HISTORIA DE UN TRISTE SECRETO
o
SECRETOS DE UNA TRISTE HISTORIA
Presentamos a continuación el texto central del trabajo de este
Especial de Radio Cristiandad con el P. Juan Carlos Ceriani,
correspondiente a su visita del mes de agosto 2012, referido a la FSSPX y
ROMA.Audios del Especial sobre actualidad de la FSSPX y ROMA
Primera Parte:
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Se acompaña el mismo con 3 anexos en texto (haga click en cada uno para ser redirigido):
1 – Max Barret: La victoria de Benedicto XVI2 – Acepto el Concilio a la luz de la Tradición
3 – La palabra del Sup. General de la FSSPX respecto de Campos. Original de 2002
Mas este es el juicio: que la luz vino al mundo,
y los hombres amaron más las tinieblas que la luz,
porque sus obras eran malas.
Porque todo hombre que obra mal, aborrece la luz,
y no viene a la luz para que sus obras no sean reprendidas.
Mas el que obra verdad, viene a la luz para que parezcan sus obras,
porque son hechas en Dios.
Nota: destacamos en amarillo
las frases más importantes, que muchas veces se contradicen entre los
diversos documentos. Varios anexos, que son muy importantes, acompañan
este trabajo.
2011
Septiembre
14 de septiembre: Monseñor Fellay y sus dos Asistentes concurren a Roma convocados por el Cardenal Levada, quien les remite el Preámbulo Doctrinal sobre el cual la FSSPX tiene que pronunciarse.
Por la Carta del Superior de Distrito de América del Sur, Padre Bouchacourt, conocemos lo esencial de este Preámbulo:
El
texto del documento entregado a Mons. Fellay y a sus Asistentes sigue
siendo confidencial. Sin embargo puedo comunicarles algunos elementos
relativos a su contenido. Tiene dos partes: un preámbulo doctrinal y un
breve proyecto de solución canónica para la FSSPX.
El preámbulo se basa sobre el protocolo de acuerdo que en su momento se propuso a Mons. Lefebvre, pero en forma más restrictiva.
Se
nos pide reconocer a la luz de Tradición católica al Vaticano II y a
las enseñanzas posteriores de los Papas hasta el día de hoy. Además
deberíamos aceptar, por un lado, el Catecismo de la Iglesia Católica,
que constituye un compendio de la doctrina conciliar, y por otro, el
Código de Derecho Canónico publicado en 1983, con una aplicación
adaptada a la disciplina particular otorgada a la FSSPX.
Asimismo
deberíamos reconocer la legitimidad del Novus Ordo. Según las
explicaciones de los canonistas del Vaticano, la palabra “legitimo”
quiere decir “legal”… Esta no es la acepción recibida comúnmente.
Después seguiría una profesión de fe y un juramento de fidelidad.
Por
último, si firmásemos este preámbulo, se nos otorgaría una prelatura
personal, parecida a la estructura canónica del Opus Dei.
Queda
claro que este preámbulo, con el contenido que tiene, no puede ser
firmado, aunque se le aporten modificaciones. La situación de la Iglesia
conciliar, las declaraciones del Papa en Alemania, el próximo encuentro
en Asís manifiestan que la situación no es apropiada para firmar
semejante documento. Nos encontraríamos aplastados por el sistema, tal
como lo fueron las congregaciones “motu propio”.
Mons.
Fellay mandará su respuesta dentro de unas semanas, y tal vez publicará
una declaración doctrinal que no tendrá nada que ver con la que se nos
presentó y no será aceptada por Roma.
Aunque existe una apertura canónica por parte de Roma, la situación doctrinal en la Iglesia no ha cambiado.
Roma
nos necesita, necesita que nos reunamos con ellos para demostrar que el
Vaticano II no está en ruptura con la Tradición, y para neutralizar el
ala progresista que anhela una ruptura manifiesta con la Tradición. Está
claro que no podemos seguir este camino. Debemos mantenernos firmes y
esperar que Roma dé nuevos pasos. Roma retrocede cada vez más, pero
todavía no lo suficiente.
¡Por
lo tanto el combate continúa! Les pido que mantengan la
confidencialidad sobre el contenido de esta circular. Uds. Pueden
informar a sus fieles que no se firmó nada y que la situación sigue
siendo idéntica a la que teníamos antes del 14 de septiembre.
14 de septiembre: Comunicado de Prensa de la Santa Sede sobre la reunión entre la Congregación para la Doctrina de la Fe y la FSSPX.
El
14 de septiembre 2011, en la sede de la Congregación para la Doctrina
de la Fe, ha tenido lugar un encuentro entre Su Eminencia Reverendísima
el Cardenal William Levada, Prefecto de esa Congregación y Presidente de
la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, Su Excelencia el Monseñor Luis
Ladaria, S.J., Secretario de la misma Congregación y Monseñor Guido
Pozzo, Secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei con Su
Excelencia Monseñor Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad
Sacerdotal San Pío X, y los reverendos Niklaus Pfluger y Alain-Marc
Nely, Asistentes generales de la Fraternidad.
A
continuación de la súplica dirigida por el Superior General de la
Fraternidad Sacerdotal San Pío X a Su Santidad Benedicto XVI el 15 de
diciembre de 2008, el Santo Padre había tomado la decisión de
levantar la excomunión de los cuatro obispos consagrados por Monseñor
Marcel Lefebvre y de abrir al mismo tiempo coloquios doctrinales con la
Fraternidad, con el fin de superar las dificultades y los problemas de
orden doctrinal y de llegar a la reducción de la fractura existente.
Obedeciendo
la voluntad del Santo Padre, una comisión mixta de estudios formada por
expertos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X y por expertos de la
Congregación para la Doctrina de la Fe se reunió en ocho sesiones que se
celebraron en Roma entre octubre de 2009 y abril de 2011. Estas
conversaciones, cuyo objetivo era exponer y profundizar las dificultades
doctrinales mayores sobre temas controvertidos, alcanzaron su objeto,
que era clarificar las respectivas posturas y sus motivos.
Teniendo
en cuenta las preocupaciones e instancias planteadas por la Fraternidad
Sacerdotal San Pío X a propósito del respeto de la integridad de la fe
católica frente a la hermenéutica de la ruptura del Concilio Vaticano II respecto de la Tradición
–mencionada por el Papa Benedicto XVI en su Discurso a la Curia Romana
el 22 de diciembre de 2005–, la Congregación para la Doctrina de la Fe
toma por base fundamental de la plena la reconciliación con la Sede
Apostólica la aceptación del Preámbulo doctrinal entregado en la sesión
del 14 de septiembre de 2011. Dicho preámbulo enuncia algunos principios
doctrinales y criterios de interpretación de la doctrina católica,
necesarios para garantizar la fidelidad al Magisterio de la Iglesia y el
“sentire cum Ecclesia”, dejando, al mismo tiempo, abiertos a una
discusión legítima el estudio y la explicación teológica de expresiones o
formulaciones particulares presentes en los textos del Concilio
Vaticano II y del Magisterio posterior.
Durante
la misma sesión, se han propuesto algunos elementos de cara a una
solución canónica para la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, que seguiría
a la eventual y esperada conciliación.
14 de septiembre: DICI entrevista con Monseñor Fellay, tras su reunión con el Cardenal Levada.
¿Cómo se desarrolló ese encuentro?
La
entrevista fue de gran cortesía y también de una gran franqueza, puesto
que por lealtad la Fraternidad San Pío X se negó a eludir los problemas
que persisten. Es en este espíritu que habían tenido lugar las
discusiones teológicas que se llevaron a cabo en los últimos dos años.
Cuando
declaré, el 15 de agosto último, que estábamos de acuerdo sobre el
hecho de que no estábamos de acuerdo sobre el Concilio Vaticano II,
también estuve obligado a precisar que cuando se trata de dogmas, como
el de la Trinidad, es obvio que estamos de acuerdo en que se encuentra
el recuerdo en el Concilio Vaticano II. Una frase no debe ser aislada de
su contexto. Nuestras discusiones teológicas han tenido el gran mérito
de profundizar seriamente y aclarar todos estos problemas doctrinales.
El comunicado oficial común al Vaticano y a la Fraternidad
anuncia que un documento doctrinal se le ha entregado a usted, y que
una solución canónica le ha sido propuesta. ¿Puede darnos algunas
precisiones?
Este
documento se titula Preámbulo doctrinal, que se nos ha entregado para
un estudio profundo. Por lo tanto, es confidencial, y usted comprenderá
que no puedo decir más. Sin embargo, el término “preámbulo” indica que
su aceptación es una condición previa a todo reconocimiento canónico de
la Fraternidad San Pío X por parte de la Santa Sede.
Acerca
de este preámbulo doctrinal, en la medida que no afecte a su
confidencialidad, ¿puede usted confirmar que allí se encuentra, como se
anunció en la prensa, una distinción entre lo que es de fe —y a lo cual
la Fraternidad adhiere plenamente— y aquello que proviniendo de un
concilio pastoral, como el Vaticano II ha deseado serlo, podría ser
objeto de una crítica, sin comprometer la fe?
Esta
distinción nueva no fue anunciada solamente por la prensa;
personalmente la he escuchado de diversas fuentes. Ya en 2005, el
Cardenal Castrillón Hoyos me dijo, después que yo le había expuesto
durante cinco horas todas las objeciones que la Fraternidad San Pío X
formulaba contra el Vaticano II: “No puedo decir que estoy de acuerdo
con todo lo usted ha dicho, pero lo que usted dice no hace que usted
esté fuera de la Iglesia. Escriba al Papa para que él levante la
excomunión”.
Hoy
debo a la objetividad reconocer que no se encuentra, en el preámbulo
doctrinal, una distinción tajante entre el dominio dogmático intangible y
el dominio pastoral sometido a la discusión. Lo único que puedo
declarar, porque eso figura en el comunicado de prensa, es que el
preámbulo contiene “principios doctrinales y criterios de interpretación
de la doctrina católica necesarios para garantizar la fidelidad al
Magisterio de la Iglesia y el “sentire cum Ecclesia”, dejando abiertas a
una discusión legítima el estudio y la explicación teológica de las
expresiones o de las formulaciones particulares presentes en los textos
del Concilio Vaticano II y del Magisterio posterior.” He aquí, ni más ni
menos.
¿A
propósito del estatuto canónico que sería propuesto a la Fraternidad
San Pío X, bajo condición de la adhesión al preámbulo doctrinal? Se ha
hablado de una Prelatura más bien que de un Ordinariato, ¿es correcto?
Como
usted lo recuerda, justamente, este estatuto canónico es condicional; y
su modalidad exacta no puede verse sino ulteriormente y permanece
objeto de discusión.
¿Cuándo piensa usted dar su respuesta a la propuesta del preámbulo doctrinal?
Tan pronto como haya tomado el tiempo necesario para estudiar este documento y consultar
a los principales responsables de la Fraternidad San Pío X, puesto que
en una cuestión tan importante me he comprometido con mis cofrades a no
tomar ninguna decisión sin haberlos consultado antes.
Pero
puedo asegurar que nuestra decisión será tomada para el bien de la
Iglesia y de las almas. Nuestra Cruzada del Rosario, que prosigue
durante varios meses, debe intensificarse para permitirnos obtener, por
la intercesión de María, Madre de la Iglesia, las gracias de luz y de
fortaleza que necesitamos más que nunca.
23 de septiembre: Carta de Monseñor Fellay a Monseñor Williamson sobre el Capítulo de octubre.
29 de septiembre: Entrevista del Padre Pflüger la página web alemana de la FSSPX.
¿Ve Ud. alguna posibilidad de una respuesta positiva? ¿La Fraternidad San Pío X firmará el Preámbulo?
La diplomacia juega aquí un papel importante.
Roma quiere no perder crédito ante el público. Ya se ha acusado
demasiado al Papa por haber levantado las “excomuniones” a nuestros
obispos sin previas condiciones. Si se hubiera seguido a la mayoría de
los obispos alemanes, la Fraternidad habría tenido que firmar antes un
reconocimiento pleno y total del concilio. Por otra parte, lo exigen
todavía. El Papa Benedicto XVI no hizo eso.
De igual manera aconteció con la liberación de la misa tridentina, que
era el otro pre-requisito que la Fraternidad había presentado. De este
modo Roma accedió en dos oportunidades a los deseos de la Fraternidad.
Se comprende que ahora se pide un texto que pueda ser presentado al
público. La pregunta es si podemos firmar ese texto. En una semana los
Superiores de la Fraternidad San Pío X se reunirán en Roma para discutir
este tema. El Cardenal Levada y la S. C. para la Doctrina de la Fe son
conscientes que no pueden exigir un texto que la Fraternidad, por su parte, no pueda justificar ante sus miembros y sus fieles.
Octubre
7 de octubre: Los Superiores de la FSSPX se encuentran en Albano para informarse sobre el Preámbulo Doctrinal.
7 de octubre: Monseñor de Galarreta presenta su trabajo sobre el Acuerdo Práctico.
Avanzar
hacia un acuerdo práctico sería renegar de nuestra palabra y de
nuestros compromisos con nuestros sacerdotes, nuestros fieles, Roma y
frente a todo el mundo.
Tal
procedimiento manifestaría una grave debilidad diplomática por parte de
la Fraternidad, y a decir verdad, más que diplomática. Sería una falta
de coherencia, de rectitud y de firmeza, lo que tendría como efectos la
pérdida de credibilidad y de la autoridad moral que gozamos.
En
consecuencia, no es el momento de cambiar la decisión del Capítulo de
2006 (no puede haber un acuerdo práctico sin resolver la cuestión
doctrinal) y no es correcto ni
prudente lanzarse a la preparación de los espíritus en el sentido
contrario, antes de que haya en nosotros la convicción, el consenso y la
decisión de cambiar. Lo contrario sólo provoca la división y, por reacción, una guerra, la anarquía.
7 de octubre: Comunicado de la Casa General de la FSSPX sobre la reunión en Albano.
El
7 de octubre de 2011 se desarrolló en Albano (Italia) una reunión de
los responsables de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, durante la cual
el Superior General, Mons. Bernard Fellay, expuso el contenido del
Preámbulo doctrinal que le había entregado el Cardenal Levada, prefecto
de la Congregación para la doctrina de la Fe, en la reunión del
Vaticano, el 14 de septiembre pasado.
En
el curso de esta jornada, los 28 responsables de la Fraternidad
Sacerdotal San Pío X presentes en la reunión – directores de seminario y
superiores de distrito de todo el mundo – manifestaron una profunda
unidad en la voluntad de conservar la fe en su integridad y totalidad,
fieles a la enseñanza que, siguiendo a San Pablo, les dejó Mons.
Lefebvre: tradidi quod et accepi (1 Cor. 15, 3), he entregado lo que recibí.
Luego de esta reunión de trabajo, el estudio del Preámbulo doctrinal –cuyo contenido permanece confidencial– se continuará en el ámbito del Consejo General
de la Fraternidad San Pío X, donde un examen más profundo por parte del
Superior General y de sus dos Asistentes, el P. Niklaus Pfluger y el P.
Alain-Marc Nély, permitirá presentar dentro de un plazo razonable una
respuesta a las propuestas romanas
12 de octubre:
Carta del Padre Bouchacourt a los sacerdotes del Distrito de América
del Sur de la FSSPX. (Ya nos hemos referido a ella; la misma será dada a
conocer por Internet el 9 de noviembre).
Noviembre
1º de noviembre: Carta del Padre Paul Morgan, Superior del Distrito de Gran Bretaña de la FSSPX.
El
martes1º de noviembre, el sitio del distrito británico de la
Fraternidad San Pío X ha publicado la edición de noviembre del boletín
de noticias de su superior, el Padre Paul Morgan. Este texto se retiró a continuación.
Mis queridos hermanos,
La
reunión de Superiores de la Fraternidad se celebró en octubre, en
Albano, el 7 y 8, como se anunció en el boletín del mes pasado, y
Monseñor Fellay aprovechó esta oportunidad para discutir el Preámbulo
Doctrinal que el Cardenal Levada le había presentado el 14 de
septiembre.
El
primer día de la reunión se dedicó a tres temas: una visión general de
los contactos con Roma desde 1987; un resumen de las discusiones
doctrinales; y una presentación oral del Preámbulo Doctrinal en sí.
Respecto
de las discusiones doctrinales, es decepcionante observar que la
comisión romana no alcanzó a comprender la ruptura entre la enseñanza
tradicional y la enseñanza conciliar. Ella insistió, en cambio, en la
hermenéutica (interpretación) de la continuidad, declarando ¡que las
nuevas enseñanzas incluyen y mejoran la antigua.
Fue
interesante conocer que la reunión del 14 de septiembre no abordó para
nada las discusiones doctrinales, sino que más bien se consagró a
exponer las posibles soluciones prácticas para la Fraternidad.
Por
lo tanto, no os sorprenderá saber que la base doctrinal propuesta para
cualquier acuerdo canónico contiene, de hecho, todos los elementos que
la Fraternidad ha rechazado constantemente, incluyendo la aceptación de
la Nueva Misa y el Vaticano II, tal como son expresados en el Nuevo
Catecismo. En efecto, el propio documento da la impresión que no hay crisis en la Iglesia.
Además, el consenso declarado por los presentes fue que el Preámbulo Doctrinal era claramente inaceptable y que el momento no había ciertamente llegado para firmar ningún acuerdo práctico, mientras las cuestiones doctrinales permanezcan excluidas.
También se acordó que la Fraternidad debía continuar su labor
insistiendo en las cuestiones doctrinales en todos sus contactos con las
autoridades romanas.
Podemos
ver de muchas maneras la mano de la Providencia en esta reunión, que
cayó el día de la fiesta del Santo Rosario, dada la aclaración dada por
la persistencia de Roma en sus errores modernos y por la consecuente
necesidad de continuar la lucha contra el modernismo a través de la
fidelidad a la Tradición católica.
2 de noviembre: Comunicado de la Casa General de la FSSPX sobre el Preámbulo Doctrinal.
Después
de la reunión de Superiores de seminarios y de distritos de la
Fraternidad San Pío X, en Albano (Italia), el 7 de octubre de 2011,
fueron publicados diversos comentarios en la prensa acerca de la
respuesta que Monseñor Fellay debe dar a las proposiciones romanas del
14 de septiembre de 2011. Se
recuerda que sólo la Casa General de la Fraternidad San Pío X está
habilitada para publicar un comunicado o un comentario sobre este tema. Hasta que haya más información, hay que referirse, pues, al comunicado del 7 de octubre de 2011.
28 de noviembre: Entrevista a Monseñor Fellay en La Porte Latine sobre el Preámbulo Doctrina.
¿Por qué el Preámbulo Doctrinal que le entregó el Cardenal Levada, el 14 de septiembre último, está rodeado de tal secreto tanto de parte de la Congregación de la fe como de la Fraternidad San Pío X? ¿Qué esconde este silencio a los sacerdotes y a fieles de la Tradición?
Esta
discreción es normal para cualquier paso importante; ella garantiza su
seriedad. El Preámbulo Doctrinal que se nos dio es un documento que,
como se indica en la nota que lo acompaña, puede recibir aclaraciones y
modificaciones. Este no es un texto definitivo. Enviaremos pronto una
respuesta a este documento indicando francamente las posiciones
doctrinales que nos parecen indispensables tomar. Nuestra preocupación
constante desde el inicio de nuestras conversaciones con la Santa Sede
-y nuestros interlocutores son muy conscientes de ello- ha sido la de
presentar con toda honestidad la posición tradicional.
Del
lado de Roma, la discreción también se impone porque el texto -incluso
en el estado actual que necesita numerosas aclaraciones- corre el fuerte riesgo de suscitar la oposición de los progresistas
que no admiten la simple idea de una discusión sobre el Concilio,
porque consideran que este concilio pastoral es indiscutible o “no
negociable”, como si se tratara de un concilio dogmático.
A
pesar de estas precauciones, las conclusiones de la reunión de los
superiores de la Fraternidad San Pío X en Albano el 7 de octubre, han
sido divulgadas en Internet, fuentes diversas pero concordantes. ¡Las
indiscreciones no faltan en el Internet!
Es
cierto que este Preámbulo Doctrinal no pueden recibir nuestro apoyo,
aunque un margen sea previsto para un “debate legítimo” sobre algunos
puntos del Concilio. ¿Cuál es el alcance de este margen? La propuesta
que voy a hacer en estos días a las autoridades romanas y su respuesta
nos permitirá evaluar las posibilidades que nos dejan. Y sea cual sea el resultado de estas discusiones, el documento final que haya sido aceptado o rechazado, se hará público.
Como este documento no es claro, ¿lo más simple no sería rechazarlo?
Lo
más simple, tal vez, pero no lo más honesto. Dado que la nota que lo
acompaña prevé aclaraciones, me parece necesario hacerlas en lugar de
rechazar a priori. Lo cual no prejuzga en nada sobre la respuesta que
demos.
Como
el debate entre Roma y nosotros es esencialmente doctrinal, y se centra
principalmente en el Concilio, pero también porque este debate
concierne no sólo a la Fraternidad San Pío X sino también a toda la
Iglesia, las precisiones que obtendremos o no, tendrán el mérito
importante de mostrar mejor dónde están las dificultades y dónde están
las soluciones. Este es el espíritu que ha guiado siempre nuestras
discusiones teológicas de los últimos dos años.
Este
documento sirve como preámbulo a un estatuto canónico, ¿esto no
equivale implícitamente a renunciar a la hoja de ruta que ha establecido
y que preveía antes una solución doctrinal, antes de cualquier acuerdo
práctico?
Se
trata bien de un Preámbulo Doctrinal, cuya aceptación o rechazo
condicionará la obtención o no de un estatuto canónico. La doctrina no
pasa de ninguna manera después. Y
antes de comprometernos sobre un eventual estatuto canónico, se
estudiará de modo preciso este Preámbulo con el criterio de la Tradición
a la que estamos fielmente unidos.
VER EN ANEXO EL ARTÍCULO DE MONSEÑOR FELLAY DE 2002 SOBRE CAMPOS
Puesto
que no olvidamos que son las diferencias doctrinales las que están en
la base del diferendo entre Roma y nosotros, desde hace 40 años; dejarlas
de lado para obtener una un estatuto canónico nos expondría a ver las
mismas diferencias resurgir inevitablemente, haciendo al estatuto
canónico más que precario, simplemente inhabitable.
Por lo tanto, ¿nada ha cambiado después de dos años de discusiones teológicas entre Roma y la Fratrenidad San Pío X?
Estas
entrevistas han permitido a nuestros teólogos exponer sin rodeos los
puntos principales del Concilio que presentan dificultad a la luz de la Tradición de la Iglesia.
Paralelamente y tal vez gracias a estas discusiones teológicas durante
los últimos dos años, aparte de nuestras propias voces fueron
escuchadas, formulando críticas que son similares a las nuestras sobre
el Concilio (…) Todas estas iniciativas, todas estas intervenciones
muestran claramente que la Fraternidad San Pío X no es la única a ver
los problemas doctrinales planteadas por el Concilio Vaticano II. Este
movimiento se está extendiendo y nunca se detendrá.
Diciembre
1º de diciembre:
El Padre Schmidberger transmite la respuesta de la FSSPX a Roma. Roma
considerará que esta respuesta es insuficiente y pedirá aclaraciones.
8 de diciembre: Homilía de Monseñor Fellay en la fiesta de la Inmaculada Concepción.
Si
la Fraternidad quiere la santidad, debe luchar. Sus miembros están
luchando. Contra sí mismos, sin duda, pero también luchar contra el
mundo, y eso es sólo nuestro programa en su conjunto. Aquí descubrimos
algo bastante misterioso: los tiempos en que vivimos. Por un gran
misterio, que Dios permitió, el espíritu del mundo está tratando de
entrar en la Iglesia. Y ustedes tienen que luchar no sólo contra los
enemigos externos, sino en contra de un espíritu no católico, que ha
ingresado en la Iglesia.
Claramente
podemos ver, con todos los cambios recientes, que la introducción de
este espíritu se hizo en el momento del Concilio Vaticano II. Esto es
una tragedia indecible. Pablo VI habló del «humo de Satanás”. Es como si el diablo había puesto los pies en el santuario. Y es una realidad que el hiela.
(…)
Este es un gran misterio, porque, al mismo tiempo vemos estas cosas y
que debemos decir “no”, también tenemos que seguir diciendo que la
Iglesia tiene las promesas de Dios: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. Por un lado, debemos creer que es la Iglesia de Cristo, la Iglesia que Dios ha establecido, y los otros elementos que vemos no son la Iglesia, son lo contrario de la Iglesia, pero están dentro de la Iglesia.
(…) Todos ustedes han oído que hubo una propuesta de Roma, una propuesta que dice: “estamos dispuestos a reconocerlos.”
El problema es que siempre hay una condición. Esta condición puede
haber variado ligeramente en su formulación, pero básicamente siempre es
la misma. Esta condición es la siguiente: tenemos que aceptar el Concilio.
Podríamos
resumir la situación actual diciendo “sí, se puede criticar el
Concilio, pero con una condición, primero hay que aceptarlo”. Y
preguntamos, “¿qué podremos criticar después?”
Creo que es un resumen honesto de la situación actual. Y no es difícil de describir nuestra respuesta.
Obviamente,
las fórmulas son de más en más interesantes, de más en más cerca de lo
que decimos. Actualmente, se llega a un punto que muestra bien la
profundidad del problema. En esta famosa propuesta, nos dicen lo
siguiente: “Ustedes se
comprometen a reconocer que los puntos del Concilio que son difíciles,
la única manera de entender esos puntos es entenderlos a la luz de la
Tradición continua, perpetua, a la luz del Magisterio anterior”. La luz de la Tradición es la única manera por la cual uno puede entender los puntos dudosos.
Van todavía más lejos: “Cualquier
propuesta y cualquier interpretación de estos textos dudosos que serían
opuestos al Magisterio perpetuo, Magisterio constante de la Iglesia,
hay que rechazarlos.”
Esto es lo que siempre hemos dicho.
VER EN ANEXO EL ARTÍCULO DE MONSEÑOR FELLAY DE 2002 SOBRE CAMPOS
Pero hay una pequeña incisión que agregan: “como lo indica el nuevo Catecismo“. Sin embargo, el nuevo Catecismo retoma el Concilio.
En otras palabras, sobre el principio sólo se puede estar de acuerdo.
La aplicación, es completamente opuesta. Ellos pretenden que aplican el
principio, diciendo: todo lo que hicimos en el Concilio es fiel a la
Tradición, es coherente con la Tradición, sea que se trate de la
libertad religiosa o del ecumenismo. Esto demuestra la gravedad del
problema. Existe un problema en alguna parte. No es posible de otro
modo. El problema radica en la comprensión de ciertas palabras. Y estas
palabras son, por supuesto, “la tradición” y “Magisterio”. Su forma de
entender estas palabras es algo subjetivo.
Ciertamente,
uno puede, eventualmente, entender “tradición” en el sentido de
“transmitir”: el acto de transmitir. Es una transmisión. Sin embargo, la
forma habitual de entender esta palabra se refiere al contenido. ¿Qué
se transmite? ¿Qué se transmite de generación en generación? La
definición clásica de la Tradición es “lo que ha sido creído siempre y en todas partes” (Commonitorium
de San Vicente de Lerins). “Lo que” se refiere aquí al objeto. Pero
ahora es como si se pasase del objeto al sujeto, para no mirar más que a
aquel que transmite.
(…)
Ahí
es donde estamos. He aquí lo que estamos tratando de hacer, ya que en
realidad hay un gesto de Roma para con nosotros, sin duda, una decisión
sorprendente después de estas discusiones doctrinales, en las cuales nos
dimos cuenta que no estábamos de acuerdo.
De
hecho, es una situación similar a la de dos personas que se reúnen,
discuten y concluyen que no están de acuerdo. Entonces, ¿qué hacemos?
Roma dice, ustedes ¿aceptan de todos modos? Y nosotros respondemos, no
podemos.
21 de diciembre: Carta de Monseñor Fellay a los Amigos y Benefactores Nº 79.
El
rechazo práctico de la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo se
manifiesta a menudo en la historia de los hombres por el rechazo de su Realeza, que ya fue el título y la razón de su condenación: “Jesus Nazarenus, Rex Judaeorum” (Jn 19,19).
Y muy a menudo en la historia, el rechazo de Dios se manifiesta por el rechazo de la sumisión a Nuestro Señor Jesucristo.
Hay
que llegar a mitad del siglo XX para asistir a este increíble
acontecimiento que permitió ver un concilio que, pretendidamente en
nombre de la adaptación a la situación concreta de la sociedad humana en
plena decadencia, modificó la proclamación de todas las épocas: “Es necesario que Él reine” (1 Cor 15,25). Se pretende que esta manera de obrar estaría en armonía con los Evangelios, cuando es todo lo contrario.
Los
sofistas del liberalismo hicieron decir que el Estado, la sociedad
humana –la cual también es una creatura de Dios– debía tratar con
igualdad la única verdadera religión y todas las falsas, otorgando de
igual modo a cada una el derecho de existir, de desarrollarse sin trabas
y de ejercer su culto.
Se
pretendió por este medio oponerse a los abusos del Estado totalitario
que aplasta injustamente los seres humanos y oprime la conciencia de
cada uno. Los mismos francmasones expresaron su alegría por escuchar
resonar bajo la cúpula de San Pedro estas tesis que les pertenecen. (Cf.
Yves Marsaudon, El ecumenismo visto por un francmasón de Tradición, 1964).
Ciertamente hay algo de verdad en el mal denunciado. Pero el remedio es el que la Iglesia siempre indicó: la tolerancia. El
derecho a la libertad religiosa, tal cual fue proclamado en el Concilio
Vaticano II, es algo muy distinto. Este es uno de los puntos en los
cuales chocamos con la Santa Sede.
Esta
libertad religiosa, que pone en pie de igualdad lo verdadero y lo
falso, dispensa deliberadamente al Estado y a la sociedad humana de sus
deberes de honrar y servir a Dios, su Creador. Abre el camino a todas
las licencias en materia religiosa. Es como si, en la Iglesia, se hubiera renunciado a la prerrogativa de ser el único camino de salvación para los hombres.
Los que todavía creen en ello ya no lo dicen. Incluso muchos hacen
pensar lo contrario. Esta concesión al mundo de hoy se hace a costa de
la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo.
Otra
consecuencia, en la misma línea de lo que se acaba de decir, se ve en
la práctica del ecumenismo. Bajo pretexto de poder estar más cerca de
nuestros “hermanos separados”, no se proclaman más estas verdades,
aunque sean salvíficas, porque son difíciles de entender. Incluso de
manera deliberada ya no se busca convertirlos. El ecumenismo YA NO
QUIERE CONVERTIR MÁS. Se ha desterrado este término, se lo tolera
todavía, ¡pero en nombre de la libertad religiosa! ¿Dónde está, pues, la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo?
¿Dónde quedó la dignidad de los católicos? ¡Y son sus jefes los que los
convierten en pusilánimes! Como se pudo constatar recientemente en
Francia, cuando era necesario censurar obras de teatro blasfemas. Si
semejantes ofensas hubieran sido hechas contra los musulmanes, ¡el país
habría sido devorado por las llamas! ¡Hoy los cristianos se han vuelto
tan flojos que dejan hacer cualquier cosa! ¡Se atenta contra el honor no
de un rey de este mundo, sino del Rey de Reyes, del Señor de señores,
Nuestro Salvador, de quien hemos recibido todo!
¡Evidentemente
deseamos fervientemente la salvación y el retorno al redil de todas
estas almas tan caras al Corazón de Nuestro Señor puesto que las rescató
al precio de su vida! Pero la manera actual de obrar no tiene nada en
común con la preocupación de la unidad de la Iglesia de los siglos
pasados. Se pretende que todo el mundo es bueno y, por consiguiente, la
perspectiva de que algunos podrían condenarse eternamente causa
escándalo. Se predica que el infierno está vacío o casi. Pero la
enseñanza de la Iglesia es muy diferente…
Un tercer punto de enfrentamiento está también ligado al menoscabo de la autoridad.
Nuestro
Señor es la cabeza de la Iglesia. Pero porque quiso que su Iglesia
fuera visible, habiendo subido a los cielos, Él dio a su Iglesia una
cabeza visible que es su Vicario sobre la tierra, Pedro y sus sucesores…
A él solo Nuestro Señor dio el poder de apacentar los corderos y las
ovejas, sólo él tiene un poder pleno, soberano, inmediato sobre todos y
cada uno de los miembros de la Iglesia. Por eso la Iglesia siempre se
proclamó una monarquía, gobernada por uno solo. Ciertamente el
carácter humano del gobierno hace comprensible la búsqueda de los
consejos y de las opiniones de personas sabias, pero una forma de
democracia, introducida en la Iglesia por la colegialidad y por la
parodia parlamentaria de las conferencias episcopales, permite toda
clase de abusos y entrega a la presión de grupos las disposiciones de
derecho divino que determinan que cada diócesis sólo tiene una cabeza,
el obispo del lugar.
Hoy
la autoridad está seriamente sacudida, no sólo desde fuera, por la
contestación de los responsables laicos que reclaman participar en el
gobierno, sino también en el interior de la Iglesia, por la introducción
de una cantidad de consejos y comisiones que, en la atmósfera de hoy,
impiden el ejercicio equitativo de la autoridad delegada por Nuestro
Señor Jesucristo.
¿No
es sobrecogedor constatar cómo, en cada uno de estos escollos,
encontramos en definitiva el mismo problema? Para agradar al mundo, o al
menos para adaptarse a él, se ha sacrificado de una o de otra manera la
autoridad de Nuestro Señor Jesucristo sobre los fieles cristianos,
sobre todos los hombres por los que Él ha derramado su Sangre, sobre
todas las naciones cuyos miembros son.
He aquí lo que desgarra la Iglesia. Para salir de esta crisis es necesario “restaurar todas las cosas en Cristo”
(Efes. 1,10). En todas partes y en todo darle el primer lugar, a Él que
quiere ser todo en todos. Mientras no se quiera abandonar este aire
liberal que apesta la Iglesia, ésta seguirá deteriorándose.
A causa de esta dolorosa realidad nuestras relaciones con Roma son difíciles.
Por
eso en la Fraternidad hablamos tan a menudo de la Realeza de Nuestro
Señor Jesucristo, pues ella es el resumen en la vida práctica del
reconocimiento de su Divinidad. Él tiene un derecho absoluto sobre
nosotros.
A
Él todos los hombres, paganos o católicos, jóvenes o viejos, ricos o
pobres, poderosos o débiles, todos, absolutamente todos rendirán cuenta
de su vida aquí abajo, -a Él, su soberano Juez y su Dios, del cual han
recibido todo. Esperemos que estas líneas muestren cuán actual es la
doctrina de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo, cómo el combate por
esta Realeza de Nuestro Señor Jesucristo no es anticuado, sino todo lo
contrario, muy necesario. Hoy es algo imperioso para sobrevivir.
Enero
21 de enero:
Comentario Eleison 236 de Monseñor Williamson.
Comentario Eleison 236 de Monseñor Williamson.
Enfermedad mental
Un
corresponsal de hace mucho tiempo me escribió recientemente con una
docena de argumentos para demostrar por qué la Fraternidad San Pío X
debe llegar a un acuerdo con Roma, aunque las discusiones doctrinales de
2009-2011 demostraron que el desacuerdo de Roma-FSSPX doctrinal es
radical. Permítanme detenerme aquí en uno de sus argumentos, porque creo
que abre todas las dimensiones de lo que la Fraternidad San Pío X está
en contra.
Él
escribió que si la Fraternidad San Pío X no “normaliza” antes su
situación con Roma, entonces se corre el riesgo de perder el sentido de
lo que significa pertenecer a la Iglesia. Porque hay laicos e incluso
sacerdotes de la SSPX que se sienten cómodos con su situación presente y
se han adaptado a ella, porque la Fraternidad San Pío X “tiene todo lo que necesita, sobre todo los obispos”. Esta adaptación, escribió mi colega, tiende hacia una mentalidad cismática y práctica, si no teórica, al sedevacantismo.
Yo le respondí que en mi opinión, hay un riesgo mucho mayor que la de
la adquisición de una mentalidad cismática, que es el de la adquisición
“de la enfermedad espiritual y mental de los romanos de hoy en día, por
acercarse demasiado a ellos”. ¿Una respuesta escandalosa? Me explico.
“La
enfermedad mental” es la frase que se aplica a los clérigos romanos con
los que un segundo amigo recientemente sostuvo conversaciones largas.
Dijo que se trata de hombres inteligentes y sinceros, plenamente capaces
de comprender los argumentos de la tradición que tienen ante sí, pero
concluyó: “Ellos son enfermos mentales. Sólo ellos tienen la autoridad.”
Sin duda no se refería a ningún insulto personal a los romanos cuando
los llamó “enfermos mentales”. Lo que estaba pronunciando era algo mucho
más serio que un mero insulto personal. Él comentaba sobre el estado
objetivo de las mentes de los romanos, como lo confirman sus largas
conversaciones con ellos. Sus mentes ya no están en ejecución de la
verdad.
A
un tercer amigo también en contacto con los romanos le decían lo mismo
con distintas palabras. Yo le pregunté: “¿No podías haber ido a la raíz
del asunto y se abrió con ellos la cuestión de fondo de la mente y la
verdad?” Él respondió: “No. Todo lo que hubieran dicho era que ellos
eran la autoridad, que eran la Iglesia Católica, y si queremos ser
católicos, era para que nos digan cómo hacerlo.” Esas mentes se están
ejecutando no en la verdad sino en la autoridad. Ahora, la leche es una
cosa hermosa, pero imagina a un propietario de un coche con mucha calma
insistiendo en ¡llenar su tanque de gasolina con leche! El gigantesco
problema es que casi todo el mundo moderno ha perdido todo el sentido y
amor a la verdad. Durante mucho tiempo la Iglesia se resistió a esta
pérdida de la verdad, y con el Concilio Vaticano II la última
resistencia se derrumbó también.
Porque
en verdad el mundo moderno es atractivo e importante, y ¡así es Roma!
Así es como un amigo italiano ha sentido el glamour de las oficinas del
Vaticano: “Entrar en los palacios romanos es una empresa audaz, porque
el aire que usted respira dentro es irresistible. La fascinación de
estos sagrados recintos no se trata no del encanto de los funcionarios
(de ninguna manera todos ellos son encantadores) sino a partir del
sentido de las salas que transpiran los 2000 años de duración de la
historia de la Iglesia. ¿Es la fascinación del cielo? ¿Es en el
infierno? En cualquier caso, la atmósfera del Vaticano seduce a los
visitantes y a cualquiera “.
Y
la fascinación del Vaticano es sólo una pequeña parte de la presión
total del mundo moderno que se filtra en la mente para desactivarlas, y
que no le permite seguir su curso. Querido amigo mío, prefiero ser un
sedevacantista cismático a un apóstata romano. Con la gracia de Dios,
¡ni lo uno, ni lo otro!
27 de enero: Durante su sesión plenaria, la Congregación para la Doctrina de la Fe estudia la respuesta de la FSSPX.
Febrero
2 de febrero: Sermón de Monseñor Fellay en Winona.
No
somos una entidad independiente. Incluso si luchamos con Roma, todavía
estamos por así decirlo con Roma. Si lo desean, al mismo tiempo estamos
en lucha en contra de Roma y con Roma. Proclamamos y seguimos
diciendo que somos católicos. Queremos seguir siendo católicos. Muchas
veces he dicho en Roma: “ustedes tratan de empujarnos afuera. Y nos
damos cuenta de que sería mucho más fácil para nosotros estar afuera.
Tendríamos muchos más beneficios. ¡Ustedes nos tratarían mucho mejor!”
Consideremos a los protestantes, cómo abren sus iglesias para ellos; y
para nosotros las cierran. Pero nosotros decimos: “no nos importa esto”.
Actuamos bajo los ojos de Dios. Sufrimos de parte de la Iglesia, por
supuesto. No nos gusta esto, por supuesto. Sin embargo, debemos
permanecer allí, en la verdad. Y tenemos que seguir afirmando que
pertenecemos a la Iglesia. Somos católicos. Queremos ser y permanecer
católicos; es muy importante mantener esto.
También
es importante que no nos imaginemos una Iglesia Católica que sea sólo
el fruto de nuestra imaginación, que no sería más la Iglesia real. Es
con la Iglesia real que tenemos problemas. Esto es lo que hace que las
cosas sean aún más difíciles: el hecho de que tenemos problemas con
ella. Esto no nos autoriza, por así decirlo, a “cerrar la puerta”. Más bien, es nuestro deber ir siempre a Roma,
para llamar a la puerta y pedir, no de entrar allí (porque ya estamos
dentro), pero para pedirles que se conviertan, que cambien y vuelvan a
lo que hace la Iglesia. Es un gran misterio; no es simple. Debido a que
al mismo tiempo, debemos reconocer esta Iglesia —que es lo que decimos en el Credo: “Creo en la Iglesia Católica”— y por lo tanto reconocemos que hay un Papa, hay una jerarquía. Somos conscientes de eso.
Pero
en la práctica, en varios niveles, estamos obligados a decir “no”. No
porque esto no nos guste, a nosotros, sino porque la Iglesia ya se ha
pronunciado sobre estas cuestiones. E incluso, muchas de entre ellas, la
Iglesia las condenó. Es por ello que, en nuestras discusiones
doctrinales con Roma, estábamos, por decirlo así, bloqueados. La
cuestión clave en estas discusiones con Roma era, en última instancia,
la cuestión del Magisterio, de la enseñanza de la Iglesia. Ellos dicen:
“Somos el Papa, somos la Santa Sede”, lo cual aceptamos. Luego
continúan: “tenemos el poder supremo”, y lo admitimos. Ellos insisten:
“Nosotros somos la última instancia en la enseñanza y somos necesarios”
—Roma nos es necesaria para tener la fe, y estamos de acuerdo.
Ellos ordenan: “entonces, obedeced” , y decimos “no”. Nos reprochan de
ser protestantes, porque ponemos nuestra razón por encima del Magisterio
de hoy. Entonces les decimos: “ustedes son modernistas;
pretenden que la enseñanza de hoy pueda ser diferente de la de ayer”.
Decimos que cuando adherimos a lo que la Iglesia enseñaba ayer,
adherimos necesariamente a lo que enseña la Iglesia hoy en día. Por la
verdad no está relacionada con el tiempo. La verdad está más allá del
tiempo. Lo que ha sido proclamado una vez, siempre obliga. Eso es lo que
es un dogma. Y Dios también está por encima del tiempo. Y la fe es la
adhesión a la verdad de Dios. Ella está por encima del tiempo. Es por
eso que la Iglesia de hoy está ligada con la Iglesia de ayer y debe
serle similar, pero no solamente similar. Además, cuando se oye el
actual Papa decir que debe haber continuidad en la Iglesia, decimos
“¡por supuesto!” Eso es lo que hemos estado diciendo siempre. Cuando se
habla de la Tradición, es precisamente esto lo que queremos decir. Ellos
afirman que debe haber allí Tradición, que debe haber allí continuidad,
y que por lo tanto hay continuidad. El Vaticano II fue hecho por la
Iglesia; ahora bien, en la Iglesia debe haber continuidad, por lo tanto
el Vaticano II también pertenece a la Tradición. Y nosotros respondemos:
“Lo siento, ¿qué estás diciendo aquí?”
Pero
esto va aún más lejos, queridos fieles. Lo que acabo de describir es lo
que sucedió durante los debates, al finalizar los cuales recibimos la
invitación de Roma. En esta invitación se encontraba la propuesta de una
solución canónica para regularizar nuestra situación. Y puedo afirmar que lo nos es presentado hoy —y que es diferente de lo que nos presentaron el 14 de septiembre 2011— puede
ser considerado bueno. Cumplen con todas nuestras condiciones, por así
decirlo, a nivel práctico. No hay muchos problemas en esta área.
Pero el problema sigue a otro nivel, al nivel de la doctrina. Sin
embargo, incluso en el ámbito de la doctrina, se avanza muy rápido, mis
queridos hermanos. La clave del problema es un principio
(el de la coherencia con la Tradición). Ellos nos dicen, “ustedes deben
aceptar que en los casos en los que hay dificultades en los documentos
del Concilio —tales puntos ambiguos que crean debate—, esos puntos, como
el ecumenismo, la libertad religiosa, debe interpretarse en coherencia
con la enseñanza de siempre de la Iglesia”. Y agregan: “de este modo,
cuando hay una ambigüedad en el Concilio, ustedes deben entenderla como
la Iglesia siempre lo ha enseñado desde siempre”.
Ellos van más allá y dicen: “hay que rechazar todo lo que se opone a la enseñanza tradicional de la Iglesia”. Bueno, eso es lo que siempre dijimos.
VER EN ANEXO EL ARTÍCULO DE MONSEÑOR FELLAY DE 2002 SOBRE CAMPOS
Esto
es sorprendente, ¿no es así?, ¿que Roma nos imponga este principio?
Sorprendente. Entonces, ustedes podrían preguntar: “¿por qué no acepta?”
Y bueno, queridos fieles, es que todavía hay un problema. En el texto
del Preámbulo Doctrinal, dan dos aplicaciones de cómo debemos entender
estos principios. Ellos nos dan los ejemplos del ecumenismo y de la
libertad religiosa, tal como se describen en el nuevo Catecismo de la
Iglesia católica, que retoma exactamente los puntos que reprochamos al
Concilio.
En
otras palabras, Roma nos dice, “siempre hemos hecho esto. Somos
tradicionales; Vaticano II es la Tradición. La libertad religiosa, el
ecumenismo es la Tradición. Está en perfecta coherencia con la
Tradición”. Ustedes se preguntan: “¿dónde nos conduce esto?” ¿Qué
palabras encontraremos para decir que estamos de acuerdo o no estamos de
acuerdo? Incluso si aceptan los principios que siempre hemos sostenido, es porque, para ellos, estos principios significan lo que piensan, pero está en contradicción exacta con lo que afirmamos.
Creo
que no se puede ir más allá en la confusión. En otras palabras, esto
significa que ellos dan otro significado a la palabra “Tradición”, y tal
vez incluso a la palabra “coherencia”. Es por eso que estamos obligados
a decir “no”. No vamos a firmar esto. Estamos de acuerdo en el principio,
pero nos damos cuenta de que la conclusión es contraria. ¡Gran
misterio! Entonces, ¿qué va a pasar ahora? Hemos enviado nuestra
respuesta a Roma. Ellos siguen diciendo que están pensando, y eso
significa que probablemente están complicados. Al mismo tiempo, creo que
ahora podemos ver lo que realmente quieren. ¿Realmente nos quieren en
la Iglesia o no? Les hablamos con mucha claridad: “si
ustedes nos aceptan sin ningún cambio, sin la obligación de aceptar
estas cosas, entonces estamos listos. Pero si quieren que aceptemos,
entonces es no”. Y no hicimos sino citar a Monseñor Lefebvre, que ya había dicho esto en 1987 —muchas veces antes, pero la última vez que lo dijo fue en 1987.
Marzo
16 de marzo:
Reunión en Roma del Cardenal Levada con Monseñor Fellay: la Santa Sede
considera que la posición de la FSSPX “no es suficiente para superar los
problemas doctrinales que subyacen en la fractura entre la Santa Sede y
la FSSPX” y puso el plazo de un mes a Monseñor Fellay para “aclarar su
posición, a fin de evitar una ruptura eclesial con consecuencias
dolorosas e incalculables”.
16 de marzo: Comunicado de la Santa Sede después de la reunión entre el cardenal Levada y Monseñor Fellay.
Durante
la reunión del 14 de septiembre de 2011entre Su Eminencia el Cardenal
William Levada, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y
Presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei y Monseñor Bernard
Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, un
Preámbulo Doctrinal, junto con una Nota Preliminar, ha sido comunicado
este último, como base fundamental para llegar a la plena reconciliación
con la Sede Apostólica. En este Preámbulo estaban enunciados ciertos
principios doctrinales y criterios de interpretación de la doctrina
católica, necesarios para garantizar la fidelidad al Magisterio de la
Iglesia y el sentire cum Ecclesia.
La
respuesta de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X a este Preámbulo
Doctrinal, recibida en enero de 2012, fue sometida al examen de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, a continuación al juicio del
Santo Padre. En conformidad con la decisión del Papa Benedicto XVI, la
evaluación de la respuesta de Su Excelencia Monseñor Fellay le fue
comunicada por carta entregada hoy. Esta evaluación señala que la
posición expresada no es suficiente para superar los problemas
doctrinales que subyacen en la base de la fractura entre la Santa Sede y
la Fraternidad.
Después
de la reunión de hoy, con la preocupación de evitar una ruptura
eclesial con consecuencias dolorosas e incalculables, el Superior
General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X ha sido invitado amablemente a aclarar su posición, a fin de lograr la reducción de la fractura existente, como lo ha deseado el Papa Benedicto XVI.
Abril
7 de abril: Carta de los otros tres obispos de la FSSPX a Monseñor Fellay y sus dos Asistentes, oponiéndose a sus propuestas a Roma.
Desde
hace varios meses, como muchos lo saben, el Consejo General de la FSSPX
considera seriamente las propuestas romanas para un acuerdo práctico,
dado que las discusiones doctrinales del 2009 al 2011 han probado que es
imposible un acuerdo doctrinal con la Roma actual.
Por
medio de esta carta los tres obispos de la FSSPX que no forman parte
del Consejo General desean hacerle saber, con todo el respeto que
conviene, la unanimidad de su oposición formal a cualquier acuerdo
semejante.
(…)
desde el Vaticano II las autoridades oficiales de la Iglesia se han
separado de la verdad católica y hoy en día se muestran tan decididas
como siempre a permanecer fieles a la doctrina y la práctica
Conciliares. Las discusiones romanas, el «preámbulo doctrinal» y Asís III son ejemplos flagrantes.
(…)
Siguiendo a Monseñor Lefèbvre, lo propio de la Fraternidad es, más que
denunciar los errores por su nombre, oponerse eficaz y públicamente a
las autoridades romanas que los difunden. ¿Cómo podría conciliarse un
acuerdo y una resistencia pública a las autoridades, incluido el Papa? Y
después de haber luchado durante más de cuarenta años,¿ la Fraternidad
deberá ahora ponerse en manos de modernistas y liberales cuya pertinacia
acabamos de comprobar?
(…)
Monseñor, Padres : pongan atención; ustedes conducen a la Fraternidad a
un punto sin retorno, a una profunda división sin marcha atrás y, de
lograr un acuerdo semejante, a poderosas influencias destructivas que no
podrá soportar.
(…)
escuchen de nuevo a su Fundador. Tuvo razón hace 25 años. Hoy la sigue
teniendo. En su nombre, los conjuramos: no comprometan a la Fraternidad
en un acuerdo puramente práctico.
14 de abril: Respuesta del Consejo de la FSSPX a los tres obispos de la FSSPX
(…)
Al leerlos, uno se pregunta seriamente si ustedes creen todavía que
esta Iglesia visible, cuya sede está en Roma, es realmente la Iglesia de
Nuestro Señor Jesucristo.
(…) Para ustedes, ¿Benedicto XVI es aún Papa legítimo? Si lo es, ¿Jesucristo puede todavía hablar por su boca?
Si
el Papa expresa una voluntad legítima respecto a nosotros que es buena,
que no da una orden en contra de los mandamientos de Dios ¿tenemos el
derecho de no atenderlo, de abofetear esa voluntad con un revés de mano?
(…) [Vuestra carta] carece de realismo en cuanto a la intensidad de los errores y en cuanto a su amplitud.
Intensidad:
En la Fraternidad se va en camino de convertir los errores del Concilio
en superherejías; es una especie de mal absoluto, peor que todo, de la
misma manera en que los liberales han dogmatizado este concilio
pastoral.
(…)
Esta falta de distinción lleva a algunos de ustedes a un endurecimiento
«absoluto», lo cual resulta grave porque tal caricatura ya no es real y
desembocará lógicamente en el futuro en un verdadero cisma.
Quizás este hecho es uno de los argumentos que me impulsa a responder sin más dilación a los requerimientos romanos.
Amplitud:
Por un lado, se endosa a las autoridades actuales todos los errores y
todos los males que se encuentra en la Iglesia, olvidando que ellas
intentan al menos en parte liberarse de los más graves (la condenación
de la “hermenéutica de la ruptura” denuncia errores muy reales).
Por
otra parte se pretende que TODOS están arraigados en esta pertinacia («
todos modernistas », « todos podridos »). Eso es manifiestamente falso.
Siempre una gran mayoría es movida por el oleaje, pero no todos.
De
modo que, en la cuestión más crucial de todas, la posibilidad de
sobrevivir en las condiciones de un reconocimiento de la Fraternidad por
parte de Roma, nosotros no llegamos a la misma conclusión que ustedes.
(…)
Por el bien común de la Fraternidad, preferiríamos de lejos la solución
actual de statu quo intermedio, pero evidentemente Roma ya no lo
tolera.
En
sí misma, la solución propuesta de una Prelatura personal no es una
trampa. Esto se deduce, ante todo, de que la situación actual – abril de
2012 – es muy diferente de la de 1988. Pretender que nada ha cambiado
es un error histórico. Los mismos males hacen sufrir a la Iglesia, las
consecuencias son todavía mas graves y manifiestas que entonces, pero al
mismo tiempo se puede comprobar un cambio de actitud en la Iglesia,
ayudado por los actos y los gestos de Benedicto XVI hacia la Tradición.
Este nuevo movimiento, nacido al menos hace unos diez años, se está
fortaleciendo.
(…)
Esta situación concreta, con la solución canónica que se propone, es
muy diferente de la de 1988. Y cuando comparamos los argumentos que
Monseñor Lefebvre había dado en su época, concluimos que no hubiera
dudado en aceptar lo que nos han propuesto.
No perdamos el sentido de la Iglesia que era tan fuerte en nuestro venerable fundador.
La
historia de la Iglesia muestra que la curación de los males que la
afligen habitualmente se hace de modo lento y gradual, y cuando un
problema se termina, comienza otro…, oportet haereses esse.
Pretender esperar que todo esté arreglado para llegar a lo que ustedes
llaman un acuerdo práctico, no es realista. Es muy probable, viendo cómo
se desarrollan las cosas, que el fin de esta crisis demore todavía
decenas de años.
(…) Esta dialéctica entre verdad/fe y autoridad es contraria al principio sacerdotal.
11 de mayo: Comunicado de la FSSPX sobre el intercambio de cartas entre los Obispos.
El
9 de mayo de 2012 fue difundido por Internet un intercambio de
correspondencia privada entre el Superior General de la Fraternidad San
Pío X y los otros tres obispos de la misma. Semejante procedimiento es
condenable. Quien no respetó la confidencialidad de ese correo interno
pecó gravemente.
Dicha
publicación alentará a los causantes de división. La Fraternidad San
Pío X invita tanto a los sacerdotes como a los fieles que les respondan
únicamente por medio de una oración redoblada, para que sólo se haga la
voluntad de Dios, por el bien de la Iglesia y la salvación de las almas.
15 de abril: Declaración Doctrinal de la FSSPX. Según el testimonio del Primer Asistente.
La entera tradición de la fe católica debe ser el criterio y la guía de comprensión de las enseñanzas del Concilio Vaticano II,
el cual a su vez ilumina algunos aspectos de la vida y de la doctrina
de la Iglesia, implícitamente presentes en ella, aún no formulados. Las
afirmaciones del Concilio Vaticano II y del Magisterio Pontificio
posterior relativas a la relación entre la Iglesia Católica y las
confesiones cristianas no católicas deben ser comprendidas a la luz de la Tradición
entera e ininterrumpida de manera coherente con las verdades
precedentemente enseñadas por el Magisterio de la Iglesia sin aceptar
ninguna interpretación.
Por
lo tanto, es legítimo promover, por una legítima discusión, el estudio,
la explicación teológica de expresiones y de formulaciones del Concilio
Vaticano II y del Magisterio que le siguió, en la medida en que ellas
no aparecen conciliables con el Magisterio anterior de la Iglesia.
17 de abril: Monseñor Fellay envía su respuesta a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
18 de abril: Comunicado de la Comisión Ecclesia Dei sobre la respuesta de la FSSPX.
El
texto de la respuesta de Su Excelencia Monseñor Bernard Fellay,
Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, requerida
durante la reunión del 16 de marzo 2012 en la sede de la Congregación
para la Doctrina de la Fe, ha llegado el 17 de abril de 2012. El informe
será examinado por la Congregación y, posteriormente, se someterá al
juicio del Santo Padre.
18 de abril: Declaración del Padre Lombardi sobre la respuesta de la FSSPX al Preámbulo Doctrinal.
La
respuesta de Monseñor Fellay llegó ayer. Está sujeta al examen de la
Congregación para la Doctrina de la Fe en las próximas semanas, y luego
será presentada al Santo Padre.
Esta respuesta es diferente de las anteriores, que fueron considerados insuficientes. Este es un paso adelante, alentador.
El
paso anterior fue la reunión de Monseñor Fellay con el Cardenal Levada.
Al finalizar se dijo que las respuestas no pueden considerarse
suficientes, y se reclamó una mayor reflexión.
La respuesta llegada ayer es diferente de las anteriores y es un avance alentador.
Al mismo tiempo, contiene propuestas o peticiones de aclaración en el
texto del Preámbulo Doctrinal propuesto para firmar. Naturalmente, esto
requiere un examen, que realizará la Congregación, y luego en última
instancia el Papa.
Mientras
no tengamos la respuesta de la Congregación y del Papa, no podemos
considerar que hemos llegado a un resultado definitivo. Pero podemos hablar, con esta respuesta diferente y más alentadora, de un paso hacia adelante. En unas pocas semanas se debería tener una respuesta definitiva.
El
texto de un eventual acuerdo definitivo será publicado. El Preámbulo,
en caso de ser firmado tal como está, será publicó tal cual. Si tuviera
que ser objeto de modificaciones, no sería publicado según la primera
forma.
18 de abril: Comunicado de la Casa General de la FSSPX sobre la respuesta dada a Roma.
La
prensa anunció que Monseñor Bernard Fellay envió una “respuesta
positiva” a la Congregación para la Doctrina de la Fe, y que, por lo
tanto, la cuestión doctrinal se ha resuelto entre la Santa Sede y la
Fraternidad de San Pío X.
La realidad es otra.
En
una carta de fecha 17 de abril de 2012, el Superior General de la
Fraternidad San Pío X respondió a la solicitud de aclaración que le
hiciera el 16 de marzo el Cardenal William Joseph Levada, sobre el
Preámbulo Doctrinal, emitido el 14 de septiembre en el 2011. Como se
indica en el comunicado de prensa de la Pontificia Comisión Ecclesia
Dei, de fecha de hoy, el texto de esa respuesta “será examinado por la
Congregación (Congregación para la Doctrina de la Fe) y, posteriormente,
se someterá al juicio del Santo Padre”.
Por consiguiente, se trata de un paso, no de una conclusión.
29 de abril: De la Conferencia del Padre Pflüger en Hattersheim, Hesse, Alemania.
El
P. Niklaus Pfluger, FSSPX, es el Primer Asistente del Superior General
de la Fraternidad San Pío X. Él fue el principal orador en Hattersheim,
Hesse, Alemania, en las conferencias promovidas por la asociación Actio
Spes Unica, en la que habló de Roma, la Fraternidad y el futuro.
Nada nuevo
– así es como uno podría describir la primera media hora de la
conferencia del Padre Niklaus Pfluger; simplemente recordó, una vez más,
cómo ha progresado la rela
azara un acuerdo, aun bajo estas circunstancias, entonces nuevas excomuniones serían un posible resultado.
La libertad de continuar trabajando en libertad
Bajo
estas circunstancias el Superior General, Monseñor Bernard Fellay, no
considera posible rechazar la proposición del Papa. Sería equivalente a
una caída en el sedevacantismo, si uno se alejara del deseo del Papa, si
el mismo no implica reconocer falsa doctrina.
También
es materia de prudencia o sabiduría no cortar todas las conexiones con
Roma. Uno debería guardar al menos una puerta abierta, aun si en ese
momento parece no haber proximidad en cuestiones doctrinales.
Es,
por supuesto, una pre-condición el que un acuerdo garantizará que la
Fraternidad pueda estar en desacuerdo con las posiciones de Roma en los
asuntos en discusión y que tendrá libertad para continuar su labor con
su entero apostolado. Parte de un status autónomo sería también el
derecho de criticar el Concilio y el Modernismo.
La oferta para Monseñor Lefebvre y paralelos históricos
A
modo de apoyo a la decisión de Monseñor Fellay, el Padre Pfluger hizo
recordar la forma de acción de Monseñor Lefebvre en 1987 y 1988. En ese
tiempo el Arzobispo propuso una propuesta a largo alcance para un
acuerdo con el cual él quería llegar a una solución provisional
pragmática que habría beneficiado a la Iglesia entera.
El
acuerdo que el Arzobispo quería firmar en aquel tiempo demandó muchas
más concesiones de la Fraternidad que las que el Papa Benedicto demanda
en este momento.
Más
aún, uno tiene que darse cuenta cuánto se han difundido falsas
doctrinas dentro de la Iglesia. Aun si se hubiera llevado a cabo una
conciliación teológica entre Roma y la Fraternidad, no se podría esperar
que, por orden del Papa, desaparecieran de repente de la faz de la
tierra todas las falsas doctrinas.
El Padre Pfluger apunta a los paralelos en la historia de la Iglesia:
Luego
de la condena del Arrianismo, esta falsa doctrina aún fue ampliamente
difundida por mucho tiempo, y en algunas regiones incluso por varias
décadas.
Y
aún luego de cincuenta años luego del Concilio de Trento, el Arzobispo
de Milán pide consejo al Papa, porque casi todo su clero tiene esposa e
hijos. ¿Qué debe hacer? La respuesta de Roma muestra cómo reacciona la
Iglesia con sabiduría y sentido común en tales casos: si no puede
reemplazar el clero, entonces simplemente tiene que mantenerlo.
(Nota
de Radio Cristiandad: Pero esto no fue lo que hizo el Cardenal
Cisneros, que expulsó a todos los clérigos de mala vida! !Mejor que se
vayan!)
El incesante fortalecimiento de la Tradición
El
reconocimiento de la Fraternidad sería, después de todo, una
confirmación oficial de la importancia de la Tradición, algo que sería
muy importante e influyente en toda la Iglesia.
Y rectificaría la injusticia de su estigmatización.
¿No
hay peligro de que los obispos locales hostiles usen el acuerdo para
luchar e impedir la labor de la Fraternidad? Contra este previsible
argumento el Primer Asistente sostiene el progreso de los años
recientes: el movimiento en dirección a la Tradición ―y principalmente
el deseo de sacerdotes jóvenes de celebrar la Misa antigua― se ha hecho
imparable, más allá de la intimidación y la opresión. De hecho, este
movimiento es ahora tan fuerte que la Fraternidad podrá resistir tales
embestidas de los obispos modernistas.
Mayo
2 de mayo: Conferencia de Monseñor Fellay en Avignon.
En el sitio francés FECIT,
muy allegado a la FSSPX, se comenta una conferencia de Monseñor Fellay,
del 2 de mayo, en la capilla de los Penitentes Negros de Aviñón.
Dicha
conferencia versó sobre las relaciones de la FSSPX con Roma, y el
comentarista dice utilizar una grabación del Padre Beauvais, bien
conocido en el Distrito de América del Sur.
La
apostilla dice que Monseñor Fellay pintó ante todo una perspectiva
histórica desde el año 1988, con los hitos claves del diálogo entre la
FSSPX y Roma, marcando su evocación con anécdotas.
Habló luego de la difícil situación del Santo Padre frente a la oposición de los modernistas, incluso dentro de la Ciudad del Vaticano de aquellos mismos que deberían servir al Papa.
Monseñor
Fellay, según el anotador, ha confirmado que el período es crucial, y
que la respuesta al Preámbulo estaba en manos del Vaticano para su
consideración.
También
ratificó el desencadenamiento de las fuerzas del infierno, nunca visto
en 40 años, especialmente contra el Papa (se refería al asunto de
Williamson), así como la existencia de dos tendencias opuestas dentro de
la Iglesia (progresista y conservadora).
Señaló
también signos claros de un cambio que tiene lugar en la Iglesia,
especialmente con el clero (jóvenes, incluyendo obispos), que vuelve a
la liturgia tradicional.
Monseñor Fellay señaló que se encuentra en una posición muy difícil, tratando de ver la voluntad de Dios a través de los acontecimientos. Es por eso que nos invita a la oración y a la confianza de que Dios no abandonará a su Iglesia.
En
cuanto a la conclusión del diálogo: acuerdo, no acuerdo, precisó que en
los dos casos, será difícil para la Fraternidad San Pío X, que gozará
de un periodo de statu quo (ni cismáticos ni excomulgados, pero no en plena comunión: por lo tanto, una cierta libertad de maniobrar).
Aquí precisó que la negativa de un acuerdo abriría un período de alta tensión, y un acuerdo desencadenaría a los modernistas.
4 de mayo: Conferencia de Monseñor Fellay en Saint-Pré.
Acerca
de la respuesta que envié a Roma poco después de Quasimodo, el 17 de
abril, no sé todavía lo que piensa la Congregación de la Fe.
Sencillamente, no lo sé.
De lo que puedo saber de fuentes privadas, tengo la impresión que es apropiado (que cela convient).
Entre nosotros, pienso que será necesario explicarla como corresponde,
porque hay (en este documento) expresiones o declaraciones que están de
tal modo sobre la línea de la cresta que, si ustedes están mal
dispuestos o si se ponen gafas oscuras o rosas, ustedes las verán de un
modo o de otro.
Por lo tanto, será necesario que os expliquen bien que esta carta no cambia absolutamente nada en nuestra posición.
Pero, si ustedes quieren leerla al revés, se llegará a comprenderla al revés.
De
hecho, se la podría resumir así: en el momento en que la he escrito,
había comprendido que Roma —con ocasión de las discusiones doctrinales
(en 2009-2011), y también por ciertas expresiones que utilizamos y que
son a veces un poco violentas o muy generales—, Roma tenía serias dudas sobre el hecho de nuestro reconocimiento de que todavía hay un Papa, todavía hay hoy un Magisterio.
Y entonces, hubo una amenaza, no sé si hay que decir una amenaza, de
declaración de cisma, pero no está lejos de eso, a causa de estas
expresiones.
Cuando entendí esto, comprendí lo que iba a escribir y simplemente mostrar a Roma, que aunque tenemos reservas, incluso graves, esto no quiere decir que no se reconoce al Papa.
Esto no quiere decir que no se reconoce que el Papa es capaz de
realizar actos, actos que tienen su valor, es decir, actos del
Magisterio, y tuve que dar ejemplos concretos.
9 de mayo: Son publicadas en Internet las cartas del mes de abril de los Obispos de la FSSPX.
11 de mayo: Comunicado de la FSSPX sobre el intercambio de cartas entre los obispos.
El
9 de mayo de 2012 fue difundido por Internet un intercambio de
correspondencia privada entre el Superior General de la Fraternidad San
Pío X y los otros tres obispos de la misma. Semejante procedimiento es
condenable. Quien no respetó la confidencialidad de ese correo interno
pecó gravemente.
Dicha
publicación alentará a los causantes de división. La Fraternidad San
Pío X invita tanto a los sacerdotes como a los fieles que les respondan
únicamente por medio de una oración redoblada, para que sólo se haga la
voluntad de Dios, por el bien de la Iglesia y la salvación de las almas.
11 de mayo: Entrevista a Monseñor Fellay por Catholic News Service.
Hay algunas discrepancias en la fraternidad. No puedo descartar que pudiera haber una división.
Personalmente,
yo hubiera deseado esperar un poco más de tiempo para ver las cosas más
claras, pero una vez más, realmente parece que el Santo Padre quiere
que suceda ahora.
Creo
que el paso del Santo Padre —ya que realmente viene de él— es genuino
No parece ser ninguna trampa. Así que tenemos que mirarlo muy de cerca y
si posible seguir delante.
Si este reconocimiento sucede es gracias a él. Definitivamente solo a él.
El
Papa dice que el concilio debe ser puesto dentro de la gran Tradición
de la Iglesia, que debe ser entendido de acuerdo con ella. Estas son declaraciones con las que estamos plenamente de acuerdo, totalmente, absolutamente. El problema podría estar en la aplicación, es decir: ¿Es lo que sucede realmente en coherencia o en armonía con la tradición?
No
estamos solos en el trabajo de defender la fe Es el mismo Papa quien lo
hace, ese es su trabajo. Y si estamos llamados a ayudar al Santo Padre
en ello, que así sea.
La
cuestión no es la Fraternidad vs. Roma, yo pienso que si se ve todo en
su conjunto es un mal entendido. Yo definitivamente no lo veo de este
modo. Desde Paulo VI hemos visto que es en el Concilio, esto no es
nuevo, hemos visto que desde el Concilio tenemos esta aprensión de que
algo está mal en la Iglesia, un movimiento muy fuerte que ya no está en
la línea católica el cual es llevado por personas que están posicionados
y por eso se da la impresión que es la Iglesia Católica.
Mucha gente tiene un entendimiento del Concilio que es un mal entendimiento. Ahora tenemos autoridades en Roma que lo dicen.
Nosotros
hemos visto en las discusiones que muchas cosas que hemos condenado
como pertenecientes al concilio, no son de hecho del concilio, sino del
común entendimiento de éste.
La
libertad religiosa es utilizada de muchas maneras, y viendo de cerca yo
realmente tengo la impresión que no muchos conocen lo que realmente el
Concilio dijo al respecto. El Concilio presenta una libertad religiosa
de hecho muy, muy limitada. Muy limitada. Eso significa que en nuestras
pláticas con Roma ellos dijeron claramente que tener el derecho al error
o escoger una religión es falso.
Las
situaciones conflictivas no son de hoy. La Iglesia ha tenido que tratar
con ellas desde hace ya mucho tiempo. Lo que ella pide de los Estados
no es nuevo, así, no tenemos problemas cuando se pide libertad para la
Iglesia en el medio oriente o en los Estados Unidos, es más bien qué
principio se invoca para hacerlo. Se argumentaría que debe haber otro
principio que sería más adecuado para justificar la acción. Este antes
era llamado tolerancia.
13 de mayo: Carta Abierta del Padre Cardozo.
16 de mayo:
La Congregación para la Doctrina de la Fe formula observaciones a la
respuesta de Monseñor Fellay y las transmite a Benedicto XVI. Situación
de los otros tres Obispos de la FSSPX.
Según
lo anunciado por las agencias de noticias, hoy, 16 de mayo de 2012, la
sesión ordinaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe se reunió y
discutó el tema de la Fraternidad San Pío X. En particular, se examinó
el texto de la respuesta de Monseñor Bernard Fellay, llegada el 17 de
abril 2012, y se hicieron algunas observaciones que se tendrán en cuenta
en futuras conversaciones entre la Santa Sede y la Fraternidad San Pío
X. Teniendo en cuenta las posiciones adoptadas por los otros tres
obispos de la Fraternidad San Pío X, su situación será tratada por
separado y personalmente.
17 y 20 de mayo:
Sermones de Monseñor Fellay en Austria. Declaraciones a algunos
sacerdotes, que luego se filtran. El 8 de junio Monseñor Fellay
pretenderá aclarar la Entrevista y negará sus declaraciones.
Roma nos ha ofrecido una solución, mejor diríamos un reconocimiento.
La estructura que se está ofreciendo a la Fraternidad es de hecho enteramente apropiada.
Esto es, si realmente esto se lleva a cabo, ustedes no sentirán ninguna diferencia entre antes y después.
Contamos con la ayuda de Dios. Estamos dispuestos a asumir los costos. Hágase Su voluntad.
Durante una conversación mantenida durante su paso por Austria, Monseñor Fellay expresó:
1.-
El Papa decidirá quienes serán los obispos de la FSSPX que reemplazarán
a los que salgan o no quieran llegar al acuerdo. Estos obispos serán
libres para irse y serán reemplazados.
2.- No se permiten nuevas construcciones sin la aprobación del obispo diocesano.
3.- Los edificios que tengan menos de tres años deberán ser cerrados, los que tengan más de tres años quedarán en funcionamiento.
4.-
Monseñor Fellay dijo que el Capítulo General no será para discutir la
aceptación del acuerdo, sino simplemente para tomar conocimiento de
cuáles serán los nuevos Estatutos de la FSSPX conforme al acuerdo
canónico con Roma.
Sermones de los Padres Chazal, Pfeiffer y otros en diversas partes del mundo.
Junio
3 de junio: Sermón de Monseñor Tissier en Saint-Nicolas-du-Chardonnet.
Vamos
a seguir luchando queridos fieles, al igual que los santos de los
primeros siglos de la Iglesia contra las herejías que amenazaban la fe
católica como las hay ahora.
(…)
Por
lo tanto, no hay que parar la pelea que va a durar, en mi opinión,
veinte años por la crisis que experimentamos hoy en día, es una grave
crisis, una crisis muy larga.
La
Historia de la Iglesia nos muestra que todas las grandes crisis han
durado setenta años como el arrianismo o el Gran Cisma. Así que
probablemente la crisis conciliar podría durar hasta setenta años, así
que tenemos que esperar otros treinta años. No llevamos prisa para
ganar. Lo conseguiremos, porque Jesús ha dado todo el poder a su Iglesia
y lo creemos.
(…)
No
creo que por el hecho de que Roma nos ofrece hoy un acuerdo, una
posición oficial en la Iglesia, debemos dejar de proclamar estas
verdades, evidentemente, más fuerte, y que contradicen al Concilio. No
debemos renunciar a la lucha contra el Concilio y sus errores.
(…)
San
Basilio no utilizó palabras ambiguas sobre los herejes, para que
volvieran a Iglesia. Exigió que la fe católica fuera profesada, pero con
una fórmula más ligera. Hizo uso de la prudencia, cosa muy buena, pero
para que profesaran la verdadera fe.
Negarse a firmar las cosas ambiguas.
Esto es lo que hacemos hoy. Rechazar las fórmulas ambiguas sin dejar de
condenar el error y adecuadamente profesar la fe católica. Cuando haya
un Concilio dentro de veinticinco años se arrepentirán del Concilio
pasado, porque verán que seguir así veremos el desastre en los
seminarios, estarán completamente vacíos, las iglesias en ruinas, la
apostasía y la inmoralidad en todas partes, entonces querrán hacer
penitencia, y reconocer los errores.
Cuando en la Iglesia comiencen a mostrar arrepentimiento, podremos utilizar fórmulas más moderadas para ayudarles a regresar,
pero no ahora, ya que la crisis actualmente hace estragos en su
totalidad. Ahora tenemos que proclamar y condenar los errores del
Concilio, especialmente la negación de la realeza de Cristo, el rechazo
de Cristo Rey.
Así
que, queridos fieles, es nuestro plan de batalla. No nos hagamos
ilusiones, la crisis está lejos de terminar. Debemos organizarnos y
luchar por un largo tiempo para perseverar y continuar profesando la fe
católica plenamente, con plena confianza en el poder de nuestro Señor
Jesucristo.
¿Va a aceptar, Monseñor Tissier, el acuerdo doctrinal? ¡No queda claro!
En cuanto a su profecía, de que dentro de 20 o 30 años Roma volverá a la fe, parecería que esta crisis no es la última.
Una
sana exégesis de las profecías en general y del Apocalipsis en
particular nos lleva a considerar esta crisis sin igual de la Iglesia
como la última crisis, como la consumación del misterio de iniquidad.
Por
este medio se está inoculando a los fieles tradicionales una falsa
esperanza. Y esta falsa esperanza lleva irremediablemente al desánimo y a
la pérdida del espíritu de combate contra el error de la Roma
anticristo.
5 de junio: Conferencia del Padre Pflüger en la Escuela Saint-Joseph-des-Carmes.
En este Preámbulo Doctrinal, hay tres puntos:
─ el Romano Pontífice
─ el Magisterio de la Iglesia
─ el Concilio Vaticano II.
Nos
damos cuenta en esta carta del 16 de marzo que quieren excomulgarnos
porque rechazamos al Romano Pontífice, porque rechazamos el Magisterio
tal como existe.
Y es injusto, no es nuestra posición.
Es por eso que Monseñor Fellay respondió… nosotros hemos respondido… Hemos dado una Declaración Doctrinal el 15 de abril ─realmente fue el último día que disponíamos─ para explicar lo que teníamos que explicar.
Y aquí realmente es necesario entender primero varias cosas:
Al mismo tiempo que Monseñor Fellay ─él mismo lo dice incluso en sus conferencias─ al mismo tiempo que recibió esta carta del Cardenal Levada el 16 de marzo, al mismo tiempo ─ya el día anterior─ le dijeron: “No dé demasiada importancia a esta carta; lo mejor que usted puede hacer con esta carta, es ponerla en los archivos”.
Y nos damos cuenta de que realmente hay dos movimientos:
Existe
este movimiento oficial (la Congregación, los Cardenales,
susodichamente aprobados por el Papa), que no quiere la Tradición y que
exige que hay que confesar el Concilio.
Y al mismo tiempo, nos damos cuenta y nos lo señalan ─y esto es evidente─ por personas, secretarios, obispos, prelados: el Papa quiere un reconocimiento. Dice, por ejemplo: la Fraternidad tuvo tantas injusticias… Dijo: sé muy bien que, para Monseñor Fellay y para mí, sería más fácil mantener la situación tal como es, pero quiero esto (el reintegro de la FSSPX) por el bien de la Iglesia.
Y
al mismo tiempo, se debe entender: Si somos…, si este Papa no es Papa,
si no hay más Magisterio, como dicen, por ejemplo, los sedevacantistas.
Dicen: después de nosotros, el diluvio…
Pero
si el Papa es el Papa. Si se reconoce el Papa, que es Benedicto XVI,
¿se puede rechazar un acto legítimo del Papa, como dicen?; ¿se tiene el
derecho, si el Papa dice: erijo esta Prelatura, os doy esta etiqueta, ustedes son católicos, podemos negamos si él es Papa? ¡Esa es la cuestión!
Entonces
este argumento, lo digo así ya desde ahora para permanecer en el
contexto: se nos reprocha, incluso sacerdotes, incluso un poco en
Francia: es necesario hacer una Profesión de Fe, es necesario ahora
enumerar todos los errores del Concilio.
Por supuesto, se trataría de una declaración de guerra. Pero es necesario ahora mostrar, y se lo hace ya mucho…
61’20:
Pero no es esto lo que Roma quiere saber. Roma quiere saber: Para
ustedes, ¿el Papa es Papa? Para ustedes, ¿hay todavía un magisterio,
por lo tanto, una autoridad en la Iglesia, o es que desde 1962, o no sé desde cuándo, no hay más Iglesia visible?
Si Monseñor Williamson dice en un blog, en su blog ─es un poco desobediente, nuestro querido obispo─, si dijo: la Iglesia de Benedicto XVI no es la Iglesia Católica; si se dice que no
hay más Magisterio, que ese Concilio Vaticano II no es un Concilio
porque él quiso ser sólo un Concilio pastoral; o si se dice: todas estas
personas son modernistas; o si se dice: han perdido la fe…, se entiende bien que para Roma esto da la impresión: pero son sedevacantistas, para ellos no hay Papa…
Y es esto lo que preguntaban en esta carta del 16 de marzo.
Es
como si vuestro Director, el Padre Noach, tiene un control de servicios
del Departamento. Ellos quieren saber: ¿Qué enseña aquí? ¿Hace tal
cosa? ¿La higiene en la cocina es correcta? Y el Padre responde: sí, en
nuestra escuela en los Estados Unidos, todo va muy bien… Estaría fuera
de lugar.
Si se hace una Confesión de Fe, es muy bonito, pero no es esto lo que Roma quiere saber.
No quieren saber lo que criticamos del Concilio; quieren saber: ¿aceptan
ustedes aún al Papa, o no? ¿Este Papa es Papa, sí o no? ¿Existe todavía
un Magisterio, es decir, una enseñanza? ¿Existe una autoridad del Papa,
de los Obispos?
Por lo tanto, está completamente fuera del problema, si se dice: este obispo ha hecho tal escándalo, este Papa hizo todavía Asís, hay que…
Conocemos ya esto, pero no es esto lo que Roma quiere saber. Y era esta la situación para nosotros en las semanas recientes…
Se ha simplificado un poco en los últimos años ─lo siento, pero es claro─, se ha simplificado en nuestros Boletines, en nuestra predicación, al menos ciertamente algunos de nosotros…
Se ha simplificado diciendo: se reniega, se rechaza todo el Concilio. ¿Qué significa esto? Este Papa, perdió la fe. ¿Qué significa esto?
Ellos
hicieron en los últimos diez años un poco un superdogma del Concilio; y
nosotros, ahora hacemos de él un poco una superherejía.
64′ 50:
La semana pasada hubo una intervención del Cardenal Brandmüller, un alemán, que dice: pero este texto, la Declaración sobre la libertad religiosa, Nostra Aetate, esto no es un texto dogmático.
Imaginad:
hace diez años, era impensable que un Cardenal de la Iglesia Católica
dijese: un texto conciliar, se puede criticar, no es dogmático, por lo
que se lo puede rechazar.
E inmediatamente, el Cardenal Koch, un Suizo, dijo: ah no, es vinculante, esto obliga. Es dogmático.
Ustedes saben, entre ellos es una discusión que sigue…
Pero entonces, incluso entre nosotros, en los últimos años, se ha hecho del Concilio una superherejía: todo está en contra de la fe, hay que rechazar todo.
Y esto daba la impresión: para la Fraternidad, ¿aún existe una Iglesia?
Esta era, pues, la situación concreta para nosotros; y por eso se hizo esta Declaración Doctrinal del 15 de abril, al mismo tiempo, se… fue después… ya estaba publicada esta carta de los Obispos, la respuesta de Monseñor Fellay.
Muy doloroso… En primer lugar, es muy grave; estas son cartas personales.
Pero
por supuesto, esto da la impresión de que estamos divididos: ¿quién es
el jefe en esta tienda? ¿Qué es lo que pasa? Hay sacerdotes que
comienzan a atacar la autoridad, y nos reprochan que abandonemos la fe.
Esta Declaración Doctrinal ─quizás el título fue mal elegido, pero se lo eligió porque Monseñor Marcel Lefebvre había escogido este título─. Esta Declaración dice: prometemos
ser siempre fieles a la Iglesia Católica y el Romano Pontífice.
Declaramos aceptar las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia en
materia de fe y de moral.
Si
un día hay que confesar la libertad religiosa, no lo vamos a hacer.
Pero justamente ahora… Si decimos el Credo durante la Misa, decimos el
Credo de siempre, ¿por qué, pues, exigir de nosotros algo que no es fe?
Y
lo que es realmente nuevo, y es verdaderamente… Hay algo que está
quebrado… Si se compara… Lo diré después… Se dice que nada ha cambiado;
sí hay algo que ha cambiado…
68′:
Se establece en esta Declaración del 15 de abril, Monseñor Fellay define como principio general, cómo se debe juzgar este Concilio Vaticano II, y parece que el Papa… esperamos ahora la respuesta… él acepta este texto… él dice…
Monseñor Fellay dijo: la entera tradición de la fe católica debe ser el criterio… por lo tanto la Tradición, como decía Monseñor Lefebvre, es necesario ver el Concilio Vaticano II a la luz de la Tradición.
VER EN ANEXO EL ARTÍCULO DE MONSEÑOR FELLAY DE 2002 SOBRE CAMPOS
Aquí se dice: la
entera tradición de la fe católica debe ser el criterio y la guía de
comprensión de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, el cual a su vez
ilumina algunos aspectos de la vida y de la doctrina de la Iglesia,
implícitamente presentes en ella, aún no formulados. Las afirmaciones
del Concilio Vaticano II y del Magisterio Pontificio posterior relativas
a la relación entre la Iglesia Católica y las confesiones cristianas no
católicas deben ser comprendidas ─por lo tanto textos difíciles: se enumeran varios problemas─
a la luz de la Tradición entera e ininterrumpida de manera coherente con las verdades precedentemente enseñadas por el Magisterio de la Iglesia sin aceptar ninguna interpretación, etc.
a la luz de la Tradición entera e ininterrumpida de manera coherente con las verdades precedentemente enseñadas por el Magisterio de la Iglesia sin aceptar ninguna interpretación, etc.
Por
lo que es claro. Esto significa: el principio es que se debe juzgar, es
necesario comprender estos textos, que son difíciles, en la luz, en el
espíritu, en la comprensión de la Tradición.
Por
lo tanto, es legítimo promover, por una legítima discusión, el estudio,
la explicación teológica de expresiones y de formulaciones del Concilio
Vaticano II y del Magisterio que le siguió, en la medida en que ellas
no aparecen conciliables con el Magisterio anterior de la Iglesia.
No
se cambia nada, no se abandona nada, pero parece, al menos, que el
Papa, en todo caso el Papa… dice que ya no es necesario tragar el
Concilio; también para la Misa, y para las otras cosas, no es necesario
ya hacer una Profesión de Fe en el Concilio Vaticano II.
Una vez más, ellos conocen nuestra posición. Es suficiente con que se sea católico.
7 de junio:
El Padre Nély manifiesta su descontento durante una cena en París y
revela importantes datos sobre la próxima reunión del 13 de junio.
8 de junio: Entrevista a Monseñor Fellay de DICI sobre la relaciones con Roma.
Lo
que ha cambiado es que Roma ya no hace de una plena aceptación del
Concilio Vaticano II una condición para la solución canónica. Hoy
en día, en Roma, algunos consideran que una comprensión diferente del
Concilio no es determinante para el futuro de la Iglesia, porque la
Iglesia no es solo el Concilio.
De hecho, la Iglesia no se limita solo al Concilio, ella es mucho más grande. Por lo tanto, hay que dedicarse a resolver problemas mayores.
Así
pues, es la actitud de la Iglesia oficial la que ha cambiado, nosotros
no. No somos nosotros los que hemos pedido un acuerdo, es el Papa el que
quiere reconocernos. Podemos pues preguntarnos el porqué de este
cambio. ¡Todavía no estamos de acuerdo doctrinalmente, y sin embargo el
Papa quiere reconocernos! ¿Por qué? La respuesta es ésta: hay
problemas tremendamente importantes en la Iglesia de hoy. Debemos hacer
frente a estos problemas. Debemos dejar de lado los problemas
secundarios y hacer frente a problemas mayores.
Sigue
siendo cierto —como lo es el derecho de la Iglesia— que para abrir una
nueva capilla o fundar una nueva obra, sería necesario contar con el
permiso del Ordinario del lugar.
De
ninguna manera nuestras relaciones serían las de una congregación
religiosa con un obispo, sino más bien las de un obispo con otro obispo,
así como ocurre con los Ucranianos o los Armenios de la diáspora. Y si
entonces un problema no se ha podido resolver, éste iría a Roma, y
habría entonces una intervención romana para resolver el problema.
10 de junio: Sermón del Padre Michael Koller.
13 de junio: El cardenal Levada transmite a Monseñor Fellay la respuesta de Benedicto XVI pidiendo “aclaraciones”.
Debe quedar bien claro que Monseñor Fellay fue a Roma el 13 de junio de 2012 para firmar un acuerdo.
Monseñor
de Galarreta ha dicho, entre otros lugares en Perpignan, que sólo fue
por un milagro de Dios que dicho acuerdo no se haya firmado.
5 de agosto: Del Sermón de Monseñor Tissier, en Thouars
Por
un estrecho margen (justo, justo), las autoridades de la Fraternidad no
han firmado un acuerdo gracias a la introducción providencial de una
frase en la parte inferior del documento, frase escrita por el Papa, y
que dice claramente que la Fraternidad debe aceptar el Concilio, independientemente de la interpretación.
14 de junio: Comunicado de la Santa Sede sobre el encuentro con Monseñor Fellay.
Durante
la tarde del miércoles de 13 de junio de 2012, Su Eminencia el cardenal
William Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y
Presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, se reunió
con Su Excelencia Monseñor Bernard Fellay, Superior General de la
Fraternidad Sacerdotal San Pío X, acompañado por un asistente. También
estuvieron presentes Su Excelencia Monseñor Luis Ladaria, Secretario de
la misma Congregación, y Monseñor Guido Pozzo, Secretario de la
Pontificia Comisión Ecclesia Dei.
El
propósito de la reunión era presentar la evaluación de la Santa Sede
sobre el texto entregado por la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en el
mes de abril, en respuesta al Preámbulo Doctrinal, presentado el 14 de
septiembre de 2011 por la Congregación para la Doctrina de la Fe a dicha
Fraternidad. La discusión que siguió dio también la oportunidad de
ofrecer explicaciones y las precisiones oportunas. S.E. Monseñor Fellay,
por su parte, expuso la situación actual de la Fraternidad Sacerdotal
San Pío X, y prometió dar a conocer su respuesta en un plazo razonable.
Durante
la misma reunión también se entregó un proyecto de documento que
propone una prelatura personal, como el instrumento más adecuado para un
eventual reconocimiento canónico de la Fraternidad.
Como
se ha dicho en el comunicado de prensa de fecha 16 de mayo de 2012, se
confirmó que la situación de los otros tres obispos de la Fraternidad
Sacerdotal San Pío X será tratada por separado e individualmente.
Al
término de la reunión, se ha deseado que, gracias a este momento
suplementario de reflexión, se pueda alcanzar la plena comunión de la
Fraternidad Sacerdotal San Pío X con la Sede Apostólica.
14 de junio: Comunicado de la FSSPX sobre la reunión con el Cardenal Levada.
El
Miércoles, 13 de junio de 2012, Monseñor Bernard Fellay, Superior
General de la Fraternidad San Pío X, acompañado del Primer Asistente, el
Padre Niklaus Pfluger, fue recibido por el Cardenal William Levada,
Prefecto de la Congregación para la Doctrina de La fe, quien le entregó
la evaluación de su Dicasterio sobre la Declaración Doctrinal enviado
por la Fraternidad, el 15 de abril de 2012, en respuesta al Preámbulo
Doctrinal presentado el 14 de septiembre 2011 por la Congregación de la
Fe.
Durante
esta reunión, Monseñor Fellay ha escuchado las explicaciones y las
precisiones del Cardenal Levada, al cual presentó la situación de la
Fraternidad San Pío X y expuso las dificultades doctrinales que plantea
el Concilio Vaticano II y el Novus Ordo Missæ.
La voluntad de aclaraciones suplementarias podría conducir a una nueva fase de discusiones.
Al
final de esta larga entrevista de más de dos horas, Monseñor Fellay ha
recibido un proyecto de documento que propone una prelatura personal, en
el caso de un eventual reconocimiento canónico de la Fraternidad San
Pío X.
Durante la reunión, no se trató la situación de los otros tres obispos de la Sociedad.
Al
término de esta reunión, se ha deseado que se continúe el diálogo que
permitirá llegar a una solución para el bien de la Iglesia y de las
almas.
18 de julio: De la Carta Circular del Secretario General de la FSSPX.
Finalmente,
el examen del texto presentado por Monseñor Fellay realizado por una
asamblea de cardenales ha desembocado en la solicitud de sustanciales
modificaciones (además de la cuestión litúrgica, reconocimiento “del
Concilio Vaticano II y del magisterio posterior para comprender la
continuidad con el magisterio anterior”, supresión de nuestra referencia al juramento antimodernista,
la introducción de referencias al nuevo catecismo, etc.) Esta solicitud
fue presentada al Superior General el 13 de junio. Monseñor Fellay
inmediatamente respondió que no podía firmar tal declaración. Por lo
tanto, hemos regresado al punto de partida, es decir, a un punto muerto,
como lo declaró Monseñor Fellay en Ecône el 29 de junio.
14 de junio: Entrevista a Monseñor Tissier por Rivarol.
“Reintegración”:
la palabra es falsa. La FSSPX jamás ha dejado la Iglesia. Ella está en
el corazón de la Iglesia. Ahí donde está la predicación auténtica de la
fe, ahí está la Iglesia. Este proyecto de “oficialización” de la FSSPX
me deja indiferente. Nosotros no lo necesitamos y la Iglesia no lo
necesita. Nosotros estamos ya sobre el pináculo, como un signo de
contradicción que atrae las almas bien nacidas, que atrae mucho a
jóvenes sacerdotes a pesar de nuestra situación de paria. Se quisiera
poner nuestra luz bajo el celemín por nuestra integración en el orbe
conciliar. Este estatus que se nos propone de prelatura personal,
análoga a la del Opus Dei, es un estatus para un estado de paz. Pero
actualmente estamos en un estado de guerra en la Iglesia. Sería una
contradicción querer “regularizar la guerra”.
La
irregularidad no es nuestra. Es de Roma. Una Roma modernista. Una Roma
liberal que ha renunciado a Cristo Rey. Una Roma que ha sido condenada
por anticipado por todos los papas hasta la víspera del concilio. Por
otra parte, la experiencia de las sociedades sacerdotales que se han
unido a la Roma actual es que una tras otra, incluidos Campos y el Buen
Pastor, han sido puestos en situación de aceptar el Concilio Vaticano
II. Y se sabe a lo que ha llegado Mons. Rifan, de Campos, que ahora no
ve más objeción para celebrar la nueva misa y que prohíbe a sus
sacerdotes criticar el Concilio!
Es
exacto que Benedicto XVI ha hecho algunos gestos a favor de la
tradición. Principalmente al declarar que la misa tradicional no ha sido
jamás suprimida y en segundo término al suprimir en 2009 la llamada
excomunión que había sido declarada en nuestra contra luego de nuestra
consagración episcopal por Mons. Lefebvre. Estos dos gestos positivos
han atraído a Benedicto XVI amargas recriminaciones de parte del
episcopado. Pero el papa Benedicto XVI, todo lo papa que él sea,
permanece modernista. Su discurso programático del 22 de diciembre de
2005 es una profesión de la evolución de verdades de fe según las ideas
dominantes de cada época. A pesar de sus gestos favorables su intención
real es integrarnos en el orbe conciliar, a volver al Vaticano II. El
mismo se lo había dicho a Mons. Fellay en agosto de 2005 y una nota
confidencial suya publicada de manera fraudulenta lo ha confirmado
recientemente.
Es
cierto que este Papa es muy simpático. Es un hombre amable, educado,
reflexivo, un hombre discreto pero de una autoridad natural, un hombre
de decisión que ha resuelto diversos problemas en la Iglesia por su
energía personal. Por ejemplo, cuestiones de moral en tal o cual
instituto sacerdotal. Pero él está imbuido del concilio. Cuando él dice
que la solución del problema de la FSSPX es una de las tareas
principales de su pontificado, él no ve dónde está el verdadero
problema. Lo sitúa mal. Él ve en nuestro llamado cisma. Ahora bien, el
problema no es la FSSPX, el problema es de Roma, de la Roma
neo-modernista que ya no es más la Roma eterna, que ya no es más maestra
de sabiduría y verdad, sino que se convirtió en fuente de error desde
el Concilio Vaticano II y lo sigue siendo hoy en día. Sin embargo, la
solución de la crisis sólo puede venir de Roma. Después de Benedicto
XVI.
Es
cierto que la Fraternidad San Pío X es una “piedra de escándalo” para
aquellos que se resisten a la verdad (cf. 1 Petr 2, 8) y esto es bueno
para la Iglesia. Si nosotros fuéramos “reintegrados”, dejaríamos por
este hecho mismo de ser esta espina clavada en el costado de la iglesia
conciliar, de ser un reproche viviente por la pérdida de la fe en
Jesucristo, en su divinidad, en su realeza.
Rechazamos
un acuerdo puramente práctico porque la cuestión doctrinal es
primordial. La fe está antes que la legalidad. No podemos aceptar una
legalización sin que el problema de la fe sea resuelto. Someternos ahora
sin condición a la autoridad superior impregnada de modernismo sería
exponernos a tener que desobedecer. Entonces, para qué? Monseñor
Lefebvre decía en 1984: “No hay que ponerse bajo una autoridad, cuando
esta autoridad tiene todos los poderes para destruirnos”. Y creo que eso
es sabiduría. Quisiera que produjéramos un texto que, renunciando a las
sutilezas diplomáticas, afirme claramente nuestra fe y, por lo tanto,
nuestro rechazo a los errores conciliares. Esta proclamación tendría
primeramente la ventaja de decir la verdad abiertamente al Papa
Benedicto XVI que es el primero en tener el derecho a la verdad y, en
segundo lugar, para restaurar la unidad de la tradición católica en
torno a una profesión de fe combativa e inequívoca.
Esto
es inexacto. Según el proyecto de prelatura, no seríamos libres de
establecer nuevos prioratos sin el permiso de los obispos locales y
asímismo nuestras recientes fundaciones deberían ser confirmadas por
estos mismos obispos. Sería entonces esclavizarnos innecesariamente a un
episcopado globalmente modernista.
Respecto
del problema de Fe, se trata, como decía Mons. Lefebvre, del intento
del Vaticano II de reconciliar a la Iglesia con la Revolución, de
conciliar la doctrina de la fe con los errores liberales. Es Benedicto
XVI, el mismo que en su entrevista con Vittorio Messori en noviembre de
1984 decía: “el problema de los años 60 (es decir, los del concilio) era
la adquisición de los mejores valores madurados en dos siglos de
cultura liberal. Estos son valores que, aunque nacidos fuera de la
Iglesia, pueden encontrar su lugar, una vez purificados y corregidos en
su visión del mundo. Y esto es lo que se hizo.
He
aquí la obra del Concilio: una conciliación imposible. Qué conciliación
puede haber entre La luz y las tinieblas? Dice el Apóstol : Qué acuerdo
entre Cristo y Belial? “(2 Cor 6, 15). La manifestación emblemática de
esta conciliación es la Declaración sobre la Libertad Religiosa. En
lugar de la verdad de Cristo y de su reino social sobre las Naciones, el
Concilio pone a la persona humana, su conciencia y su libertad. Es el
famoso “cambio de paradigma”, que confesaba el cardenal Colombo, en la
década de 1980. El culto al hombre que se hace Dios en el lugar del
culto a Dios hecho hombre (cf. Pablo VI, Discurso de clausura del
concilio, 7 de diciembre de 1965).
Se
trata de una nueva religión que no es la religión católica. Con esta
religión no queremos ningún compromiso, ningún peligro de corrupción,
ninguna apariencia de conciliación, y es esta apariencia la que nos
daría la llamada “regularización”. Que El Inmaculado Corazón de María,
inmaculada en su fe, nos guarde en la fe católica.
25 de junio: En Carta Circular del Padre Thouvenot, Secretario General de la FSSPX, a los Superiores, se juzga “claramente inaceptable”
el texto entregado por el cardenal Levada. Incluye notificación sobre
la exclusión del Capítulo de Monseñor Wiliamson y la negación de la
ordenación a los miembros de las comunidades dominicas y franciscanas.
29 de junio: Sermón de Monseñor Fellay en Ecône: Las cosas están en punto muerto… Estamos en el punto de partida…
Julio
Del 1º al 14 de julio: Capítulo General de la Fraternidad San Pío X.
11 de julio: Comunicado sobre exclusión de Monseñor Williamson.
14 de julio: Comunicado del Capítulo.
El Capítulo General de la Fraternidad San Pío X concluyó este sábado, 14 de julio de 2012, en Ecône.
Reunidos
en torno a la tumba de Mons. Marcel Lefebvre, los capitulantes dieron
gracias a Dios por la profunda unidad que reinó entre ellos durante el
transcurso de estas jornadas de trabajo.
El Capítulo General enviará próximamente a Roma una declaración común, que seguidamente será publicada.
El
Superior General, Mons. Bernard Fellay, agradece vivamente a todos los
sacerdotes ya los fieles por sus fervientes oraciones por este capítulo.
14 de julio: Declaración del Capítulo (Publicada el 18).
El
Capítulo considera que el primer deber de la Fraternidad en el servicio
que tiene la intención de prestar a la Iglesia es continuar profesando,
con la ayuda de Dios, la fe católica en toda su pureza e integridad,
con una determinación proporcionada a los ataques que esta misma fe no
deja de sufrir hoy.
Por
lo tanto, nos parece oportuno reafirmar nuestra fe en la Iglesia
Católica Romana, única Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo,
fuera de la cual no hay salvación, ni posibilidad de encontrar los
medios que conducen a ésta; en su constitución monárquica, querida por
Nuestro Señor, que hace que el poder supremo de gobierno sobre toda la
Iglesia recae solo sobre el Papa, Vicario de Cristo en la tierra; en la
realeza universal de Nuestro Señor Jesucristo, creador del orden natural
y sobrenatural, al cual todo hombre y toda sociedad debe someterse.
Sobre
todas las innovaciones del Concilio Vaticano II que permanecen
manchadas de errores y sobre las reformas que de él han salido, la
Fraternidad sólo puede continuar adhiriendo a las afirmaciones y
enseñanzas del Magisterio constante de la Iglesia; ella encuentra su
guía en este Magisterio ininterrumpido que, por su acto de enseñanza,
transmite el depósito revelado en perfecta armonía con todo lo que la
Iglesia toda ha creído siempre y en todo lugar.
Asimismo,
la Fraternidad encuentra su guía en la Tradición constante de la
Iglesia que transmite y transmitirá hasta el final de los tiempos el
conjunto de las enseñanzas necesarias para mantener la fe y para la
salvación, esperando que un debate franco y serio sea posible, teniendo
como finalidad el retorno de las autoridades eclesiásticas a la
Tradición.
A simple vista se ve que se trata de un subterfugio para calmar los ánimos de oposición de las bases.
Los capitulantes capitularon, con Mons. Tissier y Mons. de Gallarreta a la cabeza.
Ya vemos en qué queda la bravuconada de Mons. Fellay: El mutismo doctrinal no es la respuesta a la “apostasía silenciosa”
No
hay una sola palabra de condena de los errores del Concilio y de las
reformas que impuso: Nueva Misa, Nuevo Código, Nuevo Catecismo
Una adhesión a la Fe de siempre y a la Tradición no es suficiente.
Por
lo tanto, es evidente que se trata de una tregua, como pedía en octubre
Mons. de Galarreta, para reunir el consenso entre ellos, y luego
recomenzar el trabajo de preparar la bases para la aceptación del
acuerdo práctico, mediante las negociaciones con los nuevos patrones de
la Congregación para la Destrucción de la Fe.
16 de julio:
DICI Entrevista a Monseñor Fellay.
DICI Entrevista a Monseñor Fellay.
DICI: ¿Cómo se desarrolló el Capítulo General? ¿Cuál fue la atmósfera?
Mons. Fellay:
¡Una atmósfera bastante calurosa ya que el mes de julio es
particularmente tórrido en el Valais! Pero al mismo tiempo una atmósfera
de mucha aplicación, sobre el fondo, ya que los miembros del Capítulo
pudieron intercambiar pareceres libremente, como conviene a una reunión
de trabajo de este género.
DICI:
¿Se trató acerca de las relaciones con Roma? ¿Hubo cuestiones que no se
podían tocar? ¿Se pudieron apaciguar las disensiones que se
manifestaron en estos últimos tiempos en el seno de la FSSPX?
Mons. Fellay: ¡Son muchas preguntas a la vez! Con
respecto a Roma, fuimos realmente al fondo de las cosas y todos los
capitulantes pudieron acceder a todos los documentos. Nada se ocultó, no
hay tabús entre nosotros. Yo debía exponer precisamente el conjunto de
los documentos intercambiados con el Vaticano, lo cual se había
transformado en algo difícil por el clima deletéreo de estos últimos
meses. Esta exposición permitió una discusión franca que esclareció las
dudas y disipó las incomprensiones. Eso favoreció la paz y la unidad de
los corazones, y es muy reconfortante.
DICI: ¿Cómo ve Ud. las relaciones con Roma después de este Capítulo?
Mons. Fellay:
Entre nosotros todas las ambigüedades han quedado disipadas. Próximamente haremos llegar a Roma la posición del Capítulo, que nos ha dado la ocasión de precisar nuestra hoja de ruta, insistiendo sobre la conservación de nuestra identidad, que es el único medio eficaz para ayudar a la Iglesia a restaurar la Cristiandad. Porque, como manifesté recientemente, “si queremos hacer fructificar el tesoro de la Tradición para el bien de las almas, debemos hablar y actuar” (cf. entrevista del 8 de junio de 2012, DICI nº 256). No podemos quedarnos en silencio ante la pérdida generalizada de la fe, ni ante la caída vertiginosa de las vocaciones y de la práctica religiosa. No podemos callarnos ante la “apostasía silenciosa” y sus causas. Porque el mutismo doctrinal no es la respuesta a esta “apostasía silenciosa”, de la cual Juan Pablo II ya hablaba en 2003.
Entre nosotros todas las ambigüedades han quedado disipadas. Próximamente haremos llegar a Roma la posición del Capítulo, que nos ha dado la ocasión de precisar nuestra hoja de ruta, insistiendo sobre la conservación de nuestra identidad, que es el único medio eficaz para ayudar a la Iglesia a restaurar la Cristiandad. Porque, como manifesté recientemente, “si queremos hacer fructificar el tesoro de la Tradición para el bien de las almas, debemos hablar y actuar” (cf. entrevista del 8 de junio de 2012, DICI nº 256). No podemos quedarnos en silencio ante la pérdida generalizada de la fe, ni ante la caída vertiginosa de las vocaciones y de la práctica religiosa. No podemos callarnos ante la “apostasía silenciosa” y sus causas. Porque el mutismo doctrinal no es la respuesta a esta “apostasía silenciosa”, de la cual Juan Pablo II ya hablaba en 2003.
En
este sentido entendemos que nos inspiramos no sólo en la firmeza
doctrinal de Mons. Lefebvre sino también en su caridad pastoral. La
Iglesia siempre consideró que el mejor testimonio a favor de la verdad
provenía de la unión de los primeros cristianos en la oración y en la
caridad. No eran más que “un corazón y una alma”, como dicen los Hechos
de los Apóstoles (cap. 4, 32). El boletín interno de la Fraternidad San
Pío X lleva por título Cor unum, es un ideal común, una
consigna para todos. Por tanto, nos separamos netamente de todos los que
quisieron aprovechar la situación para sembrar cizaña, oponiendo unos
miembros de la Fraternidad con otros. Este espíritu no es de Dios.
DICI: ¿Qué consideración le merece el nombramiento de Mons. Ludwig Müller al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe?
Mons. Fellay:
El antiguo obispo de Ratisbona, donde se encuentra nuestro seminario de
Zeitzkofen, no nos aprecia, y esto no es un secreto para nadie. Después
del acto valiente de Benedicto XVI a nuestro favor en 2009 ¡parecía que
tenía poco interés en actuar en el mismo sentido y nos trataba como
parias! Fue él quien entonces declaró que nuestro seminario debía ser
cerrado y que nuestros seminaristas debían reinsertarse en los
seminarios de sus regiones de origen, afirmando sin rodeos que ¡”los
cuatro obispos de la Fraternidad San Pío X deben renunciar”! (Cf.
entrevista en Zeit online, 8 de mayo de 2009).
Sin
embargo, más importante y más inquietante para nosotros es el papel que
deberá asumir al frente de la Congregación de la Fe, que debe defender
la fe, cuya misión propia consiste en combatir los errores doctrinales y
las herejías. Porque muchos textos de Mons. Müller acerca de la
verdadera transustanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre
de Cristo, sobre el dogma de la virginidad de María, sobre la necesidad
de que los no-católicos se conviertan a la Iglesia católica… ¡son más
que discutibles! No cabe duda que en otra época hubiesen sido objeto de
una intervención de parte del Santo Oficio, del cual salió la
Congregación de la Fe que encabeza actualmente.
DICI:
¿Cómo se presenta el futuro de la Fraternidad San Pío X? ¿En el combate
por la Tradición de la Iglesia, sigue transitando la Fraternidad por
una delgada cresta?
Mons. Fellay:
Más que nunca debemos conservar efectivamente esta línea fijada por
nuestro venerable fundador. Es un norte difícil de mantener pero es
absolutamente vital para la Iglesia y para el tesoro de su Tradición.
Somos católicos, reconocemos al Papa y a los obispos, pero debemos ante
todo conservar inalterada la fe, fuente de la gracia de Dios. En
consecuencia, debe evitarse todo lo que podría ponerla en peligro, sin
que por eso pasemos a ocupar el lugar de la Iglesia católica, apostólica
y romana. ¡Lejos de nosotros la idea de constituir una Iglesia
paralela, ejerciendo un magisterio paralelo!
Mons.
Lefebvre explicó esto muy bien hace ya más de 30 años: lo único que
quiso hacer fue transmitir lo que había recibido de la Iglesia
bimilenaria. Eso es todo lo que nosotros queremos siguiéndolo a él,
porque sólo así podremos ayudar eficazmente a “restaurar todas las cosas
en Cristo”. No somos nosotros
los que romperemos con Roma, la Roma eterna, maestra de sabiduría y de
verdad. Con todo, sería irrealista negar la influencia modernista y
liberal que se difunde en la Iglesia desde el Concilio Vaticano II y las
reformas que le siguieron. En una palabra, guardamos la fe en el
primado del Pontífice Romano y en la Iglesia fundada sobre Pedro, pero
rehusamos todo lo que contribuye a la “autodemolición de la Iglesia”,
reconocida por el propio Pablo VI en 1968. ¡Quiera nuestra Señora, Madre
de la Iglesia, apresurar el día de su auténtica restauración!
18 de julio: Carta Circular del Secretario General de la FSSPX sobre las condiciones que se pondrían en caso de un acuerdo.
Igualmente
han estado mejor definidas las condiciones previas a una eventual
normalización de nuestras relaciones con la Iglesia Oficial.
Condiciones
sine qua non que impone la Fraternidad y que declara de las autoridades
romanas antes de considerar un reconocimiento canónico:
1.-
Libertad de guardar, transmitir y enseñar la sana doctrina del
magisterio constante de la Iglesia y de la verdad inmutable de la
Tradición divina; libertad de vetar, corregir, reprender incluso
públicamente los fautores de errores o novedades del modernismo, del
liberalismo, del Concilio Vaticano II y sus consecuencias;
2.-
El uso exclusivo de la liturgia de 1962. Conservar la práctica
sacramental que tenemos actualmente (incluyendo las órdenes,
confirmación y matrimonio)
3.- Garantía de al menos un Obispo.
Condiciones deseables:
1.- Tribunales eclesiásticos propios en primera instancia.
2.- Exención de las casas de la FSSPX en relación a los Obispos diocesanos.
3.-
Comisión Pontifical en Roma para la Tradición en dependencia del Papa,
con una mayoría de miembros y presidencia de la Tradición.
Monseñor Fellay me pide adjuntar las siguientes consideraciones:
La
casa general está muy consciente de los problemas y las inquietudes
—frecuentemente exageradas— que pudieron haber sido causadas por ciertas
ambigüedades, ambigüedades que Roma no ha aclarado sino recientemente, en particular por la respuesta de la Congragación para la Doctrina de la Fe el pasado 13 de junio.
Monseñor Fellay está, por otra parte, agradecido con Roma de por fin haber aclarado netamente su posición, lo que permitirá en adelante tratar los problemas más fácilmente.
19 de julio: Comunicado de Prensa del Vaticano.
El
capítulo general de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, que ha
concluido hace pocos días, ha dado a conocer una declaración acerca de
la posible normalización canónica de la relación entre dicha Fraternidad
y la Santa Sede.
No
obstante esa declaración se haya hecho pública, sigue siendo, ante
todo, un documento interno, para el estudio y la discusión entre los
miembros de la Fraternidad.
La
Santa Sede ha tomado nota de esta declaración pero sigue esperando la
anunciada comunicación oficial por parte de la Fraternidad Sacerdotal
para la continuación del diálogo entre la Fraternidad y la Comisión
Ecclesia Dei.
Comentario de Radio Cristiandad:
La
FSSPX anunció, pues, que va a continuar el diálogo con la Pontificia
Comisión Ecclesia Dei. Cosa que en la Declaración no figura.
Sigue el doble discurso:
* uno para Roma: “la comunicación oficial que ha anunciado en vista de continuar el diálogo con la Pontificia Comisión Ecclesia Dei”.
* y otro para la gilada:
“esperando que un debate franco y serio sea posible, teniendo como
finalidad el retorno de las autoridades eclesiásticas a la Tradición”.
Padre Chazal:
Yo acuso al Capítulo.
Yo acuso al Capítulo.
Agosto
4 de agosto:
Comentario Eleison de Monseñor Williamson sobre el Capítulo.
Comentario Eleison de Monseñor Williamson sobre el Capítulo.
Pero
el Capítulo fue un asunto serio. ¿Qué fue lo que produjo? Sobre todo,
una Declaración, hecha pública un par de días después, y seis
condiciones para cualquier acuerdo entre Roma y la FSSPX…
(…) Si
la Declaración y las condiciones nos dan la actual mentalidad de los
líderes de la Fraternidad en conjunto, entonces tiene que ser causa de
preocupación.
En
cuanto a la Declaración del 2012, es suficiente compararla por unos
momentos con la Declaración de 1974 de Monseñor Lefebvre para
preguntarse ¿qué ha pasado con su Fraternidad?
Mientras que el Arzobispo explícita y repetidamente denuncia la reforma realizada por el Vaticano II (“nacido del Liberalismo y Modernismo, envenenado hasta la médula, proveniente de la herejía y terminado en herejía”),
con palabras que desataron sobre él la ira de los Papas Conciliares,
por el contrario, la Declaración del 2012 se refiere solamente una vez
al Concilio con sus “novedades” solamente “teñido de errores”, en términos que uno puede imaginar a Benedicto XVI suscribiéndolos de principio o fin.
¿La FSSPX ahora piensa que los Papas conciliares no representan serios problemas?
Y en cuanto a las seis condiciones para cualquier acuerdo futuro entre Roma y la FSSPX, ellas merecen un examen detallado, pero es
suficiente decir aquí y ahora que lo solicitado por el Capítulo General
de la FSSPX en el 2006 en cuanto a que hubiera un acuerdo doctrinal
previo al acuerdo práctico parece haber sido desaparecido completamente
por el consejo.
¿Ahora el pensamiento de la FSSPX es que la doctrina de los romanos a quienes ellos se someterían ya no es tan importante?
¿O la FSSPX está sucumbiendo al encanto del Liberalismo?
5 de agosto: Sermón de Monseñor Tissier, en Thouars. En su sermón, habló de los tres grados de humildad, aplicándolos a la Fraternidad:
Primer
grado: huir el pecado mortal = Cuando Monseñor Marcel Lefebvre se negó
reconocer el último Concilio, la Libertad Religiosa, la Nueva Misa.
Segundo
grado: huir el pecado venial = Cuando in extremis la Fraternidad ha
rechazado considerar el Concilio a la luz de la Tradición, lo cual
hubiese sido “poner la lámpara bajo el celemín” y evitar la irradiación
de la Fraternidad.
Tercer grado: aceptar los oprobios y las difamaciones = Esto es lo que ahora se pide a la Fraternidad.
Por
un estrecho margen (justo, justo), las autoridades de la Fraternidad no
han firmado un acuerdo gracias a la introducción providencial de una
frase en la parte inferior del documento, frase escrita por el Papa, y
que dice claramente que la Fraternidad debe aceptar el Concilio,
independientemente de la interpretación.
Semana del 6 de agosto: Reunión de Sacerdotes en EEUU. Publican una Declaración.
12 de agosto: Sermones de los Padres Chazal y Pfeiffer.
CONCLUSIÓN
¡Pobre Monseñor Fellay!
¡Pobres los capitulantes que capitularon!
¡Qué
lejos están de aquella declaración de quienes gozaban de la misma
autoridad que hoy detentan ellos!… ¡Aunque ya no tienen la misma
autoridad moral!…
Carta Abierta de todos los Superiores de la FSSPX al Cardenal Gantin, del 6 de julio de 1988:
Eminencia,
reunidos en torno a su Superior general, los Superiores de los
distritos, seminarios y casas autónomas de la Fraternidad Sacerdotal San
Pío X, piensan conveniente expresarle respetuosamente las reflexiones
siguientes. Usted creyó deber suyo, por su carta del 1º de julio último,
hacer saber su excomunión latae sententiae a Su Excelencia Monseñor
Marcel Lefebvre, a Su Excelencia Monseñor Antonio de Castro Mayer y a
los cuatro obispos que ellos consagraron el 30 de junio último en Ecône.
Quiera usted mismo juzgar sobre el valor de tal declaración que viene
de una autoridad que, en su ejercicio, rompe con la de todos sus
antecesores hasta el papa Pío XII, en el culto, enseñanzas y el Gobierno
de la Iglesia.
En
cuanto a nosotros, estamos en plena comunión con todos los Papas y
todos los Obispos que han precedido el Concilio Vaticano II, celebrando
exactamente la Misa que ellos codificaron y celebraron, enseñando al
Catecismo que ellos compusieron, oponiéndonos contra los errores que
ellos condenaron muchas veces en sus encíclicas y cartas pastorales.
Quiera usted entonces juzgar de qué lado se encuentra la ruptura.
Estamos extremadamente apenados por la ceguera de espíritu y el
endurecimiento de corazón de las autoridades romanas.
En cambio, nosotros jamás quisimos pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de Iglesia Conciliar y se define por el Novus Ordo Missæ, el ecumenismo indiferentista y la laicización de toda la sociedad. Sí, nosotros no tenemos ninguna parte, nullam partem habemus,
con el panteón de las religiones de Asís; nuestra propia excomunión por
un decreto de Vuestra Eminencia o de otro dicasterio no sería más que
la prueba irrefutable. No pedimos nada mejor que el ser declaradosex communione del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia desde hace veinticinco años; excluidos de la comunión impía con los infieles.
Creemos
en un solo Dios, Nuestro Señor Jesucristo, con el Padre y el Espíritu
Santo, y seremos siempre fieles a su única Esposa, la Iglesia Una,
Santa, Católica, Apostólica y Romana. El ser asociados públicamente a la
sanción que fulmina a los seis obispos católicos, defensores de la fe
en su integridad y en su totalidad, sería para nosotros una distinción
de honor y un signo de ortodoxia delante de los fieles. Estos, en
efecto, tienen absoluto derecho de saber que los sacerdotes a los cuales
se dirigen no están en comunión con una iglesia falsificada, evolutiva,
pentecostal y sincretista (…).
¡Pobre Monseñor Fellay!
¡Pobres los capitulantes que capitularon!
Que declaren lo que la Roma anticristo les exige, es decir, en cuanto a nosotros:
* Estamos en plena comunión con todos los Papas y todos los Obispos del Concilio Vaticano II…
* Queremos pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de Iglesia Conciliar…
* Pedimos el no ser declarados ex communione del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia…
*
El no ser asociados públicamente a la sanción que fulminara a los seis
obispos católicos de otrora sería para nosotros una distinción de honor y
un signo de ortodoxia delante de los fieles…
*
Los fieles, en efecto, tienen absoluto derecho de saber que los Obispos
y los Superiores a los cuales se dirigen están en comunión con una
iglesia falsificada, evolutiva, pentecostal y sincretista…
Mas este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Porque todo hombre que obra mal, aborrece la luz, y no viene a la luz para que sus obras no sean reprendidas.
Mas el que obra verdad, viene a la luz para que parezcan sus obras, porque son hechas en Dios.
Esta es la historia de un triste secreto, aún no develado; o los secretos de una triste historia… que todavía no ha terminado…
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