Si había algo
que impacientaba a Fray Rabieta era cierta clase de monjas y más si se
veía obligado a confesarlas—cosa que le ocurría a menudo, como el otro
día. Esta sería de unos treinta y pico, monja típica del país, del
paisaje católico de nuestros días.
Ave María purísima… ¿cuánto hace que no se confiesa?
Diez días.
Ajá, ¿y qué se le ofrece confesar hoy?
No lo sé. No estoy segura…
Bueno, pero escúcheme si
no tiene pecados para confesar, aquí no tiene nada que hacer… esto no
es un consultorio psicoanalítico ni cosa que se le parezca… Si no se
quiere acusar de ningún pecado en particular, hágame el favor y deje que
lo haga el que sigue en la fila ¿eh?
Se trata del Papa… me doy cuenta de que no lo amo como debería… y a veces me sorprendo pensando cosas feas de él…
No es la única, pero ¿cuál es su pecado?
Bueno… ya le dije… eso mismo… es más fuerte que yo, pero hay cosas de este Papa que no me gustan nada…
Bueno, hermana, no veo yo dónde está su pecado…
A veces incluso hablo más de él, delante de las otras hermanas…
A mí me pasa lo mismo que usted, pero eso no es ningún pecado. Es más: a veces es obligación.
¡Obligación! Pero si al Papa lo eligió el Espíritu Santo… ¿quién soy yo para juzgarlo?
Ahora sí que se ha
acusado de un pecado. Porque decir que a este pelafustán lo eligió el
Espíritu Santo es un estupidez, y la estupidez es pecado, dice Santo
Tomás. Pero aquí hay algo peor, usted lo está acusando al Espíritu Santo
de haber elegido a este cachivache, como si la Tercera Persona de la
Santísima Trinidad fuera, ¡oh, la blasfemia, que Dios me perdone!,
estúpido.
No, no… no Padre, no diga cosas así.
Pero Ud. me está
obligando, si continúa sosteniendo estupideces como esa… Y además
insisto: la estupidez es pecado y decir que el Espíritu Santo eligió a
este Papa—o a cualquier otro, para el caso—es suma estupidez y blasfemia
contra el Espíritu Santo (lo que, según Cristo, no tiene perdón ni en
este vida ni en la otra, fíjese lo grave que resulta ser todo esto).
Pero… pero… a mí me enseñaron eso…
Ya lo sé, y eso
disminuye un tanto su responsabilidad… hasta hoy. Porque a partir de
hoy, a partir del día en que se le hace saber que todo eso es una
estupidez, que son patrañas clericales y mentiras agendadas, Ud. tiene
la res-pon-sa-bi-li-dad de estudiar bien el asunto y verá entonces que
es imposible que al Papa lo elija el Espíritu Santo ¿me entiende? Y si
asi fuera, la historia de la Iglesia se transformaría en un aquelarre
sin sentido… con los Papas que hemos tenido, ¡Dios mío! (aunque estoy de
acuerdo con Ud.: este es particularmente malo, además de argentino,
mama mía). Y si así fuera, San Pablo pecó gravemente al “resistirle en
la cara” a San Pedro, cuando el Concilio de Antioquía… Lo cual sería
otro disparate, fíjese si quiere…
Pero entonces, ¿quién gobierna la Iglesia ahora?
Este cachivache que no
voy a nombrar siquiera… porque no se me antoja… Este palurdo que es el
Papa. Y es el único Papa, no empecemos con las necedades de que ahora
hay dos, uno emérito, y el otro contante y sonante, etc. etc… ¡Dios mío,
fuera así y los sedevacantistas la tendrán realmente difícil! ¡Porque
resultaría ser que no sólo la Sede no está vacante sino que par dessus le marché hay dos Papas, ja, ja!
Pero Benedicto abdicó por inspiración del Espíritu Santo…
¡Ay hermana, cuántas
estupideces les enseñan a repetir! A ver, ¿de dónde sacó esta nueva
estupidez? ¿Quién le dije tamaña sandez?
No me acuerdo, pero lo leí en algún lado…
Bueno, leyó una
verdadera tontería. La abdicación de Benedicto fue otra estupidez (y por
eso mismo, un flor de pecado), y la elección de Francisco fue una
estupidez mayor, cometida por la mayoría del colegio de cardenales que
se destacan por ser príncipes… de la estulticia y que constituyen una
verdadera maldición para la Iglesia Católica Romana que pasa por uno de
los trances más oscuros de sus dos mil años de existencia por culpa de
toda esta manga de… ¿qué diré yo?... de pelmazos. Porque la mayoría de
todo estos ni siquiera son herejes, o apóstatas, o endemoniados (aunque
algunos hay, no vaya a creer). Más bien se acomodan como Sánchez
Sorongo, y no quieren renunciar a sus pequeños privilegios, sus
burgueses costumbres, un derpa en la Vía de la Conciliazione y un auto
con chofer… Pero son verdaderos estúpidos, y la estupidez es pecado, y
pecado grave en el caso de quienes tienen responsabilidades muy de notar
como esta gente… no querría yo estar en sus zapatos cuando el Juicio…
Bueno, Padre, creo haber entendido algo. ¿Me absuelve Ud.?
Sólo si se arrepiente y
promete tratar de no repetir estupideces nunca más, de estudiar
seriamente las cosas antes de pronunciarse y de intentar no ser otra
monjita tontuela que abundan tanto en nuestro días y que constituyen la
desesperación de sus atribulados confesores…
Lo prometo Padre, se lo prometo.
Pues ya la absuelvo de
sus pecados. Vaya en paz ahora, y la próxima vez, tráigame pecados más
tradicionales, pecados como los de antes…
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