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domingo, 24 de junio de 2012

SE VA LEVADA

MEJOR SERIA QUE SE VAYAN TODOS.

La Curia, las púrpuras y los cargos

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Curia romana
Curia romana

Santo Oficio; se va Levada y en primera posición se encuentra Müller. También habrá nuevo Bibliotecario. El cambio del Secretario de Estado sigue siendo una incógnita

ANdrea Tornielli CIUDAD DEL VATICANO Son dos los nombramientos importantes(ambos cardinalicios)que se harán en el Vaticano antes de las vacaciones de verano. El más significativo es el del segundo sucesor de Joseph Ratzinger para guiar la Congregación para la Doctrina de la Fe: cargo delicado y crucial, no solo porque el tema de la fe representa, justamente, el centro del Pontificado de Benedicto XVI, sino también porque por ese dicasterio pasan los expedientes relacionados con los casos de pederastia, así como también los que tienen que ver con la gestión del diálogo con la Fraternidad San Pío X. El cardenal estadounidense William Levada, de 76 años, pretende retirarse en Estados Unidos. Después de muchos meses de reflexiones del Papa, parece irse perfilando la decisión para llamar como nuevo Prefecto del ex Santo Oficio a Gerhard Ludwig Müller, de 64 años, obispo de Ratisbona. Salvo sorpresas de última hora (entre los candidatos había un prelado estadounidense y un cardenal francés), debería sustituir a Levada en los próximos meses.
 
 
Otro nombramiento esperado es el del Bibliotecario de la Santa Romana Iglesia. Después de que se aceptara la renuncia que presentó el cardenal Raffaele Farina (que cumplirá 79 años en septiembre), el cargo quedó vacante. En el Vaticano circula con insistencia el nombre de un candidato, el actual secretario de la Congregación para la Educación Católica, el arzobispo dominico francés Jean-Louis Bruguès, de 68 años. Pero también podría haber alguna sorpresa en este caso, porque el Papa, al último momento, podría decidir nombrar a un purpurado curial que se encuentre cerca del final de su mandato, porque en la Biblioteca, por tradición, los que ocupan el cargo se quedan aunque hayan ya cumplido los 75 años.
 
 
El próximo 2 de diciembre cumplirá 78 años el Secretario de Estado Tarcisio Bertone. Hace tres años, cuando cumplió la “edad de la renuncia”, Benedicto XVI le confirmó en el cargo con una carta muy afectuosa. En una entrevista de marzo con “La Stampa”, Bertone había afirmado al respecto que: «escribir al Santo Padre es siempre una fuerte experiencia de caridad pastoral, por la forma en la que guía la iglesia con un juicio límpido y con mansa firmeza. Sin embargo, es obvio que mi servicio continúa o colcluye según la voluntad y la decisión de Benedicto XVI». Muchos tienen la impresión de que el Pontífice desea proseguir teniendo a su lado al colaborador que eligió poco después de su elección en 2005 (aunque el nombramiento fue anunciado en junio de 2006 y la toma de posesión en septiembre de ese mismo año) por lo menos por otros dos años y medio, es decir, hasta que el cardenal cumpla los 80 años.



Según otros observadores, Bendicto XVI ya habría empezado a considerar la posibilidad de cambiar a su “primer ministro”, aunque no inmediatamente, sino a principios del año próximo. Es cierto que el Papa, en medio de la tormenta de los “vatileaks”, renovó su absoluta confianza para sus colaboradores, y también es cierto que el resultado previsible, a corto plazo, de casos como este representa el reforzamiento del “entourage” existente en lugar de su debilitación. Pero también es cierto que el eventual nombramiento de un nuevo Secretario de Estado no estaría relacionado con los “vatileaks”, sino con cuestiones anagráficas, por la edad avanzada del “primer ministro” vaticano. Como subrayó hace algunos días en una entrevista el cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París: «El cardenal Bertone tiene 78 años. No sirven revelaciones secretas para darse cuenta de que su salida de la Secretaría de Estado es previsible».


Bertone, que no provenía de las filas de la diplomacia pontificia, fue elegido por las óptimas relaciones de colaboración y confianza que estableció con Ratzinger entre 1995 y 2002, durante los años en los que fue Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe que dirigía el futuro Papa. Esa relación no se ha interrumpido desde entonces. La cercanía personal por parte del Papa, así como el hecho de haber colaborado directamente con él antes y después de la elección, son criterios que hay que tener en consideración a la hora de trazar el eventual retrato del sucesor de Bertone, en el caso de que la única persona capaz de decidir el cambio (Joseph Ratzinger) pretenda verdaderamente proceder en este sentido, después de haber estudiado a todos los candidatos posiblesy haber identificado uno de su absoluta confianza.



Otra cuestión importante es la nacionalidad: el hecho de que el Pontífice no sea italiano haría pensar naturalmente en un “brazo derecho” italiano. Juan Pablo II, elegido en octubre de 1978, mantuvo en su cargo al cardenal francés Jean Villot, pero dijo que la llegada de un Papa no italiano habría provocado que optara por un Secretario de Estado italiano, como sucedió en marzo de 1979, después de la muerte del mismo Villot, con el nombramiento de Agostino Casaroli y, en 1991, de Angelo Sodano. Pero no se puede excluir completamente la posibilidad de que Benedicto XVI decida otra cosa. Para concluir, otra cuestión importante tiene que ver con la experiencia diplomática de un prelado.

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