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domingo, 30 de junio de 2013

DOMINGO 6° DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Domingo, 30 de junio 2013











 Colecta del Día: Sexto domingo después de Pentecostés 





                                  La multiplicación de los panes y de los pescados por Tintoretto , 1581                                                             

Crisóstomo, ut supra. Véase en esto cuán grande es la diferencia que hay entre el siervo y el Señor. Porque los profetas, como tenían la gracia limitada, hacían milagros sujetos a estos límites. Mas Jesucristo, como obraba con poder absoluto, hacía todas las cosas con gran superabundancia. De donde sigue: "Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: recoged los pedazos que han sobrado, que no se pierdan". Esta ostentación, en verdad, no era inútil, antes servía para que no creyesen que los había hecho sufrir una ilusión. Hizo aquel milagro sobre la materia que le estaba sometida. ¿Mas por qué razón no dio a las multitudes los trozos que habían sobrado para que se los llevaran, sino a los discípulos? Porque quería enseñarles de una manera especial, puesto que habían de ser los maestros de todo el mundo. Y yo no sólo admiro la multitud que resultó de estos panes, sino también la exactitud de los trozos que sobraron, porque quiso que en lo sobrante no hubiese ni exceso ni defecto, sino únicamente cuanto quería, a saber: doce canastos, en atención al número de los doce apóstoles.
Intoito.-
El Señor es la fortaleza de su pueblo, y el protector de la salud de su Ungido. Salvad, ¡ oh Señor!,a vuestro pueblo y bendecid a vuestra heredad; regidlos para siempre.- (Ps)
A Vos Señor, clamaré; no me desoigáis;no sea que no defendiéndome Vos, sea como los que bajan al sepulcro.






Colecta del día



D eus virtutum, cujus est totum quod est óptimo: ínsere pectóribus nostris amorem tui nominis, et præsta en nobis Religionis Augmentum, ut, quae sunt bona, nutrias, ac Piedad de estudio, quae sunt nutríta, custodias. Per Dominum........

¡Oh Dios de las virtudes!,de quien procede todo cuanto hay de óptimo: infundid en nuestros corazones el amor de vuestro santo nombre, y aumentad en nosotros la devoción;para que fomentéis lo que es bueno, y fomentando,lo conservéis con la práctica de la piedad. Por Nuestro Señor Jesucristo.



                 
El milagro de los panes y los peces de Lambert Lombard , alrededor del año 1556


Evangelio - San Marcos, 8. 1-9
 SAN JERÓNIMO
 
COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN MARCOS
IV. Mc 8, 1-9
Por aquellos días, como hubiese una gran muchedumbre y no tuviesen qué comer, habiendo llamado a los discípulos, les dijo: Tengo compasión de la muchedumbre, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer 1. Leímos en un pasaje anterior 2 que el Señor, con cinco panes, dio de comer a cinco mil hombres, y que de las sobras se recogieron doce cestos. Y oportunamente explicamos entonces lo que en aquella parábola habíamos descubierto 3. Ahora bien, esta historia, que ahora hemos leído, es distinta, pero al mismo tiempo la misma: en parte es semejante y en parte es diferente. En aquel relato leímos que los que comieron, comieron en el desierto, en éste, sin embargo, hemos leído que los que comieron, comieron en el monte.
Quiero hablar en primer lugar sobre lo que es distinto en uno y en otro pasaje. Pues debemos conocer las mismas venas y la carne misma de las Escrituras, de modo que una vez hayamos entendido lo que hay escrito, podamos después ver su sentido. Allí leímos que fueron cinco mil hombres los que comieron; aquí, sin embargo, hemos leído que fueron cuatro mil. Allí que fueron cinco los panes; aquí leemos que fueron siete. Allí según el Evangelio de Juan, que fueron cinco panes de cebada; aquí, sin embargo, que los siete panes son de trigo.
Véis la diferencia. Véis que es lo mismo y que no es lo mismo. Por tanto, no debemos leer las Escrituras con negligencia.
¿Es esto todo lo que es distinto? ¿No hay ninguna otra cosa más? Veamos qué dice la Escritura. Allí leímos que el pueblo, que come del pan, sólo estuvo un día con Jesús, y comen no al mediodía, sino por la tarde, a la caída del sol. De éstos, sin embargo, es decir de los cuatro mil, que comen los siete panes de trigo, ¿qué dice de ellos el mismo Jesús, no ya los apóstoles como en el caso anterior? Allí dicen los apóstoles: «He aquí que te esperan todo el día»; aquí es el Salvador mismo el que habla: «Hace ya tres días que permanecen conmigo». Fijaos en la diferencia entre uno y tres días. Allí son los apóstoles los que suplican al Señor que dé de comer; aquí es el Señor quien les invita a ellos a que den de comer. ¿Qué indica aquí el Señor? Si les mando a su casa en ayunas, desfallecerán 4. Se habían hecho dignos de la solicitud del Señor, por haberle esperado durante tres días. Veamos a continuación lo restante. Cinco mil hombres comen cinco panes y de las sobras de los cinco panes todavía se llenan doce cestos. Aquí son cuatro mil hombres —el número es inferior: allí son cinco mil, aquí cuatro mil—. Pues bien, estos cuatro mil hombres comen siete panes. Es decir, un número menor de hombres come mayor cantidad de panes: «Pues muchos son los llamados, mas pocos los elegidos» 5. Fijaos en lo que dice. Cuatro mil hombres comen siete panes. Con las sobras de cinco panes se llenan doce cestos; con las de los siete panes se llenan siete cestos. De un número menor de hombres sobra menos, de un número mayor sobra más. Pues estos cuatro mil son, en efecto, inferiores en número, mas superiores en fe. El que es superior en fe, come más y, porque come más, le sobra menos.¡Ojalá podamos también nosotros comer más de los panes de trigo de las Escrituras, a fin de que nos falte menos en su conocimiento!
Muchas cosas más deberíamos decir, mas como ya fueron explicadas en el comentario de la parábola anterior, hemos querido solamente señalar la diferencia entre las dos parábolas. El sentido ha sido expuesto ya en la anterior.
Sigamos, por lo demás, los pasos del santo presbítero, y ya que él ha disertado bastante ampliamente sobre el comienzo del salmo nosotros nos ocuparemos del resto. 


    La alimentación de las multitudes, Devocionario de Hildegarda de Bingen, alrededor del año 1180

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