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domingo, 5 de diciembre de 2010

EL DOLOR UNE




El dolor y el sufrimiento no son una maldición, sino que tienen su sentido hondo. El sufrimiento humano suscita compasión, respeto; pero también atemoriza. El sufrimiento físico se da cuando duele el cuerpo, mientras que el sufrimiento moral es dolor del alma. Para poder vislumbrar un poco el sentido del dolor tenemos que asomarnos a la Sagrada Escritura que es un gran libro sobre el sufrimiento. El sufrimiento es un misterio que el hombre no puede comprender a fondo con su inteligencia. Sólo a la luz de Cristo se ilumina este misterio. Desde que Cristo asumió el dolor en todas sus facetas, el sufrimiento tiene valor salvífico y redentor, si se ofrece con amor. Además, todo sufrimiento madura humanamente, expía nuestros pecados y nos une al sacrificio redentor de Cristo
 ¿Como podremos "usar" la enfermedad y el dolor en nuestro beneficio?
Cuando..., gracias a la enfermedad olvidamos nuestros orgullos y altiveces, cuando reconocemos nuestra fragilidad y las necesidades que tenemos, y sobretodo cuando sabemos humillarnos para pedir, lo que nos falta. La enfermedad prueba, de qué tipo de pasta somos, o como está hecha nuestra fé.
Por eso…, creo que no debemos quejarnos sino dar gracias a Dios cuando vengan mal dadas. Porque ¡Cuántas veces la maravillosa providencia de Dios se ha valido de la enfermedad para salvar almas!
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Se podría decir que la enfermedad es buena consejera: suaviza los corazones humanos, les recuerda su muerte y muchas veces, hace que los hombres piensen seriamente en Dios. Por tanto… si la enfermedad puede lograr todas esas cosas (y, ¿quién puede negarlo?), yo tengo que concluir que los beneficios de la enfermedad y el dolor son mucho mejor que los daños. En realidad, la enfermedad vista así…, ¡hasta trae paz al alma!
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Y todo eso es verdad y está muy bien…, pero lo que más difícil es de llevar es cuando ese dolor y esa enfermedad no son propias…, si no que las ves en los demás y en especial en alguien a quien quieres
Es entonces, de verdad, cuando necesitamos un fuerte consuelo en ese tiempo de necesidad, y para ello, buscamos  con el dolor propio, la unión con Cristo. Lo bueno y lo excelente del caso, es que muchas veces, como ahora, se siente esa mano amorosa de Dios en las palabras de aliento y en las oraciones de los amigos; de todos mis amigos-hermanos, a los que doy las gracias por su "sintiente" cercanía.
Dicen que el dolor curte…., y ahora, por mi experiencia también sé que el dolor, UNE; por eso…, yo digo ahora... ¡Bendito sea este dolor, que tanto me acerca a DIOS, a través de todos vosotros!

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