Por si alguién todavía no la entendió el Padre Mérano les aclara con justeza la situación de la fsspx y M. Williamson
Fuente: Radio Cristiandad
P. BASILIO MÉRAMO: UN DEMOLEDOR DESCONCERTANTE… SOBRE MONS. WILLIAMSON
UN DEMOLEDOR DESCONCERTANTE
Los
ingleses tienen la característica de ser, algunos entre ellos, algo
raros, estrafalarios o incluso estrambóticos; parece una herencia que
viene en parte heredada de la famosa nudista inglesa medieval Lady
Godiva.
Monseñor
Williamson no parece ser una excepción en el privilegio de esta
ancestral y singular herencia, por algunas cosas que dice en la
conferencia que dio en Francia el 5 de enero del 2013. Puesto que se
opone a Monseñor Fellay y compañía acusándolos de liberales (y lo son
realmente) pero no se sabe por qué él se les opone, no se sabe cuál es
el punto doctrinal que causa la oposición. El acusarlos de liberales no
parece suficiente puesto que él padece del mismo mal al haber estado de
acuerdo con ellos. Prueba de esto nos da que él estuvo plenamente de
acuerdo con el Motu Proprio, aceptando la Nueva Misa protestantizante,
bastarda y mala, como legítima y autentica expresión del culto católico
romano; y además, reconociéndola como la norma o regla ordinaria, común
del culto católico, admitiendo, a la vez, que la única Misa verdadera y
legítima, la Misa de Siempre, o Misa Tradicional, que canonizada por San
Pio V a perpetuidad (per saecula saeculorum), pasa a ser un rito
extraordinario, esporádico, excepcional, u ocasional.
Esto
es como decir que la mujer legítima, única y exclusiva esposa verdadera
pasa a segundo plano, mientras que la concubina, que lo único que puede
engendrar son frutos bastardos, se legitima como dueña y señora,
ocupando el primer rango, con todos los derechos que tenía la legítima,
además de ser la preferida de todos los días.
Esto
por si solo es intolerable y aberrante, pero además, Monseñor
Williamson también estuvo de acuerdo y aceptó junto con los otros tres
obispos y todos los miembros de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X, que
se levantara la excomunión en la que supuestamente habían incurrido,
pues nadie quita lo que no se puso, y si se quita la excomunión y se lo
acepta, es porque se reconoce (aunque sea tácita e implícitamente al
menos) que estuvieron golpeados válida y legítimamente por dicha
excomunión. Cosa que Monseñor Lefebvre y Monseñor de Castro Mayer nunca
aceptaron y siempre rechazaron e impugnaron por ser estas excomuniones
injustas e inválidas de pleno derecho. Es más, además de aceptar el
levantamiento de la excomunión (los cuatro obispos de la Fraternidad) le
dieron las gracias manifestando su alivio y alegría ante el gesto
“paternal” y “comprensivo” del “benemérito” Benedicto XVI, al cual le
pidieron dicho favor y quien, ni lerdo ni perezoso, respondió con suma
“ternura paternal” ante aquellos que filialmente se lo imploraron. Pero
nada más a aquellos que así lo pidieron, pues Monseñor Lefebvre y
Monseñor de Castro Mayer (por estar ya muertos y no hablar para pedir “a
su santidad la gracia de su paternal benignidad”), quedaron -in
aeternum-, supuesta yolímpicamente excomulgados.
Monseñor
Williamson despotrica contra el liberalismo pero es tan liberal como
Monseñor Fellay, Monseñor Tissier de Mallerais, Monseñor de Galarreta y
los padres Schmidberger, du Chalard, Lorans, Pfluger, Nely, etc. Su
oposición no es doctrinal ni teológica, es simplemente dialéctica, es
decir, divide para reinar, o sea para que el mal continúe y todo se
pudra hasta que se llegue a las últimas consecuencias, por maquiavélico
que parezca. Esta ha sido su oculta política. Siempre profetizó la caída
de la Fraternidad, como incluso me lo llegó a decir personalmente hace
alrededor de unos 10 o 12 años aquí en Bogotá en uno de sus visitas
apostólicas, pero nunca hizo nada para impedirlo; es como el que ve a
alguien que se va apegar un tiro y no hace nada para impedirlo.
Esto
es lo que en realidad ha acontecido. Monseñor Williamson nunca habló
claramente antes, cuando todo comenzó a manifestarse y a evidenciarse o
visibilizarse, desde el jubileo del año 2.000. Tampoco dijo nunca nada
cuando alevosa e impunemente Monseñor Fellay declaró que estaba de
acuerdo con el 95% del Concilio Vaticano II, al punto de decir que iría a
Roma corriendo si lo llamaban. Mons. Williamson estuvo siempre de
acuerdo, sin decir jamás nada contra el lento pero demoledor proceso de
acercamiento a Roma modernista, aceptando todas las declaraciones de
parte de la cúpula de la Fraternidad, que presentaban a Benedicto XVI
como bueno, con buenas intenciones, como conservador, favorable a la
tradición y hasta casi como un tradicionalista y verdadero católico.
Mons.Williamson
aceptó además los dos años de diálogos claudicantes, espurios,
delicuescentes y bastardos con Roma anticristo, con lo cual se concluyó
el período de lavado cerebral de las pocas neuronas que tiene o que
todavía podían quedarle íntegras a Monseñor Fellay.
Jamás
Mons. Williamson brindó, de otra parte, apoyo a los pocos sacerdotes
que en su momento hablaron y denunciaron el desvío, sino que dejó que
los masacraran y sigan masacrando como a hijos no deseados que se
expelen y abortan para terminar pudriéndose en un basurero. Y hasta el
día de hoy se los desconoce como si no hubieran jamás sido ni existido, y
peor aun como si no existiesen aun hoy. Por el contrario se queda muy
timorato con los que tardíamente, aunque de modo heroico y valiente,
ahora han reaccionado como si ellos fueran los únicos.
No
es suficiente hablar en contra del liberalismo, sobre todo cuando se
actúa como un liberal algo deprimido, que no ha logrado su realización.
Es el colmo que se atreva a tildar a Monseñor Lefebvre de liberal del
cincuentismo (de los años 50) porque aun suponiendo que esto hubiera
sido en parte cierto (cosa que tampoco lo fue), un digno hijo debiera
más bien cubrir las vergüenzas de su padre y no hacer lo que hizo el
maldito Cam. ¿Quién no es un poco o algo liberal por vivir en la
atmosfera liberal que desde hace dos siglos pulula y contamina el aire
que se respira? Pero decir que Monseñor Lefebvre fue un liberal como de
los años 50, es decir un católico cómodo y aburguesado, es absurdo,
cuando fue un incansable misionero en la selvática África durante 30
años, con todos los sacrificios y privaciones que ello implica y
conlleva una vida de continuo apostolado y sufrimiento. Hijo por si
fuera poco de una familia sumamente católica que dio de sus ocho hijos
dos sacerdotes y tres religiosas, y que su padre murió prisionero de
guerra en condiciones prácticamente inhumanas en un campo de
concentración.
En
contraposición Monseñor Williamson proviene de una familia
profundamente protestante y liberal, cuyo padre era pastor y su madre
una adepta de la Christian Science (corriente protestante medio
esotérica). Y él mismo, cual flor británica del Winchester College, al
cual se asocia la Tabla Redonda, que de pura casualidad aparece
enigmáticamente en el centro de la Rosa Cruz que aparece en su escudo
episcopal; hecho sobre el cual hasta ahora no se ha dado explicación
alguna de cómo fueron a parar allí (quien sabe si fue por obra del Mago
Merlín).
Otro
error más de Monseñor Williamson es el de equiparar el sedevacantismo
al liberalismo como dos caras de una misma moneda, con lo cual es
evidente que quiere castrar cualquier posibilidad que impugne la
legitimidad de un pontífice e incluso hasta excluir cualquier duda que
al respecto se pudiera formular, cuando en realidad la cuestión de la
sedevacante es una cuestión teológica entrevista como un hecho dogmático
(histórico) por canonistas y teólogos, como por ejemplo el Cardenal San
Roberto Belarmino, y uno de los grandes teólogos del Concilio de
Trento, como Melchor Cano y otros, mientras que el liberalismo es una
herejía, como dicen y afirman, el Padre Sardá y Salvany, el Padre
Castellani, Monseñor Ezequiel Moreno y otros.
De
otra parte, ¿cómo pretende Monseñor Williamson presentar a Benedicto
XVI?: como un pobre hombre que en los años juveniles fue seducido
ingenuamente por los profesores modernistas, habiendo sido un buen
católico de niño, sin señalar que tiene raíces de origen judío,
recomendando leer su libro “Mi vida” para que así nos percatemos de su
“inculpada desgracia”.
También
hay que decirlo: los ataques de Monseñor Willianson siempre son tardíos
y además nunca acaban por ser claros y firmes, lo cual engendra una
polvareda de sin sabores y confusión. He aquí el verdadero problema, no
hay que ser solamente católico (en el orden de la gracia) sino que hay
también que serlo culturalmente, y eso es muy difícil, puesto que hay
que borrar (en el que ha mamado desde la más tierna infancia una cultura
protestante y liberal), lo que se ha impregnado durante largos años.
Lo
que él debiera hacer si realmente es un antiliberal, es consolidar una
verdadera reacción y resistencia con firmeza, apoyando a todos los que
quedan solos resistiendo, haciendo en el ejercicio de su episcopado
(ejercido paternalmente de modo flexible y ágil) que se multipliquen los
focos de resistencia, aconsejando actuar a los sacerdotes que a él se
dirigen (en vez de decirles que se queden quietos), ofreciéndoles su
protección episcopal. Esto habría que hacerlo ya mismo y no poco a poco y
sin titubeos.
Tenemos
que combatir con firmeza y enérgicamente hasta morir, sin compromisos
con la Pseudo-Iglesia del Pseudoprofeta de la Nueva Iglesia
posconciliar, ni con la Roma modernista y anticristo que perdió la fe y
se convirtió en la sede del Anticristo (religioso), tal cual lo
profetizo Nuestra Señora de La Sallette. Esto es lo que hay que hacer,
lo demás son luces de bengala o fuegos artificiales que llaman la
atención y distraen pero para nada sirven.
Al
fin de cuentas, según la visión de Mons. Wiilliamson, muy sutilmente,
favorece la imagen de Benedicto XV, que no sería tan nefasto ni
culpable, y en cambio enturbia y mancilla la imagen de Mons. Lefebvre,
que no sería, según él, ni tan íntegro ni tan antiliberal como parecía.
Todo lo cual indica un actuar que incrementa la confusión
dialécticamente. Y quién es o sería el mismo Mons. Williamson: ni se
sabe, es un gran misterio, pero no precisamente de sabiduría sino más
bien de iniquidad. Los hechos nos lo dirán y hasta ahora esos hechos no
hacen más que mostrar que Mons. Williamson patea y hace goles en contra.
Si esto no lo corrige y afina la puntería, pateando el balón en sentido
contrario, su mismo actuar lo enjuiciará. A buen entendedor pocas
palabras, pues el que patea en contra es un vendido o un traidor, o las
dos cosas.
Padre Basilio Méramo
Bogotá, 30 de enero de 2013
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