miércoles, 15 de agosto de 2012

LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

            
La Asunción es la más antigua y la más importante  de todas las fiestas marianas. La Santísima Virgen recibe en este día el premio y galardón de toda su vida inmaculada y llena de méritos. En realidad, conmemoramos hoy tres misterios de María; su Muerte- su dormición como la llamaban los antiguos - porque la de la Madre de Dios fué como un sueño dulcísimo; su Asunción en cuerpo y alma a los cielos por virtud divina , que constituye el objeto propio de la fiesta; y, finalmente su Coronación en el cielo como Reina y Señora de todo lo creado. Esto, que fué siempre una constante creencia de la Iglesia, lo proclamó como dogma de la fe el Papa Pio XII, el primero de Noviembre del Año Santo de 1950, declarando y definiendo como revelado por Dios. " Que la Inmaculada y siempre Virgen María, Madre de Dios, terminado el plazo de su vida terrestre, fué transportada en cuerpo y alma a la gloria celestial". En el Cielo está, pues, lo mismo que Cristo, para interceder por nosotros con todo su poder . 
" ¡ Ea, pues, Señora y abogada nuestra , vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos!"



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San Juan Damaceno

"La Madre de Dios no murió de enfermedad, porque ella por no tener pecado original
(fue concebida Inmaculada: o sea sin mancha de pecado original) no tenía que recibir
el castigo de la enfermedad.  Ella no murió de ancianidad, porque no tenía por qué
envejecer, ya que a ella no le llegaba el castigo del pecado de los primeros padres:
envejecer y acabarse por debilidad.

Ella murió de amor.  Era tanto el deseo de irse al cielo donde estaba su Hijo, que este
amor la hizo morir.

Unos catorce años después de la muerte de Jesús, cuando ya había empleado todo su
tiempo en enseñar la religión del Salvador a pequeños y grandes, cuando había consolado
tantas personas tristes y había ayudado a tantos enfermos y moribundos, hizo saber a los
Apóstoles que ya se aproximaba la fecha de partir de este mundo para la eternidad.

Los Apóstoles la amaban como a la más bondadosa de todas las madres y se apresuraron a
viajar para recibir de sus maternales labios sus últimos consejos, y de sus sacrosantas manos
su última bendición.

Fueron llegando, y con lágrimas copiosas, y de rodillas, besaron esas manos santas que
tantas veces los habían bendecido.

Para cada uno de ellos tuvo la excelsa Señora palabras de consuelo y de esperanza.  Y luego,
como quien se duerme en el más plácido de los sueños, fue Ella cerrando santamente sus
ojos; y su alma, mil veces bendita, partió a la eternidad.

La noticia cundió por toda la ciudad, y no hubo un cristiano que no viniera a llorar junto a su
cadáver, como por la muerte de la propia madre.

Su entierro más parecía una procesión de Pascua que un funeral.  Todos cantaban el Aleluya
con la más firme esperanza de que ahora tenían una poderosísima Protectora en el cielo, para
interceder por cada uno de los discípulos de Jesús.

En el aire se sentían suavísimos aromas, y parecía escuchar cada uno, armonías de músicas
muy suaves.

Pero, Tomás Apóstol, no había alcanzado a llegar a tiempo.  Cuando arribó ya habían vuelto
de sepultar a la Santísima Madre.

Pedro, - dijo Tomás- No me puedes negar el gran favor de poder ir a la tumba de mi madre
amabilísima y darle un último beso a esas manos santas que tantas veces me bendijeron.

Y Pedro aceptó.

Se fueron todos hacia el Santo Sepulcro, y cuando ya estaban cerca empezaron a sentir de
nuevo suavísimos aromas en el ambiente y armoniosas músicas en el aire.

Abrieron el sepulcro y en vez del cadáver de la Vírgen encontraron solamente...una gran
cantidad de flores muy hermosas.  Jesucristo había venido, había resucitado a Su Madre
Santísima y la había llevado al cielo.

Esto es lo que llamamos Asunción de la Vírgen (cuya fiesta se celebra el 15 de Agosto).

Y quien de nosotros, si tuviera los poderes del Hijo de Dios, no hubiera hecho lo mismo
con su propia Madre?



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María fue elevada al cielo, los ángeles se regocijan, y bendicen a Dios con cánticos de alabanza. 

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