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martes, 29 de junio de 2010

La infiltración gay en la Iglesia de Argentina

En Argentina se pone cada vez más candente el debate parlamentario en torno a una ley que aprobaría el “putimonio”, mal llamado “matrimonio homosexual”. La discusión alcanzó al seno mismo de la Iglesia, revelando no sólo que muchos fieles argentinos tienen poco clara la doctrina católica en estos temas sino que , además, existe una verdadera “infiltración de maricas” en diversos niveles del catolicismo de ese país.

En una primera entrega sobre este asunto publicada aquí hablamos de cómo el sacerdote mendocino Vicente Reale expresó su apoyo a las uniones homosexuales en directa televisiva y cómo un grupo de curas de la provincia de Córdoba siguió sus pasos “saliendo del clóset”.

Cabeza de ese “colectivo” (como gustan llamarse las simples agrupaciones sociales de presión en estos días) -compuesto por 12 sacerdotes y de nombre “Enrique Angelelli”- es el padre Nicolás Alessio, actualmente párroco del templo San Cayetano y principal defensor de la “pluralidad” homosexual. Anteriormente dijimos que la defensa sacerdotal a los trolos no era una casualidad, que respondía más bien a lo extendido de esta práctica sexual en los seminarios argentinos y que de ello existen reportes incluso en El Vaticano. No nos equivocábamos.

Apenas el pasado jueves 24, durante una manifestación en el centro de Córdoba, Alessio finalmente confirmó todas las sospechas al hablar en primera persona cuando dijo que “no somos enfermos” (son degenerados viciosos )(al referirse a los homosexuales). Pero su intervención no quedó ahí, pidió “perdón” por pertenecer a una Iglesia que “quiere imponer sus ideas como verdades absolutas” sólo por mantener el poder. Al curita se le pasó decir que nadie lo obliga a seguir perteneciendo a esa institución (gracias a la cual todavía come y vive) y, lo más patético, nadie lo obliga a dejarla.

Pero Alessio es sólo una parte de esta infiltración de putos en la Iglesia de Argentina, que no sólo incluye a presbíteros sino también a laicos. Un foco de esta infección es la jesuita Universidad Católica de Córdoba cuyo vicerrector, el presbítero Carlos Schickendantz, el 3 de junio pasado sostuvo como “doctrina del mal menor” al putymonio. Este cáncer se extendió también a la emisora Radio María, dependiente de la Conferencia Episcopal Argentina, donde la conductora Gabriela Lasanta salió con extravagantes argumentaciones como esta:

“Con respecto a la ley natural… bueno, este es un tema todavía para profundizar mucho más, pero es interesante, por ejemplo, que sepamos que hay aproximadamente 140 especies que tienen prácticas homosexuales -especies animales-. Los chimpancés pigmeos, por ejemplo… los pingüinos, por ejemplo… entre las cacatúas enanas, por ejemplo, hay un 40% de homosexualidad. Y en la cuna de nuestra civilización occidental, recordarán ustedes, la civilización griega, que fue una civilización que reforzó mucho el modelo patriarcal -madre/eposa y padre/pater de familia/jefe), sin embargo en sus prácticas sexuales eran muchos de ellos homosexuales y lo tenían como muy naturalmente“.

Mientras los católicos dan estos espectáculos públicos quienes presionan y defienden la familia como célula básica de la sociedad (en todos sus aspectos) son los cristianos evangélicos, quienes incluso propusieron la convocatoria a un referéndum público vinculante. ¿El reino del revés?

¿Y los pastores de la Iglesia Católica Apostólica y Romana? Este escenario sacó a la luz sus diferencias y la tibieza de los más. El más tibio de todos, al menos hasta ahora y al grado del “vómito por la boca”, es el arzobispo de Córdoba Carlos Nañez quien sólo convocó a algunos de los curas rebeldes para amonestarles sobre su posición desviada.

¿Qué respuesta recibió? Más rebeldía. Uno de los convocados, el padre Víctor Acha, párroco de Nuestra Señora del Valle de Córdoba, conocida como “La Cripta”, tras su encuentro con el pastor afirmó que “hay cuestiones que se enseñan en la Iglesia que son opinables, que han evolucionado y entonces hay que profundizarlas para dar respuestas más adecuadas. No hay un criterio único en cuestiones que no son dogmáticas. Si me preguntan por la Santísima Trinidad digo: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero si me dicen que no puede haber amor entre dos personas homosexuales yo digo: error, sí puede haber amor” (repugnancia y ganas de vomitar diria yo)

Como para decir… pienso y hago lo que quiero mientras siembro la confusión. En tanto el arzobispo Nañez bien gracias. No vaya a ser que se enoje el gobierno y quite a la Iglesia los ansiados subsidios económicos, mejor mancillar la verdad que alentar el escándalo.


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