San Francisco; clima tenso por la llegada de Cordileone
Debería llegar el 4 de octubre el nuevo arzobispo a la bahía californiana
Maria Teresa Pontara Pederiva RomaUna provocación. Se podría resumir de esta forma la serie de reacciones que se desencadenaron en San Francisco, California, tras la noticia del nombramiento de monseñor Cordileone, actualmente obispo de Oakland (en donde celebraba con el rito antiguo), como arzobispo de la ciudad más anticonformista de los Estados Unidos.
Se trata de un puesto de prestigio para Salvatore Cordileone. Nació en San Diego en 1956 y la semana pasada Benedicto XVI le eligió para la cátedra de San Francisco, después de que guiara durante 3 años la diócesis de Oakland (territorio con un alto índice de criminalidad urbana y con 26 religiosos denunciados por abusos en contra de menores).
Se trata del obispo (único entre sus colegas californianos) que ha luchado por la famosa Propuesta 8, la que suspendió las uniones civiles entre homosexuales, que después habría sido declarada anticonstitucional por la Suprema Corte porque sería discriminatoria. Es más, parece que donó de sus bolsillos unos 6 mil dólares para la campaña y que en el otoño del año pasado escribió al Congreso diciendo que el matrimonio es uno de los principales derechos de la libertad.
Presidente de la Comisión episcopal para la promoción y la defensa del matrimonio, nadie se imagina que estará solo y con los brazos cruzados ante la práxis consolidada por la que las uniones entre personas del mismo sexo forman parte desde hace años del tejido social de la ciudad. Justamente Cordilione las había definido como «el ataque final del Diablo contr el matrimonio» y que el año pasado promovió una petición para pedir que fuera indispensable el permiso de los padres en el caso de que abortara una menor (aunque siempre se ha declarado en contra de la pena de muerte).
De esta forma, volverían los tiempos del episcopado del cardenal Levada, que después fue transferido a Roma como prefecto, con un clima de constantes enfrentamientos verbales entre la esfera eclesiástica y la esfera civil.
No ha contibuido a calmar la tensión ni siquiera la declaración que hizo tras su nombramiento durante la conferencia de prensa en la St. Mary’s Cathedral de San Francisco (en donde habló tanto en inglés como en español): «El matrimonio solo puede derivar del abrazo entre un hombre y una mujer. No veo cómo se puede pensar que esto sea una discriminación».
Es más, según lo que indica el periódico principal de su sede actual, el “Oakland Tribune”, Charles Martel, presidente de los católicos por la igualdad de los derechos matrimoniales, se espera que comience una larga batalla. Pero no faltan los que le apoyan fervientemente, como Ron Prentice del Consejo californiano de la Familia, que expresó inmediatamente su «profunda gratitud» por la decisión.
Cordilione, por su parte, prefiere dirigir su atención hacia la que llama un verdadero «desafío»: la diversidad cultural y étnica de la metrópolis más extraordinaria de la nación, con más de medio millón de católicos, sobre todo de origen hispano o asiático.
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