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lunes, 4 de octubre de 2010

Esopo habla al siglo XXI: El ciervo y el cervatillo

Esopo habla al siglo XXI: El ciervo y el cervatillo
Cuando se tiene un ánimo temeroso, no hay razón que pueda cambiarlo
Jose Vaquero
¿Qué nos muestra Esopo con El ciervo y el cervatillo? Pues que el miedo es mal consejero y merma nuestras posibilidades de conseguir aquello por lo que luchamos. Sin embargo, la esperanza y la confianza son las mejores armas para combatirlo.

 
El ciervo y el cervatillo

“Díjole un día un cervatillo al ciervo:

-Padre: eres mayor y más veloz que los perros
y tienes además unos cuernos magníficos para defenderte;
¿por qué huyes delante de ellos?

El ciervo respondió riendo:

-Justo es lo que me dices, hijo mío; mas no sé lo que me sucede,
pero cuando oigo el ladrido de un perro,
inmediatamente me doy a la fuga”.

 

Mi querido amigo Esopo: los razonamientos de los niños siempre nos dejan al descubierto, rompen nuestros esquemas y nos obligan a vernos tal cual somos. Qué sencilla pregunta, la de este cervatillo. Lo difícil es la respuesta, no de palabra, sino de obra.

El miedo siempre nos atenaza, nos frena, nos limita y con frecuencia impide que hagamos aquello de que somos capaces. Pero este pánico se vence cuando hay esperanza, confianza, y si somos francos, no encontramos la base de esta confianza en el sistema, el progreso, los cálculos. Prueba de ello: la situación económica y social.

¿Por qué no regresar al fundamento fuerte de nuestra vida, a sentirnos creaturas en manos de un Padre Creador? Seguro que otro gallo cantaría, en lo humano y en lo divino

Cuando se tiene un ánimo temeroso, no hay razón que pueda cambiarlo.
Cuando se tiene un ánimo temeroso, no hay razón que pueda cambiarlo
Jose Vaquero
¿Qué nos muestra Esopo con El ciervo y el cervatillo? Pues que el miedo es mal consejero y merma nuestras posibilidades de conseguir aquello por lo que luchamos. Sin embargo, la esperanza y la confianza son las mejores armas para combatirlo.

 
El ciervo y el cervatillo

“Díjole un día un cervatillo al ciervo:

-Padre: eres mayor y más veloz que los perros
y tienes además unos cuernos magníficos para defenderte;
¿por qué huyes delante de ellos?

El ciervo respondió riendo:

-Justo es lo que me dices, hijo mío; mas no sé lo que me sucede,
pero cuando oigo el ladrido de un perro,
inmediatamente me doy a la fuga”.

 

Mi querido amigo Esopo: los razonamientos de los niños siempre nos dejan al descubierto, rompen nuestros esquemas y nos obligan a vernos tal cual somos. Qué sencilla pregunta, la de este cervatillo. Lo difícil es la respuesta, no de palabra, sino de obra.

El miedo siempre nos atenaza, nos frena, nos limita y con frecuencia impide que hagamos aquello de que somos capaces. Pero este pánico se vence cuando hay esperanza, confianza, y si somos francos, no encontramos la base de esta confianza en el sistema, el progreso, los cálculos. Prueba de ello: la situación económica y social.

¿Por qué no regresar al fundamento fuerte de nuestra vida, a sentirnos creaturas en manos de un Padre Creador? Seguro que otro gallo cantaría, en lo humano y en lo divino

Cuando se tiene un ánimo temeroso, no hay razón que pueda cambiarlo.

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