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domingo, 25 de abril de 2010

Algo hay INTOLERABLE ¡¡Por f in!!

De cierto tiempo para acá todo era incluyente,
todo permisivo o comprensible
o atenuable en razón de la
misericordia infinita de Dios para con nosotros
los pecadores, fueran pecadorcitos casi
angélicos o fuéramos pecadorazos asquerosos
los que por desgracia lo somos. Es
decir, que se estaba o se está confundiendo
el pecado con el pecador, la tolerancia del
mal propalado y hasta causado –a veces
hasta la negación del mal, por ejemplo en el
aborto o los desfalcos financieros– con las
personas concretas transgresoras o pecadoras
por omisión. Odia el pecado y compadece
al pecador ya no. Salvo que se fuera
opositor a la teología de la liberación que
entonces se te caía o se te cae el pelo y puede
que hasta la calavera sin conmiseración
posible. Y mire usted que de golpe aparece
un mal intolerable a pesar de la misericordia
infinita de Dios que ya ni juzga ni condena
sino que solamente abraza y premia
con el Paraíso. Dicho así con total desenvoltura
modernista, haciendo irrisión de
que Dios es infinitamente misericordioso
con nosotros mientras vivimos en este
mundo, pero infinitamente justo y equitativo
a la hora de la conclusión de nuestro
tiempo existencial. Cristo Justo Juez Pantocrator
dará el veredicto.
Que emerge al menos un pecado odioso
a pesar de los pesares nos lo ha comunicado
a toda la ecumenicidad de hombres y mujeres
un señor cardenal alemán que se desempeña
en la Santa Sede como presidente del
Consejo Pontificio para la Unidad de los
Cristianos. Un altísimo dignatario de nombre
Walter Kasper, quien en declaraciones
solemnes al diario secular La Repubblica,
para que tenga más resonancia y no al L´Osservatore
Romano de Vian-Bertone ni a Radio
Vaticano de Lombardi-Bertone, se descuelga
con la afirmación de que “hay que
hacer la limpieza seriamente en nuestra
Iglesia católica” condenando a los culpables
de abusos a niños e indemnizando a las víctimas.
¡Por fin!, después de años en dique
seco sin mover un madero y con los brazos
abiertos a todos, arrepentidos o justificadores
de sus trapisondas, parece que no va a
continuar la permisividad total y que hasta
se reclaman inculpaciones. “Los abusos sexuales
a menores por parte de responsables
del clero son actos criminales, vergonzosos,
pecados mortales inadmisibles“, afirmó.
Más todavía: “delitos execrables e imperdonables,
que deben ser perseguidos
con una total firmeza”. Lee bien quien lo
lea: el cardenal Kasper acaba de identificar
un pecado contra el Espíritu Santo puesto
que no tiene perdón y eso a pesar de haber
estado dándonos la vara, igual que los protestantivos,
de que la misericordia divina lo
tapa todo. Remata con una media verónica:
“Es un mal que se ha incrustado en la sociedad
y también en la Iglesia que, como
bien sabemos, no es inmune a los pecados”.
Asimismo, precisó que con sus palabras no
quiere “justificar a nadie, sino tomar conciencia
de una tragedia humana ante la
que todo el mundo está llamado a intervenir.
Iglesia, sociedad civil y hombres de
buena voluntad, sin esconder la verdad, sin
tolerancia y confiando a la justicia civil a los
responsables de esos delitos horribles”. Pero
vamos a ver, su eminencia de Kasper: ¿Es
que no se ha estado inculcando ya por el
mismo Señor nuestro Jesucristo que al escandalizador,
y con más razón de niños,
más le valdría no haber nacido o que le colgaran
al cuello una muela de molino y lo
arrojaran al mar? ¿A qué viene ahora tanta
sorpresa y dónde han escondido las sentencias
condenatorias del Señor a los malos
comportamientos que ni siquiera ahora las
invocan? ¿Es que acaso no han estado en
plena vigencia durante los años que se han
venido conculcando? Ha tenido que ocurrir
en Alemania esta tremenda tragedia moral
en más de 20 diócesis para que reaccionara
Kasper. La propia canciller Angela Merkel
reprochó al Vaticano el haber levantado
un “muro de silencio” para dificultar las
investigaciones en escuelas y otras institu-
ciones católicas. Y la católica ministra de
Educación, Annette Schavan, se
mostró”furiosa” por la envergadura de un
escándalo que representa “la más grave violación
de la confianza” que los padres de los
chicos y adolescentes depositan en la Iglesia.
Por supuesto NO en la Iglesia y sí en estos
entreverados ecuménicocatolicoprogres
queriendo siempre imponer sus modismos
de época con preterición de los mandatos
del Señor. Y no vale alegar la no publicidad
de los hechos para no escandalizar porque
todo esta barahúnda de basura moral necesariamente
refleja una laxitud de la moral
sexual o incluso su negación como se vino
entendiendo y asumiendo. “El Papa no tiene
la intención de quedarse mirando sin
actuar y exige “tolerancia cero”. Pues eso,
señoría eminencia germánica, eso. En la
disciplina, pero primero en la Doctrina Moral
exigencia cero. Pero llegados aquí cabe
preguntar si alguien se interroga y se duele
del mal del alma causado a tanta criatura de
Dios además del trauma horrendo psicológico.
Y como consecuencia ha de pregunatrse
si tan aborrecible o más que este tipo de
escándalo no lo es que el propio Kasper proponga
un Catecismo Ecuménico consensuado
por hombres y mujeres para “ser más fieles
a los fundamentos de la Doctrina
Cristiana”. No es solamente a los pederastas
lo que se precisa barrer de la Religión Católica.
Tiene el Papa una enorme tarea de limpieza
de fondos y de puentes de mando.
O. PASPALLÁS

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