" EL PATER NOSTER de SANTA TERESA DE AVILA "
palabras del Paternóster:
«Fiat voluntas tua sicut in coelo et in terra»,
lo mucho que hace quien dice estas palabras con toda determinación, y cuán bien se lo paga el Señor.
1. Ahora que nuestro buen Maestro nos ha
pedido y enseñado a pedir cosa de tanto valor, que encierra en sí todas
las cosas que acá podemos desear, y nos ha hecho tan gran merced como
hacernos hermanos suyos, veamos qué quiere que demos a su Padre y qué le
ofrece por nosotros y qué es lo que nos pide; que razón es le sirvamos
con algo tan grandes mercedes. ¡Oh buen Jesús, que tampoco dais poco de
nuestra parte como pedís para nosotros! Dejado que ello en sí es nonada
para adonde tanto se debe y para tan gran Señor, mas cierto, Señor mío,
que no nos dejáis con nada, y que damos todo lo que podemos; si lo damos
como lo decimos, digo.
2. «Sea hecha tu voluntad; y como es hecha
en el cielo, así se haga en la tierra». Bien hicisteis, nuestro buen
Maestro, de pedir la petición pasada para que podamos cumplir lo que
dais por nosotros; porque, cierto, Señor, si así no fuera, imposible me
parece. Mas haciendo vuestro Padre lo que Vos le pedís de darnos acá su
reino, yo sé que os sacaremos verdadero en dar lo que dais por nosotros;
porque hecha la tierra cielo, será posible hacerse en mí vuestra
voluntad. Mas sin esto, y en tierra tan ruin como la mía y tan sin
fruto, yo no sé, Señor, cómo sería posible. Es gran cosa lo que
ofrecéis.
3. Cuando yo pienso esto, gusto de las
personas que no osan pedir trabajos al Señor, que piensan está en esto
el dárselos luego. No.hablo en los que lo dejan por humildad,
pareciéndoles no serán para sufrirlos; aunque tengo para mí que quien
les da amor para pedir este medio tan áspero para mostrarle, le dará
para sufrirlos. Querría preguntar a los que por temor no los piden de
que luego se los han de dar, lo que dicen cuando suplican al Señor
cumpla su voluntad en ellos, o es que lo dicen por decir lo que todos,
mas no para hacerlo. Esto, hermanas, no sería bien. Mirad que parece
aquí el buen Jesús nuestro embajador y que ha querido intervenir entre
nosotros y su Padre, y no a poca costa suya; y no sería razón que lo que
ofrece por nosotros dejásemos de hacerlo verdad, o no lo digamos.
4. Ahora quiérolo llevar por otra vía.
Mirad, hijas: ello se ha de cumplir, que queramos o no, y se ha de hacer
su voluntad en el cielo y en la tierra; creedme, tomad mi parecer, y
haced de la necesidad virtud. ¡Oh Señor mío, qué gran regalo es éste
para mí, que no dejaseis en querer tan ruin como el mío el cumplirse
vuestra voluntad! Bendito seáis por siempre y alaben os todas las cosas.
Sea glorificado vuestro nombre por siempre. ¡Buena estuviera yo, Señor,
si estuviera en mis manos el cumplirse vuestra voluntad o no! Ahora la
mía os doy libremente, aunque a tiempo que no va libre de interés;
porque ya tengo probado, y gran experiencia de ello, la ganancia que es
dejar libremente mi voluntad en la vuestra. ¡Oh amigas, qué gran
ganancia hay aquí, o qué gran pérdida de no cumplir lo que decimos al
Señor en el Paternóster en esto que le ofrecemos!
5. Antes que os diga lo que se gana, os
quiero declarar lo mucho que ofrecéis, no os llaméis después a engaño y
digáis que no lo entendisteis. No sea como algunas religiosas que no
hacemos sino prometer, y como no lo cumplimos, hay este reparo de decir
que no se entendió lo que se prometía. Y ya puede ser, porque decir que
dejamos nuestra voluntad en otra parece muy fácil, hasta que,
probándose, se entiende es la cosa más recia que se puede hacer, si se
cumple como se ha de cumplir. Mas no todas veces nos llevan con rigor
los prelados de que nos ven flacos; y a las veces flacos y fuertes
llevan de una suerte. Acá no es así, que sabe el Señor lo que puede
sufrir cada uno, y a quien ve con fuerza no se detiene en cumplir en él
su voluntad.
6. Pues quiéroos avisar y acordar qué es su
voluntad. No hayáis miedo sea daros riquezas, ni deleites, ni honras,
ni todas estas cosas de acá; no os quiere tan poco, y tiene en mucho lo
que le.dais y quiéreoslo pagar bien, pues os da su reino aún viviendo.
¿Queréis ver cómo se ha con los que de veras le dicen esto? -Preguntadlo
a su Hijo glorioso, que se lo dijo cuando la oración del Huerto. Como
fue dicho con determinación y de toda voluntad, mirad si la cumplió bien
en El en lo que le dio de trabajos y dolores e injurias y
persecuciones; en fin, hasta que se le acabó la vida con muerte de cruz.
7. Pues veis aquí, hijas, a quien más amaba
lo que dio; por donde se entiende cuál es su voluntad. Así que éstos
son sus dones en este mundo. Da conforme al amor que nos tiene: a los
que ama más, da de estos dones más; a los que menos, menos, y conforme
al ánimo que ve en cada uno y el amor que tiene a Su Majestad. A quien
le amare mucho, verá que puede padecer mucho por El; al que amare poco,
poco. Tengo yo para mí que la medida del poder llevar gran cruz o
pequeña es la del amor. Así que, hermanas, si le tenéis, procurad no
sean palabras de cumplimiento las que decís a tan gran Señor, sino
esforzaos a pasar lo que Su Majestad quisiere. Porque si de otra manera
dais la voluntad, es mostrar la joya e irla a dar y rogar que la tomen, y
cuando extienden la mano para tomarla, tornarla Vos a guardar muy bien.
8. No son estas burlas para con quien le
hicieron tantas por nosotros. Aunque no hubiera otra cosa, no es razón
burlemos ya tantas veces, que no son pocas las que se lo decimos en el
Paternóster. Démosle ya una vez la joya del todo, de cuantas acometemos a
dársela; es verdad que no nos da primero, para que se la demos. Los del
mundo harto harán si tienen de verdad determinación de cumplirlo.
Vosotras, hijas, diciendo y haciendo, palabras y obras, como a la verdad
parece hacemos los religiosos; sino que a las veces no sólo acometemos a
dar la joya, sino ponémossela en la mano, y tornámossela a tomar. Somos
francos de presto, y después tan escasos, que valdría en parte más que
nos hubiéramos detenido en el dar.
9. Porque todo lo que os he avisado en este
libro va dirigido a este punto de darnos del todo al Criador y poner
nuestra voluntad en la suya y desasirnos de las criaturas, y tendréis ya
entendido lo mucho que importa, no digo más en ello; sino diré para lo
que pone aquí nuestro buen Maestro estas palabras dichas, como quien
sabe lo mucho que ganaremos de hacer este servicio a su Eterno Padre.
Porque nos disponemos para que con mucha brevedad nos veamos acabado de
andar el camino y bebiendo del agua viva de la fuente.que queda dicha.
Porque sin dar nuestra voluntad del todo al Señor para que haga en todo
lo que nos toca conforme a ella, nunca deja beber de ella.
Esto es contemplación perfecta, lo que me
dijisteis os escribiese. Y en esto -como ya tengo escrito- ninguna cosa
hacemos de nuestra parte, ni trabajamos, ni negociamos, ni es menester
más, porque todo lo demás estorba e impide de decir «fiat voluntas tua»:
cúmplase, Señor, en mí vuestra voluntad de todos los modos y maneras
que Vos, Señor mío, quisiereis. Si queréis con trabajos, dadme esfuerzo y
vengan; si con persecuciones y enfermedades y deshonras y necesidades,
aquí estoy, no volveré el rostro, Padre mío, ni es razón vuelva las
espaldas. Pues vuestro Hijo dio en nombre de todos esta mi voluntad, no
es razón falte por mi parte; sino que me hagáis Vos merced de darme
vuestro reino para que yo lo pueda hacer, pues él me le pidió, y
disponed en mí como en cosa vuestra, conforme a vuestra voluntad.
11. ¡Oh hermanas mías, qué fuerza tiene
este don! No puede menos, si va con la determinación que ha de ir, de
traer al Todopoderoso a ser uno con nuestra bajeza y transformarnos en
sí y hacer una unión del Criador con la criatura. Mirad si quedaréis
bien pagadas y si tenéis buen Maestro, que, como sabe por dónde ha de
ganar la voluntad de su Padre, enséñanos a cómo y con qué le hemos de
servir.
12. Y mientras más se va entendiendo por
las obras que no son palabras de cumplimiento, más más nos llega el
Señor a sí y la levanta de todas las cosas de acá y de sí misma para
habilitarla a recibir grandes mercedes, que no acaba de pagar en esta
vida este servicio. En tanto le tiene, que ya nosotros no sabemos qué
nos pedir, y Su Majestad nunca se cansa de dar. Porque no contento con
tener hecha esta alma una cosa consigo por haberla ya unido a sí mismo,
comienza a regalarse con ella, a descubrirle secretos, a holgarse de que
entienda lo que ha ganado y que conozca algo de lo que la tiene por
dar. Hácela ir perdiendo estos sentidos exteriores, porque no se la
ocupe nada. Esto es arrobamiento. Y comienza a tratar de tanta amistad,
que no sólo la torna a dejar su voluntad, mas dale la suya con ella;
porque se huelga el Señor, ya que trata de tanta amistad, que manden a
veces -como dicen- y cumplir El lo que ella le pide, como ella hace lo
que El la manda, y mucho mejor, porque es poderoso y puede cuanto quiere
y no deja de querer.
13. La pobre alma, aunque quiera, no puede
lo que querría, ni puede nada sin que se lo den. Y ésta es su mayor
riqueza: quedar mientras más sirve, más adeudada, y muchas veces
fatigada de verse sujeta a tantos inconvenientes y embarazos y atadura
como trae el estar en la cárcel de este cuerpo, porque querría pagar
algo de lo que debe. Y es harto boba de fatigarse; porque, aunque haga
lo que es en sí, ¿qué podemos pagar los que, como digo, no tenemos qué
dar si no lo recibimos, sino conocernos, y esto que podemos, que es dar
nuestra voluntad, hacerlo cumplidamente? Todo lo demás, para el alma que
el Señor ha llegado aquí, le embaraza y hace daño y no provecho, porque
sola humildad es la que puede algo, y ésta no adquirida por el
entendimiento, sino con una clara verdad que comprende en un momento lo
que en mucho tiempo no pudiera alcanzar trabajando la imaginación, de lo
muy nonada que somos y lo muy mucho que es Dios.
14. Doos un aviso: que no penséis por
fuerza vuestra ni diligencia llegar aquí, que es por demás; antes si
teníais devoción, quedaréis frías; sino con simplicidad y humildad, que
es la que lo acaba todo,decir: «fiat voluntas tua».
En que trata la gran necesidad que
tenemos de que el Señor nos dé lo que pedimos en estas palabras del
Paternóster: «Panem nostrum quotidianum da nobis hodie».
1. Pues entendiendo, como he dicho, el buen
Jesús cuán dificultosa cosa era ésta que ofrece por nosotros,
conociendo nuestra flaqueza y que muchas veces hacemos entender que no
entendemos cuál es la voluntad del Señor -como somos flacos y El tan
piadoso-, y que era menester medio, porque dejar de dar lo dado vio que
en ninguna manera nos conviene, porque está en ello toda nuestra
ganancia; pues cumplirlo vio ser dificultoso, porque decir a un regalado
y rico que es la voluntad de Dios que tenga cuenta con moderar su plato
para que coman otros siquiera pan, que mueren de hambre, sacará mil
razones para no entender esto, sino a su propósito; pues decir a un
murmurador que es la voluntad de Dios querer tanto para su prójimo como
para sí, no lo puede poner a paciencia ni basta razón para que lo
entienda; pues decir a un.religioso que está mostrado a libertad y a
regalo, que ha de tener cuenta con que ha de dar ejemplo y que mire que
ya no son solas palabras con las que ha de cumplir cuando dice esta
palabra, sino que lo ha jurado y prometido, y que es voluntad de Dios
que cumpla sus votos, y mire que si da escándalo que va muy contra
ellos, aunque no del todo los quebrante; que ha prometido pobreza, que
la guarde sin rodeos, que esto es lo que el Señor quiere; no hay remedio
aun ahora de quererlo algunos, ¿qué hiciera si el Señor no hiciera lo
más con el remedio que puso? No hubiera sino muy poquitos que cumplieran
esta palabra que por nosotros dijo al Padre, de «fiat voluntas tua».
Pues visto el buen Jesús la necesidad,
buscó un medio admirable adonde nos mostró el extremo de amor que nos
tiene, y en su nombre y en el de sus hermanos pidió esta petición: «El
pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, Señor».
Entendamos, hermanas, por amor de Dios,
esto que pide nuestro buen Maestro, que nos va la vida en no pasar de
corrida por ello, y tened en muy poco lo que habéis dado pues tanto
habéis de recibir.
2. Paréceme ahora a mí -debajo de otro
mejor parecer- que visto el buen Jesús lo que había dado por nosotros y
cómo nos importa tanto darlo y la gran dificultad que había -como está
dicho- por ser nosotros tales y tan inclinados a cosas bajas y de tan
poco amor y ánimo, que era menester ver el suyo para despertarnos, y no
una vez, sino cada día, que aquí se debía determinar de quedarse con
nosotros. Y como era cosa tan grave y de tanta importancia, quiso que
viniese de la mano del Eterno Padre. Porque, aunque son una misma cosa, y
sabía que lo que El hiciese en la tierra lo haría Dios en el cielo y lo
tendría por bueno, pues su voluntad y la de su Padre era una, era tanta
la humildad del buen Jesús que quiso como pedir licencia, porque ya
sabía era amado del Padre y que se deleitaba en El. Bien entendió que
pedía más en esto que ha pedido en lo demás, porque ya sabía la muerte
que le habían de dar, y las deshonras y afrentas que había de padecer.
3. Pues ¿qué padre hubiera, Señor, que
habiéndonos dado a su hijo, y tal hijo, y parándole tal, quisiera
consentir se quedara entre nosotros cada día a padecer? -Por cierto,
ninguno, Señor, sino el vuestro. Bien sabéis a quién pedís..¡Oh, válgame
Dios, qué gran amor del Hijo, y qué gran amor del Padre! Aun no me
espanto tanto del buen Jesús, porque como había ya dicho «fiat voluntas
tua», habíalo de cumplir como quien es. ¡Sí, que no es como nosotros!
Pues como sabe la cumple con amarnos como a Sí, así andaba a buscar cómo
cumplir con mayor cumplimiento, aunque fuese a su costa, este
mandamiento. Mas Vos, Padre Eterno, ¿cómo lo consentisteis? ¿Por qué
queréis cada día ver en tan ruines manos a vuestro Hijo? Ya que una vez
quisisteis lo estuviese y lo consentisteis, ya veis cómo le pararon.
¿Cómo puede vuestra piedad cada día, cada
día, verle hacer injurias? ¡Y cuántas se deben hoy hacer a este
Santísimo Sacramento! ¡En qué de manos enemigas suyas le debe de ver el
Padre! ¡Qué de desacatos de estos herejes!
4. ¡Oh Señor eterno! ¿Cómo aceptáis tal
petición? ¿Cómo lo consentís? No miréis su amor, que a trueco de hacer
cumplidamente vuestra voluntad y de hacer por nosotros, se dejará cada
día hacer pedazos. Es vuestro de mirar, Señor mío, ya que a vuestro Hijo
no se le pone cosa delante, por qué ha de ser todo nuestro bien a su
costa. ¿Porque calla a todo y no sabe hablar por sí sino por nosotros?
Pues ¿no ha de haber quien hable por este amantísimo Cordero?
He mirado yo cómo en esta petición sola
duplica las palabras, porque dice primero y pide que le deis este pan
cada día, y torna a decir «dádnoslo hoy, Señor». Pone también delante a
su Padre. Es como decirle que ya una vez nos le dio para que muriese por
nosotros, que ya nuestro es, que no nos le torne a quitar hasta que se
acabe el mundo; que le deje servir cada día. Esto os enternezca el
corazón, hijas mías, para amar a vuestro Esposo, que no hay esclavo que
de buena gana diga que lo es, y que el buen Jesús parece se honra de
ello.
5. ¡Oh Padre Eterno! ¡Qué mucho merece esta
humildad! ¿Con qué tesoro compramos a vuestro Hijo? Venderle, ya
sabemos que por treinta dineros; mas para comprarle no hay precio que
baste. Como se hace aquí una cosa con nosotros por la parte que tiene de
nuestra naturaleza y como señor de su voluntad, lo acuerda a su Padre,
que pues es suya, que nos la puede dar. Y así dice: «pan nuestro». No
hace diferencia de El a nosotros; mas hacémosla nosotros de El, para no
nos dar cada día por Su Majestad.
Prosigue en la misma materia. -Es muy bueno para después de haber recibido el Santísimo Sacramento.
1. Pues en esta petición, «de cada día»
parece que es «para siempre». Estando yo pensando por qué después de
haber dicho el Señor «cada día», tornó a decir «dánoslo hoy, Señor», ser
nuestro cada día, me parece a mí porque acá le poseemos en la tierra y
le poseeremos también en el cielo, si nos aprovechamos bien de su
compañía, pues no se queda para otra cosa con nosotros sino para
ayudarnos y animarnos y sustentarnos a hacer esta voluntad que hemos
dicho se cumpla en nosotros.
2. El decir «hoy», me parece es para un
día, que es mientras durare el mundo, no más. ¡Y bien un día! Y para los
desventurados que se condenan, que no le gozarán en la otra, no es a su
culpa si se dejan vencer, que El no los deja de animar hasta el fin de
la batalla; no tendrán con qué se disculpar ni quejarse del Padre porque
se le tomó al mejor tiempo. Y así le dice su Hijo que, pues no es más
de un día, se le deje ya pasar en servidumbre; que pues Su Majestad ya
nos le dio y envió al mundo por sola su voluntad, que El quiere ahora
por la suya propia no desampararnos, sino estarse aquí con nosotros para
más gloria de sus amigos y pena de sus enemigos; que no pide más de
«hoy», ahora nuevamente; que el habernos dado este pan sacratísimo para
siempre, cierto lo tenemos. Su Majestad nos le dio -como he dicho- este
mantenimiento y maná de la Humanidad, que le hallamos como queremos, y
que si no es por nuestra culpa, no moriremos de hambre; que de todas
cuantas maneras quisiere comer el alma hallará en el Santísimo
Sacramento sabor y consolación. No hay necesidad ni trabajo ni
persecución que no sea fácil de pasar, si comenzamos a gustar de los
suyos.
3. Pedid vosotras, hijas, con este Señor al
Padre que os deje «hoy» a vuestro Esposo, que no os veáis en este mundo
sin El; que baste, para templar tan gran contento, que quede tan
disfrazado en estos accidentes de pan y vino, que es harto tormento para
quien no tiene otra cosa que amar ni otro consuelo; mas suplicadle que
no os falte y que os dé aparejo para recibirle dignamente..
4. De otro
pan no tengáis cuidado las que muy de veras os habéis dejado en la
voluntad de Dios; digo en estos tiempos de oración, que tratáis cosas
más importantes, que tiempos hay otros para que trabajéis y ganéis de
comer. Mas con el cuidado no curéis gastar en eso el pensamiento en
ningún tiempo; sino trabaje el cuerpo, que es bien procuréis
sustentaros, y descanse el alma. Dejad ese cuidado -como largamente
queda dicho- a vuestro Esposo, que El le tendrá siempre.
5. Es como si entra un criado a servir;
tiene cuenta con contentar a su señor en todo. Mas él está obligado a
dar de comer al siervo mientras está en su casa y le sirve, salvo si no
es tan pobre que no tiene para sí ni para él. Acá cesa esto; siempre es y
será rico y poderoso. Pues no sería bien andar el criado pidiendo de
comer, pues sabe tiene cuidado su amo de dárselo y le ha de tener. Con
razón le dirá que se ocupe él en servirle y en cómo le contentar, que
por andar ocupado el cuidado en lo que no le ha de tener no hace cosa a
derechas.
Así que, hermanas, tenga quien quisiere
cuidado de pedir ese pan; nosotras pidamos al Padre Eterno merezcamos
recibir el nuestro pan celestial de manera que, ya que los ojos del
cuerpo no se pueden deleitar en mirarle por estar tan encubierto, se
descubra a los del alma y se le dé a conocer, que es otro mantenimiento
de contentos y regalos y que sustenta la vida.
6. ¿Pensáis que no es mantenimiento aun
para estos cuerpos este santísimo manjar, y gran medicina aun para los
males corporales? Yo sé que lo es, y conozco una persona de grandes
enfermedades que, estando muchas veces con graves dolores, como con la
mano se le quitaban y quedaba buena del todo. Esto muy ordinario, y de
males muy conocidos que no se podían fingir, a mi parecer. Y porque de
las maravillas que hace este santísimo Pan en los que dignamente le
reciben son muy notorias, no digo muchas que pudiera decir de esta
persona que he dicho, que lo podía yo saber y sé que no es mentira. Mas
ésta habíala el Señor dado tan viva fe, que cuando oía a algunas
personas decir que quisieran ser en el tiempo que andaba Cristo nuestro
bien en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que, teniéndole tan
verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces, que ¿qué más se
les daba?
7. Mas sé de esta persona que muchos años,
aunque no era muy perfecta, cuando comulgaba, ni más ni menos que si
viera con los.ojos corporales entrar en su posada el Señor, procuraba
esforzar la fe, para que, como creía verdaderamente entraba este Señor
en su pobre posada, desocupábase de todas las cosas exteriores cuanto le
era posible, y entrábase con El. Procuraba recoger los sentidos para
que todos entendiesen tan gran bien, digo, no embarazasen al alma para
conocerle. Considerábase a sus pies y lloraba con la Magdalena, ni más
ni menos que si con los ojos corporales le viera en casa del fariseo. Y
aunque no sintiese devoción, la fe la decía que estaba bien allí.
8. Porque, si no nos queremos hacer bobos y
cegar el entendimiento, no hay que dudar; que esto no es representación
de la imaginación, como cuando consideramos al Señor en la cruz o en
otros pasos de la Pasión, que le representamos en nosotros mismos como
pasó. Esto pasa ahora y es entera verdad, y no hay para qué le ir a
buscar en otra parte mas lejos; sino que, pues sabemos que mientras no
consume el calor natural los accidentes del pan, que está con nosotros
el buen Jesús, que nos lleguemos a El. Pues, si cuando andaba en el
mundo, de sólo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué hay que dudar
que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos dará lo
que le pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele Su Majestad
pagar mal la posada, si le hacen buen hospedaje.
9. Si os da pena no verle con los ojos
corporales, mirad que no nos conviene, que es otra cosa verle
glorificado, o cuando andaba por el mundo; no habría sujeto que lo
sufriese, de nuestro flaco natural, ni habría mundo ni quien quisiese
parar en él; porque en ver esta verdad eterna, se vería ser mentira y
burla todas las cosas de que acá hacemos caso. Y viendo tan gran
majestad, ¿cómo osaría una pecadorcilla como yo, que tanto le ha
ofendido, estar tan cerca de El? Debajo de aquel pan está tratable;
porque si el rey se disfraza no parece se nos daría nada de conversar
sin tantos miramientos y respetos con El; parece está obligado a
sufrirlo, pues se disfrazó. ¡Quién osara llegar con tanta tibieza, tan
indignamente, con tantas imperfecciones!
10. ¡Oh, cómo no sabemos lo que pedimos, y
cómo lo miró mejor su sabiduría! Porque a los que ve se han de
aprovechar de su presencia, El se les descubre; que aunque no le vean
con los ojos corporales, muchos modos tiene de mostrarse al alma por
grandes sentimientos interiores y por diferentes vías. Estaos vos con El
de buena gana. No perdáis tan buena sazón de negociar como es la.hora
después de haber comulgado. Si la obediencia os mandare, hermanas, otra
cosa, procurad dejar el alma con el Señor; que si luego lleváis el
pensamiento a otra y no hacéis caso ni tenéis cuenta con que está dentro
de vos, ¿cómo se os ha de dar a conocer? Este, pues, es buen tiempo
para que os enseñe nuestro Maestro, y que le oigamos y besemos los pies
porque nos quiso enseñar, y le supliquéis no se vaya de con vos.
11. Si esto habéis de pedir mirando una
imagen de Cristo que estamos mirando, bobería me parece dejar la misma
persona por mirar el dibujo. ¿No lo sería, si tuviésemos un retrato de
una persona que quisiésemos mucho y la misma persona nos viniese a ver,
dejar de hablar con ella y tener toda la conversación con el retrato?
¿Sabéis para cuándo es muy bueno y cosa en que yo me deleito mucho? Para
cuando está ausente la misma persona, o quiere darnos a entender lo
está con muchas sequedades, es gran regalo ver una imagen de quien con
tanta razón amamos. A cada cabo que volviésemos los ojos, la querría
ver. ¿En qué mejor cosa ni más gustosa a la vista la podemos emplear,
que en quien tanto nos ama y en quien tiene en sí todos los bienes?
Desventurados estos herejes que han perdido por su culpa esta
consolación, con otras.
12. Mas acabando de recibir al Señor, pues
tenéis la misma persona delante, procurad cerrar los ojos del cuerpo y
abrir los del alma y miraros al corazón; que yo os digo, y otra vez lo
digo y muchas lo querría decir, que si tomáis esta costumbre todas las
veces que comulgareis, y procurad tener tal conciencia que os sea lícito
gozar a menudo de este bien, que no viene tan disfrazado que, como he
dicho, de muchas maneras no se dé a conocer, conforme al deseo que
tenemos de verle. Y tanto lo podéis desear, que se os descubra del todo.
13. Mas si no hacemos caso de El, sino que
en recibiéndole nos vamos de con El a buscar otras cosas más bajas, ¿qué
ha de hacer? ¿Hanos de traer por fuerza a que le veamos que se nos
quiere dar a conocer? No, que no le trataron tan bien cuando se dejó ver
a todos al descubierto y les decía claro quién era, que muy pocos
fueron los que le creyeron. Y así harta misericordia nos hace a todos,
que quiere Su Majestad entendamos que es El el que está en el Santísimo
Sacramento. Mas que le vean descubiertamente y comunicar sus grandezas y
dar de sus tesoros, no quiere sino a los que entiende que mucho le
desean, porque éstos son sus.verdaderos amigos. Que yo os digo que quien
no le fuere y no llegare a recibirle como tal, habiendo hecho lo que es
en sí, que nunca le importune porque se le dé a conocer. No ve la hora
de haber cumplido con lo que manda la Iglesia, cuando se va de su casa y
procura echarle de sí. Así que este tal, con otros negocios y
ocupaciones y embarazos del mundo, parece que lo más presto que puede,
se da prisa a que no le ocupe la casa el Señor de él.
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