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jueves, 6 de marzo de 2014

AYUNO , ABTINENCIA, LIMOSNA Y TÉMPORAS

La ley de ayuno, abstinencia
y témporas

1. Todas las personas mayores de 7 años de edad está obligado a observar la ley de abstinencia.

2. En los días de ABSTINENCIA los fieles están obligados a abstenerse de comer carne carne y sopas y salsa hecha de carne.

3. Cada uno de 18 a 59 años incluido también está obligado a observar la ley del ayuno.

4. En los días de ayuno, sólo se permite una comida completa. Otras dos comidas sin carne, suficientes para mantener la fuerza, pueden tomarse de acuerdo a las necesidades de cada uno, pero juntas no deben igualar otra comida completa. Comer entre comidas no está permitido, pero los líquidos, incluyendo leche y los zumos de fruta, se admiten.

5. La carne se puede comer en la comida principal en un día de ayuno, excepto en los días de ayuno y abstinencia.

6. Los días actuales de ayuno y abstinencia son: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Que deben ser tenidos como tales bajo pena de pecado mortal a menos que uno se dispense.

7. Los días actuales de ABSTINENCIA ----- además del Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo ----- son todos los viernes de Cuaresma.

8. Anteriormente todos los viernes del año a excepción de los que cayeron en un día de precepto son días de abstinencia. Hoy en día, los viernes siguen siendo un día de celebración penitencial, pero uno no está obligado a abstenerse de comer carne que no sea en los viernes de Cuaresma. Anteriormente todos los días de la semana de la Cuaresma eran días de ayuno.

9. Témporas son días de ayuno voluntario y oración por la santificación especial de las cuatro estaciones del año y para obtener las bendiciones de Dios sobre el clero y los religiosos. Los propios de las Misas reflejan la temporada en que se producen e incluyen lecciones adicionales dichas antes del Evangelio.

Fuente: CALENDARIO TRADICIONAL DE LOS SANTOS,
                        
                   
Ayuno y limosna "Ayunar es un remedio de males y una fuente de premios, mas no ayunar en Cuaresma es un pecado. El que ayuna en otro tiempo, recibirá indulgencia; pero el que no lo hace durante la Cuaresma, será castigado". El que no pueda ayunar por enfermedad, coma sencillamente y sin ostentación "Y ya que no puede ayunar, debe ser más caritativo para con los pobres, a fin de redimir con sus limosnas los pecados que no puede curar ayunando. Hermanos, es muy bueno ayunar pero mejor aún dar limosna; mas si se puede practicar lo uno y lo otro, son dos grandes bienes. El que puede dar limosna y no ayunar, entienda que la limosna le basta sin el ayuno. Mas no basta el ayuno sin la limosna El ayuno sin la limosna no es obra buena, a no ser que el que ayuna sea tan pobre, que no tenga nada que dar. Así, pues, en este caso, bástele la buena voluntad". Mas ¿quién podrá excusarse de dar limosna, cuando el Señor recompensa un vaso de agua fría? "Además, el Señor, por medio del profeta Isaías, de tal manera exhorta y aconseja la práctica de la limosna, que ningún pobre que se considere, puede excusarse. Pues se expresa de este modo: ¿Sabéis que ayuno quiero yo?... Partir su pan con el hambriento, albergar al pobre sin abrigo (Is. 58,ó-7)". Partir el pan, porque, "aun cuando tu pobreza sea tan grande que no tengas más que uno solo sin embargo, pártelo y da de él al pobre. También dice: Introduce en tu casa a los pobres que no tengan alberque, lo cual equivale a afirmar: Si hay alguno tan pobre que no tiene comida que dar al hambriento, prepárele un lecho en uno de los rincones de su casa. ¿Qué respuesta daremos, hermanos, qué excusa alegaremos nosotros, que, poseyendo anchas y espaciosas mansiones, apenas nos dignamos alguna vez recibir en ellas a un peregrino? Y eso que no ignoramos, sino que continuamente estamos confesando que en los peregrinos recibimos a Cristo, como El mismo dijo: Peregriné y me acogisteis... Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis (Mt. 25,35.40). Nos resulta enojoso recibir en nuestra casa a Cristo en la persona de los pobres y yo me temo que él haga lo mismo con nosotros en el cielo, y que no nos reciba en su gloria. Lo despreciamos en el mundo y yo me temo que él a su vez nos desprecie en el cielo, según aquella sentencia: Tuve hambre y no me disteis de comer... (Mt. 25,42). Fijémonos, carísimos hermanos, en estas palabras; no las oigamos de manera indiferente ni sólo con los oídos del cuerpo, sino que escuchándolas con fidelidad, hagamos de palabra y con el ejemplo que otros también las oigan y las cumplan También nos dice el Señor por boca del profeta Isaías que hemos de vestir al desnudo (ibid.). Precepto riguroso y muy digno de temerse. Yo, sin embargo, no juzgo a nadie. Acuda cada uno y pregunte a su conciencia .
B) La mano del pobre es el tesoro de Cristo "No obstante, duéleme en el alma, y yo mismo me reprendo, porque quizá haya acontecido alguna vez que, por negligencia mía, los vestidos que debiera recibir un pobre se los haya comido la polilla, y temo que estos mismos vestidos sean testimonio contra mí en el día del juicio, según aquella terrible sentencia con que conmina el apóstol Santiago, cuando dice Y vosotros, los ricos, llorad a gritos sobre las miserias que os amenazan Vuestra riqueza está podrida; vuestros vestidos, consumidos por la polilla; vuestro oro y vuestra plata, comidos del orín, y el orínn será testigo contra vosotros y roerá vuestras carnes como fuego. Habéis atesorado para los últimos días... (Iac. 5,1-4). Aún es tiempo para para que, tanto yo como los perezosos como yo, podamos con el auxilio de Dios enmendarnos, si queremos; aun podemos dar con largueza por nuestros pecados pasados las limosnas que hasta aquí o no hicimos o sólo dimos mezquinamente; aún podemos impetrar la misericordia divina con dolor y llanto con esperanza de reparación. El ayuno sin limosnas es como una lámpara sin aceite. Pues así como la lámpara que se enciende sin él humea y no puede alumbrar, asi también el ayuno sin la limosna mortifica en verdad la carne, pero no ilustra interiormente el alma con la luz de la caridad. Por lo demás, en el ayuno se exige que demos a los pobres nuestras comidas, y que lo que habíamos de comer no lo pongamos en nuestras despensas, sino que lo distribuyamos entre los necesitados; porque la mano del pobre es el tesoro de Cristo. Por lo tanto, socorre al menesteroso para que lo que reciba de ti no se quede en la tierra, sino que sea trasladado al cielo. Pues aunque se consuma la comida que recibe el pobre, sin embargo, el premio de la buena obra se custodia en el cielo... Sé que muchos de vosotros, con el auxilio de Dios dais con frecuencia limosnas a los peregrinos y a los pobres; por lo tanto, sirva lo que os indico para que intensifiquéis lo que ya hacéis; y el que no lo haya hecho, se acostumbre a practicar obra tan meritoria y agradable a Dios
C) Exhortación Inspirandomelo el mismo Dios, os he aconsejado siempre que al llegar las fiestas... os acerquéis al altar del Señor vestidos con la luz de la pureza, resplandecientes con las limosnas, adornados con las oraciones, vigilias y ayunos, como con valiosas joyas celestiales y espirituales, en paz no sólo con vuestros amigos, sino también con vuestros enemigos, en una palabra, que os lleguéis al altar con la conciencia libre y tranquila, y podáis recibir el cuerpo y la sangre de Cristo, no para vuestro juicio, sino para vuestro remedio. Pero, cuando hablamos de la limosna, no se conturben los necesitados, puesto que la pobreza cumple con todos los preceptos, y la buena voluntad es juzgada y premiada como las obras". El que socorre al necesitado del propio modo que desearía le socorriesen a él si se encontrase en la misma necesidad' "ha cumplido con los preceptos del Antiguo y del Nuevo Testamento y ha observado aquel precepto del Evangelio: Cuanto quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos, porque ésta es la ley y los profetas (Mt. 7,12). Guíenos a esta ley de caridad perfecta el piadoso Señor que oye y reina con el Padre y el Espiritu Santo por los siglos de los siglos".

Tomado del Textos sobre ayuno y limosna de San Ambrosio

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