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TRAIDOR
En
primer lugar, quiero denunciar la inmoralidad, así como la naturaleza
revolucionaria, de la publicación de tales documentos privados. Si
puede ser materia grave a leer las cartas privadas, como enseña la
teología moral, es aún más grave para publicar o distribuir sin el
permiso de los autores. Además,
es subversiva para publicar conversaciones privadas entre los
superiores, ya que ejerce una presión indebida sobre ellos. El superior debe ser capaz de tomar una decisión en vista del bien común y no por ningún tipo de presión.
Por lo general, la defensa de la Fe se invoca para justificar tales acciones. Es,
de hecho, está claro que la virtud teologal de la fe está por encima de
las virtudes morales, pero no puede justificar el actuar en contra de
ellos.
Es
esencial recordar que las cartas de este tipo son formas normales de
comunicación entre los miembros de la sociedad sobre un asunto muy
importante. Es
normal y bueno que los obispos e incluso sacerdotes de la Sociedad
deben ser capaces de expresar sus opiniones personales de una manera
respetuosa y en un espíritu de caridad. Una vez más es su publicación sin el consentimiento de ambas partes, lo cual es inaceptable.
¿Cuáles son los principios que deben guiarnos hoy? En primer lugar, debemos preguntarnos quién tiene la autoridad para tomar tal decisión. Está claro que el Superior General tiene la responsabilidad de la Sociedad de San Pío X y darán cuenta a Dios Todopoderoso. Es
notable para nosotros recordar que el arzobispo Marcel Lefebvre se
quería que la cuestión de nuestras relaciones con Roma para ser
manejadas y resueltas por el Superior General:
Como
cuestión de hecho, el reconocimiento de la autoridad del Obispo Fellay
en un asunto se expresa tanto en las letras, por un lado, en la carta de
los tres obispos, no la súplica respetuosa de hacer un acuerdo
puramente práctico implica el reconocimiento de la autoridad del
Superior General a tomar una decisión. Por otro lado, en la carta del Consejo General, este principio se reafirma. Si hay un desacuerdo sobre qué hacer, no obstante, es el respeto y el reconocimiento del principio de autoridad.
La segunda noción que debemos tener en cuenta es nuestro apego a la Roma eterna. Nosotros siempre hemos profesado este accesorio mientras se negaba a seguir las tendencias neo-modernistas de nuestro tiempo. A
medida que la Iglesia Católica es, al mismo tiempo humana y divina, es
necesario tener un enfoque sobrenatural a los problemas reales dentro de
la Iglesia Católica. Es
por ello que reafirmamos nuestra fe en la eterna Roma, con el Papa
Benedicto XVI como Vicario de Jesucristo y cabeza visible de Su Iglesia,
sin dejar de reconocer la dramática situación de la Iglesia de hoy y la
difícil pero necesaria tarea de mantener a estos dos en equilibrio.
El último punto, y no menos importante, es indispensable para la defensa de la Fe en tiempos de crisis. No
debe haber ninguna duda de que la lucha por la fe, la denuncia de los
errores, y la difusión de la tradición continuará, incluso dentro de una
"nueva estructura canónica", como Su Excelencia Mons. Fellay ha afirmado en repetidas ocasiones. Nuestro
Superior General y sus asistentes han expresado su convicción de que la
posibilidad de una prelatura personal no es una trampa. Esta
es una cuestión prudencial y las diferentes opiniones son posibles,
pero la decisión final pertenece exclusivamente a la Superiora General.
He estado con regularidad y recientemente en contacto con Su Excelencia Mons. Fellay y otros superiores de la sociedad. Además,
les puedo asegurar de la unidad que existe en nuestro Distrito,
siguiendo la línea de Monseñor Lefebvre, que sigue manifestándose hoy en
día. No
te inquietes por los informes de los medios de comunicación, que antes
de tiempo puede, y sin información suficiente, profetizarán cosas
muchas.
En este momento, no sabemos cuál será el resultado de esta situación. ¿La Sociedad de San Pío X es "reconocido" o vamos a tener que permanecer en la misma situación de algo más de tiempo? Confiamos y esperamos que cualquier circunstancia que determina la Providencia dará lugar a una restauración de la Tradición. Vamos,
pues, tener en nuestras oraciones al Padre Santo y el obispo Fellay,
que el Espíritu Santo les guíe en circunstancias tan difíciles, además
de toda la Sociedad y sus sacerdotes. Tenga la seguridad de mis oraciones y que el Corazón Inmaculado de María os proteja la Sociedad de San Pío X.
P.. Arnaud Rostand
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