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martes, 22 de julio de 2014

SANTA MARÍA MAGDALENA , PENITENTE


22 de julio, Santa María Magdalena, penitente

Santa María Magdalena, penitente

Cuando Jesús  dio el Espíritu Santo a los apóstoles,  les había dicho de perdonar los pecados, como Él lo había hecho, y hoy la liturgia recuerda el ejemplo siempre memorable de la misericordia del Salvador con los pecadores arrepentidos.

María, la hermana de Marta y Lázaro, era de Magdala en Galilea, de donde su nombre de Magdalena. Ella era un pecador.

Tocado por la gracia, se arrojó a los pies del Salvador. Simón el fariseo, escandalizado,la  habría repelido como  los hombres arrogantes mencionados por el profeta Isaías, que dice:. Lejos de mí, me acerque no porque yo soy puro "Jesús, por el contrario," la defiende contra las calumnias de los orgullosos " (Comunión). Admirando la obra de la gracia divina en esta alma "a partir de ahora atenta a sus mandamientos, mientras que los hombres pecadores aún tendrían su caída en el pecado" (Introito), Él misericordiosamente "acepta la oferta de su servicio" (secreto), y asegura a ella para siempre un lugar de honor en su corte real (Ofertorio).el arrepentimiento ha transformado su amor. "Porque ella había amado mucho, muchos pecados le son perdonados" (Evangelio). De hecho, fue en su oración que Jesús  elevó a Lázaro de entre los muertos (por cobrar) Y cuando después de la crucifixión de Jesús, a la que ella estuvo presente en el mayor dolor y el cansancio, ella busca, al igual que la esposa del Cantar (Epístola) donde han llevado a su divino Señor, Cristo la llama por su nombre y le ordena anunciar su resurrección a los discípulos. Por tanto, el Credo es recitado en este día como en las misas de los apóstoles.

Siguiendo el ejemplo de la Magdalena, que según los Padres representa el servicio de la Iglesia hacia Jesús, vamos en un espíritu de amor y arrepentimiento derramamos el tesoro de nuestras alabanzas a Jesús presente en la Sagrada Eucaristía (Secreto); vamos a rodearlo en el altar, en un espíritu de fe que no teme el escándalo farisaico, con todo el esplendor que se convierte en la casa de Dios.

Me peccatores exspectaverunt, ut perderent mí: tua testimonia, Domine, intellexi: omnis consummationis vidi finem:. Latum mandatum tuum nimis * Beati immaculati en via: qui ambulante en lege Domini.



El último acto de la vida terrena de Cristo empezó en Betania cuando María Magdalena lo ungió presagiando su sepultura, y terminó en Betania con la Ascensión y la eterna unción que Él recibió de su Padre como Rey de las Naciones. María Magdalena, la Bienamada del Cantar de los Cantares siguió fielmente a su Señor a través de todas las etapas de su último viaje.
María Magdalena estuvo presente cuando la Ascensión. De igual modo estuvo en el cenáculo con la Madre de Dios y los Apóstoles en Pentecostés, cuando el Espíritu descendió en un torbellino y se asentó sobre cada uno de ellos en forma de lenguas de fuego. Entonces los Apóstoles le hablaron a la muchedumbre que se había reunido en razón del estrépito de los cielos, y parecía que estaban borrachos, tan animados se mostraban, con un entusiasmo y una sabiduría y un poder que no eran de este mundo.
María Magdalena estuvo presente cuando el nacimiento de la Iglesia. Mas desde entonces en las Escrituras no hay más noticia acerca de ella, razón por la cual hemos de volvernos al venerable dominio de la tradición.
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En el sur de Francia, al este del Rin y a corta distancia del Mediterráneo, hay una montaña que se parece a una mesa, hecha de rocas blancas y rosadas y que, producto de algún holocausto, se alza abruptamente hacia los cielos. Desde el pie de esta montaña se extiende un bosque y en la altura de la montaña misma hay una gruta.
Debajo de un salvaje matorral de leyendas, el tesoro más significativo, la "raíz" de todas las tradiciones acerca de la Magdalena, cuenta que María vino aquí, unos años después de la muerte y Resurrección de Nuestro Señor, a la región de Provenza, y que terminó su vida allí en penitencia y contemplación, viviendo en la gruta de esta célebre montaña que hoy se denomina, recordando su estadía, "La Sainte Baume", la Santa Gruta.
Por los Hechos de los Apóstoles sabemos que inmediatamente después de la Ascensión de Nuestro Señor y hasta la caída de Jerusalén, se desencadenaron violentas persecuciones contra la joven Iglesia de los cristianos. Los cristianos fueron dispersados o encarcelados, flagelados, a veces muertos. El diácono Esteban constituyó su primer mártir. En el año 62, ocho años antes de la destrucción de Jerusalén, Santiago, "el hermano del Señor" y primer obispo de Jerusalén, fue arrojado desde el pináculo del Templo y luego apaleado hasta morir. Fue durante una de estas persecuciones que la familia de Betania se exilió, junto con un número de otros cristianos asociados a ella.
Esto encaja perfectamente con lo que el Evangelio nos cuenta referido a esta familia de Betania. A partir de todos los textos se infiere que esta familia era especialmente odiada en razón de los estrechos vínculos de amistad que la vinculaban con Cristo. Y, al mismo tiempo, que fueron eximidos de padecer la última violencia (por más que con eso se los amenazó después de la resurrección de Lázaro) en razón de su rango en lo más encumbrado de la aristocracia judía y de sus poderosos vínculos en todos los círculos. Por cómo están redactados estos textos uno también se lleva la impresión de que los sinópticos tratan a esta familia tan querida por Jesús con extrema prudencia y reserva. Los evangelios sinópticos apenas si la mencionan y se toman trabajo en no identificarla; aluden a ella casi como habiéndose puesto de acuerdo en eso antes, como uno podría hablar de gente que, bajo un régimen totalitario, se verían expuestos a inmediatas represalias. En cambio Juan, que escribió después de la caída de Jerusalén, no parece restringido por la misma prudencia.
De modo que María Magdalena vivió, después de la Ascensión, durante cierto tiempo en Palestina, quizás por un tiempo relativamente prolongado. A lo mejor también, antes de abandonar Jerusalén, puede que haya oído a aquel extraño profeta, hijo de un campesino, y que en trágica coincidencia también se llamaba Jesús, quien, durante siete años y a pesar de las crueldades de todo tipo que se le infligieron, gritaba interminablemente, de día y de noche, en todas partes de la Ciudad Santa: "¡Voz del Este! ¡Voz del Oeste! ¡Voz de los cuatro vientos! ¡Voz contra Jerusalén! ¡Voz contra el Templo! ¡Voz contra la gente! ¡Pobre de Jerusalén!" Entonces ella pensó en las lágrimas de Cristo sobre la Ciudad de Jerusalén.
Por tanto, un día, los judíos apresaron a toda la familia de Betania y la cargaron en un barco sin velas ni timón, quedando a merced del viento y las olas. La mano de Dios milagrosamente trajo esta barca hasta las costas de la Provenza en el país de las Galias. Lázaro fundo la iglesia de Marsella, Maximino la de Aix, Marta se instaló en la ribera del Rin y María Magdalena terminó sus días en la soledad de la "Sainte Baume".
Desde la gruta, la vista es hermosa. Se trata de unos de los lugares más bellos del mundo y cuando desciende el atardecer sobre los bosques y las planicies lejanas, la luz se revela tan suave, tan serena, tan amable, que uno se creería que está en otro mundo, un purgatorio desde el cual las almas ascienden naturalmente hacia el cielo, por una inversión de la gravedad.
Se cuenta que diariamente y siete veces por día, los ángeles, que eran fieles compañeros de la Magdalena, la transportaban hasta la cima de la montaña para rezar. A lo lejos el sol encendía el mar, y ella podía divisar las Islas de Oro, bañadas en este lago de luz.
Durante el último día de su vida terrenal, bajó hasta la llanura. Maximino acudió a su encuentro y le dio el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía. Fue él quien recibió el último aliento de vida de la Bienamada del Cántico. Su cuerpo aguarda su gloriosa resurrección en la cripta de la iglesia que hoy lleva por nombre "Saint-Maximin".


Vivat Christus Rex! Viva Cristo Rey!
Nuestra Señora del Rosario, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, ruega por nosotros.
San Juan Evangelista, ruega por nosotros.
San Miguel Arcángel, ruega por nosotros.
San Gabriel Arcángel, ruega por nosotros.
San Rafael Arcángel, ruega por nosotros.
Santos Joaquín y Ana, rogad por nosotros.
Santos Gaspar, Melchor y Baltasar, rogad por nosotros.
Santa María Magdalena Penitente ruega por nosotros

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