Pages

lunes, 4 de octubre de 2010

SANTA, REINA Y MARTIR

San Juan de la Cruz. Parecen un juego de palabras, pero en este sencillo poema, nada edulcorado y lleno de profundidad, se encierra la esencia misma de la auténtica santidad:
.Para venir a gustarlo todo, no quieras tener gusto en nada.
Para venir a saberlo todo, no quieras saber algo en nada.
Para venir a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo, no quieras ser algo en nada.

...
Para venir a lo que gustas, has de ir por donde no gustas.
Para venir a lo que no sabes, has de ir por donde no sabes.
Para venir a poseer lo que no posees, has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres, has de ir por donde no eres.

...
Cuando reparas en algo, dejas de arrojarte al todo.
Para venir del todo al todo, has de dejarte de todo en todo,
Y cuando lo vengas del todo a tener, has de tenerlo sin nada querer.

...
En esta desnudez halla el espíritu su descanso,
porque no comunicando nada, nada le fatiga hacia arriba,
y nada le oprime hacia abajo, porque está en el centro de su humildad.





Hay algo en la Iglesia, ahora más que nunca, que debería confortarnos y ayudarnos a una perseverancia alegre y firme dentro de  nuestra Santa Madre la Iglesia. Está bien darse golpes de pecho y pedir perdón, pero diferenciando en todo momento, con claridad y certeza absoluta, la parte humana formada por hombres pecadores y sometidos a las mismas tentaciones que el resto de los humanos, aunque sea verdad que estamos más obligados a la perfección, puesto que tenemos a nuestro alcance todos los medios sobrenaturales para ello, de la parte sobrenatural, como institución divina fundada por el mismo Jesucristo.

Tu amor y servicio a la Iglesia Santa no pueden estar condicionados por la mayor o menor santidad personal de los que la componen, aunque deseemos ardientemente la perfección cristiaana en todos.

 Has de amar a la Esposa de Cristo, que está, y estará siempre, limpia y sin mancilla.
San Josemaría_Forja 461

 Ese algo al que me refiero, que nos confirma un camino seguro, es la pléyade de santos que desde sus comienzos, desde las catacumbas hasta nuestros días han integrado e integran  la Iglesia. Entre esos santos hay uno o mejor dicho, una, que me ha llamado la atención por lo desconocida, al menos para mí. Su nombre es Santa Ketevan de Georgia, reina y martir fallecida en el año 1624.

BREVE HISTORIA
Se trata de una de las santas más veneradas por la Iglesia Ortodoxa que la Iglesia Católica conmemora el 12 de septiembre, día en que tuvo lugar su martirio.
Fue esposa del Rey David de Kakecia, pueblo armenio que adoptó el Cristianismo como religión oficial en tiempos de Constantino. Al fallecer su marido tuvo ella que gobernar, sometido su pueblo a dos graves asedios: 
1_ Del Imperio Otomano..
2_ Del Imperio Persa.

El sah de Persia, Abás I, pretendía apoderarse de Georgia para extender la religión del Islam. Secuestró al hijo de la reina Ketevan, príncipe Teimuras, para obligarla con múktiples amenazas a la apostasía. Esta gran mujer resistió a todas las presiones, llegando hasta ofrecerse ella misma por su pueblo con tal de que el sah no invadiera Georgia. Así fue encarcelada durante más de diez años  en Shiraz, rechazando en todo momento la libertad que se la ofrecía a cambio de renegar de su religión y convertirse a la de Mahoma.
Falleció el 12 de septiembre de 1624, padeciendo terribles sufrimientos y tras ser crucificada en un árbol.

El heroismo y martirio de esta gran mujer, poco conocida, como el de tantos y tantos santos que supieron valorar, más que la propia vida o el poder, el saberse y sentirse hijos de Dios e hijos de la Iglesia, ha de ser un ejemplo vivo  para tantos hombres y reyes de nuestro siglo y para todos aquellos que se sienten vacilar por las infidelidades y pecados de un número, más o menos grande, de cristianos, curas o laicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario