana Santa: “Christus factus est pro nobis usque ad mortem”. Es sólo allí que el “por nosotros” – añadido por la liturgia como tensión expresiva del texto original paulino – surgirá con toda su fuerza.

La segunda frase del introito – “cuius imperium super humerum eius” (estará el señorío sobre su hombro) – concreta el sentido de la primera: el acento sobre “imperium” representa la cima melódica de la pieza y, por esto, se convierte en el momento supremo del discurso musical. Pero todo el proceso fluido de la melodía circunstante atenúa y subordina dicho énfasis a la verdadera “manifestación” de la realeza y de la potestad de Cristo, que se realizará en la solemnidad de la Epifanía.

El recitativo sobre el do agudo que sostiene la última frase “et vocabitur…” lo confirma. Los valores de las figuras neumáticas – como se deduce de las notaciones adistemáticas añadidas a la notación cuadrada –  son en su totalidad ligeros y la modalidad en "tetrardus auténtico" (séptimo modo), perentoriamente declarada por el intervalo de quinta al inicio de la pieza, se dobla hacia la conclusiva zona “plagal” (octavo modo), decididamente más contenida y menos exuberante.

Tomado de  chiesa.espressonline.it

VENITE ADOREMUS

¡FELIZ NAVIDAD!        
 
Duccio di Buoninsegna
Natividad (detalle)
1308-1311

Venite Adoremus

¡Alégrate Venite Adoremus!. ¡ Nuestro Salvador ha nacido para nosotros de la Santísima Virgen María en la medianoche en medio del frío penetrante. Venite Adoremus!
Rodeado por el ejército de los ángeles celestiales, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, que se hizo hombre en el seno de Su Santísima Madre virginal e Inmaculada  por el poder de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, Dios el Espíritu Santo, en la Anunciación nueve meses Antes de que nazca para nosotros esta noche. El tan esperado Mesías viene como un niño indefenso, nacido en el anonimato, la pobreza y la humildad. Rayos radiantes, brillantes, brillan de Su Santa Faz, una cara que se vio empañada allá de todo reconocimiento por nuestros pecados como él anduvo en la Vía Dolorosa, el Viernes Santo para redimirnos en la madera de la Santa Cruz y así hacer posible para nosotros la vida eterna en el Cielo en la gloria de la visión beatífica de Dios Padre, Él, el Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Esos brillantes rayos que resplandecen desde el bebé recién nacido Jesús esta mañana están destinados a resplandecer a nuestras propias almas a medida que crecemos en la gracia que Él nos ha ganado en la madera de la Santa Cruz y que  fluye en nuestros corazones y almas a través de la manos amorosas de Nuestra Señora, la que es la Mediadora de Todas las Gracias.  No hay Santa Misa, en donde Nuestro Señor y Salvador Jesucristo no nazca bajo las especies del pan y el vino cada vez que un verdadero obispo o un verdadero sacerdote pronuncia las terribles palabras de la Consagración, sin esta noche santa. Así como Nuestro Señor obedeció a su Padre Celestial para convertirse en  hombre,  no le obedecen los meros hombres, cuyas almas inmortales han sido conformadas a Su sacerdocio y, pronuncian las palabras de la Consagración con los meros elementos de esta tierra, por que Él Encarnado alimenta a nuestros cuerpos y almas para la vida eterna.
No hay regeneración de las almas en la fuente bautismal o en el Sagrado Tribunal de la Penitencia sin esta noche santa.
No hay esperanza para la humanidad sin esta noche santa.Como el primer Papa, San Pedro, nos enseña, no "salvación en ningún otro. Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." (Hechos 4: 12.) Sólo Cristo Rey es Dios. Ningún otro. El catolicismo es la única fundación de orden personal y social. no hay otra.
Nos reunimos en torno a la Virgen, de cuyo Virginal e Inmaculado útero el bebé recién nacido  pasa como la luz a través del cristal de esta mañana, y su Esposo mayor Casto,el  Buen San José, para adorar al Salvador,el Cordero de Dios que quitas los pecados del el mundo, incluyendo los tuyos y, muy especialmente, los míos.
Que los Misterios Gozosos que Seguimos rezando durante esta octava de Navidad nos ayuden a estar siempre agradecido por el gran don, incomparable que la Virgen nos dio a nosotros esta noche, ya que dio a luz a su Divino Hijo para que Él, que extendió sus santos brazos en el pesebre esta noche, podrían estirarse estos en el madero de la cruz para abrazar a todos los hombres y elevarlos al Padre Celestial en Espíritu y en Verdad.
En mi nombre y de mi hija Belén, les deseo a cada uno de ustedes una Navidad  Bienaventurada y feliz. Este saludo se extiende a todos los que accedan a este sitio. No importa las dificultades del momento presente como los falsos funcionarios eclesiásticos que niegan los derechos sagrados del Reino Social de Cristo Rey y  estiman  los símbolos de las religiones falsas que son horrible y repugnante a la vista de Cristo, Él ha confiado al Inmaculado Corazón de Su Santísima Madre algo que un católico creyente debe querer para todos, orar con fervor por todos los que la Santa Providencia de Dios ha puesto en su camino a través de los años, incluyendo aquellos, por supuesto, de los cuales varios eventos nos han distanciado . 
 Que cada uno de nosotros, unidos al Corazón misericordioso del Redentor divino que se formó fuera de nosotros y se une todavía al Inmaculado Corazón de María, nos ayude a orar unos por otros mientras rezamos por el día con que todos los católicos hablen con una sola voz y  a pensar con una sola mente, la de la Iglesia Católica, la que enseña las verdades inmutables de la Inmutable Dios Trino.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

SI SU MISA DE NAVIDAD NO SE ASEMEJA A ESTA, USTED HA ESTADO UN UN LUGAR INCORRECTO


 Hola amigo lector, y, que tal, ¿ fue a Misa y a media noche cantó el Gloria in excelsis?, ¿ como dice? ¿que a media noche estaba brindando y tirando cohetes y que fue a Misa a las 21 hras.? , amigo,¿ por donde estubo ?, ¿ acaso en el lugar ese, la Misa no era como la que puede ver en el video siguiente ?. Ah no, entonces usted fué a una falsa misa, a una falsa iglesia, con falsos pastores, y que no tienen nada que ver con la religión católica, lamento decepcionarlo pero ha estado en una celebración protestante.





Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impurezas. Sí, los sacerdotes piden venganza, y la venganza pende de sus cabezas. ¡Ay de los sacerdotes y personas consagradas a Dios, que por sus infidelidades y mala vida crucifican de nuevo a mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al cielo y piden venganza, y he aquí que la venganza está a las puertas, pues ya no se encuentra a nadie que implore misericordia y perdón para el pueblo; ya no hay almas generosas ni persona digna de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno en favor del mundo. Nuestra Señora de La Salette 19 de septiembre 1846 (Publicado por Mélanie 1879)
Dios va a castigar de una manera sin precedentes. ¡Ay de los habitantes de la tierra!, Dios va a derramar su cólera y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos. Nuestra Señora de La Salette 19 de septiembre 1846 (Publicado por Mélanie 1879)

                        
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Gloria in excelsis Deo
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Gloria No. 5



 

EL NACIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO








 

El nacimiento de Nuestro Señor, según lo descrito por
Nuestra Señora


  De "La Mística Ciudad de Dios"
por la Venerable María de Agreda
Imprimatur: 1949                                    

Nuestros viajeros llegaron a la ciudad de Belén, a las cuatro de la tarde, un sábado. Como era  el momento del solsticio de invierno, el sol ya se estaba ocultando y la noche estaba cayendo. Entraron en la ciudad, y vagaron por muchas calles en busca de una casa de huéspedes o posada para permanecer durante la noche. Llamaron a la puerta de sus citas y las relaciones familiares más cercanos; Pero ellos no fueron admitidos en ninguna parte y en muchos lugares se encontraron con las palabras y los insultos agresivos. La reina más modesta siguió a su cónyuge a través de la multitud de personas, mientras él iba de casa en casa y de casa en casa. Aunque ella sabía que los corazones y las casas de los hombres iban a ser cerrados para ellos, y aunque exponía su estado y su edad a la mirada del público fue más dolorosa Su modestia de su incapacidad para adquirir una noche de alojamiento, Ella, sin embargo, deseaba obedecer a San José y sufrir esta indignidad y vergüenza inmerecida. Mientras se pasea por las calles pasaron a la Oficina del Registro Público y ya inscrito su nombre pagaron el tributo fiscal a fin de cumplir con el edicto y no ser obligado a volver. Continuaron su búsqueda, encamináronse a otras casas. Pero habiendo ya llamado en más de cincuenta lugares diferentes, se vieron rechazados y enviados lejos de todos ellos.

Eran las nueve de la noche cuando el más fiel José, lleno de amargura y de dolor desgarrador en el corazón, volvió a su más prudente Esposa y dijo: "Mi más dulce Señora, mi corazón está roto por el dolor ante la idea de no sólo sea capaz de albergarte a Ti como Tú mereces y como yo quiero, sino en no poder ofrecerte a Ti incluso cualquier tipo de protección contra el clima, o un lugar de descanso, una cosa que rara vez o nunca se les niega a los más pobres y despreciados en el mundo. Sin duda, el Cielo lo está permitiendo así para que los corazones de los hombres sean tan impasible como nos niegan una noche de alojamiento, se esconde un misterio. Ahora recuerdo, Señora, que, fuera de las murallas de la ciudad hay una cueva, que sirve como un refugio para los pastores y sus rebaños Busquemos a cabo; quizás está desocupado, y podemos esperar que haya un poco de ayuda del cielo, puesto que no recibimos ninguno de los hombres en la tierra ". La Virgen prudentísima respondió: "Mi esposo y mi maestro, mucho no este afligido tu corazón más amable porque los deseos ardientes que el amor de tu Señor excita en ti no pueden cumplirse desde que lo llevo en mi vientre, vamos, te suplico. tu, da gracias por tener estos eventos dispuestos de esta manera. El lugar de la que tú hablas será más satisfactorio para mí. Vamos tus lágrimas de dolor se convirtieron en lágrimas de alegría, y deja que nos abrazemos con amor la pobreza, que es lo inestimable y precioso . tesoro de Mi Hijo Santísimo Él vino del cielo a fin de buscar que, vamos a continuación,a brindarle la oportunidad de practicarlo en la alegría de nuestras almas;. Ciertamente no puede ser mejor encanto que verte a ti procurárselo para mí nosotros vamos con mucho gusto dondequiera que el Señor nos guiará ". Los santos ángeles acompañaron la pareja celestial, brillante iluminando el camino, y cuando llegaron a la puerta de la ciudad vieron que la cueva fue abandonada y desocupada.

 - Treasury of Prayers, Catholic inspirations, meditations, reflexionsNace Cristo nuestro bien de María Virgen en Belén de Judea.

                    

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468. El palacio que tenía prevenido el supremo Rey de los
reyes y Señor de los señores para hospedar en el mundo
a su eterno Hijo humanado para los hombres, era la más
pobre y humilde choza o cueva, a donde María santísima
y San José se retiraron despedidos de los hospicios y
piedad natural de los mismos hombres, como queda
dicho en el capítulo pasado. Era este lugar tan


despreciado y contentible, que con estar la ciudad de
Belén tan llena de forasteros que faltaban posadas en
que habitar, con todo eso nadie se dignó de ocuparle ni
bajar a él, porque era cierto no les competía ni les venía
bien sino a los maestros de la humildad y pobreza, Cristo
nuestro bien y su purísima Madre. Y por este medio les
reservó para ellos la sabiduría del eterno Padre,
consagrándole con los adornos de desnudez, soledad y
pobreza por el primer templo de la luz y casa del
verdadero Sol de Justicia (Mt 5, 48), que para los rectos
de corazón había de nacer de la candidísima aurora
María, en medio de las tinieblas de la noche —símbolo de
las del pecado— que ocupaban todo el mundo.


469. Entraron María santísima y San José en este
prevenido hospicio, y con el resplandor que despedían
los diez mil Ángeles que los acompañaban pudieron
fácilmente reconocerle pobre y solo, como lo deseaban,
con gran consuelo y lágrimas de alegría. Luego los dos
santos peregrinos hincados de rodillas alabaron al Señor
y le dieron gracias por aquel beneficio, que no ignoraban
era dispuesto por los ocultos juicios de la eterna
Sabiduría. De este gran sacramento estuvo más capaz la
divina princesa María, porque en santificando con sus

plantas aquella felicísima cuevecica, sintió una
plenitud de júbilo interior que la elevó y vivificó toda, y
pidió al Señor pagase con liberal mano a todos los
vecinos de la ciudad que, despidiéndola de sus casas, la
habían ocasionado tanto bien como en aquella
humildísima choza la esperaba. Era toda de unos peñascos
naturales y toscos, sin género de curiosidad ni
artificio y tal que los hombres la juzgaron por
conveniente para solo albergue de animales, pero el
eterno Padre la tenía destinada para abrigo y
habitación de su mismo Hijo.

470. Los espíritus angélicos, que como milicia celestial
guardaban a su Reina y Señora, se ordenaron en forma
de escuadrones, como quien hacía cuerpo de guardia en
el palacio real. Y en la forma corpórea y humana que
tenían, se le manifestaban también al santo esposo José,
que en aquella ocasión era conveniente gozase de este
favor, así por aliviar su pena, viendo tan adornado y
hermoso aquel pobre hospicio con las riquezas del cielo,

como para aliviar y animar su corazón y levantarle más
para los sucesos que prevenía el Señor aquella noche y
en tan despreciado lugar. La gran Reina y Emperatriz del
cielo, que ya estaba informada del misterio que se había
de celebrar, determinó limpiar con sus manos aquella
cueva que luego había de servir de trono real y
propiciatorio sagrado, porque ni a ella le faltase ejercicio
de humildad, ni a su Hijo unigénito aquel culto y
reverencia que era el que en tal ocasión podía prevenirle
por adorno de su templo.                                             

471. El santo esposo José, atento a la majestad de su
divina esposa, que ella parece olvidaba en presencia de
la humildad, la suplicó no le quitase a él aquel oficio que

entonces le tocaba y, adelantándose, comenzó a limpiar
el suelo y rincones de la cueva, aunque no por eso dejó
de hacerlo juntamente con él la humilde Señora. Y
porque estando los Santos Ángeles en forma
humana visible —parece que, a nuestro entender, se
hallaran corridos a vista de tan devota porfía y de la
humildad de su Reina—, luego con emulación santa

ayudaron a este ejercicio o, por mejor decir, en brevísimo
espacio limpiaron y despejaron toda aquella caverna,
dejándola aliñada y llena de fragancia. San José
encendió fuego con el aderezo que para ello traía, y
porque el frío era grande, se llegaron a él para recibir
algún alivio, y del pobre sustento que llevaban comieron
o cenaron con incomparable alegría de sus almas;
aunque la Reina del cielo y tierra con la vecina hora de
su divino parto estaba tan absorta y abstraída en el
misterio, que nada comiera si no mediara la obediencia
de su esposo.
472. Dieron gracias al Señor, como acostumbraban,

después de haber comido; y deteniéndose un breve
espacio en esto y en conferir los misterios del Verbo
humanado, la prudentísima Virgen reconocía se le
llegaba el parto felicísimo. Rogó a su esposo San José se
recogiese a descansar y dormir un poco, porque ya la
noche corría muy adelante. Obedeció el varón divino a su
esposa y la pidió que también ella hiciese lo mismo, y
para esto aliñó y previno con las ropas que traían un
pesebre algo ancho, que estaba en el suelo de la cueva
para servicio de los animales que en ella recogían. Y

dejando a María santísima acomodada en este tálamo,
se retiró el santo José a un rincón del portal, donde se
puso en oración. Fue luego visitado del Espíritu divino y
sintió una fuerza suavísima y extraordinaria con que fue
arrebatado y elevado en un éxtasis altísimo, do se le
mostró todo lo que sucedió aquella noche en la cueva
dichosa; porque no volvió a sus sentidos hasta que le
llamó la divina esposa. Y este fue el sueño que allí recibió
José, más alto y más feliz que el de Adán en el paraíso
(Gen 2, 21).

473. En el lugar que estaba la Reina de las criaturas
fue al mismo tiempo, movida de un fuerte llamamiento
del Altísimo con eficaz y dulce transformación que la
levantó sobre todo lo criado y sintió nuevos efectos del
poder divino, porque fue este éxtasis de los más raros y
admirables de su vida santísima. Luego fue levantándose
más con nuevos lumines y cualidades que la dio el Altísimo,
de los que en otras ocasiones he declarado, para
llegar a la visión clara de la divinidad. Con estas
disposiciones se le corrió la cortina y vio intuitivamente
al mismo Dios con tanta gloria y plenitud de ciencia, que

todo entendimiento angélico y humano ni lo puede
explicar, ni adecuadamente entender. Renovóse en ella
la noticia de los misterios de la divinidad y humanidad
santísima de su Hijo, que en otras visiones se le había
dado, y de nuevo se le manifestaron otros secretos
encerrados en aquel archivo inexhausto del divino pecho.
Y yo no tengo bastantes, capaces y adecuados términos
ni palabras para manifestar lo que de estos sacramentos
he conocido con la luz divina; que su abundancia y
fecundidad me hace pobre de razones.
474. Declaróle el Altísimo a su Madre Virgen cómo era
tiempo de salir al mundo de su virginal tálamo, y el modo
cómo esto había de ser cumplido y ejecutado. Y conoció
la prudentísima Señora en esta visión las razones y fines

altísimos de tan admirables obras y sacramentos, así de
parte del mismo Señor, como de lo que tocaba a las
criaturas, para quien se ordenaban inmediatamente.
Postróse ante el trono real de la divinidad y, dándole
gloria y magnificencia, gracias y alabanzas por sí y las
que todas las criaturas le debían por tan inefable
misericordia y dignación de su inmenso amor, pidió a Su
Majestad nueva luz y gracia para obrar dignamente en
el servicio, obsequio, educación del Verbo humanado,
que había de recibir en sus brazos y alimentar con su
virginal leche. Ésta petición hizo la divina Madre con
humildad profundísima, como quien entendía la alteza

de tan nuevo sacramento, cual era el criar y tratar como
madre a Dios hecho hombre, y porque se juzgaba indigna
de tal oficio, para cuyo cumplimiento los supremos
serafines eran insuficientes. Prudente y humildemente lo
pensaba y pesaba la Madre de la sabiduría (Eclo 24, 24),
y porque se humilló hasta el polvo y se deshizo toda en
presencia del Altísimo, la levantó Su Majestad y de nuevo
la dio título de Madre suya, y la mandó que como Madre
legítima y verdadera ejercitase este oficio y ministerio:

que le tratase como a Hijo del eterno Padre y juntamente
Hijo de sus entrañas. Y todo se le pudo fiar a tal Madre,
en que encierro todo lo que no puedo explicar con más
palabras.
475. Estuvo María santísima en este rapto y visión
beatífica más de una hora inmediata a su divino parto; y
al mismo tiempo que salía de ella y volvía en sus
sentidos, reconoció y vio que el cuerpo del niño Dios se
movía en su virginal vientre, soltándose y despidiéndose
de aquel natural lugar donde había estado nueve meses,
y se encaminaba a salir de aquel sagrado tálamo. Este
movimiento del niño no sólo no causó en la Virgen Madre

dolor y pena, como sucede a las demás hijas de Adán y
Eva en sus partos, pero antes la renovó toda en júbilo y
alegría incomparable, causando en su alma y cuerpo
virgíneo efectos tan divinos y levantados, que
sobrepujan y exceden a todo pensamiento criado. Quedó
en el cuerpo tan espiritualizada, tan hermosa y
refulgente, que no parecía criatura humana y terrena:
el rostro despedía rayos de luz como un sol entre color
encarnado bellísimo, el semblante gravísimo con
admirable majestad y el afecto inflamado y fervoroso.

Estaba puesta de rodillas en el pesebre, los ojos
levantados al cielo, las manos juntas y llegadas al pecho,
el espíritu elevado en la divinidad y toda ella deificada.
Y con esta disposición, en el término de aquel divino
rapto, dio al mundo la eminentísima Señora al Unigénito
del Padre y suyo (Lc 2, 7) y nuestro Salvador Jesús, Dios y
hombre verdadero, a la hora de media noche, día de
domingo, y el año de la creación del mundo, que la
Iglesia romana enseña, de cinco mil ciento noventa y
nueve; que esta cuenta se me ha declarado es la cierta y
verdadera.
476. Otras circunstancias y condiciones de este

divinísimo parto, aunque todos los fieles las suponen por
milagrosas, pero como no tuvieron otros testigos más que
a la misma Reina del cielo y sus cortesanos, no se pueden
saber todas en particular, salvo las que el mismo Señor
ha manifestado a su santa Iglesia en común, o a
particulares almas por diversos modos. Y porque en esto
creo hay alguna variedad, y la materia es altísima y en
todo venerable, habiendo yo declarado a mis Prelados
que me gobiernan lo que conocí de estos misterios para
escribirlos, me ordenó la obediencia que de nuevo los

consultase con la divina luz y preguntase a la Emperatriz
del cielo, mi madre y maestra, y a los Santos Ángeles que
me asisten y sueltan las dificultades que se me ofrecen,
algunas particularidades que convenían a la mayor
declaración del parto sacratísimo de María, Madre de
Jesús, Redentor nuestro. Y habiendo cumplido con este
mandato, volví a entender lo mismo, y me fue declarado
que sucedió en la forma siguiente:
477. En el término de la visión beatífica y rapto de la
Madre siempre Virgen, que dejo declarado (Cf. supra n.
473), nació de ella el Sol de Justicia, Hijo del eterno
Padre y suyo, limpio, hermosísimo, refulgente y puro,

dejándola en su virginal entereza y pureza más
divinizada y consagrada; porque no dividió, sino que
penetró el virginal claustro, como los rayos del sol, que
sin herir la vidriera cristalina, la penetra y deja más
hermosa y refulgente. Y antes de explicar el modo
milagroso como esto se ejecutó, digo que nació el niño
Dios solo y puro, sin aquella túnica que llaman secundina
en la que nacen comúnmente enredados los otros niños
y están envueltos en ella en los vientres de sus madres. Y
no me detengo en declarar la causa de donde pudo
nacer y originarse el error que se ha introducido de lo

contrario. Basta saber y suponer que en la generación del
Verbo humanado y en su nacimiento, el brazo poderoso
del Altísimo tomó y eligió de la naturaleza todo aquello
que pertenecía a la verdad y sustancia de la generación
humana, para que el Verbo hecho hombre verdadero,
verdaderamente se llamase concebido, engendrado y
nacido como hijo de la sustancia de su Madre siempre
Virgen. Pero en las demás condiciones que no son de
esencia, sino accidentales a la generación y natividad, no
sólo se han de apartar de Cristo Señor nuestro y de su
Madre santísima las que tienen relación y dependencia

de la culpa original o actual, pero otras muchas que no
derogan a la sustancia de la generación o nacimiento y
en los mismos términos de la naturaleza contienen
alguna impuridad o superfluidad no necesaria para que
la Reina del cielo se llame Madre verdadera y Cristo
Señor nuestro hijo suyo y que nació de ella. Porque ni
estos efectos del pecado o naturaleza eran necesarios
para la verdad de la humanidad santísima, ni tampoco
para el oficio de Redentor o Maestro; y lo que no fue
necesario para estos tres fines, y por otra parte

redundaba en mayor excelencia de Cristo y de su Madre
santísimos, ¿no se ha de negar a entrambos? Ni los
milagros que para ello fueron necesarios se han de
recatear con el Autor de la naturaleza y gracia y con la
que fue su digna Madre, prevenida, adornada y siempre
favorecida y hermoseada; que la divina diestra en todos
tiempos la estuvo enriqueciendo de gracias y dones y se
extendió con su poder a todo lo que en pura criatura fue

posible.
478. Conforme a esta verdad, no derogaba a la razón
de madre verdadera que fuese virgen en concebir y parir
por obra del Espíritu Santo, quedando siempre virgen. Y
aunque sin culpa suya pudiera perder este privilegio la
naturaleza, pero faltárale a la divina Madre tan rara y
singular excelencia; y porque no estuviese y careciese de
ella, se la concedió el poder de su Hijo santísimo.
También pudiera nacer el niño Dios con aquella túnica o
piel que los demás, pero esto no era necesario para
nacer como hijo de su legítima Madre, y por esto no la

sacó consigo del vientre virginal y materno, como
tampoco pagó a la naturaleza este parto otras pensiones
y tributos de menos pureza que contribuyen los demás
por el orden común de nacer. El Verbo humanado no era
justo que pasase por las leyes comunes de los hijos de
Adán, antes era como consiguiente al milagroso modo
de nacer, que fuese privilegiado y libre de todo lo que
pudiera ser materia de corrupción o menos limpieza; y
aquella túnica secundina no se había de corromper
fuera del virginal vientre, por haber estado tan contigua

o continua con su cuerpo santísimo y ser parte de la
sangre y sustancia materna; ni tampoco era conveniente
guardarla y conservarla, ni que la tocasen a ella las
condiciones y privilegios que se le comunican al divino
cuerpo, para salir penetrando el de su Madre santísima,
como diré luego. Y el milagro con que se había de
disponer de esta piel sagrada, si saliera del vientre, se
pudo obrar mejor quedándose en él, sin salir fuera.

479. Nació, pues, el niño Dios del tálamo virginal solo
y sin otra cosa material o corporal que le acompañase,
pero salió glorioso y transfigurado; porque la divinidad y
sabiduría infinita dispuso y ordenó que la gloria del alma
santísima redundase y se comunicase al cuerpo del niño
Dios al tiempo del nacer, participando los dotes de
gloria, como sucedió después en el Tabor (Mt 17, 2) en
presencia de los tres Apóstoles. Y no fue necesaria esta
maravilla para penetrar el claustro virginal y dejarle
ileso en su virginal integridad, porque sin estos dotes

pudiera Dios hacer otros milagros: que naciera el
niño dejando virgen a la Madre, como lo dicen los doctores
santos (S. Tomás, Summa, III, q. 28 a. 2 ad 2) que no
conocieron otro misterio en esta natividad. Pero la
voluntad divina fue que la beatísima Madre viese a su
Hijo hombre-Dios la primera vez glorioso en el cuerpo
para dos fines: el uno, que con la vista de aquel objeto
divino la prudentísima Madre concibiese la reverencia
altísima con que había de tratar a su Hijo, Dios y hombre
verdadero; y aunque antes había sido informada de esto,
con todo eso ordenó el Señor que por este medio como

experimental se la infundiese nueva gracia,
correspondiente a la experiencia que tomaba de la
divina excelencia de su dulcísimo Hijo y de su majestad y
grandeza; el segundo fin de esta maravilla fue como
premio de la fidelidad y santidad de la divina Madre,
para que sus ojos purísimos y castísimos, que a todo lo
terreno se habían cerrado por el amor de su Hijo
santísimo, le viesen luego en naciendo con tanta gloria y

recibiesen aquel gozo y premio de su lealtad y fineza.
480. El sagrado Evangelista San Lucas dice (Lc 2, 7) que
la Madre Virgen, habiendo parido a su Hijo primogénito,
le envolvió en paños y le reclinó en un pesebre. Y no
declara quién le llevó a sus manos desde su virginal
vientre, porque esto no pertenecía a su intento. Pero
fueron ministros de esta acción los dos príncipes
soberanos San Miguel y San Gabriel, que como asistían
en forma humana corpórea al misterio, al punto que el
Verbo humanado, penetrándose con su virtud por el

tálamo virginal, salió a luz, en debida distancia le
recibieron en sus manos con incomparable reverencia, y
al modo que el Sacerdote propone al pueblo la Sagrada
Hostia para que la adore, así estos dos celestiales
ministros presentaron a los ojos de la divina Madre a
su Hijo glorioso y refulgente. Todo esto sucedió en breve
espacio. Y al punto que los santos Ángeles presentaron al
niño Dios a su Madre, recíprocamente se miraron Hijo y
Madre santísimos, hiriendo ella el corazón del dulce niño
y quedando juntamente llevada y transformada en él. Y

desde las manos de los dos santos príncipes habló el
Príncipe celestial a su feliz Madre, y la dijo: Madre,
asimílate a mí, que por el ser humano que me has dado
quiero desde hoy darte otro nuevo ser de gracia más
levantado, que siendo de pura criatura se asimile al mío,
que soy Dios y hombre por imitación perfecta.—
Respondió la prudentísima Madre: Trahe me post te, in
odorem unguentorum tuorum curremos (Cant 1, 3).
Llévame, Señor, tras de ti y correremos en el olor de tus
ungüentos.—Aquí se cumplieron muchos de los ocultos
misterios de los Cantares; y entre el niño Dios y su Madre
Virgen pasaron otros de los divinos coloquios que allí se

refieren, como: Mi amado para mí y yo para él (Cant
2,16), y se convierte para mí (Cant 7, 10). Atiende qué
hermosa eres, amiga mía, y tus ojos son de paloma.
Atiende qué hermoso eres, dilecto mío (Cant 1, 14-15);
y otros muchos sacramentos que para referirlos sería
necesario dilatar más de lo que es necesario este

capítulo.
481. Con las palabras que oyó María santísima de la
boca de su Hijo dilectísimo juntamente la fueron patentes
los actos interiores de su alma santísima unida a la
divinidad, para que imitándolos se asimilase a él. Y este
beneficio fue el mayor que recibió la fidelísima y dichosa
Madre de su Hijo, hombre y Dios verdadero no sólo
porque desde aquella hora fue continuo por toda su vida,
pero porque fue el ejemplar vivo de donde ella copió la
suya, con toda la similitud posible entre la que era pura

criatura y Cristo hombre y Dios verdadero. Al mismo
tiempo conoció y sintió la divina Señora la presencia de
la Santísima Trinidad, y oyó la voz del Padre eterno que
decía: Este es mi Hijo amado, en quien recibo grande
agrado y complacencia (Mt 17, 5).—Y la prudentísima
Madre, divinizada toda entre tan encumbrados
sacramentos, respondió y dijo: Eterno Padre y Dios
altísimo, Señor y Criador del universo, dadme de nuevo

vuestra licencia y bendición para que con ella reciba en
mis brazos al deseado de las gentes (Ag 2, 8), y
enseñadme a cumplir en el ministerio de madre indigna y
de esclava fiel vuestra divina voluntad.—Oyó luego una

voz que le decía: Recibe a tu unigénito Hijo, imítale,
críale y advierte que me lo has de sacrificar cuando yo te
le pida. Aliméntale como madre y reverencíale como a tu
verdadero Dios.—Respondió la divina Madre: Aquí está la
hechura de vuestras divinas manos, adornadme de
vuestra gracia para que vuestro Hijo y mi Dios me admita
por su esclava; y dándome la suficiencia de vuestro gran
poder, yo acierte en su servicio, y no sea atrevimiento
que la humilde criatura tenga en sus manos y alimente
con su leche a su mismo Señor y Criador.
482. Acabados estos coloquios tan llenos de divinos

misterios, el niño Dios suspendió el milagro o volvió a
continuar el que suspendía los dotes y gloria de su
cuerpo santísimo, quedando represada sólo en el alma, y
se mostró sin ellos en su ser natural y pasible. Y en este
estado le vio también su Madre purísima, y con profunda
humildad y reverencia, adorándole en la postura que ella
estaba de rodillas, le recibió de manos de los Santos
Ángeles que le tenían. Y cuando le vio en las suyas, le
habló y le dijo: Dulcísimo amor mío, lumbre de mis ojos y

ser de mi alma, venid en hora buena al mundo, Sol de
Justicia (Mal 4, 2), para desterrar las tinieblas del pecado
y de la muerte. Dios verdadero de Dios verdadero,
redimid a vuestros siervos, y vea toda carne a quien le
trae la salud (Is 52, 10). Recibid para vuestro obsequio a
vuestra esclava y suplid mi insuficiencia para serviros.
Hacedme, Hijo mío, tal como queréis que sea con vos.—
Luego se convirtió la prudentísima Madre a ofrecer su
Unigénito al eterno Padre, y dijo: Altísimo Criador de
todo el universo, aquí está el altar y el sacrificio

aceptable a vuestros ojos. Desde esta hora, Señor mío,
mirad al linaje humano con misericordia, y cuando
merezcamos vuestra indignación, tiempo es de que se
aplaque con vuestro Hijo y mío. Descanse ya la justicia, y
magnifíquese vuestra misericordia, pues para esto se ha
vestido el Verbo divino la similitud de la carne del
pecado (Rom 8, 3) y se ha hecho hermano de los mortales
y pecadores. Por este título los reconozco por hijos y pido

con lo íntimo de mi corazón por ellos. Vos, Señor
poderoso, me habéis hecho Madre de vuestro Unigénito
sin merecerlo, porque esta dignidad es sobre todos
merecimientos de criaturas, pero debo a los hombres en
parte la ocasión que han dado a mi incomparable dicha,
pues por ellos soy Madre del Verbo humanado pasible y
Redentor de todos. No les negaré mi amor, mi cuidado y
desvelo para su remedio. Recibid, eterno Dios, mis
deseos y peticiones para lo que es de vuestro mismo

agrado y voluntad.
483. Convirtióse también la Madre de Misericordia a
todos los mortales, y hablando con ellos dijo:
Consuélense los afligidos, alégrense los desconsolados,
levántense los caídos, pacifíquense los turbados,
resuciten los muertos, letifíquense los justos, alégrense
los santos, reciban nuevo júbilo los espíritus celestiales,
alíviense los profetas y patriarcas del limbo y todas las
generaciones alaben y magnifiquen al Señor que renovó
sus maravillas. Venid, venid, pobres; llegad, párvulos, sin
temor, que en mis manos tengo hecho cordero manso al

que se llama león; al poderoso, flaco; al invencible,
rendido. Venid por la vida, llegad por la salud, acercaos
por el descanso eterno, que para todos le tengo y se os
dará de balde y le comunicaré sin envidia. No queráis ser
tardos y pesados de corazón, oh hijos de los hombres. Y
vos, dulce bien de mi alma, dadme licencia para que
reciba de vos aquel deseado ósculo de todas las
criaturas. — Con esto la felicísima Madre aplicó sus divinos

y castísimos labios a las caricias tiernas y amorosas
del niño Dios, que las esperaba como Hijo suyo
verdadero.
484. Y sin dejarle de sus brazos, sirvió de altar y de
sagrario donde los diez mil Ángeles en forma humana
adoraron a su Criador hecho hombre. Y como la
beatísima Trinidad asistía con especial modo al
nacimiento del Verbo encarnado, quedó el cielo como
desierto de sus moradores, porque toda aquella corte

invisible se trasladó a la feliz cueva de Belén y adoró
también a su Criador en hábito nuevo y peregrino. Y en su
alabanza entonaron los Santos Ángeles aquel nuevo
cántico: Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus
bonae voluntatis (Lc 2, 14). Y con dulcísima y sonora
armonía le repitieron, admirados de las nuevas
maravillas que veían puestas en ejecución y de la
indecible prudencia, gracia, humildad y hermosura de

una doncella tierna de quince años, depositaría y
ministra digna de tales y tantos sacramentos.
485. Ya era hora que la prudentísima y advertida
Señora llamase a su fidelísimo esposo San José, que,
como arriba dije (Cf. supra n. 472), estaba en divino
éxtasis, donde conoció por revelación todos los misterios
del sagrado parto que en aquella noche se celebraron.
Pero convenía también que con los sentidos corporales
viese y tratase, adorase y reverenciase al Verbo
humanado, antes que otro alguno de los mortales, pues él

solo era entre todos escogido para despensero fiel de
tan alto sacramento. Volvió del éxtasis mediante la
voluntad de su divina Esposa, y restituido en sus sentidos,
lo primero que vio fue el niño Dios en los brazos de su
virgen Madre, arrimado a su sagrado rostro y pecho. Allí
le adoró con profundísima humildad y lágrimas. Besóle
los pies con nuevo júbilo y admiración, que le arrebatara
y disolviera la vida, si no le conservara la virtud divina, y

los sentidos perdiera, si no fuera necesario usar de ellos
en aquella ocasión. Luego que el santo José adoró al
niño, la prudentísima Madre pidió licencia a su mismo
Hijo para asentarse, que hasta entonces había estado de
rodillas, y administrándole San José los fajos y pañales
que traían, le envolvió en ellos con incomparable
reverencia, devoción y aliño, y así empañado y fajado,
con sabiduría divina le reclinó la misma Madre en el

pesebre, como el Evangelista San Lucas dice (Lc 2, 7),
aplicando algunas pajas y heno a una piedra, para
acomodarle en el primer lecho que tuvo Dios hombre en
la tierra fuera de los brazos de su Madre. Vino luego, por
voluntad divina, de aquellos campos un buey con suma
presteza, y entrando en la cueva se juntó al jumentillo
que la misma Reina había llevado; y ella les mandó
adorasen con la reverencia que podían y reconociesen a
su Criador. Obedecieron los humildes animales al

mandato de su Señora y se postraron ante el niño y con
su aliento le calentaron y sirvieron con el obsequio que le
negaron los hombres. Así estuvo Dios hecho hombre
envuelto en paños, reclinado en el pesebre entre dos
animales, y se cumplió milagrosamente la profecía: que
conoció el buey a su dueño y el jumento al pesebre de su
señor, y no lo conoció Israel, ni su pueblo tuvo
inteligencia (Is 1, 3). 


       
    Doctrina de la Reina María santísima.
 

486. Hija mía, si los mortales tuvieran desocupado el
corazón y sano juicio para considerar dignamente este
gran sacramento de piedad que el Altísimo obró por
ellos, poderosa fuera su memoria para reducirlos al
camino de la vida y rendirlos al amor de su Criador y
Reparador. Porque siendo los hombres capaces de razón,
si de ella usaran con la dignidad y libertad que deben,
¿qu
ién fuera tan insensible y duro que no se enterneciera
y moviera a la vista de su Dios humanado y humillado a
nacer pobre, despreciado, desconocido, en un pesebre
entre animales brutos, sólo con el abrigo de una madre
pobre y desechada de la estulticia y arrogancia del
mundo? En presencia de tan alta sabiduría y misterio,
¿quién se atreverá a amar la vanidad y soberbia, que
aborrece y condena el Criador de cielo y tierra con su
ejemplo? Ni tampoco podrá aborrecer la humildad,
pobreza y desnudez, que el mismo Señor amó y eligió
para sí, enseñando el medio verdadero de la vida
eterna. Pocos son los que se detienen a considerar esta
verdad y ejemplo, y con tan fea ingratitud son pocos los
que consiguen el fruto de tan grandes sacramentos.
487. Pero si la dignación de mi Hijo santísimo se ha
mostrado tan liberal contigo en la ciencia y luz tan clara
que te ha dado de estos admirables beneficios del linaje
humano, considera bien, carísima, tu obligación y
pondera cuánto y cómo debes obrar con la luz que
recibes. Y para que correspondas a esta deuda, te
advierto y exhorto de nuevo que olvides todo lo terreno y
lo pierdas de vista y no quieras ni admitas otra cosa del
mundo más de lo que te puede alejar y ocultar de él y de
sus moradores, para que desnudo el corazón de todo
afecto terreno, te dispongas para celebrar en él los
misterios de la pobreza, humildad y amor de tu Dios
humanado. Aprende de mi ejemplo la reverencia, temor y
respeto con que le has de tratar, como yo lo hacía cuando
le tenía en mis brazos; y ejecutarás esta doctrina cuando
tú le recibas en tu pecho en el venerable Sacramento de
la Eucaristía, donde está el mismo Dios y hombre
verdadero que nació de mis entrañas. Y en este
Sacramento le recibes y tienes realmente tan cerca, que
está dentro de ti misma con la verdad que yo le trataba y
tenía, aunq
ue por otro modo.
488. En esta reverencia y temor santo quiero que seas
extremada, y que también adviertas y entiendas, que con
la obra de entrar Dios sacramentado en tu pecho te dice
lo mismo que a mí me dijo en aquellas razones: Que me
asimilase a él, como lo has entendido y escrito. El bajar
del cielo a la tierra, nacer en pobreza y humildad, vivir y
morir en e
lla con tan raro ejemplo y enseñanza del
desprecio del mundo y de sus engaños, y la ciencia que
de estas obras te ha dado, señalándose contigo en alta y
encumbrada inteligencia y penetración, todo esto ha de
ser para ti una voz viva que debes oír con íntima
atención
de tu alma y escribirla en tu corazón, para que con
discreción hagas propios los beneficios comunes y
entiendas que de ti quiere mi Hijo santísimo y mi Señor
los agradezcas y recibas, como si por ti (Gal 2, 20) sola
hubiera bajado del cielo a redimirte y obrar todas las
maravillas y doctrina que dejó en su Iglesia santa.


               

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