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lunes, 2 de julio de 2012

LA GUERRA POR EL PODER EN LA VATI-CUEVA




Los efectos colaterales de los “vatileaks”

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San Pedro
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Entre las consecuencias de los “vatileaks” se adivina el reposicionamiento del Opus Dei

Giacomo Galeazzi Ciudad del Vaticano Durante siglos, en la Curia Romana ha habido situaciones de ingobernabilidad o de investigaciones delicadas internas por resolver; en esas situaciones se llamaba a los jesuitas o a los dominicos. Ahora, en cambio, el nuevo “bloque del orden” en el que confía la Santa Sede tras los escándalos financieros o las filtraciones de documentos lo forma el Opus Dei. De hecho, el Vaticano encargó al ex “brazo derecho” del fundador de la Obra la presidencia de la comisión cardenalicia de investigación y a un periodista numerario la comunicación. Es decir, la “caza de cuervos” ha tenido como efecto colateral la extensión del radio de acción del Opus Dei en los palacios sacros. El que conduce las investigaciones sobre las responsabilidades es el mismo cardenal Julián Herranz, jurista de confianza del Papa, ex presidente del dicasterio que se ocupa de los textos legislativos y de la comisión disciplinaria de la Curia Romana. Se trata justamente del histórico secretario de San Josemaría Escrivá de Balaguer. Hace algunos días, el cielo de la Obra se enriqueció con otro paradigma de fe: Álvaro del Portillo (sucesor de San Josemaría Escrivá) será beato gracias a la firma de Benedicto XVI en el decreto que reconoce sus virtudes cristianas y su heroicidad. Ahora falta solo un milagro para su beatificación.

El Papa recibió a Herranz, De Griorgi y Tomko el sábado 16 de junio, pero el presidente de la comisión, Herranz ya se había entrevistado con el Pontífice. El diario “L’Espresso” dice que desde hace tiempo se conoce la proverbial discreción del presidente de la comisión: “Una discreción que, sin embargo, no le ha impedido scribi, hace algunos años, un libro de memorias que, sin violar ningún secreto, ofrece bastantes informaciones inedita y curiosas”. Se trata del volumen “En los alrededores de Jericó”, de 480 páginas e impreso por las edizione Ares, del área del Opus Dei, en enero de 2006, dos años después de que Juan Pablo II le hubiera creado cardenal y le permitiera participar en el Cónclave que eligió a Benedicto XVI.

Con respecto a la fuga de documentos reservados, Herranz muestra en su libro que los “vatileaks” no son una novedad en las crónicas romanas, aunque las dimensiones del caso actual sean verdaderamente enormes. Cuenta cómo, durante el verano de 1979, el material informativo sobre la transformación del Opus Dei en una prelatura personal y la carta que la completaba, enviados al cardenal Sebastiano Baggio y objeto de estudio reservado en la Santa Sede, fueron enviados por alguien –persona o institución– a obispos y a la prensa de diferentes países del mundo, presentándolos de forma parcial y tendenciosa. En una nota a esta anécdota, Herranza añade que no puede ofrecer más información al respecto, porque siguió los consejos que Padre Escrivá le dio en una “tertulia” el 14 de junio de 1972. Por esta razón, dice el diario “L’Espresso”, es difícil creer que el cardenal Herranz, como jefe de la comisión cardenalicia que se ocupa de la investigación sobre esta nueva filtración de documentos (que es mucho mayor que la que se dio hace 30 años), haya olvidado la “tertulia” de su maestro San Josemaría.


Lo que es cierto es que la fuga de documentos ha reforzado la presencia del Opus Dei y de los gendarmes vaticanos en la Curia, además de haber permitido un fuerte avance del “partido americano” en los palacios sacros. La comisión cardenalicia de investigación, que trabaja paralelamente a la magistratura vaticana, sigue llevando a cabo sus audiciones y no hay nada que indique cuánto tiempo será necesario para que las dos investigaciones lleguen a una conclusión. Pero esto no quiere decir que el llamado caso “vatileaks” no haya tenido repercusiones en la vida de ese particular organismo que es la Curia romana. Todo lo contrario.

“Algunas consecuencias, de hecho, se pueden identificar a corto plazo, mientras que otras pueden ser hipotizadas a medio y largo plazo […] ha aumentado rápidamente el papel visible del Opus Dei, que ya cuenta, en el organigrama, con el secretario del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos Juan Ignacio Arrieta, del clero de la Obra; con el secretario de la Congregación para el Clero, Morga Iruzbieta, de la Fraternidad de la Santa Cruz, vinculada con el Opus; y el secretario de la prefectura de asuntos económicos Vallejo Balda”. El que dirige la comisión cardenalicia de investigación es Herranz, es decir el miembro del Opus Dei de mayor rango en el Vaticano y que también fue presidente en el mismo dicasterio de Arrieta. Además, en el inédito papel de “advisor” para la comunicación de la Secretaría de Estado ahora se encuentra el periodista Greg Burke, numerario de la Obra, que podrá hacer que reverdezcan los fastos de Josquín Navarro Valls, también numerario y portavoz de Juan Pablo II. Burke también ayudará a la “unidad de crisis” mediática del Palacio Apostólico, formada por el sustituto (el arzobispo Giovanni Angelo Becciu), el asesor (Peter Brian Wells), monseñor Carlo Maria Polvani (sobrino del Nuncio en los Estados Unidos, Viganò) y los responsables de los medios vaticanos, el padre Federico Lombardi de la Radio vaticana y Giovanni Maria Vian de “L’Osservatore Romano”. Con la llegada de Burke también aumenta el peso de los Estados Unidos en la Curia. En Roma se encuentran el cardenal Raymons L. Burke, los arzobispos Augustine Di Noia y Joseph W. Tobin, monseñor Wells y el padre Michael J. Zielinski. Sin olvidar al casi jubilado cardenal William J. Levada y a los cardenales Bernard F. Law y James F. Stafford.

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