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domingo, 3 de octubre de 2010

JUDAS BERGOGLIO EN LUJAN






A Luján, con ruegos y promesas bajo el sol
Peregrinación es apenas una de las maneras de llamarla. Es también la línea humana que arranca en Liniers y avanza, bajo este sol tremendo, hasta Luján. Es el olor a choripan mezclado con pomada desinflamante. Las zapatillas con resortes y cámara de aire, y las que apenas les queda un milímetro de suela. Es la alegría de los jóvenes que van cantando “Pa-Panamericano” con sus equipos portátiles y también la plegaria de los fieles más tradicionales, que acumulan “Padre Nuestro”. Todos transforman la peregrinación a Luján en la manifestación de fe más grande del país. Hoy a las 7 de la mañana tendrá su acto central en la Basílica de Luján, con la misa del cardenal Jorge Bergoglio.
La imagen cabecera de la Virgen de Luján partió ayer al mediodía, desde la iglesia de San Cayetano, en Liniers. El grito de “Viva la Virgen de Luján” fue como el disparo de largada de una carrera que tiene 58,800 kilómetros y termina en Luján. “Arranquemos como viejitos, despacio. Hay que dosificar la energía”, recomendaba un coordinador de Santa Adela. Algunos ya habían salido más temprano, para caminar de día. Fueron pocos los que se animaron a salir en la madrugada, porque la noche estuvo fresca. Los más entrenados tardan unas 12 horas, pero a un ritmo tranquilo y con los descansos recomendados, se tarda 15 horas 45 minutos.
Desde Merlo en adelante se instalaron 60 puestos de asistencia, en donde los caminantes podían hidratarse y usar los baños químicos. Pero también la procesión es la oportunidad de los que viven sobre la ruta 7 para vender gaseosas ($5), merchandising (la gorra con la estampa de la virgen, $10), banderas ($12), anteojos de sol (desde $10), rodilleras ($8) y tobilleras ($5). Y algunos también ofrecían servicios especiales, como el baño con bidet por un peso.
En el parador de La Reja, a las tres de la tarde, muchos se arrepentían de haber parado a descansar. “Salimos a las 7 de la mañana y ya me sentía algo cansada. Ahora me va a costar un montón arrancar de nuevo”, confiaba Ester, primera vez en la peregrinación por una promesa hecha cuando su hijo estuvo internado. Todos buscaban algo de sombra y también un lugar para tirarse en el piso y levantar los pies.
Están también los que ya acumulan varias caminatas. “Esta es la 11° vez que vengo. Somos un grupo grande y ya tenemos las paradas programadas”, Claudia, de 42, rosario colgado y una remera estampada con la foto de su nieta y la leyenda “Por Jazmín”, que sirve para explicar la caminata. La tecnología también ayuda a que el esfuerzo se sienta menos. Además de la música, los fieles se sacan fotos para tener de recuerdo. En la largada, Manuel pedía ser fotografiado en la puerta de San Cayetano. “Sacame así me creen que vine”, decía Leonardo (18). Cuestió





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