Oh Purísima Vírgen María, Madre de Dios y Madre mía amantísima, centro de las delicias y complacencias del Altísimo, Reina de cielos y tierra, que, después de Dios eres única esperanza, permitenos escuchar tu dulce voz para no perecer en el pecado, refugio de los pecadores a tí clamo desde el profundo abismo de miserias en que estoy sumido. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
la Iglesia llama a María "Madre de la santa esperanza" (Ecclo 24,24); la madre que hace nacer en nosotros, no la vana esperanza de los bienes miserables y efímeros de esta vida, sino la esperanza de los bienes inmensos y eternos de la vida bienaventurada. Así saludaba san Efrén a la Madre de Dios: "Dios te salve, esperanza del alma mía y salvación segura de los cristianos, auxilio de los pecadores, defensa de los fieles y salud del mundo". Nos advierte san Basilio que después de Dios no tenemos otra esperanza más que María, por eso la llama "nuestra única esperanza después de Dios".
Observen la reacción de un bebé que nació sordo, después de que el médico le había implantado una prótesis auditiva al niño. ¡Que expresa una inmensa felicidad a escuchar la voz de su madre! Esa sonrisa
que no existe oro para pagar.
FELIZ DÍA PARA TODAS LAS MADRES
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