sábado, 19 de octubre de 2013

"YO SOY LA MADRE DEL AMOR HERMOSO", MARÍA ES NUESTRA MADRE


                                                                              


"Yo soy la madre del amor hermoso"

 (Ecclo 24,24), dice María; porque su amor, dice un autor, hace hermosas nuestras almas a los ojos de Dios y consigue como madre amorosa recibirnos por hijos. ¿Y qué madre ama a sus hijos y procura su bien como tú, Dulcísima reina nuestra, que nos amas y nos haces progresar en todo? Más -sin comparación, dice san Buenaventura- que la madre que nos dio a luz, nos amas y procuras nuestro bien. ¡Dichosos los que viven bajo la protección de una madre tan amante y poderosa!
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 El profeta David, aun cuando no había nacido María, ya buscaba la salvación de Dios proclamándose hijo de María, y rezaba así: "Salva al hijo de tu esclava" (Sal 85,16). ¿De qué esclava -exclama san Agustín- sino de la que dijo: He aquí la esclava del Señor? ¿Y quién tendrá jamás la osadía -dice el cardenal Belarmino- de arrancar estos hijos del seno de María cuando en él se han refugiado para salvarse de sus enemigos? ¿Qué furias del infierno o qué pasión podrán vencerles si confían en absoluto en la protección de esta sublime madre?
 Cuentan de la ballena que cuando ve a sus hijos en peligro, o por la tempestad o por los pescadores, abre la boca y los guarda en su seno. Esto mismo, dice Novario, hace la piadosísima madre con sus hijos. Cuando brama la tempestad de las tentaciones, con materno amor como que los recibe y abriga en sus propias entrañas, hasta que los lleva al puerto seguro del cielo. Madre mía amantísima y piadosísima, bendita seas por siempre y sea por siempre bendito el Dios que nos ha dado semejante madre como seguro refugio en todos los peligros de la vida.

La Virgen reveló a santa Brígida que así como una madre si viera a su hijo entre las espadas de los enemigos haría lo imposible por salvarlo, así obro yo con mis hijos, por muy pecadores que sean, siempre que a mí recurran para que los socorra. Así es como venceremos en todas las batallas contra el infierno, y venceremos siempre con toda seguridad recurriendo a la madre de Dios y madre nuestra, diciéndole y suplicándole siempre: "Bajo tu amparo nos acogemos, santa madre de Dios". ¡Cuántas victorias han conseguido sobre el infierno los fieles sólo con acudir a María con esta potentísima oración! La sierva de Dios sor María del Crucificado, benedictina, así vencía siempre al demonio.
                                              

Estad siempre contentos los que os sentís hijos de María; sabed que ella acepta por hijos suyos a los que quieren ser. ¡Alegraos! ¿Cómo podéis temer perderos si esta madre os protege y defiende? Así, dice san Buenaventura, debe animarse y decir el que ama a esta buena madre y confía en su protección: ¿Qué temes, alma mía? Nada; que la causa de tu eterna salvación no se perderá estando la sentencia en manos de Jesús, que es tu hermano, y de María, que es tu madre. Con este mismo modo de pensar se anima san Anselmo y exclama: "¡Oh dichosa confianza, oh refugio mío, Madre de Dios y madre mía! ¡Con cuánta certidumbre debemos esperar cuando nuestra salvación depende del amor de tan buen hermano y de tan buena madre!" Esta es nuestra madre que nos llama y nos dice: "Si alguno se siente como niño pequeño, que venga a mí" (Pr 9,4). Los niños tienen siempre en los labios el nombre de la madre, y en cuanto algo les asusta, enseguida gritan: ¡Madre, madre! - Oh María Dulcísima y madre amorosísima, esto es lo que quieres, que nosotros, como niños, te llamemos siempre a ti en todos los peligros y que recurramos siempre a ti que nos quieres ayudar y salvar, como has salvado a todos tus hijos que han acudido a ti.


El gran amor que nos tiene nuestra madre               

Si María es nuestra madre, bien está que consideremos cuánto nos ama.
El amor hacia los hijos es un amor necesario; por eso -como reflexiona santo Tomás- Dios ha puesto en la divina ley, a los hijos, el precepto de amar a los padres; mas, por el contrario, no hay precepto expreso de que los padres amen a sus hijos, porque el amor hacia ellos está impreso en la naturaleza con tal fuerza que las mismas fieras, como dice san Ambrosio, no pueden dejar de amar a sus crías. Y así, cuentan los naturalistas, que los tigres, al oír los gritos de sus cachorros, presos por los cazadores, hasta se arrojan al agua en persecución de los barcos que los llevan cautivos. Pues si hasta los tigres, parece decirnos nuestra amadísima madre María, no pueden olvidarse de sus cachorros, ¿cómo podré olvidarme de amaros, hijos míos? "¿Acaso puede olvidarse la mujer de su niño sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti" (Is 49,15). Si por un imposible una madre se olvidara de su hijo, es imposible, nos dice María, que yo pueda olvidarme de un hijo mío.

María es nuestra madre, no ya según la carne, como queda dicho, sino por el amor. "Yo soy la madre del amor hermoso" (Ecclo 24,24). El amor que nos tiene es el que la ha hecho madre nuestra, y por eso se gloría, dice un autor, en ser madre de amor, porque habiéndonos tomado a todos por hijos es todo amor para con nosotros. ¿Quién podrá explicar el amor que nos tiene a nosotros miserables pecadores? Dice Arnoldo de Chartes que ella, al morir Jesucristo, deseaba con inmenso ardor morir junto al hijo por nuestro amor. Y así, cuando el Hijo -dice san Ambrosio- colgaba moribundo en la cruz, María hubiera querido ofrecerse a los verdugos para dar la vida por nosotros.      


Pero consideremos los motivos de este amor para que entendamos cuánto nos ama esta buena madre.
La primera razón del amor tan grande que María tiene a los hombres es el gran amor que ella le tiene a Dios. El amor a Dios y al prójimo, como escribe san Juan, se incluyen en el mismo precepto. "Tenemos este mandamiento del Señor, que quien ama a Dios, ame también a su hermano" (1Jn 4,21). De modo que, cuando crece el uno, crece el otro también. Por eso vemos que los santos, que tanto amaban a Dios, han hecho tanto por el amor de sus prójimos. Han llegado a exponer la libertad y hasta la vida por su salvación. Léase lo que hizo san Francisco Javier en la India, donde para ayudar a las almas de aquellas gentes escalaba las montañas, exponiéndose a mil peligros para encontrar a los paganos en sus chozas y atraerlos a Dios. Un san Francisco de Sales que para convertir a los herejes de la región de Chablais se aventuró durante un año a pasar todos los días un torrente impetuoso, andando sobre un madero, a veces helado, para llegar a la otra ribera y poder predicar a los obstinados herejes. Un san Paulino que se entregó como esclavo para librar al hijo de una pobre viuda. Un san Fidel que por atraer a la fe a unos herejes, predicando perdió la vida. Los santos, porque así amaban a Dios, se lanzaron a hacer cosas tan heroicas por sus prójimos.
                                                                     


Pero ¿quién ha amado a Dios más que María? Ella lo amó desde el primer instante de su existencia más de lo que lo han amado y amarán todos los ángeles y santos juntos en el curso de su existencia, como luego veremos considerando las virtudes de María. Reveló la Virgen a sor María del Crucificado que era tal el fuego de amor que ardía en su corazón hacia Dios, que podría abrasar en un instante todo el universo si lo pudieran sentir. Que en su comparación eran como suave brisa los ardores de los serafines. Por tanto, como no hay entre los espíritus bienaventurados quien ame a Dios más que María, así no puede haber, después de Dios, quien nos ame más que esta amorosísima Madre. Y si se pudiera unir el amor que todas las madres tienen a sus hijos, todos los esposos a sus esposas y todos los ángeles y santos a sus devotos, no alcanzaría el amor que María tiene a una sola alma. Dice el P. Nierembergh que el amor que todas las madres tienen por sus hijos es pura sombra en comparación con el amor que María tiene por cada uno de nosotros. Más nos ama ella sola -añade- que lo que nos aman todos los ángeles y santos.

Además, nuestra Madre nos ama tanto porque Jesús nos ha recomendado a ella como hijos cuando le dijo antes de expirar: "Mujer, he ahí a tu hijo", entregándole en la persona de Juan a todos los hombres, como ya lo hemos considerado. Estas fueron las últimas palabras que le dijo su Hijo. Los últimos encargos de la persona amada en la hora de la muerte son los que más se estiman, y no se pueden borrar de la memoria.
También somos hijos muy queridos de María porque le hemos costado excesivos dolores. Las madres aman más a los hijos por los que más cuidados y sufrimientos han tenido para conservarles la vida. Nosotros somos esos hijos por los cuales María, para obtenernos la vida de la gracia, ha tenido que sufrir el martirio de ofrecer la vida de su amado Jesús, aceptando, por nuestro amor, el verlo morir a fuerza de tormentos. Por esta sublime inmolación de María, nosotros hemos nacido a la vida de la gracia de Dios. Por eso somos los hijos muy queridos de su corazón, porque le hemos costado excesivos dolores. Así como del amor del eterno Padre hacia los hombres, al entregar a la muerte por nosotros a su mismo Hijo, está escrito: "Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su propio Hijo" (Jn 3,16), así ahora -dice san Buenaventura- se puede decir de María. "Así nos amó María, que nos entregó a su propio Hijo".
                                                                    

¿Cuándo nos lo dio? Nos lo dio, dice el P. Nierembergh, cuando le otorgó licencia para ir a la muerte. Nos lo dio cuando, abandonado por todos, por odio o por temor, podía ella sola defender muy bien ante los jueces la vida de su Hijo. Bien se puede pensar que las palabras de una madre tan sabia y tan amante de su hijo hubieran podido impresionar grandemente, al menos a Pilato, disuadiéndole de condenar a muerte a un hombre que conocía, y declaró que era inocente. Pero no; María no quiso decir una palabra en favor de su Hijo para no impedir la muerte, de la que dependía nuestra salvación. Nos lo dio mil y mil veces al pie de la cruz durante aquellas tres horas en que asistió a la muerte de su Hijo, ya que entonces, a cada instante, no hacía otra cosa que ofrecer el sacrificio de la vida de su Hijo con sumo dolor y sumo amor hacia nosotros, y con tanta constancia que, al decir de san Anselmo y san Antonino, que si hubieran faltado verdugos ella misma hubiera obedecido a la voluntad del Padre (si se lo exigía) para ofrecerlo al sacrificio exigido para nuestra salvación. Si Abrahán tuvo la fuerza de Dios para sacrificar a su hijo (cuando El se lo ordenó), podemos pensar que, con mayor entereza, ciertamente, lo hubiera ofrecido al sacrificio María, siendo más santa y obediente que Abrahán.
                                                           

Pero volviendo a nuestro tema, ¡qué agradecidos debemos vivir para con María por tanto amor! ¡Cuán reconocidos por el sacrificio de la vida de su Hijo que ella ofreció con tanto dolor suyo para conseguir a todos la salvación! ¡Qué espléndidamente recompensó el Señor a Abrahán el sacrificio que estuvo dispuesto a hacer de su hijo Isaac! Y nosotros, ¿cómo podemos agradecer a María por la vida que nos ha dado de su Jesús, hijo infinitamente más noble y más amado que el hijo de Abrahán? Este amor de María -al decir de san Buenaventura- nos obliga a quererla muchísimo, viendo que ella nos ha amado más que nadie al darnos a su Hijo único al que amaba más que a sí misma.

De aquí brota otro motivo por el que somos tan amados por María, y es porque sabe que nosotros somos el precio de la muerte de su Jesús. Si una madre viera a uno de sus siervos rescatado por su hijo querido, ¡cuánto amaría a este siervo por este motivo! Bien sabe María que su Hijo ha venido a la tierra para salvarnos a los miserables, como él mismo lo declaró: "He venido a salvar lo que estaba perdido" (Lc 19,10). Y por salvarnos aceptó entregar hasta la vida: "Hecho obediente hasta la muerte" (Flp 2,8). Por consiguiente, si María nos amase fríamente, demostraría estimar poco la sangre de su Hijo, que es el precio de nuestra salvación. Se le reveló a la monja santa Isabel que María, que estaba en el templo, no hacía más que rezar por nosotros, rogando al Padre que mandara cuanto antes a su Hijo para salvar al mundo. ¡Con cuánta ternura nos amará después que ha visto que somos tan amados de su Hijo que no se ha desdeñado de comprarnos con tanto sacrificio de su parte!
                                                     

Y porque todos los hombres han sido redimidos por Jesús, por eso María los ama a todos y los colma de favores. San Juan la vio vestida de sol: "Apareció en el cielo una gran señal, una mujer vestida de sol" (Ap 12,1). Se dice que estaba vestida de sol porque, así como en la tierra nadie se ve privado del calor del sol, "no hay quien se esconda de su calor" (Sal 18,7), así no hay quien se vea privado del calor del amor de María, es decir, de su abrasado amor.

¿Y quién podrá comprender jamás -dice san Antonino- los cuidados que esta madre tan amante se toma por nosotros? ¡Cuántos cuidados los de esta Virgen madre por nosotros! ¡A todos ofrece y brinda su misericordia! Para todos abre los senos de su misericordia, dice el mismo santo. Es que nuestra Madre ha deseado la salvación de todos y ha cooperado en esa salvación. Es indiscutible -dice san Bernardo- que ella vive solícita por todo el género humano. Por eso es utilísima la práctica de algunos devotos de María que, como refiere Cornelio a Lápide, suelen pedir al Señor les conceda las gracias que para ellos pide la santísima Virgen, diciendo: "Dame, Señor, lo que para mí pide la Virgen María". Y con razón, dice el mismo autor, pues nuestra Madre nos desea bienes inmensamente mayores de los que nosotros mismos podemos desear. El devoto Bernardino de Bustos dice que más desea María hacernos bien y dispensarnos las gracias, de lo que nosotros deseamos recibirlas. Por eso san Alberto Magno aplica a María las palabras de la Sabiduría: "Se anticipa a los que la codician poniéndoseles delante ella misma" (Sb 6,13). María sale al encuentro de los que a ella recurren para hacerse encontradiza antes de que la busquen. Es tanto el amor que nos tiene esta buena Madre -dice Ricardo de San Víctor-, que en cuanto ve nuestras necesidades acude al punto a socorrernos antes de que le pidamos su ayuda.
                                                                        

Ahora bien, si María es tan buena con todos, aun con los ingratos y negligentes que la aman poco y poco recurren a ella, ¿cómo será ella de amorosa con los que la aman y la invocan con frecuencia? "Se deja ver fácilmente de los que la aman, y hallar de los que la buscan" (Sb 6,12). Exclama san Alberto Magno: "¡Qué fácil para los que aman a María encontrarla toda llena de piedad y de amor!" "Yo amo a los que me aman" (Pr 8,17). Ella declara que no puede dejar de amar a los que la aman. Estos felices amantes de María -afirma el Idiota- no sólo son amados por María, sino hasta servidos por ella. "Habiendo encontrado a María se ha encontrado todo bien; porque ella ama a los que la aman y, aún más, sirve a los que la sirven".
Estaba muy grave fray Leonardo, dominico (como se narra en las Crónicas de la Orden), el cual más de doscientas veces al día se encomendaba a esta Madre de misericordia. De pronto vio junto a sí a una hermosísima reina que le dijo: "Leonardo, ¿quieres morir y venir a estar con mi Hijo y conmigo?" "¿Y quién eres, señora?", le preguntó el religioso. "Yo soy -le dijo la Virgen- la Madre de la Misericordia; tú me has invocado tantas veces y ya ves que ahora vengo a buscarte. ¡Vámonos al paraíso!" Y ese mismo día murió Leonardo, siguiéndola, como confiamos, al reino bienaventurado.
                                               

María, ¡dichoso mil veces quien te ama! "Si yo amo a María -decía san Juan Berchmans, estoy seguro de perseverar y conseguiré de Dios lo que desee". Por eso el bienaventurado joven no se saciaba de renovarle su consagración y de repetir dentro de sí: "¡Quiero amar a María! ¡Quiero amar a María!"
¡Y cómo aventaja esta buena madre en el amor a todos sus hijos! Ámenla cuanto puedan -dice san Ignacio mártir-, que siempre María les amará más a los que la aman. Ámenla como un san Estanislao de Kostka, que amaba tan tiernamente a ésta su querida madre, que hablando de ella hacía sentir deseos de amarla a cuantos le oían. El se había inventado nuevas palabras y títulos para celebrarla. No comenzaba acción alguna sin que, volviéndose a alguna de sus imágenes, le pidiera su bendición. Cuando él recitaba el Oficio, el Rosario u otras oraciones, las decía con tal afecto y tales expresiones como si hablara cara a cara con María. Cuando oía cantar la Salve se le inflamaba el alma y el rostro. Preguntándole un padre de la Compañía, una vez en que iban a visitar una imagen de la Virgen santísima, cuánto la amaba, le respondió: "Padre, ¿qué mas puedo decirle? ¡Si ella es mi madre!" Y el padre dijo después que el santo joven profirió esas palabras con tal ternura de voz, de semblante y de corazón, que ya no parecía un joven, sino un ángel que hablase del amor a María.
                                                                      

 Ámenla como B. Herman, que la llamaba esposa de sus amores porque con ese nombre le había honrado María. Ámenla  como un san Felipe Neri, quien con solo pensar en María se derretía en tan celestiales consuelos que por eso la llamaba sus delicias. Ámenla  como un san Buenaventura, que la llamaba no sólo su señora y madre, sino que para demostrar la ternura del afecto que le tenía llegaba a llamarla su corazón y su alma. Ámenla  como aquel gran amante de María, san Bernardo, que amaba tanto a esta dulce madre que la llamaba robadora de corazones, por lo que el santo, para expresar el ardiente amor que le profesaba, le decía: "¿Acaso no me has robado el corazón?" Llámenla  "su inmaculada", como la llamaba san Bernardino de Siena, que todos los días iba a visitar una devota imagen para declararle su amor con tiernos coloquios que mantenía con su reina; y por eso, a quien le preguntaba a dónde iba todos los días, le respondía que iba a buscar a su enamorada. Ámenla  cuanto un san Luis Gonzaga, que ardía tanto y siempre en amor a María, que sólo con oír el dulce nombre de su querida madre al instante se le inflamaba el corazón y se le encendía el rostro a la vista de todos.

 Ámenla  cuanto un san Francisco Solano, quien como enloquecido con santa locura en amor a María, acompañándose con una vihuela, se ponía a cantar coplas de amor delante de la santa imagen, diciendo que así como los enamorados del mundo, él le daba la serenata a su amada reina.
                                                     

Ámenla  cuanto la han amado tantos siervos suyos que no sabían qué hacer para manifestarle su amor. El padre Juan de Trejo, jesuita, se preciaba de llamarse esclavo de María, y en señal de esclavitud iba con frecuencia a visitarla en una ermita; y allí, ¿qué hacía? Al llegar derramaba tiernas lágrimas por el amor que sentía a María; después besaba aquel pavimento pensando que era la casa de su amada señora. El P. Diego Martínez, de la misma Compañía, en sus fiestas, se sentía como transportado al cielo a contemplar cómo allí las celebraban, y decía: "Quisiera tener todos los corazones de los ángeles y de los santos para amar a María como ellos la aman. Quisiera tener la vida de todos los hombres para darla por amor a María". Trabajen otros por amarla cuanto la amaba Carlos, hijo de santa Brígida, que decía no haber cosa que le consolara en el mundo como saber que María era tan amada de Dios. Y añadía que con mucho gusto hubiera aceptado todos los sufrimientos imaginables con tal de que María no hubiera perdido un punto de su grandeza; y que si la grandeza de María hubiera sido suya, con gusto hubiera renunciado a ella en su favor por ser María la más digna.
 Deseen hasta dar la vida como prueba de amor a María, como lo deseaba san Alonso Rodríguez. Lleguen finalmente a grabar su nombre en el pecho con agudos hierros, como lo hicieron el religioso Francisco Binancio y Radagunda, esposa del rey Clotario. Y hasta impriman con hierros candentes sobre la carne el amado nombre para que quede mucho más visible y duradero, como lo hicieron en sus transportes de amor sus devotos Bautista Archinto y Agustín de Espinosa, jesuitas.
                                                                

Hagan por María e imaginen cuanto puede hacer el más fino amante para expresar su amor a la persona amada, que no llegarán a amarla como ella los ama. "Señora mía -dice san Pedro Damiano-, ya sé que eres amabilísima y nos amas con amor insuperable". Sé, señora mía, venía a decir, que nos amas con tal amor que no se deja vencer por ningún otro amor. Estaba una vez san Alonso Rodríguez a los pies de una imagen de María y sintiéndose inflamado de amor hacia la santísima Virgen, rompió a decir: "Madre mía amantísima, ya sé que me amas, pero no me amas tanto como yo a ti". Pero María, como sintiéndose herida en punto de amor, le respondió desde la imagen: "¿Qué dices, Alonso, qué dices? ¡Cuánto más grande es el amor que te tengo que el que tú me tienes. No hay tanta distancia del cielo a la tierra como de mi amor al tuyo".

Razón tiene san Buenaventura al exclamar: "¡Bienaventurados los corazones que aman a María! ¡Bienaventurados los que la sirven fielmente!" ¡Dichosos los que tienen la fortuna de ser fieles servidores y amantes de esta Madre llena de amor! Sí, porque la reina, agradecida más que nadie, no se deja superar por el amor de sus devotos. María, imitando en esto a nuestro amorosísimo redentor Jesucristo, con sus beneficios y favores, devuelve centuplicado su amor a quien la ama. Exclamaré con el enamorado san Anselmo: "¡Que desfallezca mi corazón en constante amor a ti! ¡Que se derrita mi alma!" Arda siempre por ti mi corazón y se consuma del todo en tu amor el alma mía, mi amado salvador Jesús y mi amada madre María. Y ya que sin vuestra gracia no puedo amaros, concededme, Jesús y María, por vuestros méritos, que no por los míos, que os ame cuanto merecéis. Dios mío, enamorado de los hombres, has podido morir por tus enemigos, ¿y vas a negar a quien te lo pide la gracia de amarte y amar a tu Madre santísima?
                                                                         

María es madre de los pecadores arrepentidos
Declaró María a santa Brígida que ella no sólo es madre de justos y de inocentes, sino también de los pecadores que deseen enmendarse. Cuando un pecador recurre a María con deseo de enmendarse, encuentra a esta buena madre de misericordia pronta a abrazarlo y ayudarle, mejor de lo que lo hiciera cualquier otra madre. Esto es lo que escribió el papa san Gregorio a la princesa Matilde: "Abandona el deseo de pecar y encontrarás a María, te lo aseguro, más pronta para amarte que la madre que te dio el ser". Pero quien aspire a ser hijo de esta madre maravillosa es necesario que primero deje el pecado, y entonces podrá confiar en ser aceptado por hijo. Sobre las palabras "se levantaron sus hijos" (Pr 31,28), reflexiona Ricardo de San Lorenzo y advierte que, primero, se dice "se levantaron", y, después, "sus hijos"; porque, añade, no puede ser hijo de María quien no busca primero levantarse de la culpa donde ha caído. Si es cierto, como dice san Pedro Crisólogo, "que reniega de su madre quien no imita sus virtudes", lo es que quien se porta al contrario de María niega con sus obras querer ser su hijo. María humilde, ¿y él quiere ser soberbio? María purísima, ¿y él deshonesto? María llena de amor, ¿y él odiando al prójimo? Da muestras de que ni es ni quiere ser hijo de tan santa madre. "Los hijos de María -añade Ricardo de San Lorenzo- han de ser sus imitadores en la castidad, en la humildad, en la mansedumbre, en la misericordia". 

¿Y cómo pretenderá ser hijo de María quien tanto la contraría con su mala vida? Dijo un pecador a María: "Muestra que eres mi madre". Y la Virgen le respondió: "Demuestra que eres mi hijo". Otro pecador invocaba a esta divina Madre y la llamaba madre de misericordia. Y le dijo María: "Vosotros pecadores, cuando queréis que os ayude, me llamáis madre de misericordia; pero entre tanto no cesáis con vuestros pecados de hacerme madre de miserias y dolores". "Maldito el que exaspera a su madre" (Ecclo 3,16). Dios maldice al que aflige con su mala vida y con su obstinación a esta su santa Madre.
                                              

He dicho con su obstinación porque el pecador, aun cuando no haya roto las cadenas del pecado, si se esfuerza por salir del pecado y por eso busca la ayuda de María, esta madre no dejará de socorrerlo y tornarlo a la gracia de Dios. Cosa que oyó santa Brígida de boca de Jesucristo, que hablando con María le dijo: "Auxilias a todo el que se esfuerza por elevarse hacia Dios y a nadie dejas privado de tus consuelos". Mientras el pecador permanece obstinado, María no puede amarlo; pero si se encuentra encadenado por cualquier pasión que lo hace esclavo del infierno y al menos se encomienda a la Virgen y le suplica con confianza y perseverancia que lo saque del pecado, sin duda que esta buena madre le tenderá su poderosa mano, lo librará de las cadenas y lo conducirá a estado de salvación. Es herejía condenada por el Concilio de Trento decir que todas las oraciones y obras que se hacen en pecado son pecado. Dice san Bernardo que las plegarias en boca del pecador, si bien no son hermosas porque no van acompañadas de la caridad, sin embargo son útiles y provechosas para salir del pecado porque, como lo enseña santo Tomás, aunque la oración del pecador no es meritoria, es muy apta para impetrar la gracia del perdón, pues la gracia de impetrar no se funda en el mérito del que ruega, sino en la bondad divina y en los méritos y promesas de Jesucristo, que ha dicho: "Todo el que pide, recibe" (Lc 11,10). Lo mismo hay que decir de las plegarias que se dirigen a la Madre de Dios.
                                                                    

Si el que ruega, dice san Anselmo, no merece ser oído, los méritos de María, a la cual se encomienda, harán que sea escuchado. Por eso san Bernardo exhorta a todos los pecadores a que rueguen a María y tengan gran confianza al suplicarle; porque si el pecador no merece lo que pide, ciertamente se concederá a María, por sus méritos, lo que se pide a Dios. Este es el oficio de una buena madre, dice el mismo santo. Una madre que supiese que dos de sus hijos se odiaban a muerte y que uno pensara quitarle la vida al otro, ¿qué no haría para conseguir reconciliarlos por todos los medios? Así, dice el santo, María es madre de Jesús y madre del hombre. Cuando ve a un pecador enemistado con Jesucristo no puede sufrir verlos odiándose y no descansa hasta ponerlos en paz. "Oh bienaventurada María, tú eres madre del reo y madre del juez; siendo madre de entrambos hijos, no puedes soportar que haya discordias entre los dos". La benignísima Señora no quiere otra cosa del pecador sino que se encomiende a ella con intención de enmendarse. 

Cuando María ve a sus pies a un pecador que viene a pedirle misericordia, no mira los pecados que tiene, sino la intención con que viene. Si viene con buena intención, aunque haya cometido todos los pecados del mundo, lo abraza y la benignísima madre no se desdeña de curarle todas las llagas de su alma. Es que no sólo la llamamos madre de la misericordia, sino que lo es verdaderamente como lo muestra con el amor y ternura en socorrer. Todo esto le expresó la Virgen a santa Brígida, diciendo: "Por muy grande que sea un pecador, estoy preparada para recibirlo al punto si a mí viene; ni me fijo en cuánto ha pecado, sino en la intención con que viene; y no me desdeño en ungir sus llagas y curárselas, porque me llamo y soy de verdad la madre de la misericordia".
                                                                

María es madre de los pecadores que quieren convertirse y como madre no puede dejar de compadecerse de ellos, y hasta pareciera que siente como propios los sufrimientos de sus propios hijos. Cuando la cananea suplicó a Jesús que librara a su hija del demonio que la atormentaba, le dijo: "Jesús, hijo de David, ten compasión de mí, que mi hija es atormentada por el demonio" (Mt 15,22). Pero si la atormentada por el demonio era la hija y no la madre, parece que debiera haber dicho: Señor, ten piedad de mi hija, no de mí. Pero no; dijo: "Ten piedad de mí". Con toda razón, porque las miserias y desgracias de los hijos las sienten las madres como propias. Así es la manera, dice Ricardo de San Lorenzo, como suplica a Dios María cuando intercede por un pecador que a ella se encomienda. "María clama por el alma pecadora y dice: Ten compasión de mí". Señor mío, parece decirle, esta pobre alma que está en pecado es hija mía, y por eso ten piedad no tanto de ella cuanto de mí que soy su madre.

¡Ojalá que todos los pecadores recurrieran a esta dulce madre! ¡Todos se verían perdonados por Dios! "¡Oh María -exclama lleno de admiración san Buenaventura-, al pecador despreciado por todo el mundo, tú lo abrazas con maternal afecto y no lo abandonas, sino que consigues reconciliarlo con el Juez!" Quiere decir el santo con esto que el pecador, mientras permanece en su pecado, es despreciado y aborrecido de todos; hasta las criaturas inanimadas; el aire, el fuego y la tierra parece que quisieran castigarlo y vengarse de él para reparar el honor de su Dios despreciado. Pero si este infeliz acude a María, ¿María lo rechazará? No; que si viene con intención de obtener ayuda para enmendarse, ella lo abraza con amor de madre y no descansa hasta que con su poderosa intercesión lo reconcilia con Dios y lo pone en su gracia.
                                                            

Se lee en el segundo libro de Samuel (2Sm 14) que la sagaz mujer de Técoa se presentó a David y le habló de esta manera: "Señor, yo tenía dos hijos y, para mi desgracia, uno mató al otro. Ya he perdido un hijo, y ahora la justicia quiere quitarme el único que me ha quedado. Ten piedad de esta pobre madre y haz que no me vea privada de los dos hijos". David, compadecido de esta madre, perdonó al delincuente. Esto mismo parece decir María cuando ve a Dios indignado contra un pecador que a ella se encomienda: "Dios mío -le dice-, yo tenía dos hijos, Jesús y el hombre. El hombre ha matado a mi Jesús en la cruz. Ahora tu justicia quiere condenar al hombre. Señor, mi Jesús ya ha muerto; ten compasión de mí, y si he perdido uno, no consientas que pierda ahora al otro".
 Seguro que Dios no condena a los pecadores que recurren a María y por los que ella ruega, siendo así que el mismo Dios los ha confiado como hijos a María. El devoto Laspergio hace hablar así al Señor: "Encomendé los pecadores como hijos a María. Por eso se muestra tan solícita en cumplir su oficio que no consiente se condene ninguno de los que le han sido confiados, sobre todo si la invocan; y hace todo lo que está en su mano para atraerlos a todos a mí".
                                                

¿Quién podrá explicar, dice Blosio, la bondad, la misericordia, la fidelidad y la caridad con que esta nuestra madre nos protegerá cuando pedimos su ayuda? Postrémonos, pues, dice san Bernardo, ante esta buena madre, abracémonos a sus sagrados pies para que nos bendiga y nos acepte por hijos. ¿Quién puede desconfiar de la bondad de esta Madre? Decía san Buenaventura: "Aunque tuviera que morir, en ella esperaré; y puesta en ella toda mi confianza, junto a su imagen deseo morir y me salvaré". Así debe decir todo pecador que recurre a esta madre tan piadosa: Señora mía, yo, con toda razón, merezco que me deseches de tu presencia y me castigues según mis culpas; pero aun cuando parezca que me abandonas y me dejas morir, no perderé la confianza en que tú me salvas. Confío absolutamente en ti, y con tal que tenga la dicha de morir ante tu imagen, encomendándome a tu misericordia, tengo la plena seguridad de no condenarme y de llegar a alabarte y bendecirte en el cielo en compañía de tantos siervos tuyos que al morir, y llamándote en su ayuda, se han salvado todos por tu poderosa intercesión.
                       
              FELIZ DÍA PARA TODAS LAS MADRES



tomado del libro Las Glorias de María  (San Alfonso María de Ligorio

        
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viernes, 18 de octubre de 2013

NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE





Nuestra Señora de La Salette - 19 de septiembre  
 
 
 
 
 
Las estatuas de La Salette  Melanie y Maxim hablando con la Virgen María, llorando por las desgracias de los pecadores.



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fuente:Prof. Plinio Corrêa de Oliveira

Nuestra Señora de La Salette

Nuestra Señora de La Salette
El 19 de septiembre de 1846, la Virgen se apareció a dos pequeños pastores, Maximin Giraud y Melanie Calvat. La bella dama, ya que los niños así la llamaban, apareció en una actitud de profunda tristeza pidiendo oraciones y penitencias para ayudarla a evitar que el brazo de su hijo caiga sobre la humanidad de sus pecados. Nuestra Señora lo reveló a los niños pastores en secreto. Desde esta aparición tuvo lugar en el monte llamado La Salette, en la diócesis de Grenoble, Francia, una nueva advocación de Nuestra Señora pronto se extendió por todo el mundo - Nuestra Señora de La Salette.

Ha habido tres grandes apariciones de la Virgen en los últimos 150 años: La Salette, Lourdes y Fátima. En todos ellos, la Iglesia aceptó la autenticidad de las apariciones y los hizo suyos, haciendo fiestas especiales para conmemorar a ellas. En cada una de esas tres apariciones de Nuestra Señora dejó un secreto.

En todos ellos, la Virgen se manifestó tan profundamente triste por la situación de la humanidad, y predijo un enorme castigo que vendría en un momento elegido. Por lo tanto, en los últimos 150 años la Virgen ha adoptado una posición muy similar a la de los contrarrevolucionarios.

Todos ustedes saben que los miembros del clero altos y bajos, así como laicos católicos que están muy contentos, que piensan que todo va muy bien. Si usted le dice a esta gente que un castigo se está preparando para la humanidad, ellos responden que es absurdo. Ellos afirman que la religión está experimentando un progreso extraordinario.

Al lado de esas personas, buscamos sombríos y tristes. Nos jugamos el papel de los hipocondríacos pesimistas que no encajan en el ambiente feliz y sin preocupaciones de nuestros días, que siempre se difunde una opinión optimista y positiva en todo.

Shepherds Melanie y Maximino

Los niños pastores Maximin y Melanie 
Nuestro papel es algo difícil, porque siempre es difícil de prever y anunciar castigos de la humanidad la que se volvió solo hacia el disfrutar de la vida. No es de extrañar que muy poca gente está dispuesta a creer y seguir a nuestros puntos de vista políticos y religiosos en relación con los acontecimientos, lo que demuestra la cada vez mayor triunfo de la Revolución. Ellos no quieren oír hablar del gran castigo que Dios está preparando. Desde que Nuestra Señora misma trajo tres mensajes importantes que no fueron aceptados, no es de extrañar que nuestro apostolado tampoco es bien recibido.

Esto es característico de todas las épocas que toman el camino equivocado. Cuando la gente oye a alguien decir que van por mal camino, no escuchan. Por esta razón, los grandes castigos venideros. Si la gente  escucharían, se convierten y el castigo sería evitado. Es precisamente porque no abren sus almas para el mensaje  que la catástrofe se convierte en inevitable. El hecho de que ellos no creen en los mensajes de la Virgen, es la prueba de que se cumplen dichos mensajes.

Alguien podría objetar: Ciento cincuenta años ya han pasado y no ha pasado nada. ¿Cómo se han cumplido estos mensajes?

Sostengo que in ovo (en el huevo, en su semilla) han comenzado los grandes castigos. Nuestra Señora se apareció en La Salette en 1846, en 1870 la guerra Franco-Prusiana comenzó como resultado de la rivalidad entre Francia y Alemania. Esta rivalidad llegaría a un apogeo en 1914 y es la causa más profunda de la Primera Guerra Mundial, así como para la Segunda Guerra Mundial. Las disputas de la Segunda Guerra Mundial todavía no se han resuelto por completo y la perspectiva de una tercera guerra mundial se encuentra en el horizonte. Una posible tercera guerra mundial con su apocalipsis nuclear podría muy bien ser el comienzo del gran castigo predicho en La Salette y Fátima.

Víspera del Diluvio

En la víspera del Diluvio, las nubes se reúnen como
las personas persiguen sus diversiones decadentes
Los grandes castigos de Dios desafían la paciencia de los pocos que son fieles. El ejemplo más característico fue el diluvio que todo el mundo se reía de Noé que estaba construyendo su arca a la espera de un gran castigo. Le tomó 100 años para completar su trabajo, y luego vino el diluvio. A veces Noé podría haber sido tentado a pensar que se había equivocado y que la gente se reía de él estaban en lo cierto. Pero no se arrepiente. Se mantuvo fiel al mensaje que recibió de Dios y siguió preparandosé para el castigo. El hecho de que se tomó un largo tiempo no significaba que no iba a venir, sino que significaba que sería un enorme castigo.

Nuestro Señor predijo que el templo de Jerusalén sería destruido. Cuando murió, un terremoto sacudió sus pisos y el velo del templo se rasgó por el medio. Algunas paredes estaban dañadas, pero el templo se mantuvo en pie. Las décadas pasaron y la profecía no se cumplió. Varias veces los fieles de Jerusalén pensaron que las señales estaban maduras para el castigo, huyeron a las montañas, como Nuestro Señor le había aconsejado que hicieran. Sin embargo, no pasó nada y volvió a su vida normal, quizás un poco desanimados.

Luego, 40 años después de la muerte de Nuestro Señor, y aparentemente por casualidad, un soldado del ejército de Tito lanzó una antorcha en una de las ventanas laterales del templo. Un incendio se inició y se extendió rápidamente, envolviendo todos los edificios. Entonces, en verdad, ni una piedra se mantuvo por encima del otro como el Señor lo había predicho. Después el templo nunca fue reconstruido.

Virgen de La Salette

Nuestra Señora llora por los pecados de la humanidad y predice un castigo
Debemos estar convencidos de que hemos sido elegidos para estar entre los pocos que escuchan la voz de la Virgen y esperar el castigo que se predijo. Estos preciados y queridos deben dar prueba de su amor. Ellos deben dar prueba de su fidelidad antes de que se lleve a cabo la palabra de Dios. Esta es la situación en que estamos. No sé cuántos años hay que esperar para cumplirse las promesas de La Salette y Fátima . A veces pensamos: ". Ahora tiene que venir, porque es imposible que la situación sea peor" Entonces, no viene. El cielo tormentoso libera sólo unas gotas de lluvia y las nubes se disipan. Una vez más el cielo se vuelve tormentoso ... La gente se ríe de nosotros. Debemos recordar Noé. Cuando la lluvia finalmente cayó, fue el diluvio.

Para confiar en contra de las apariencias y de creer después de todos los retrasos es lo que Dios requiere de aquellos con los que Él elige para hacer su alianza. Esta es la gran enseñanza de La Salette. Este es el espíritu que debemos tener para recibir  el día de Nuestra Señora de La Salette: tener una confianza ciega en su promesa y para estar seguro de que su cumplimiento vendrá.

Nuestra Señora de La Salette, ruega por nosotros 

TODO ES PERDONABLE MENOS EL" HOLOCUENTO "

 Bergoglio el"Misericordioso"  de la nueva iglesia niega el Funeral de Erich Priebke
En la nueva iglesia  violar a  200 Sordomudos es perdonable, pero negar cualquier parte del "Holocuento" no lo es

Erich Priebke

Erich Priebke, muerto a la edad de 100  años


Recientemente Francis-Bergoglio Ha sido un parloteador que sin cesar en su recientes "Homilías" dice Acerca de Cómo la nueva iglesia Bergogliana acoge a todos, incluidos los ateos
Pero no a Priebke, un practicante de la nueva iglesia
Que asistía a la Orden del nuevo Servicio  Todos los domingos
En el plano político-correcto en esta nueva iglesia, violar a 200 Sordomudos es un delito perdonable
Pero negar cualquier parte de la II guerra mundial el "Holocausto" World  no lo es

El 11 de octubre de 2013, Erich Priebke murió en Roma a los 100 años. Había estado viviendo bajo arresto domiciliario en Roma desde su condena en 1998 por tomar represalias (Fosas Ardeantine) durante la Segunda Guerra Mundial, cuando 33 soldados alemanes murieron por una bomba  colocada por la resistencia italiana. Priebke, como  practicante, había sido autorizado a asistir a los servicios en Santa Maria Immacolata di Lourdes. El pastor de la iglesia, presbítero Antonio Curcio, había  anunciado  un funeral privado, sólo para asistir a  familiares y amigos cercanos el 15 de octubre de 2013.
 
Cuando el alcalde de Roma se opuso, el nuevo vaticano de Francis-Bergoglio le negó a Priebke un funeral - a pesar del hecho de que Bergoglio ha parloteado  recientemente sin cesar en sus recientes "homilías" sobre cómo la nueva iglesia da la bienvenida a todos, incluidos los ateos. Pero no a Priebke, un nuevo practicante, quien asistió al servicio del New Order todos los domingos. El nuevo-vicario de Bergoglio ,Cardenal Agostino Vallini , emitió una prohibición sin precedentes, que prohibe a cualquier iglesia de la Nueva secta del Orden en Roma ocuparse del funeral de Priebke.
El abogado de Priebke insistió en que su cliente, como practicante de esta secta, tenía derecho a un funeral . Citó el Tratado de Letrán entre el gobierno fascista italiano y el Vaticano en 1929 y comentó:.. "El Tratado de Letrán, establece que cada persona que practica su religión que se le permita  el asiento, incluso Priebke tiene derecho La iglesia pertenece a los fieles, y Priebke fue un adorador ".
Benedict-Ratzigner, el predecesor de Bergoglio, a causa de la vejez, se había excusado de cualquier castigo al presbítero notorio de un orfanato de la nueva iglesia en los Estados Unidos, que había violado a unos 200 sordomudos. Pero no a Priebke. Es políticamente correcto que violar 200 sordomudos es un crimen imperdonable, pero negar elementos de la Segunda Guerra Mundial el "Holocuento" no. Priebke, de hecho, admitió que los Judios fueron perseguidos, pero negó que ellos fueron gaseados.
En la Neo-FSSPX todos quedaron aturdidos de este impass de Bernie Fellay al anunciar que llevaría a cabo un funeral en su propia iglesia en la pequeña ciudad de Albano Laziale, al sur de Roma. Irónicamente, Fellay  en el 2012 expulsó a su último obispo Richard Williamson de la NSSPX en parte porque Williamson había expresado dudas sobre este controvertido detalle de la Segunda Guerra Mundial el "Holocuento". 

 El cuerpo de Priebke fue trasladado de Roma a la iglesia de la Neo-FSSPX en Albano Laziale, una ciudad a 25 kilometros al sureste de la capital. La policía antidisturbios tuvo que usar gases lacrimógenos para mantener a los simpatizantes NSSPX y simpatizantes nazis lejos de los manifestantes anti-Priebke. Incluso el alcalde de la ciudad trató de bloquear la llegada del coche fúnebre. Algunos de los italianos trataron de atacar a un sacerdote, presbítero de la NSSPX quien tuvo problemas para entrar a la iglesia como  la multitud empujaba y se burlaban de él. A las 24:00 la tensión era tan alta que el funeral fue suspendido, y el cuerpo fue llevado por la policía a lugares desconocidos.

 Salute alborotadores '

Los partidarios de Erich Priebke Saludan el ataúd de Erich Priebke
Fuera de una iglesia de la Neo-FSSPX en la ciudad italiana de Albano Laziale

 Parte de la información de este Comentario es una contribución de la Associated Press y de de Catholic World News]
 

miércoles, 16 de octubre de 2013

EL PSICÓPATA PATOLÓGICO BERGOGLIO PERSIGUE LA PIEDAD PERSONAL DE AGRADADAR A DIOS




Hubo una gran tentación de titular este artículo en  línea de "Francisco el Psicópata", ya que es verdaderamente el caso de que Jorge Mario Bergoglio, el jesuita laico Argentino tiene un profundo odio patológico, profundamente arraigado por todo lo relacionado a la integridad del la Santa Fe y de la necesidad de la piedad personal de agradar a Dios en esta vida y por lo tanto estar con Él por toda la eternidad en el Cielo.
 
Jorge Mario Bergoglio / Francis tiene tiempo, y una y otra vez volvió a los temas relacionados para castigar a aquellos que están preocupados por la doctrina de la salvación y la búsqueda de "la piedad perfecta", mientras él supone que ello es ignorar a los pobres. La indignación deja paso al cansancio después de un tiempo ya que no hay fin a los ataques incesantes de la acción humana sobre la santidad personal como que de alguna manera es un impedimento a la preocupación por los pobres.
 
En verdad, se ve, se trata de adormecer la mente  a los católicos y no católicos en todo el mundo que tienen la integridad doctrinal y la santidad personal largamente desacreditada,contemplar como estos espantapájaros diabólicamente inspirados atacan en forma repetida mientras que la búsqueda de la vida miserable de pecado sin sentido,los aplaca a sí mismos por "hacer algo" por los pobres, votando por candidatos pro-aborto, pro-perversidad a cargos públicos para confiscar cada vez más los ingresos personales con el fin de redistribuir "la riqueza" a los "necesitados".
 
No les preocupa el inconveniente de que la mayoría de aquellos que se benefician de programas de redistribución socialista, crean una relación maestro-esclavo entre los administradores y los que supuestamente son los beneficiarios, son los intereses creados que diseñaron y supervisan. Todo lo que se supone es que debemos creer, es que  se está "hecho" para los pobres. Se espera que la mayoría de la gente es demasiada estúpida o muy desesperada de pan y circo para darse cuenta que el número de los que están atrapados en la pobreza material se han incrementado debido precisamente a estos programas, cuyo crecimiento exponencial se espera que sea aceptado por todos y cada uno para que la clase gobernante trate de castigar a los opositores como "codiciosos" egoísta "," intolerante "o" enemigos ".
 
Jorge Mario Bergoglio / Francis en sus ataques constantes contra la integridad doctrinal, reverencia litúrgica y la piedad personal a establecido el mal en  los pueblos del mundo. También han animado a los miembros de su falsa religión que estén acosando constantemente a los de mentalidad tradicionalmente católica por no estar dispuestos a "cambiar con los tiempos" y por ser "demasiados religiosos" y por "estar preocupados acerca de la modestia" y de la "falta de misericordia." 
Él es de hecho un agente del Anticristo. Cualquiera que niegue esto a pesar de la cantidad de evidencia que hay para probar que Jorge Mario Bergoglio / Francis está haciendo la obra del diablo o es intelectualmente deshonesto o tonto.
Jorge Mario Bergoglio / Francis cree que lo único que hay que hacer para ir al Cielo es "hacer el bien", sobre todo a los pobres. Eso es todo. Todo es tan absurdo superfluo en lo que a él respecta. Bergoglio / Francis es un personaje de dibujos animados de un revolucionario jesuita del tipo que muchos de nosotros,  se encontró personalmente en los años 1970, 1980 y 1990. El hombre tiene la intención de eliminar todos los vestigios restantes del catolicismo de su iglesia falsa, mientras que las cosquillas comezón da risas a un mundo que se deleita en sus formas revolucionarias.
 
Vamos a enfrentar los hechos.
 
Un hombre que está regañando constantemente la integridad doctrinal y la piedad personal de ser de alguna manera un impedimento para tener un amor por los pobres, está buscando sólo demostrar que su corrompido "evangelio" es el que se debe seguir, todas las condenas previas hechas por la Santa Madre Iglesia de verdaderos consejos y declaraciones generales formuladas por nuestros verdaderos papas sean condenados como irrelevante para nuestro tiempo de "misericordia" y no "juzgar a otros."
 
De esta manera, Jorge Mario Bergoglio / Francis castigando cada miembro de la Iglesia Triunfante en el cielo  significa que su destino eterno, salvo una conversión milagrosa por la que debemos orar, se encuentra en otras partes y no en los Cielos.
 
Eso es correcto.
 
No, no estoy jugando, Dios, el único que conoce el estado subjetivo de las almas.
 
Estoy, sin embargo, diciendo que todo aquel que cree y habla como Jorge Mario Bergoglio / Francis no puede agradar a Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, porque no habla como Él se ha revelado a través de Su Iglesia verdadera y así ir al cielo. Es así de simple.
 
¿Nos hemos olvidado de que una de las esencias de la naturaleza de Dios es su simplicidad? Él nos ha dado órdenes sencillas - hacer esto, no hagas eso - para guiarnos. Él nos ha dado un hogar sencillo el camino al cielo a través de la Iglesia Católica. Todo lo que tenemos que hacer es simple: para cumplir con todo lo que se nos ha revelado  por Cristo Rey y enseñado en Su Santo Nombre por la Iglesia Católica al tratar de erradicar el pecado de nuestras vidas por el personal camino de la santidad por cooperar con lo sobrenatural nos ayuda  en los sacramentos y por confiar en la intercesión de los santos, empezando por la Santísima Virgen María. Y en el caso de que haya  incredulidad de una sola parte de la fe católica no es miembro de la Iglesia Católica y es incapaz de servir en cualquiera de sus cargos eclesiásticos. Sí, es así de simple.
Nadie, incluyendo a Jorge Mario Bergoglio / Francis, puede ir al cielo al hablar como lo ha hecho sin cesar, incluyendo varios ejemplos de tan sólo los últimos dos días, el Lunes, 14 de octubre 2013, la fiesta del Papa San Calixto I, y ayer, Martes, 15 de octubre 2013, la fiesta de Santa Teresa de Ávila.
 
Dadas las limitaciones de tiempo, aquí está un ejemplo, extraído de sesiones de la del lunes School Of Apostasía Ding Dong para demostrar el desprecio de Jorge Mario Bergoglio de la verdadera piedad:
El Papa recuerda el Evangelio del Lunes a Lucas centró su homilía en la "señal de Jonás" y cómo Jesús habla de una "generación perversa". El Papa explicó que Jesús con estas palabras no se refería a las personas que lo siguieron con amor pero era  señal a los doctores de la Iglesia, que trató de ponerlos a prueba y hacerlos caer en una trampa ".

Francis salió al decir que los fariseos le preguntaron  los signos pero Jesús respondió diciendo que él solo le dará a la "señal de Jonás" como Jonás mismo fue señal a los ninivitas. El Santo Padre dijo que estas personas padecen, lo que que él llamó "El Síndrome de Jonás" y Jesús les llama hipócritas porque tienen "una actitud de perfecta piedad", que analiza la doctrina de la salvación, pero no se preocupa por la "gente pobre".

El  continuó diciendo que la "señal de Jonás", es el signo de la verdad que nos da la confianza necesaria para ser salvo por la sangre de Cristo. ¿Cuántos cristianos están ahí, subrayó  Francis, que piensan que van a ser salvados sólo por las obras que realizan. Las obras, agregó el Papa son necesarias, pero son una consecuencia, una respuesta al amor misericordioso que nos salva. Estas obras sin amor misericordioso no significan nada. El "síndrome de Jonás", subrayó  es un trabajo sin este amor. El concluyó diciendo que deberíamos aprovechar la liturgia del lunes a preguntarnos y hacer una elección. ¿Qué prefiero? La Señal de Jonás y el síndrome de Jonás? ( Ley jesuita revolucionario advierte de que la piedad perfecta  descuida a los pobres .)
Jorge Mario Bergoglio es una línea de montaje de la blasfemia.
Al hablar como lo hizo hace dos mañanas, el falso "pontífice" ha castigado a cada miembro de la Iglesia Militante en el cielo ya que no hay dicotomía entre la "doctrina de la salvación" y la atención a "los pobres".
Jorge Mario Bergoglio idolatra a los pobres, poniendo sus necesidades por encima de la integridad doctrinal, reverencia litúrgica e incluso los mandamientos de la ley moral. Esto es realmente un ultraje vergonzoso al primer mandamiento, ya que cada miembro de la Iglesia Triunfante en el cielo hizo a luz un amor perfecto de Dios como Él se ha revelado a través de Su Iglesia verdadera, y que estaba fuera de este amor por la Primera Causa y Último fin de que las vidas de persecución de la oración, la penitencia, el sacrificio y mortificación vez que se dan al servicio de los pobres y los que sufren.
 

 Consideremos el ejemplo del santo cuya vida de piedad santa celebramos en la liturgia del 16 de Octubre, Santa Eduvigis de Silesia:





 
Hedwige era ilustre por su ascendencia real, pero aún más por la inocencia de su vida. Ella era la tía materna de St. Elizabeth, la hija del rey de Hungría, y sus padres fueron Berthold y Agnes, marqueses de Moravia. Desde niña fue notable por su auto-control, por lo que en la tierna edad se abstuvo de todos los deportes infantiles. A la edad de doce años, sus padres la dieron en matrimonio con Enrique, duque de Polonia. Ella era una esposa y madre fiel y santa, y crió a sus hijos en el temor de Dios. Para la mayor libertad de asistir a Dios, ella convenció a su marido de hacer con ella una promesa mutua de continencia. Después de su muerte, ella fue inspirada por Dios, cuya orientación había implorado con seriedad, para tomar el hábito cisterciense, lo cual hizo con gran devoción en el monasterio de Trebnitz. Aquí se entregó a la contemplación divina, pasando todo el tiempo desde el amanecer hasta el mediodía en la asistencia al Santo Sacrificio. El viejo enemigo de la humanidad que menospreciarían.

Ella no iba a hablar de asuntos mundanos, ni oír hablar de ellos, a menos que lo afectado sea los intereses de Dios para la salvación de las almas. Todos sus actos se rigen por la prudencia, y era imposible encontrar en ellos nada excesivo o desordenado. Estaba llena de dulzura y afabilidad hacia todos. Ella triunfó completamente sobre la carne mediante las mortificaciones con ayunos, vigilias, y prendas de vestir ásperas. Ella estaba adornada además con las más nobles virtudes cristianas, ella fue extremadamente prudente en dar consejo, pura y tranquila en mente, con el fin de ser un modelo de perfección religiosa. Sin embargo, ella nunca se esforzó por poner a sí misma por debajo a todas las monjas, con entusiasmo tomaba  la elección de los cargos más bajos de la casa. Ella servía a los pobres, sobre sus rodillas, y lavaba y besaba los pies de los leprosos,  superándose a sí misma para no  rechazar  sus úlceras repugnantes.

Su paciencia y la fuerza del alma eran admirables, sobre todo en la muerte de su Hijo muy amado, Henry duque de Silesia, que cayó luchando contra los tártaros, porque pensó en lugar  dar gracias a Dios, que de llorar por su hijo. Milagros añadidos a su renombre. Un niño, que había caído en un arroyo del molino y fue golpeado y aplastado por las ruedas, hace que se restablezca de inmediato a la vida cuando se invoca al santo. Otros muchos milagros realizados por ella después de haber sido examinados debidamente, Clemente IV, la inscribió entre los santos, y le permitieron que se celebrará el día quince del mes de octubre, en Polonia, donde se siente honrada como patrona del país. Inocencio XI extendió su Oficio para toda la Iglesia, que se fijan en el diecisiete de octubre. (Dom Prosper Guéranger, El Año Litúrgico.)
Sobrina santa de Santa Eduvigis, Santa Isabel de Hungría, castigó su cuerpo con mortificaciones y penitencias brutales, purificando su alma a cuidar de los pobres con un abandono casi temerario mientras buscaba, ante todo, su salvación eterna. Por su parte, sin embargo, los pobres no estaban muy agradecidos a Santa Isabel de Hungría, ya que algunas de las mismas personas a las que trata con tanto cuidado y cariño se han negado a cuidar de ella después de haber sido expulsada del castillo por sus intrigantes hermanos del yerno, Henry y Conrad, tras la muerte de su amado esposo, Luis de Turingia:
Fue el tercer invierno duro en el pueblo y el castillo. El clima era frío, la comida era escasa y el mal genio en el castillo de Wartburg. Henry y Conrad [los hermanos de Louis] significaban muy bien, pero ellos no entendieron a Elizabeth. Sin Louis para protegerla, la trataban con poco respeto. Henry la regañó y Conrad se burló. Para ellos no era más que un extraño y poco razonable. Ella hizo todo el mundo incómodo, dijeron.A Nadie le gusta tener en su conciencia que le esten pinchando constantemente, y fue el efecto que Elizabeth parecía tener en otras personas.
Landgravina Sophie [la madre de Louis] se quedó en el castillo y trató de defender a Elizabeth. ahora hay un fuerte vínculo entre ellas. Ambas habían querido a Louis profundamente. Pero, a pesar de la simpatía de Sophie, Elizabeth fue maltratada en el castillo. Es difícil decir si Henry y Conrad  volvieron deliberadamente a la gente en su contra, pero ciertamente no hizieron nada para protegerla. Guda y Ysentrud se estremecieron por la charla cruel que oyeron de nuevo, al igual que en los viejos tiempos cuando Elizabeth era la princesita extraña de Hungría. Incluso entonces perturbaba las damas de la corte por ser "demasiado piadosa", "demasiado religiosa" o "tratar de actuar  santamente."
 Abajo, en el pueblo la gente susurraba lo que habían escuchado de los agentes en el castillo.
"Ella gastó todo el dinero de landgrave - se lo dio a los mendigos que no lo merecen."
"Sí, ¿y recuerdan cómo se regaló el precioso grano derecha e izquierda? Ella nunca debería haber sido de confianza con el dinero."
"Es una buena cosa que el príncipe Henry sabe ser firme con ella. Él ha puesto cerraduras fuertes en los graneros y no le da ningún dinero en absoluto. Louis siempre fue demasiado indulgente."
Las mentes de las personas fueron envenenadas contra Isabel. Los mismos a quienes ella había amamantado y cuidado vueltos contra ella.
Una fría noche oscura de repente tomó una decisión. Caminó por el sendero de hielo hasta el pueblo, apoyada en el bastón por razones de seguridad. Pensaba encontrar un lugar para ella y los niños que tenía. Había luces en varias casas, y trató una tras otra.
"¿Quién está ahí?"
" landgrave, ¿puedo entrar?"
Silencio. A nadie le abrirá. Por fin un tabernero se apiadó de ella y dejó  su estancia en un viejo galpón de herramientas herrembradas .
"Voy a echar a los cerdos, mi señora," dijo, para que pueda dormir. "
Algo de ropa de trabajo hay colgadas de un gancho. Estas se colocan en un banco y sobre las rodillas y la dejaron. Allí se sentó en el frío hasta el amanecer. Entonces oyó la campana de la misa de la iglesia franciscana.
Los frailes cantaban sus oraciones de la mañana cuando vieron en la semioscuridad  la figura de landgrave. Ella caminó hacia el altar, rodeada por la luz de las velas como por una gloria, y comenzó con una voz clara a cantar el Te Deum. Después de un momento de asombro  los hermanos se unieron a ella. Ella era bienvenida en la Casa de Dios.
Elizabeth siempre había querido renunciar a todo y ser un mendigo como el Hermano Francisco [de Asís]. Esto fue su cambio Guda y Ysentrud [sus leales asistentes] sacaron a los hijos de ella, y se los llevó con ella como ella rogó de casa en casa. Pero  puertas tras puerta se cerraron en las narices. La princesa real, Isabel de Hungría, landgrave de Turingia, acompañados de los hijos del rey, fueron rechazados por sus súbditos. Guda Ysentrud  lloraron amargamente.
 
Un pobre sacerdote les dio refugio y un lecho de paja, pero las órdenes vinieron del castillo que todos deben pasar de inmediato a la casa de un hombre noble que fue a un enemigo especial de Elizabeth. No dispuesto a ofender a Henry, él los entregó a una pequeña habitación oscura, pero se negó a dar de comer, el calor, o cualquier otra comodidad. Al día siguiente, Elizabeth tomó su pequeña familia de regreso a el cobertizo del tabernero amable. Antes de irse,  tocó las paredes de la habitación que usaba como un niño en el castillo de Wartburg.
"Gracias, muros ", dijo, "para nosotros por el refugio contra la intemperie, así como puedo. Me gustaría darle las gracias maestro, pero no tengo nada que agradecerle."
Por supuesto, Elizabeth no pudo evitar que los niños llevaran con ella  la clase de vida que llevaba. Ella tuvo que enviarlos a amigos de confianza de su padre - al menos por un tiempo. Ella siguió viviendo en el cobertizo, apoyándose por el hilado y el tejido. Algo en lo profundo de su corazón le había hecho la idea medieval de siervo y señor. Mucho, mucho tiempo antes de que el resto del mundo aceptaría la doctrina de la fraternidad, que, como San Francisco, que se cree en la igualdad de los hombres. Prefería la pobreza al lujo posible gracias a la miseria y el trabajo de los siervos y esclavos. A pesar de sus sufrimientos, ella estaba feliz de ser como Cristo. (Blanche Jennings Thompson, de Saint Elizabeth Tres Coronas, Visión Libros:. Farrar, Straus and Cudahy, 1958, pp 150-153)
 
No, no hay conflicto entre la búsqueda de la perfecta devoción y el amor a los pobres. Esto sólo existe en la mente de los revolucionarios, como Jorge Mario Bergoglio / Francis,( el asesino serial de almas) que tratan de justificar su impiedad y la impureza doctrinal a los ojos de los hombres, que como el  no viven muy diferente a la suya.

Esta historia continuará.
 
¿No es hora de rezar un Rosario ahora? 

Vivat Christus Rex ! Viva Cristo Rey !
Nuestra Señora de Fátima, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, ruega por nosotros.
San Juan Evangelista, ruega por nosotros.
San Miguel Arcángel, ruega por nosotros.
San Gabriel Arcángel, ruega por nosotros.
San Rafael Arcángel, ruega por nosotros.
Santos Joaquín y Ana, ruega por nosotros.
Santa Eduvigis, ruega por nosotros.
 
Fuente: Chríst or Chaos