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miércoles, 1 de diciembre de 2010

LA PARABOLA DEL MINERO POR MONS. CASARETTO ( ES DEMASIADA PROFUNDA)


Mineros chilenos, una parábola real y contemporánea
 
San Isidro (Buenos Aires), 1 Dic. 10 (AICA)

Mons. Jorge Casaretto, obispo de San Isidro
Mons. Jorge Casaretto, obispo de San Isidro
El obispo de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto, y el obispo coadjutor diocesano, monseñor Oscar Ojea, apelaron a la experiencia vivida por los 33 mineros de Copiapó para reflexionar sobre el sentido del Adviento y el camino hacia la Navidad.
     Tras relatar el hecho en sí, destacaron cómo la mina se transformó de “sepulcro” en “vientre materno” preparándolos para un segundo nacimiento”.

     “El 13 de octubre será un segundo cumpleaños para los 33, tanto más festejado, cuanto más en riesgo estuvo la vida. Fueron rescatados, salvados. La existencia cobró un nuevo sentido y ellos mismos lo dijeron ‘ya no se puede vivir como antes’”, subrayaron los obispos en una carta pastoral conjunta.

     Asimismo, indicaron que después de aquella experiencia los mismos mineros “advierten cuáles son las cosas que importan, sobre todo quiénes importan: la vida importa, las personas importan, empezando por los más próximos, la familia, los afectos, los mineros que trabajan en las mismas condiciones que ellos. El último en salir lo dijo claramente ‘esto no puede volver a pasar’, y al decirlo, su experiencia se transformó en solidaridad”.

     “Esta historia puede ser leída de muchas maneras y nos deja diversas enseñanzas; pero creemos que también puede convertirse en una parábola real y contemporánea para hablar de Jesús, de la salvación y de la vida nueva que nos trajo. Ese ‘descenso’ de Jesús a nuestra oscuridad, es lo que festejamos en la Navidad”, precisaron.

     Los obispos Casaretto y Ojea sostuvieron que la “parábola de los mineros” puede iluminar la vida de cada uno, al señalar que “cuando estábamos perdidos, bajó a socorrernos Jesús, el gran rescatista que se hundió con nosotros y por nosotros y nos sacó del pozo para que alcanzáramos la vida plena”, y reconocieron que “los que leemos esta carta, no estuvimos en la mina el día del derrumbe, pero posiblemente hemos asistido a otros ‘derrumbes’: una enfermedad, la muerte de un ser querido, la pérdida de trabajo, la frustración de un proyecto de vida”.

     “Jesús viene a sacarnos del encierro. Así, aún en medio de la noche, nuestra espera se transforma en esperanza y promesa. En realidad la venida de Jesús al mundo es salvación no porque nos prometa eximirnos de dolores o sufrimientos sino porque su presencia en nuestras vidas nos permite encontrarle algún sentido a todas las situaciones que tendremos que atravesar. Conscientes de ser salvados, también nosotros debemos darnos cuenta que lo importante es la vida y las personas son las que cuentan. Rescatados por Jesús, solidarios y felices, vamos a anunciarles a otros que es Él quien puede liberarnos de cualquier encierro”, agregaron.

      Los prelados sanisidrenses señalaron que “no estamos en una mina a 700 metros de profundidad, pero nuestra vida hoy está amenazada: la inseguridad, la droga, la fragmentación social, la violencia dentro y fuera de la familia… Parece, incluso, que la vida hubiera perdido su valor. Nos hemos acostumbrado de tal modo a escuchar noticias sobre muertes ocasionadas por la delincuencia, los accidentes de tránsito, los enfrentamientos políticos, etc., que ya casi no nos asombramos. Debemos salir de esta situación de “parálisis” frente a la muerte, reaccionar y tomar medidas para modificar estas situaciones”.

     “La Navidad, como la salida de la mina, constituye  -dijeron- una magnífica oportunidad para darnos cuenta de que, si lo que importa es la vida, tenemos que cuidar la propia y la de los demás, comenzando por los más desprotegidos o débiles. Precisamente, porque la vida es valiosa hay que cuidarla desde el comienzo hasta el final, y no tiene sentido perder el precioso y limitado tiempo que tenemos en enfrentarnos o en tratarnos como enemigos”.

     Por el contrario, planearon que “tenemos que buscar el modo de salir adelante juntos de las pruebas que la historia nos va presentando. Es más: o salimos juntos o no sale nadie”.

     “Amigos, que esta profunda parábola que nos entregaron los mineros, nos ayude a prepararnos para la Navidad. Que la alegría de saber que Jesús viene a rescatarnos de toda oscuridad, del pecado y de la muerte, colme los corazones y los hogares y renueve el sentido de lo que cada uno de nosotros esté viviendo hoy. ¡Les deseamos una muy Feliz Navidad!”, concluyeron.+

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