sábado, 30 de marzo de 2013

O TODOS LOS QUE CAMINAN POR EL CAMINO


O Vos Omnes 

RESPONSORIO

O vos omnes, qui transitis por viam (O todos los que caminan por el camino) es un responso cantado como parte de los responsorios Tenebres para el Sábado Santo de la Semana Santa. El texto es una adaptación de la traducción de la Vulgata Latina de 1:12 Lamentaciones. Es una triste apelación al hombre a tomar nota de la tristeza de Nuestro Señor durante su Pasión y de la Virgen al pie de la Cruz. 

Esta versión fue creada por españoles del siglo 16 compositor Tomás Luis de Victoria Victoria fue uno de los compositores más importantes de música sagrada de la Contrarreforma.






V. O vos omnes qui transitis por viam, 
attendite et videte: 
R. similis de Si est dolor sicut meus Dolor. 
V. Attendite, universidades populi, 
et videte dolorem meum. 
R. similis de Si est dolor sicut meus Dolor. 
O todos los que caminan por el camino, 
asistir y ver: 
Si hay dolor como mi dolor. 
Asistir a todas las personas del mundo, 
y ver mi tristeza; 
R. Si hay dolor como mi dolor.

O vos omnes

viernes, 29 de marzo de 2013

EL VIERNES SANTO



Lex Orandi, Lex Credendi ...
Diferentes religiones, diferentes oraciones ...



La Iglesia del  Novus Ordo  ora:
 
"Para que el pueblo judío, el primero en escuchar la palabra de Dios, para que ellos continúen  creciendo en el amor de su nombre y en la fidelidad a su pacto."

 
Pero la Iglesia católica reza :
 
 Oremos también por los pérfidos judíos , para que Dios Nuestro Señor quite el velo de sus corazones, a fin de que ellos también reconozcan a Jesucristo Nuestro Señor".


Es un gran acto de caridad hacia los Judíos y a todos los no católicos  rezar por su conversión, porque los amamos de verdad, y Cristo murió por ellos, y sin necesidad de conversión  serán condenados al infierno, ese lugar eterno de castigo y tortura: "que no es solo para los que  viven dentro de la Iglesia Católica , no sólo para los paganos, sino también para los Judíos, herejes y cismáticos, no pueden convertirse en partícipes de la vida eterna, pero irán" al fuego eterno que fue preparado para el diablo y sus ángeles "[ Matt.:25, 41] "(Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia , 1445). Por lo tanto, los amantes de los Judíos recen por su conversión, para que sus almas puedan encontrar la felicidad eterna en el Mesías, el único y verdadero,  Jesucristo el Señor y Su Santa Iglesia. Su felicidad eterna es nuestro deseo de corazón .

jueves, 28 de marzo de 2013

VIA CRUCIS





Meditaciones del P. Ramón Cué, s.j.

El Vía crucis de todos los hombres



I- Jesús es condenado a muerte 




Gracias, Señor, por tu condena a muerte. Has querido pasar para siempre a la historia con “antecedentes penales”. En los archivos de la justicia humana tienes una ficha irredimible: reo de muerte. Y por esa ficha tuya, infamante e injusta, son quemadas para siempre nuestras justas fichas de merecida y culpable condenación; son destruidos los archivos de nuestras comprobadas injusticias personales y se nos concede un edicto plenario de absolución. Por tu condena a muerte, gracias, Señor.

II- Jesús carga con la cruz




Cristo no estrenó ninguna cruz. Es absurdo imaginar que los soldados acudieran a un bosque próximo a escoger y talar un árbol con cuyo tronco preparar una cruz nueva para Cristo. No era hora de labrar cruces nuevas, sino de aprovechar las existentes, y que por eso vienen con restos de sangre seca del último crucificado, incrustada en las rugosidades de sus nudos. Precisamente éso era lo que buscaba Cristo: solidarizarse con las cruces, ya en uso, de sus hermanos los hombres. No estrenó una cruz flamante para él. Un modelo especial. Quería nuestra cruz, ya usada por nosotros, para hacerla suya… Quería una cruz transida y mojada por el sudor, la sangre y el llanto de otros hombres. Una cruz que se había estremecido ya en el aire con los estertores de los moribundos y así derrotar definitivamente entre sus brazos a la muerte.

III- Jesús cae por primera vez 




Cristo sigue cayendo y cayendo en las calles de nuestra vida. En las esquinas, en las aceras, en los cruces de caminos, en las cunetas de nuestra existencia, hay hermanos caídos en la tierra y aplastados por su cruz.

IV- Jesús encuentra a su Madre




El que multiplicó los panes y los peces, el que caminó sobre el oleaje enfebrecido, el que resucitó a los muertos y expulsó con el látigo a los mercaderes del templo, no tiene ahora fuerzas ni para llevar, como un hombre, el peso de su cruz. Y ahora ha rodado por el suelo aplastado por ella. Pero en frente de ti, cerca, en esa esquina, ahí te esperan bien abiertos, unos ojos a los que puedes asirte fuerte y firmemente, para levantarte y ponerte de pie. Míralos: los ojos de María, tu Madre. Ahí la tienes, puntual; justo después de tu caída. Es una cita a la que no fallan jamás las madres. Ellas se las arreglan para estar siempre junto a sus hijos derribados. Dios conceda a todos los hombres una mujer así -madre, esposa, hermana o hija-, en las esquinas dolorosas de su Vía Crucis. Una mujer que se parezca a María, la Madre de Jesús.

V-El Cireneo carga con la cruz de Cristo




Si quieres llevar mejor tu cruz, carga al mismo tiempo la de otro. En la ciencia cristiana, una cruz sola pesa más que dos: si sumas cruces, restas peso. Si tratas de restar en tu egoísmo, sumas y multiplicas tu propia cruz. Cuando encima de la tuya cargas con la de tu hermano, la propia se aligera, se alegra, le nacen alas…. Si te centras en tu cruz personal, tú solo, al margen de todo y de todos, te pesará más, hasta convertirse en una obsesión que te aplaste. ¿Por qué no haces de Cireneo de tu hermano? Verás cómo cambia todo radicalmente.


VI- La Verónica limpia el rostro de Jesús



 La Verónica, compadecida, desafiando a la autoridad y al orden público, enjuga el rostro desfigurado y sangrante de Cristo. Por ser la única persona que se había atrevido públicamente a dar por El la cara, en recompensa Cristo le da también la suya. Por desgracia, ha aparecido hoy otra versión, diametralmente opuesta, de la Verónica. Verónicas al revés. Van por los caminos de la vida buscando caras maltrechas, sangrantes y desfiguradas de los hombres. Pero no para enjugar el llanto, restañar la sangre y limpiar el polvo y la saliva, devolviéndoles así un rostro sano, limpio y bello. Al revés. Se dedican a hurgar en todos los basurales de la sociedad, a revolver las aguas corrompidas de todas las cloacas, para entresacar con gancho afilado de curiosidad malsana, todos los chismes groseros, todos los cuentos denigrantes, todas las calumnias putrefactas. Verónicas al revés, que afirman conmoverse y llorar ante el rostro sangrante de Cristo y que no tienen empacho en herir y ensangrentar la cara de Cristo en sus hermanos.

VII- Jesús cae por segunda vez

Lo más pavoroso y desolador en el hombre caído debe ser, Señor, sentirse solo y saberse solo en su caída; solo y desasistido en su debilidad; solo y abandonado en su culpabilidad. La más trágica soledad debe ser la del hombre y su pecado, en el desierto absoluto de su impotencia. Pero desde que Tú caíste, Señor, nadie puede sentirse solo en su caída y su pecado. Tus caídas suavizan y ablandan nuestras piedras, alfombran nuestros caminos, acolchan cariñosamente nuestros golpes y tropezones. Nadie cae solo. Nadie peca solo. Ya estaba allí Cristo, caído en tierra para amortiguar el golpe. Para recoger nuestra debilidad en su fortaleza. Para darnos su mano y ponernos de pie.

VIII- Jesús habla a las hijas de Jerusalén

 Jesús dice a las mujeres: "Si al árbol verde lo tratan de esta manera, ¿en el seco qué se hará?" Toma Señor, nuestra leña seca, amontónala sobre tu tronco verde y que el fuego redentor de esa hoguera ilumine, purifique y redima al mundo. Ahí está nuestra leña seca: préndele fuego. Y abrasa al mundo en tu amor.

IX- Jesús cae por tercera vez 



No hay peor pecado que el de soberbia, ni más peligrosa caída que la del orgullo. La caída del soberbio no se ve. No cae hacia abajo, manchándose su carne con polvo y barro. El soberbio cae hacia arriba, tratando de usurparle a Dios el sitio. En la caída hacia arriba el abismo es tan profundo que a veces no se toca fondo; crece nuestro orgullo y se refina nuestra soberbia, más ciega cada vez. En la caída hacia abajo, por alta que sea pronto se toca tierra, y se palpa en el choque, dolorosamente, la propia debilidad. El golpe contra la tierra despierta nuestra humildad. El hombre que cae hacia abajo se descalabra, y, humillado, puede volver a levantarse. Dios le hecha una mano. Gracias, Señor, por nuestras caídas. Con polvo, con sangre, con roturas y descalabros aprendemos nuestra medida exacta, nuestra pequeñez y debilidad.

X- Jesús es despojado de sus vestidos




 Es lógico que a nuestros crucifijos, les ciñamos la cintura con un paño. Por respeto, por pudor, por cariño. Pero, sinceramente, ese paño...... se lo ponemos a Cristo ¿por Él o por nosotros? ¿Por piedad, pensando en Jesús, o por cómoda tranquilidad para evitar que sufran nuestros ojos y se perturbe nuestra sensibilidad? Este viejo y egoísta recurso lo aplicamos continua y sistemáticamente en nuestra vida: no ver ni oír nada que pueda hacernos sufrir; nada que hiera nuestros ojos ni comprometa nuestro corazón. Y así nos pasamos la vida poniendo paños y vendas sobre las penas, los dolores, las tristezas y las injusticias que padecen nuestros hermanos. Tapamos con paños los dolores ajenos como cubrimos, Señor, con velos, tu cintura en tus imágenes. El caso es no ver, no enterarse, no sufrir. Pero en este juego peligroso y egoísta de velos y paños, hay cristianos que deciden ponerse las vendas ellos mismos sobre sus propios ojos, taponándose herméticamente los oídos y acorazarse el corazón con una armadura blindada: llevan el corazón blindado a prueba de sufrimientos ajenos.

XI-Jesús es clavado en la cruz




 El Emperador Constantino hace 1600 años publicó una ley aboliendo para siempre el suplicio de la cruz. Fue un homenaje a tu Persona, Señor, y un desagravio de la misma Roma que, cuatro siglos antes, te había ejecutado con el suplicio más infame. Pero el decreto de Constantino ha sido completamente inútil. La cruz no ha podido, ni podrá nunca, ser abolida. A todos nos busca y nos persigue. Y tarde o temprano, en todas partes, en vida o en muerte, todos acabamos crucificados. A la corta o a la larga, a todos nos aguarda la cruz. En nuestra vida todos repetimos esta Undécima Estación del Via Crucis. Enséñame, Señor, a transformar mi cruz en sonrisa y gloria entre mis labios, aunque sepa a hiel y vinagre.

XII- Jesús muere en la cruz 



El Viernes Santo en el Calvario, a las tres de la tarde, no murió Cristo solamente con una muerte individual y personal. También nosotros moríamos a la misma hora. En su naturaleza humana estabamos presentes todos los hombres; sobre sus espaldas gravitaban todos nuestros pecados. Su Pasión era la consecuencia de haberse responsabilizado ante su Padre de todos nuestros delitos. Por eso también en su muerte moríamos con Él todos los pecadores. Al cargar con nuestros pecados, Cristo cargó también con nuestra muerte, porque pecado y muerte están siempre inseparablemente soldados. Desde que Cristo murió en la cruz ya la muerte es radicalmente distinta.

XIII- Jesús es descolgado de la cruz y puesto en los brazos de su Madre





 Señora de la Piedad, por tu Hijo muerto, concédeles a todas las madres ser siempre playas abiertas para recibir a sus hijos después de las tormentas y los naufragios de sus vidas. Anima, Señora, a los hijos, a regresar a la playa de la madre. En ese regazo pueden recomponerse todas las roturas.
Y si a los hijos, destrozados y malditos por la vida, nos faltara el regazo de una madre, recuérdanos, Señora, que tú eres siempre Madre y que tu regazo es la playa siempre abierta para los restos de nuestro naufragio.

XIV-Jesús es enterrado en un sepulcro





 El Vía Crucis de Cristo no termina en un sepulcro lleno, sino en una tumba vacía. Porque el sepulcro está vacío recorremos y repetimos su Vía Crucis y lo copiamos en nuestra vida, ya que al final nos espera la gloria de la resurrección. Nunca ha habido un sepulcro más vacío: todo, con El ha resucitado: sus Palabras, sus Promesas, sus Parábolas, sus Milagros, sus Bienaventuranzas. Ya tienen respuesta los pecadores, los enfermos, los pobres, los oprimidos, los pacíficos, los misericordiosos, los muertos. Todo ha resucitado en Cristo. Las catorce estaciones del Vía Crucis solamente se comprenden y se aceptan cuando se las ha contemplado desde la altura del Calvario, junto al sepulcro vacío, transfiguradas con la luz nueva del alba que se quiebra con sus temblores pascuales en la mañana de la Resurrección.

LA FALSA HUMILDAD DE LA HEREJÍA

Tomado de Radio Cristiandad

OSKO: LA FALSA HUMILDAD DE LA HEREJÍA

LA FALSA HUMILDAD DE LA HEREJÍA
papa-francisco-lava-pies1A propósito de un nuevo e impiadoso acto litúrgico sacrílego
protagonizado por Bergoglio y de un hartazgo sin retorno.
Ya comienza a ser realmente fastidioso el demagógico uso de término, significado y aplicación de la palabra HUMILDAD.
Por eso nos propusimos escribir acerca de una nueva aberración litúrgica perpetrada por los líderes de la Iglesia Conciliar, con Bergoglio a la cabeza.
Se trata de aquel gesto ocurrido durante la Última Cena que tiene su importante lugar en las ceremonias a llevarse a cabo durante el Jueves Santo.
Lo peor del caso es que, tergiversando completamente el verdadero y pleno significado del LAVATORIO DE LOS PIES llevado a cabo por Nuestro Señor Jesucristo, la secta modernista, que ocupa los cargos apostólicos, profundiza aún más la inclinación del “tobogán” que prolonga su precipitada caída a los infiernos con una VULGAR representación orientada, a sabiendas, a entenebrecer las inteligencias y destruir la fe o lo que queda de ella.
Ya sabemos…, es vergonzoso, insufrible… y sacrílego, y blasfemo y vulgar, y demagógico e impío, una impostura intolerable, etc. etc.
¿Hasta cuándo vamos a proseguir con nuestras quejas? Nos parece mucho más sano para el espíritu ya no escandalizarse más; comprender desde qué lugar vienen todas estas cosas y pasar de largo sin más.
Eso no obstante, intentar analizar, estudiar y luego trasmitir a otros para nuestra propia edificación, para que, habiendo dejado atrás sin más los ayes y las lamentaciones, construyamos una sólida base para permanecer Firmes en la Fe.
Por eso, la inevitable extensión de este escrito.
Esperamos que el lector, al final del mismo, logre alcanzar el exacto sentido de lo que significa esta APOSTASÍA que penetra en todo, con todo y para TODOS… y TODAS.
HUMILDAD y ACCIÓN PROFÉTICA
Nada de lo hecho por Nuestro Señor resulta ser indiferente o prescindible, menor o sin importancia. Absolutamente todo lo registrado en los Cuatro Evangelios forma parte de aquellas cosas que Dios ha querido que llegaran hasta nosotros y que fueran, además de sabidas, guardadas por aquellos que se llaman discípulos de Cristo.
El episodio del Lavatorio de los Pies de los Apóstoles, durante la Última Cena, constituye, como se ve en el Evangelio de San Juan, una Acción Profética. Inmediatamente después de esa acción se sigue un discurso que consta, como si dijéramos, de tres partes; y esto es así siempre en San Juan, que utiliza un sistema narrativo que incluye signos y discursos.
Es indudable que el lavatorio de los pies, como toda acción profética, pretende transmitir un significado. Acerca de cuál es el sentido principal en este gesto, según los distintos criterios de los comentaristas, se ofrecen varias posibilidades.
a)    Sentido moralizante: un ejemplo de humildad abnegada.
b)    La purificación de los discípulos en virtud de la palabra de Jesús.
c)    Un simbolismo sacramental: alusión a la Eucaristía o al bautismo o a ambos a la vez.
d)    Simbolismo de la muerte y resurrección de Cristo.
Al cabo, hoy resulta la más difundida y la que más prensa tiene, la más utilizada incluso por la demagogia de cierto clero DESVIADO DE LA FE, aquella moralizante del famoso Ejemplo de Humildad. No hace falta, creo, explicar por cuáles razones se abusa de ese sentido. Mucho más por estas horas, en las que el aplaudido y vitoreado por el mundo “Papa de la Humildad” o “Papa de los Pobres” lleva ese sentido a picos históricos “ad nauseam”.
Pero… ¿Se trata ÚNICAMENTE, o al menos PRINCIPALMENTE, de un ejemplo que procura un sentido moralizante? E incluso en ese caso: ¿de qué clase de humildad estamos hablando?
Veamos:
“Y mientras cenaban, cuando el diablo había ya puesto en el corazón de Judas, el Iscariote, hijo de Simón, el entregarlo,…”
“Tres veces se alude a la traición de Judas a lo largo del lavatorio. Una al principio (13, 2), otra al medio (13, 11) y otra al final (13, 18).
La luz va a brillar más en contraste con las tinieblas. Cuanto más densa es la tiniebla, más resalta el triunfo de la luz.
Judas-judíos-Judea son un campo semántico de indiscutible certidumbre y esto nos es otra cosa que constatar un hecho. Ese campo semántico y los individuos que en él se integran son instrumentos del enemigo en aquella coyuntura. Son más que eso: SON EL ENEMIGO.
Judas se ha hecho servidor del dinero, el dios a quien adoraban las estructuras mercantiles del templo. Pertenece totalmente a la codicia de este mundo que no puede recibir a Jesús.”
“Judas entrega a Jesús. En realidad, todos le entregan. Satanás le entrega a Jesús a Judas. Judas se lo entrega a los sacerdotes (13, 2); éstos lo entregan a Pilatos (18, 30); Pilato a los verdugos (19, 16). San Juan, en cambio, nos hace ver que es Jesús el que se ha entregado antes. Este dato es importante y a tener muy en cuenta en atención a la PROFUNDA SIGNIFICACIÓN del Acto Profético que Jesús lleva a cabo; que eso es el Lavatorio de los Pies.”
“Sabiendo que su Padre todo se lo había dado a Él en las manos, que había venido de Dios y que a Dios volvía…”
Como puede verse el estilo es solemne y se ve la plena conciencia de Jesús que sabe de dónde viene y a dónde va. No es un juguete a merced de un destino ciego. Está seguro de su itinerario y del sentido de su Muerte Redentora.
Esas manos en las que reposa todo el poder del Padre, se van a ocupar en el humilde ministerio de lavar los pies. Esas mismas Manos que serán más tarde perforadas por unos clavos.
“Se levantó de la mesa, se quitó el manto, y se ciñó un lienzo. Luego, habiendo echado agua en lebrillo, se puso a lavar los pies de sus discípulos y a enjugarlos con el lienzo con que estaba ceñido.”
Leamos con especial atención el texto que sigue:
“Cuidadosamente escoge sus verbos el evangelista. Se quitó el manto. Utiliza el mismo verbo griego -tiqevnai- que usó para hablar de cómo Jesús depone su vida. No es un verbo griego que se utilice para quitarse uno los vestidos. Cuando se los vuelva a poner se utiliza el verbo lambavnein que es el mismo que se usa en 10, 17-18 para recobrar la vida. Jesús se quita la vida y la recobra, lo mismo que depone el manto y se lo vuelve a poner. En este tipo de acciones proféticas como las de Jeremías o Ezequiel, los elementos usados adquieren una dimensión simbólica. El lavatorio de pies significa la muerte y resurrección de Jesús. Antes de que los soldados le despojen de los vestidos, Jesús se ha despojado de ellos voluntariamente. Nadie le quita la vida, Él la da (10, 17). La sucesión de verbos es semejante a la del relato de la Eucaristía.”
Correspondiendo a la doble acción de deponer y tomar el manto, está la acción de levantarse de la mesa y volver a sentarse. ¿Simboliza el momento de volverse a sentar junto al Padre, después de haberse puesto a los pies de los hombres para redimirles? En todo caso, no carece de significado, como hemos dicho al principio de este artículo.
“Al llegar a Simón Pedro, éste le dijo:
-Señor, ¿Tú lavarme los pies a mí?
Jesús contestó:
-Lo que hago no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.”
El diálogo con Pedro va a ser la clave para el significado PRINCIPAL del pasaje. Vemos a Pedro impulsivo, como siempre, y notamos la habilidad de Juan para mezclar la psicología con la simbología. El modo impulsivo de Pedro en el relato Joánico coincide con lo que sabemos de él por los otros tres evangelios.
“La respuesta del Señor a Pedro nos introduce en un significado misterioso de la acción de Jesús, que sólo podrá ser comprendido más tarde, cuando el Espíritu Santo los lleve a la verdad completa y les recuerde todo lo que el Señor les había dicho. Evidentemente que tiene que tratarse de algo más profundo que una mera lección de humildad y servicialidad que hubiera podido ser entendida por los discípulos en aquel mismo momento. Son continuas las alusiones de San Juan a un momento interpretativo situado en el futuro en un contexto post-pascual.”
“Le dijo Pedro:
-No me lavarás los pies jamás.
Le respondió Jesús:
-Si no te lavo, no tienes parte conmigo.”
Esta frase de Jesús es la clave para comprender el significado teológico del lavatorio. Hace posible que los discípulos reciban la herencia (literalmente: “tener parte con”). La humillación de Jesús es causa de salvación para quienes se dejan lavar, se dejan salvar por Él.
“Pedro rechaza la oferta de Jesús no sólo porque le resulte inadmisible ver a Jesús a sus pies, sino porque rechaza la Cruz. Esta frase estaría en paralelo con la de San Marcos 8, 32, cuando Pedro rechaza la primera predicción de la Pasión. Como entonces, también ahora el Señor se muestra firme con Pedro, y le dice que si no acepta la salvación que viene de la Cruz, no puede tener parte en la herencia.”
¡Vaya si aquí hay un profundo significado teológico que supera largamente una mera referencia moralizante a la HUMILDAD!
Puede uno preguntarse cuánto de todo esto no queda ECLIPSADO con la teatral y grotesca “representación” blasfema protagonizada por Bergoglio…
“Le dijo Simón Pedro:
-Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.”
Parece un malentendido. Pedro no ha comprendido lo que Jesús quería decirle. Si el lavado permite compartir la herencia, Pedro parece pensar que cuanto más se deje lavar, más herencia tendrá. La simpleza de Pedro permite que Jesús, tomando de nuevo la palabra, explique el significado profundo de lo que ha realizado. No me parece posible que, pese a la gravedad de la hora de inminente angustia y sufrimientos, Nuestro Señor no se haya al menos sonreído de esta reacción de Pedro, de su simpleza y cortedad de entendederas.
Sonriendo, como creemos, o no,
“Jesús le dijo:
- Quien está bañado no necesita lavarse. Está todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.
Es que sabía quién le iba a entregar, por eso dijo: “No estáis todos limpios”.
Aunque Judas se haya bañado y le hayan lavado los pies, no está limpio. Es él mismo quien se ha excluido de recibir en sí el efecto del lavatorio.
“Cuando acabó de lavarles los pies, tomó su manto, volvió a ocupar su puesto y les dijo:
-¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?”
“Termina la acción profética con el doble gesto de Jesús que vuelve a tomar el manto (la vida) y vuelve a ocupar su puesto (de donde salió para su propia humillación). Jesús toma la palabra. El discurso que pronuncia da una segunda interpretación a la acción profética, una explicación que los apóstoles son capaces de comprender en el acto.
Y aquí sí plenamente está la referencia de su humillación, pero de una humillación redentora.”
Sin la primera interpretación caeríamos en un simple moralismo, en el que Jesús se limitaría a ser solamente ejemplo de virtudes; en este caso de la humildad que nosotros podríamos imitar sin más. Y no es así. Para poder lavar los pies a los demás, primero debemos dejarnos lavar de nuestro orgullo, nuestra autosuficiencia. Pero sin la segunda interpretación, el lavatorio podría quedarse en un simple rito que no nos cambia interiormente.
“Vosotros me llamáis “Maestro” y “Señor”, y con razón, pues lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.”
“Porque os dejo un ejemplo para que hagáis igual que yo he hecho con vosotros.”
Jesús realizó este tipo de acciones proféticas muchas veces durante el transcurso de su vida entre los hombres. Luego, no podemos limitarnos únicamente a un moralismo estrecho, aunque obviamente es cierto que el cristiano debe imitar las acciones de Jesús, el estilo de vida de Jesús, desde el espíritu en el que Jesús actuó.
Esta acción con la cual Nuestro Señor no crea un nuevo Sacramento (se trata de un Sacramental), sin embargo tiene una enorme profundidad teológica; una misteriosa significación que es asequible al conocimiento humano como hemos visto a lo largo de este ya largo escrito.
Conclusión.
Estimado lector, si ha llegado al final de este artículo, largo por necesidad y a pesar nuestro, creo que estará de acuerdo con las siguientes reflexiones:
UN LAVATORIO DE PIES A PERSONAS QUE CARECEN DE LA FE EN CRISTO, INCLUIDO EN LAS SOLEMNES CEREMONIAS DEL JUEVES SANTO, ES UNA ABERRACIÓN LITÚRGICA.
REPETIR AQUELLA ACCIÓN PROFÉTICA Y SAGRADA DE NUESTRO SEÑOR EN PERSONAS QUE PROFESAN, ADEMÁS, UNA RELIGIÓN FALSA Y BLASFEMA, ES UNA BURLA Y UN SACRILEGIO.
LA PRETENDIDA HUMILDAD QUE SE INSINÚA O PRETENDE ES ABSOLUTAMENTE FALSA.
Humildad es, en realidad, ponerse de rodillas ante la Verdad, y enseñar que fuera de la misma nadie se salva; y no confirmar en su falsa fe a los infieles para agradar a las sensibilidades distorsionadas de las multitudes con gestos demagógicos.
¿Se puede pensar que es católico y conforme con la voluntad de Jesucristo representarla en medio de las solemnidades de la Semana Santa, vaciada de contenido cristiano y en el colmo de la pusilanimidad mundana y herética, poniendo a jóvenes musulmanes en el lugar que fue de los Apóstoles?
El propósito de Bergoglio no es otro que quitar la substancia católica y reemplazarla con otra substancia, sincrética, mundana, masónica y alejada por completo, además, de la verdadera humildad, y esto durante una de las mayores y más importantes solemnidades litúrgicas de la Iglesia Católica.
El acto de Bergoglio es una representación que no hace más que procurar el ECLIPSE de la Fe y, consecuentemente, muestra el ECLIPSE de la Iglesia.
Bajo la cortina de humo de la “humildad” se oculta un verdadero vaciamiento doctrinal, uno más, y van…
Si este burdo y grotesco gesto del “papa humilde” no es una manifestación pública de heterodoxia, deberíamos preguntarnos entonces qué cosa podrá serlo.

EL DEBER DE RESISTIR





El deber de resistir

Atila Sinke Guimarãess
 
Desgraciadamente la Santa Iglesia Católica está pasando por momentos difíciles en la actualidad. Alrededor de un siglo y medio atrás, ella estaba disfrutando de uno de sus períodos más gloriosos. Después de la proclamación del dogma de la infalibilidad papal (1870), la influencia del papado alcanzó un nuevo punto alto en la historia. A pesar de que la infalibilidad papal se aplicaba exclusivamente a algunas de las enseñanzas pontificias extraordinarias, es comprensible que irradiaba en otros campos de la actividad papal.

Las enseñanzas comunes del Papa eran vistos con mucho más respeto. Sus actos de gobierno asumió las características de las leyes perennes. Sus decisiones litúrgicas, exegética y canónicas llegó a ser consideradas como casi perfectas y santas. La proclamación de la infalibilidad papal arroja después una especie de aura de oro en el papado .

San Pedro en vestiduras pontificales El aura dorada de la infalibilidad papal irradiaba en todas las oficinas eclesiásticas
Esto causó alegría entre los católicos, especialmente los que se volvieron hacia la lucha contra-revolucionaria, es decir, aquellos que entienden que hay una conspiración de siglos de antigüedad, una Revolución, para destruir la Iglesia  de la cristiandad, y  así dedican su vida a defenderla de esta Revolución.

En una refracción secundaria, a la luz de la Infalibilidad Papal en cascada sobre la Jerarquía de la Iglesia entera. Con diferentes intensidades Cardenales, Arzobispos, Obispos y sacerdotes cayeron bajo la misma aura que irradiaba el Sumo Pontífice. Así, a finales del siglo 19 y principios del siglo 20, la Esposa de Cristo vio el concepto de una Iglesia monárquica espléndidamente establecida.

La consecuencia natural de este proceso fue la obediencia. Todas las instituciones jerárquicas proceden de la obediencia y generan obediencia. Esto también ocurrió en la Iglesia Católica.

Estas tres características - la exaltación del Papado, un mayor respeto por la jerarquía y la obediencia de los fieles - representó una victoria para la Contra-Revolución:
  • Una victoria contra la Revolución protestante que niega el papado;
  • Una victoria contra la Revolución Francesa que se lanzó en contra de la monarquía en el Estado y en la Iglesia;
  • Una victoria contra el movimiento liberal católico de la primera mitad del siglo 19 que quería una Iglesia tolerante y democrática adaptada al mundo moderno.( a lo mejor te suenan esas palabras en la actualidad) 
Estas victorias  entusiasmó a lo que quedaba de lo mejor y más saludable entre los católicos. Debido a este entusiasmo, estos elementos se mantuvo en una presencia viva hasta las vísperas del Concilio Vaticano II.

Cuando la obediencia sirve a la auto-destrucción de la Iglesia

Por una curiosa ironía de la historia, después de la instalación de facto del progresismo en las instancias directivas de la Iglesia con el Concilio Vaticano II, estas mismas características llegó a jugar un papel que, en la práctica, trabajó en una dirección opuesta. Ellos vinieron a servir a la auto-destrucción de la Iglesia.

Juan Pablo II Rabino Toaff Contradiciendo la enseñanza pasado, Juan Pablo II entra en la sinagoga de Roma y abraza al  jefe rabino 
Benedicto XVI en Asís Benedicto siguiente ejemplo JP II , encuentro con las religiones falsas y hechiceros vudú incluso
Francisco I abarca patriarca Francisco I abraza un patriarca cismático en su primera reunión con los líderes de las religiones mundiales 20 de marzo 2013
Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI utilizaron este prestigio adquirido para difundir los diferentes principios de la enseñanza perenne del Magisterio. Mater et Magistra, Pacem in Terris, Ecclesiam suam, Populorum progressio, Sollicitudo rei socialis, Mulieris dignitatem, Ut unum sint, Tertio millennio adveniente nte y Caritas in veritate algunos documentos pontificios en el que uno toma nota de esta nueva enseñanza.

El pensamiento expresa en los principales documentos del Concilio Vaticano II enfrentamientos con las enseñanzas pontificias a principios ordinarios y extraordinarios, así. Escrito en un lenguaje deliberadamente ambiguo, dichos documentos se basan en el mismo Théologie Nouvelle [Nueva Teología] previamente condenada , especialmente Lumen gentium, Gaudium et spes, Unitatis redintegratio, Dignitatis humanae y aetate Nostrae.

Así, por una especie de "ola de la varita mágica", la Iglesia cambió radicalmente su apariencia. Lo qué estaba mal llegó a estar en lo cierto, lo que era cierto llegó a ser incierto. Hoy se habla de abolir Quanta cura y el Syllabus de Pío IX, la Encíclica Pascendi se la llama anticuada, así también la Lamentabili Decreto y el juramento antimodernista. Las constituciones dogmáticas del Concilio de Trento y los anatemas contra el liberalismo se dejan de lado.se pide perdón  por la enseñanza dogmática secular contra los errores de la religión judía.

¿Cuál fue la fuerza secreta que llevó casi todo el cuerpo de los católicos a la relativa aceptación de este cambio enorme, sin duda el más grande jamás visto en la historia? Esto se debió principalmente a la acción de los tres factores mencionados: el prestigio papal, la fuerza de la Jerarquía de la Iglesia y la obediencia de los fieles.

La difícil situación de los católicos fieles


Paradójicamente, desde hace más de un siglo, contra-revolucionarios católicos fueron los principales artesanos que crearon estos tres factores a nivel institucional. Sin embargo, después de que Juan XXIII fue elevado al trono pontificio, ellos fueron los que más sufrieron la aplicación de estos elementos. El coro de los progresistas, permisivos, pusilánimes y el mediocre incluso  lanzamiento de hoy en contra de estos católicos los epítetos de estar "contra el Papa", "desobedientes a la Jerarquía", "fuera de la Iglesia".

Por lo tanto, se ven en la triste circunstancia de defender al papado, pero resistiendo las enseñanzas progresistas de los Papas conciliares. Siguen a amando con ardor cada vez mayor la característica monárquica de la Iglesia, para venerar las cadenas de la dependencia del menor vínculo con lo superior. Al mismo tiempo, no duda en negar su obediencia a los Jerarcas que promueven la auto-demolición de la Iglesia.

Schönborn comunión Los fieles católicos están perplejos en las misas como la de arriba concelebrada por el Cardenal Schönborn de Viena
La situación de estos católicos es delicada y paradójica. Ante el dilema: ¿"La fidelidad a los principios y a las personas?¿ La ortodoxia y la obediencia? "Se adhieren a los principios y resisten la autoridad ortodoxa.

La cuestión a partir de estas preguntas necesariamente: ¿Al actuar de esta manera, es por lo que se sitúan fuera de la Iglesia?

La respuesta es no, positivamente no. Constituyen una de las piezas más preciadas de los fieles. Ellos están siguiendo el ejemplo divino de Nuestro Señor, que, obedientes a las autoridades de la sinagoga en todo lo que era posible, sin embargo, no tenía miedo de no estar de acuerdo con ellos en las discusiones y le niega la obediencia en todo lo que se opone a la doctrina verdadera. Esta actitud no implica ya sea la colocación de uno mismo fuera de la Iglesia o de pie en el juicio del Papa.

Tal conclusión, sin embargo, no es sólo mía. Muchos grandes santos y doctores de la Iglesia han hablado sobre este asunto y recomendaron esta actitud. La doctrina sobre el derecho de los fieles - incluso el más simple - para resistir a las decisiones de las autoridades eclesiásticas que son peligrosos para la fe objetinamente erronea , fue expuesta por los Santos y Doctores de la Iglesia, así como de los teólogos famosos.

St. Thomas en la resistencia a los errores de los prelados

Santo Tomás de Aquino, en muchos pasajes de sus obras, sostiene el principio de que los fieles puedan cuestionar y amonestar a los prelados. Por ejemplo: "Al  haber un peligro inminente para la Fe, los prelados deben ser cuestionados, incluso públicamente, por sus súbditos. Así, St. Pablo, que era un tema de San Pedro, le preguntó públicamente a causa de un peligro inminente de escándalo en una cuestión de fe. Y, como la Glosa de San Agustín dice (Ad Galatas 2,14), 'St. Pedro se puso como ejemplo a los gobernantes para que si en algún momento se desvían del camino correcto, no rechazarán una corrección como indigna incluso si se trata de sus súbditos. '"(1)

Santo Tomás de Aquino El Doctor Angélico enseña enfáticamente el deber de resistir las enseñanzas que entran en conflicto con el Magisterio pasado
Refiriéndose al mismo episodio, en el que St. Pablo a resistido San Pedro "en su cara", enseña Santo Tomás: "La reprensión era justa y útil, y la razón de que no era trivial: no era un peligro para la preservación de la verdad evangélica ... La forma en que se llevó a cabo fue adecuada, ya que es pública y abierta. Por esta razón, St. Pablo escribe: "Hablé con Cefas ', es decir, Pedro," antes de todo el mundo ", ya que la simulación practicada por San Pedro estaba llena de peligros para todo el mundo" (2).

El Doctor Angélico también muestra cómo este pasaje de la Escritura contiene enseñanzas no sólo para los Jerarcas, pero para los fieles, así: "Para los prelados un ejemplo de humildad fue dada para que no se niegan a aceptar las correcciones de sus inferiores; así como a los sujetos un ejemplo de celo y de la libertad para que no teman  corregir  a sus prelados, sobre todo cuando el delito es público y supone un peligro para muchos. "(3)

En sus comentarios sobre las Sentencias de Pedro Lombardo, San Tomás enseña cómo corregir respetuosamente un Prelado que practica el pecado es una obra de misericordia tanto es mayor como la posición del prelado es mayor: ". Eccl 17:12 dice que Dios impone a cada uno deberes para con su prójimo. " Ahora, un prelado es nuestro vecino. Por lo tanto, debemos corregirlo cuando peca. ...

"Algunos dicen que la corrección fraterna no se extiende a los prelados ya sea porque no se ha de levantar su voz contra el cielo, o debido a que los prelados se escandalizan fácilmente si se corrige por sus súbditos. Sin embargo, esto no sucede, ya que cuando se peca, los prelados no representan el cielo y, por lo tanto, deben ser corregidos. Y los  de la corrección caritativa levantan sus voces en contra de ellos, pero en su favor, ya que la advertencia es para su propio bien. ... Por esta razón .... el precepto de la corrección fraterna se extiende también a los prelados, de modo que puede ser corregido por los sujetos. "(4)

Otros teólogos y santos en la resistencia a un Papa

Fr. Francisco de Vitoria, OP, plantea las siguientes preguntas: ¿"Un Papa que destruye la Iglesia debe ser resistido públicamente?. ¿Qué se debe hacer cuando el Papa, debido a sus malas costumbres, destruye la Iglesia? ¿Qué se debe hacer si el Papa quería sin razón  abrogar la ley positiva? "

Su respuesta es: "Desde luego, sería pecar, sino que tampoco se debe permitir actuar de manera tal ni debe ser obedecido en lo que está mal, pero debe ser resistido con una reprensión cortés. Por lo tanto ... si quería destruir la Iglesia o similares, no se debe permitir a actuar de esa manera, pero uno estaría obligado a resistir.

Cátedra de San Pedro La Cátedra de Pedro debe ser protegida de errores - incluso aquellas hechas por los Papas
"La razón de esto es que no tiene el poder de destruir. Por lo tanto, si hay pruebas de que lo está haciendo, es lícito resistirle. El resultado es que si el Papa destruye la Iglesia por sus órdenes y acciones,  se puede resistir y evitar la ejecución de sus mandatos. "(5)

Fr. Francisco Suárez, SJ, también defiende esta posición: "Si [el Papa] da una orden contraria a las buenas costumbres, no debe ser obedecida. Si él intenta hacer algo manifiestamente opuesto a la justicia y el bien común, sería lícito resistirle. Si él ataca por la fuerza,  podía ser repelido por la fuerza, con la moderación adecuada a una defensa justa. "(6)

San Roberto Belarmino, el paladín grande de la Contra-Reforma, sostiene: "Así como es lícito resistir un Pontífice que agrede el cuerpo, también es lícito resistir aquel que agrede el alma o que perturbe el orden civil o, sobre todo, aquel que intenta destruir la Iglesia.

"Yo digo que es lícito resistirle no haciendo lo que él ordena y prevenir su voluntad de ser ejecutado. No es lícito, sin embargo,  juzgar, sancionar o destituir a él, ya que se trata de acciones propias de un superior. "(7)

Fr. Cornelio a Lapide, SJ, sostiene: " A los Superiores se pueden, con caridad humilde, ser amonestados por sus inferiores en la defensa de la verdad, que es lo que San Agustín, San Cipriano, San Gregorio, Santo Tomás y otros declaran sobre este pasaje (Gal. 2:11).

"St. Agustín escribió: "Al enseñar que los superiores no deben negarse a ser corregidos por los inferiores, San Pedro dio a la posteridad un ejemplo más santo que el de St. Pablo como él enseñó que, en la defensa de la verdad y con caridad,los inferiores pueden tener la audacia para resistir superiores sin miedo "(Epistula 19 Hieronymum anuncio)." (8)

El deber de resistir

La aplicación de estas enseñanzas hasta nuestros días, la conclusión es muy grave y muy simple: los católicos que aman verdaderamente a la Iglesia tienen el deber de resistir las doctrinas, leyes, normas y órdenes que vienen de una autoridad eclesiástica, sobre todo si es el Papa, que favorecen El progresismo.

Esta resistencia debe ser cortés y caritativa. Esto no significa que uno se coloca fuera de la Iglesia por esto. Además, no quiere decir que el católico que toma esta posición tiene el poder de juzgar al Papa.

  1. Summa Theologiae (Turín / Roma: Marietti), 1948, II.II, P. 33, a.4.
  2. Súper Epistulas S. Pauli, Ad Galatas, 2, 11-14, (Taurini / Roma: Marietti, 1953), LEC. III, nn. 83-84 Martín Lutero
  3. Ibid., N. 77.
  4. Sententiarum IV, d. 19, P.2, a.2.
  5. Obras de Francisco de Vitoria (Madrid: BAC, 1960), pp 486f.
  6. De Fide, disp. X, sec. VI, n. 16, en la Opera omnia (París: Vives, 1958), vol. XII, de Xavier da Silveira, La nouvelle Messe de Pablo VI: Qu'en penser (Chiré-en-Montreuil: Difusión de la Pensée Française, 1975)?, Pp 323.
  7. De Romano Pontifice, lib. II, cap. 29, en Opera omnia (Nápoles / Panormi / Paris: Pedone Lauriel), 1871, vol. I, p. 418.
  8. Commentaria en Scripturam Sacram, Ad Galatas 2:11, (París: Ludovicus Vives, 1876), vol. 18, p. 528.

Publicado por primera vez en Nosotros te resistimos en la cara ,
Los Angeles, TIA, 2000, pp 151-156,

LLAMAME JORGE




"Me llaman Jorge '

Marian T. Horvat, Ph.D.
 
Entre las muchas innovaciones igualitarias de Bergoglio,  es particularmente impactante  su constante desprecio por los títulos papales. Dado que el título representa el poder, sólo se puede sospechar que tiene la idea tradicional del  Papa como superfluo Sumo Pontífice , los restos de una mentalidad que aún permanecía monárquico medieval la está tratando de erradicar.

Papa Francis Hola amigo, soy Jorge
 
Uno no gana puntos con Jorge Bergoglio llamándolo Sumo Pontífice de la Iglesia Universal (Summus Pontifex Ecclesiae universali s) o simplemente el Sumo Pontífice (en latín, Summus Pontifex). Se refiere a sí mismo como el Obispo de Roma, sólo el primero entre los iguales de los Cardenales.

En cuanto a dirigirse a él con el título tradicional de "Su Santidad", que parece como el mínimo de los respetos que mostrar por el Jefe de la Iglesia Católica, incluso  ya no es necesario.

Cuando se le preguntó como debía ser llamado, responde rápidamente, "Llámame Jorge".

-Sólo me llaman Jorge '


José María del Corral, directora de la "Escuela de Vecinos" programa educativo en Buenos Aires fue uno de los invitados especiales del Papa en la Misa Inaugural

De paso, quiero destacar que esta escuela,es una iniciativa apoyada por el Card. Bergoglio, no es para catequizar a los jóvenes en la fe católica. Por el contrario, reúne a jóvenes de diferentes religiones para enseñar la tolerancia y "respeto" por sus diferencias. En efecto, promueve la indiferencia religiosa.

José María del Corral Corral contando su historia en la Plaza de San Pedro del Vaticano
Cuando Corral "se encontró" con el Papa en el ascensor, le preguntó: "¿Cómo me refiero a usted ahora?"

  Brgoglio le respondió: "Llámame Jorge, ¿qué más?"

Este gesto igualitario hizo brotar lágrimas de alegría en los ojos de Corral. Creo que debería traer lágrimas de tristeza en los ojos de los católicos que aman y veneran a la Sede de Pedro y todo lo que representa.

Luego está el informe acerca de cómo se le llamaba en la Arquidiócesis de Buenos Aires  antes de celebrar la " Misa" en la Plaza de San Pedro. Este jesuita, quien debe amar al papado por encima de todas las cosas, en su lugar le encanta mostrar al Papa como que no es más que una cualquier  persona. Es por esto que hace sus propias llamadas telefónicas.

Cuando una monja contestó el teléfono, ella preguntó: "¿Quién llama?" Y él dijo "Padre Jorge." La monja dijo: "Su Santidad?" Él respondió: "Oh, no, soy el padre Jorge", como diciendo que se trataba de que no es el momento para los títulos oficiales.

"El cardenal Jorge habla '

También está la historia que circula acerca de cómo el Papa llama el quiosco de la calle en Buenos Aires, donde compró su diario todos los día durante los últimos años. Quería cancelar la suscripción. Daniel del Regno contestó el teléfono y escuchó una voz familiar: "Hola Daniel,habla el cardenal Jorge ".

El hombre pensó que era uno de sus amigos jugando una broma, pero el Jorge insistió: "Lo digo en serio. Soy Jorge Bergoglio. Te estoy llamando desde Roma. "


luis de regno Luis de Regno, padre de Daniel, propietario del quiosco
Y Daniel, dándose cuenta de que era el Sumo Pontífice que le  habla, también rompió a llorar.

Más tarde ese día "Cardenal Jorge" llamó por teléfono a su dentista para cancelar sus dientes puede anular cita. Luego hizo otras llamadas, una para poner fin a su servicio de telefonía celular, y otro para dar sus instrucciones detalladas a fontanero para arreglar las duchas en la residencia del obispo, junto a la Basílica.

"Lo bueno de este trabajo", señaló el Jorge sobre el papado, "es que  tengo mucho tiempo libre. ¡Todo en la Iglesia está funcionando sin problemas."

Si en realidad  tiene mucho tiempo libre, no es difícil suponer que él está utilizando todo esto para destruir la dignidad del Papado. En las dos semanas desde que lo eligieron al frente del vaticano II, él ya había destruido tantos símbolos del papado como los otros cinco Papas conciliares junto antes de él...

Por cierto, si el Papa tiene tanto tiempo libre, como dice Jorge, ¿por qué Benedicto XVI renuncia al cargo alegando que no podía soportar el peso abrumador de gobernar toda la Iglesia católica? Uno de los dos  no parece estar diciéndonos la verdad ...

P. CERIANI: JUEVES SANTO




P. CERIANI: JUEVES SANTO

Tomado de Radio Cristiandad

JUEVES SANTO
En esta nueva conmemoración solemne del Jueves Santo, quiero hacer referencia a un aspecto muy particular, que nos sirva de tema de reflexión, de meditación, para prolongar durante la noche nuestra adoración a la Sagrada Eucaristía y al Sagrado Corazón de Jesús: quiero atraer vuestra atención sobre el hecho del Sacrificio de Jesús en el Monte de los Olivos, en el Jardín de Getsemaní.
La Santa Misa fue instituida al anochecer del Jueves Santo. Esa primera Misa, que se rezó en el Cenáculo, está en íntima relación con los sucesos que acaecieron después de instituida la Sagrada Eucaristía.
Antes de dejar el Cenáculo, Jesús y sus discípulos dieron gracias entonando a coro un himno, que fue como el Ite Missa est de la ceremonia desarrollada allí.
Sin embargo, esta despedida preparaba el sacrificio del Huerto de Getsemaní.
Jesús marcha hacia el Monte de los Olivos para continuar el acto de suprema caridad que iniciase en el Cenáculo y que pronto iba a coronar sobre el Calvario.
En el Cenáculo, ese acto es sacrificio de amor; en Getsemaní y en el Gólgota, termina en el más profundo dolor. Porque el dolor es el crisol del verdadero amor; en el dolor se purifica y resplandece el amor.
Horas más tarde desgarrarán bárbaramente a Nuestro Señor; su Sangre divina correrá por un infame patíbulo en la cumbre del Calvario. Allí pondrá remate al sacrificio, aniquilándose por completo para salvar al hombre. Allí exhalará el último suspiro y la muerte concluirá su obra.
En el Huerto de Getsemaní también ofreció Nuestro Salvador un Sacrificio, el Sacrificio de Medianoche, con oblación, consagración y comunión; transición sublime del Cenáculo al Calvario.
Getsemaní es como un altar en que Jesús oficia un Sacrificio, puesto que allí se ofrece, sufre, suda sangre y se inmola al pasar por las congojas de la agonía.
Getsemaní tiene parte del Cenáculo y parte del Calvario: preludio del Calvario, es al mismo tiempo el complemento del Cenáculo.
Lo que sacramentalmente se efectuó en el Cenáculo, comienza a tener realidad sensible en el Monte de los Olivos, con el mismo Sacerdote y la misma Víctima…
Getsemaní es el corazón de la Pasión, porque es la pasión del Corazón…
Entonces fue Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.
Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dijo: Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.
Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: ¡Padre mío!, si es posible, que pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya.
Volvió entonces donde los discípulos y los encontró dormidos; y dijo a Pedro: ¿Ni siquiera has podido velar una hora conmigo? Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.
Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: ¡Padre mío!, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados. Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.
Y cayó en agonía y su oración se hizo más apretada. Y le vino un sudor como de gotas de sangre que chorreaba hasta el suelo. Y apareció en Ángel del cielo, confortándole.
Vino entonces donde los discípulos y les dijo: Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. ¡Levantaos!, ¡Vamos! Mirad que el que me va a entregar está cerca.

Consideremos la Oblación, la Consagración y la Comunión de este Sacrificio de Medianoche.
La Oblación
En el Monte de los Olivos Jesús se ofrece a la Justicia divina como víctima de expiación.
La Justicia de Dios estaba airada; exigía satisfacción; los culpables, los hombres, no podían aplacarla…
Para presentar a Dios una ofrenda adecuada, era preciso ser santo; y para apaciguar equitativamente a un Dios justamente irritado, era necesario ser infinito como Él.
Sólo Jesús reunía estas dos condiciones; sólo Él, por consiguiente, podía templar la cólera de Dios.
Por esta razón, en el altar de Getsemaní fue el Sacerdote aceptable y al mismo tiempo la Víctima de infinita propiciación.
¡Divino Sacerdote!, Él mismo se presenta como Víctima, encorvada por peso de los padecimientos…
¡Padre!, no se haga mi voluntad, sino la tuya
¡Padre!, me ofrezco a Ti Fiat. Te doy mi cuerpo, mi alma, mi corazón, todas las facultades de mi espíritu, todo mi ser, para que, atormentado, expíe los pecados de los hombres. Fiat.
Contemplemos la grandiosa ofrenda de este Sacrificio del Corazón de Cristo Sacerdote: ¡Padre!, no se haga mi voluntad, sino la tuya... ¡Padre!, me ofrezco como víctima. Acéptame por tal….
Son las oraciones del Ofertorio: Suscipe, sancte PaterOfferimus tibi, Domine
Recibe, Padre Santo, Dios Todopoderoso y Eterno, esta hostia inmaculada, que yo, indigno siervo tuyo, te ofrezco a Ti, Dios mío, vivo y verdadero, por mis innumerables pecados, ofensas y negligencias…
No nos parezca exagerada la apropiación de esta oración. En efecto, escribe el Apóstol San Pablo que cuando Dios envió a su Hijo a que expiara con su Sangre las penas merecidas por nuestros pecados, quiso con ello patentizar la grandeza de su justicia: Al cual (a Cristo Jesús) exhibió Dios como monumento expiatorio, mediante la fe, en su sangre, para demostración de su justicia.
Y comenta San Alfonso María de Ligorio: nótese la expresión para demostración de su justicia. Para darse una idea de lo que Jesús padeció en su vida y especialmente en su muerte hay que tener en cuenta lo que el mismo Apóstol trae en su Carta a los Romanos: Dios, habiendo enviado a su propio Hijo en semejanza, de carne de pecado y como víctima por el pecado, condenó al pecado en la carne.
Al ser enviado Jesucristo a redimir al hombre, se revistió de nuestra carne, inficionada por el pecado de Adán, y, aun cuando no contrajo la mancha del pecado, con todo, cargó con las miserias contraídas por la naturaleza humana en pena del pecado y se ofreció al Padre Eterno a satisfacer con sus penalidades a la divina justicia por todas las deudas del género humano.
Y el Padre, como escribe Isaías, hizo que le alcanzara la culpa de todos nosotros. Contemplemos, por ende, a Jesús cargado con todas las blasfemias, todos los sacrilegios, obscenidades, hurtos, crueldades y con todas las maldades cometidas y que aún pueden cometer los hombres. Contemplémoslo, en una palabra, hecho objeto de todas las divinas maldiciones que se habían acarreado los hombres por sus crímenes: Cristo nos rescató de la maldición de la ley, hecho por nosotros objeto de maldición.
La maldición se trocó en beneficio cuando Jesucristo se hizo responsable de nuestros pecados y satisfizo a la justicia divina.
La Consagración
El sacrificio se ofrece a Dios por la Consagración, es decir, por la destrucción de la víctima, aunque fuera esto sacramentalmente, como en la Santa Misa, o místicamente, como lo estamos considerando.
Esta simbólica consagración la llaman los teólogos reducción de la víctima a un estado que se asemeja a la destrucción.
Es comprensible la necesidad de destruir la víctima, puesto que el sacrificio intenta rendir a Dios un acto de suprema adoración y testimonio a su divinidad.
En el Calvario, la consagración consistirá en la real inmolación llevada a cabo por la separación del alma y del cuerpo: la muerte. En esta inmolación Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, reconoce a su Padre como soberano Señor; y como tal lo adora y le paga un tributo de expiación por el pecado de los hombres.
En el Cenáculo, la consagración de la primera Misa de Jesús consistió en una inmolación sacramental por el simbolismo y por el modo de realizarse, puesto que, considerando la fuerza intrínseca de las palabras de la Consagración, vemos el Cuerpo de Cristo y su Sangre separados.
Pero en Getsemaní, el Salvador se ve reducido a un estado que no dista del aniquilamiento. Si no es víctima de la muerte que lo hiere, lo es de la agonía que lo despedaza.
Santo Tomás enseña que Jesucristo, al redimirnos, no sólo tuvo en cuenta la virtud y el mérito infinito que tenían sus dolores, sino que quiso sufrir un dolor que bastara para satisfacer plena y rigurosamente por todos los pecados del linaje humano.
Y San Buenaventura añade: Quiso padecer tantos dolores como si Él hubiera cometido todos los pecados.
El mismo Dios cargó a Jesucristo con penalidades proporcionadas a la deuda contraída por nuestras culpas, verificándose así lo que escribía Isaías en capítulo LIII de su Libro: A Yahveh le plugo destrozarle con padecimiento.
Todo esto estaba predicho en breves palabras, cuando el rey David, hablando de Cristo, escribía: Sobre mí tu furor está pesando… Sobre mí han pasado tus furores.
De manera que toda la ira divina, excitada por nuestros pecados, descargó sobre la persona de Jesucristo.
Entiéndase de igual manera lo que de Él dice San Pablo: Cristo hecho por nosotros objeto de maldición. Jesús se trocó en la maldición —como se lee en el texto griego— esto es, en el objeto de todas las maldiciones merecidas por nuestros pecados.
Todo el ser de Jesús se inmola y se ofrece a Dios. Es la hora del supremo anonadamiento. Y esta situación, penosa para el Cuerpo y para el Alma, tan próxima a la muerte, mi alma está triste hasta la muerte…, puede ser considerada como la consagración del Sacrificio de Medianoche de Jesús.
En el templo grandioso de la naturaleza reina un silencio augusto de consagración. Quietud bajo las pesadas coronas del olivar. Silencio de muerte el de Getsemaní. Se adivinan tan sólo unos latidos desconcertados del Corazón en agonía. Se entreoyen gemidos: ¡Padre!… ¡Padre mío!… ¡Fiat! ¡Fiat! ¡Hágase! Y las gotas de Sangre divina cayendo sobre el húmedo césped…
En el solemne silencio de la consagración, hemos de considerar nosotros lo que fue esta inmolación del Cordero divino en el altar de Getsemaní…
¿Quién será capaz de explicar, ni siquiera comprender, los dolores interiores de su alma, que excedieron con mucho a los dolores corporales? Tales fueron estas penalidades internas, que en el huerto de Getsemaní le hicieron sudar sangre de todos sus poros, forzándole a exclamar que bastaban ellas para causarle la muerte: Triste en gran manera está mi alma hasta la muerte.
La Comunión
Hecha la ofrenda, inmolada la víctima, debe consumirse; de ella se alimenta el sacrificador y aquellos por quienes se hizo la oblación. Este acto se llama Comunión.
La justicia del Padre Eterno es quien en primer lugar inmola a su Propio Hijo a su gloria y por la salvación de las almas. Jesús debe satisfacer a su Eterno Padre y ha de saturar las almas en una Comunión que las hará participar del Sacrificio de Medianoche en el Huerto de los Olivos.
Sobre el altar de la roca de Getsemaní Nuestro Redentor da al Padre su Corazón desgarrado; y esa entrega aplaca la sed de justicia.
Y habiéndose satisfecho, refluye sobre la Víctima divina la infinita misericordia, trayéndole la calma después de tan espantosa tormenta.
La agonía y la oración de Nuestro Señor han hecho reconciliar la Justicia y la Misericordia: el tributo de expiación que debía la humanidad culpable lo ha pagado el Cordero que quita el pecado del mundo.
En representación del género humano ofreció al Padre el homenaje de adoración, de gratitud, de expiación y de súplica debido a sus infinitas perfecciones.
Y el irritado Juez, al inmolarlo como Víctima, se aplacó; nuevamente se acerca a la humanidad lleno de amor misericordioso y nos recibe otra vez con el dulce nombre de hijos.
La ofrenda del sacrificio debe sustentar también a aquellos por quienes se ha hecho la inmolación. Ciertamente que Jesús contempló la larga hilera de almas hambrientas venidas para saciar su hambre en los frutos de su inmolación, en la Comunión de cada Misa hasta el fin de los tiempos.
Pero el Ángel del Consuelo señaló, a la mirada agónica de la atormentada Víctima, otra hilera, menos numerosa, mucho más corta: la de la Comunión de los fieles durante el Sacrificio nocturno de Jesús en el Huerto de los Olivos… la de las almas que comulgan y participan de las tristezas de Jesús, de sus amarguras, de sus soledades…
El Ángel Consolador las ve partir satisfechas y serenas, retirándose del altar de Getsemaní para acometer con nuevos bríos la lucha de la vida en las agonías de su propio Getsemaní, que las introduce en el camino que lleva al Calvario…
Pero, ya que esas almas sedientas de dolores, de sufrimientos, de deshonras, de humillaciones, de persecuciones, iban a ser tan pocas… ya que sería tan reducida la hilera de las almas que vendrían a comulgar al altar del Sacrificio de la Agonía, Jesús rogó a Santa Margarita María que invitase de nuevo y con más empeño a la humanidad creyente para que acudiese a saciarse con la Sangre del Sudor de Getsemaní.
Primero dirigió estas palabras a su sierva desde el misterioso Tabernáculo de Paray-le-Monial: Todas las noches del jueves al viernes te haré participar de la mortal tristeza que quise padecer en el Huerto de los Olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía, más difícil de soportar que la muerte. Y para acompañarme en aquella humilde plegaria, que entonces presenté a mi Padre, te postrarás con la faz en tierra, deseosa de aplacar la cólera divina y en demanda de perdón.
Luego hizo la siguiente revelación que debe sacudir nuestra apatía y tibieza; así lo relata Santa Margarita María: Se me presentó Jesús bajo la figura de un “Ecce Homo”, cargado con su Cruz, cubierto de llagas y de heridas. Su Sangre adorable brotaba de todas ellas; y luego, con voz desgarradora y triste, me dijo:
« ¿No habrá, por ventura, nadie que se compadezca de Mí y que, teniéndome piedad, comparta el dolor que sufro en este estado lamentable en que me tienen sumido tantos pecadores?
Aquí tienes el Corazón que ha amado tanto a los hombres, y que no ha perdonado medio alguno de probarles su amor, hasta el extremo de agotarse y consumirse por ellos.
Y, en retorno, no recibo de la mayor parte sino ingratitud y menosprecio, lo que me amarga mucho más que todo cuanto he sufrido en mi pasión.
Si los hombres me correspondieran, siquiera en parte, consideraría poco lo que hecho, y desearía, si posible fuera, sufrir más todavía… Pero, ¡ay!, no tienen sino frialdad y rechazos para cada una de las solicitudes de mi amor.
Al menos tú, hija mía, concédeme el consuelo de verte reparar, en cuanto puedas y de ti dependa, esa ingratitud. Participa de mis congojas, y llora la insensibilidad culpable de tantos corazones.
Tengo sed devoradora de ser amado de los hombres, pero no encuentro casi a nadie que tenga voluntad de aplacarla con retorno de amor cumplido y generoso. No hallo quien me ofrezca en este estado de abandono, un lugar de reposo. ¿Quieres tú consagrarme tu alma para que en ella descanse mi amor crucificado, que el mundo entero menosprecia? Quiero que tu corazón me sirva de asilo, en el que me cobije para solazarme, cuando los pecadores me persigan y me arrojen de los suyos. Entonces, con los ardores de la tu caridad, repararás las injurias que recibo ».
El mismo Jesús enseñó, pues, el ejercicio de la Hora Santa como medio de atraer las almas; y en ella se afana en saciarlas con la Sangre de Getsemaní.

Ite, Missa est
Al concluir el Sacrificio de Medianoche en el Huerto de los Olivos, Jesús ya no tiembla ni gime, sino que, fortalecido y reanimado, reúne a sus Apóstoles y les dice: Levantaos, vamos; he aquí que el que me ha de entregar llega ya
Esta palabras constituyeron el Ite, Missa est del Sacrificio de Getsemaní.
El Corazón de Jesús se derrama de gozo, no porque la Pasión haya terminado, sino porque confortado por la Comunión del Huerto, acomete el último sacrificio, marcha al altar del Calvario, coronamiento necesario de los sacrificios que precedieron… Surgite, eamus!
Conclusión
En este Jueves Santo, tomemos la resolución de oficiar solemnemente nuestro sacrificio de la vida.
A ejemplo de Jesús recemos cada día por la mañana la Misa del Cenáculo, y, unidos a Él, hagamos ofrecimiento, entrega e inmolación de nuestras vidas por la gloria de Dios.
Tomemos luego el camino que conduce al Sacrificio de Getsemaní, que será todo el día y, acaso, la noche; y allí, ofrezcamos un lugar de reposo a la divina Víctima; consagremos nuestra alma para que en ella descanse el Amor crucificado; que nuestro corazón sirva de asilo al peregrino del Amor.
En Getsemaní esta el Altar de nuestro sacrificio…
¡Es cierto! Uno se acerca tembloroso de espanto a las gradas que preceden esa Ara, sangrante el corazón… Y sube, desfallecido, bajo el peso de aplastante dolor…
¡Es cierto! Allí se padece una sensible agonía…
Pero…, ¡feliz quien hallare en ese altar a Jesucristo!, para mezclar sudor y sangre, sollozos y lágrimas a las de Dios en agonía, más ensangrentado acaso, pero rehecho por milagro de un divino vigor…
Alma cristiana y devota, tu altar es Getsemaní… ¡Sube a él!
Y así cada mañana, cada día y cada noche, hasta que Nuestro Señor nos indique Ite, Missa est… tu sacrificio del Cenáculo y de Getsemaní se ha terminado; ya puedes ir de frente al sacrificio de la muerte, la Misa de tu Calvario.
Pidamos la gracia de que al llegar a la cima de nuestro Gólgota, en la hora definitiva de nuestra vida, María Santísima, la Madre del Redentor, la Corredentora, Ella que estuvo de pie junto a la Cruz de su Hijo, también esté junto a nosotros para que podamos ofrecer, entregar e inmolar nuevamente nuestro ser para que tengamos la gracia y la dicha de oír, al finalizar nuestra agonía, el Ite, Missa est… el Consummatum est… todo está consumado, la Misa de nuestro Calvario concluida, aurora de la eterna Pascua que celebraremos con cánticos de alabanza y de amor en compañía del Corazón agonizante de un día y hoy, y por siempre, glorificado.