Si las flores hablan (cf.EC 255), entonces ellas también pueden
enseñar: el valor del tiempo, la justicia de Dios, la armonía de la
gracia y de la naturaleza.
Por ejemplo, si Dios existe y El no es injusto por hacer que toda la
eternidad del alma dependa de las elecciones que ella ha hecho durante
una breve vida, aunque haya durado 90 años, entonces resulta lógico que
cada momento de esa vida cuenta así como que en cada momento (aunque no
siempre con la misma fuerza) Dios nos está atrayendo para unirnos a El
por toda la eternidad. Por ello tiene sentido que El esté hablando a
través de las flores y de cada otro regalo de su creación puesto que
¿qué alma viva puede verdaderamente decir que no tiene nada ni nadie a
quien amar? Aún el más rabioso “ateísta” tiene, digamos, su perro o sus
cigarrillos. ¿Y Quien diseñó a los perros y a las plantas de tabaco, y
los mantuvo reproduciéndose siempre hasta hoy día?
Así, justo antes de morir, el “ateísta” puede todavía reclamar que al
menos a él nunca le habló Dios pero en el instante que muera asirá
velozmente que durante cada momento de su vida despierta, Dios ha estado
atrayéndole hacia El por medio de una criatura u otra alrededor de él.
“¿Soy ahora injusto”, Dios puede preguntarle, “si Yo te condeno por cada
momento restante de mi vida siendo que, por cada momento de tu vida, tú
me has estado rechazando? Ten lo que elegiste. Aléjate de mí al…”
(Mt.XXV,41).
Inversamente, vean un alma que ha aprovechado cada momento de su vida
para amar al gran y buen Dios detrás de todas las buenas cosas que ha
disfrutado, y que además ha reconocido el permiso de su Providencia
detrás de todas las cosas malas que no ha gustado. Entonces, ¿Quién
necesita ser reconocido o famoso, quien necesita aparecer en los medios o
llenar cajones con fotografías de vacaciones, para darle así sentido a
su vida? No es extraño que en épocas pasadas las almas talentosas podían
enterrar sus talentos en un claustro o monasterio para consagrarlas
enteramente al amor de Dios. Pues, de verdad, cada momento de nuestro
tiempo tiene inmensurable valor, puesto que sobre cada momento pende
para bien o para mal una inmensurable eternidad.
Más aún, el que las flores hablen puede ayudarnos a que tenga sentido
otro bien conocido problema: ¿Cómo pueden las almas no Católicas ser
condenadas por no tener la Fe Católica siendo que misioneros Católicos
nunca llegaron a ellas? Cualquier misterio que allí haya puede al menos
ser parcialmente resuelto, humanamente hablando, si uno recuerda que es
el mismísimo Dios quien creó las flores y quien instituyó la Iglesia
Católica. Así, si la Providencia de Dios nunca permitió que la verdad
Católica llegue a los oídos de un alma determinada, sin embargo esa alma
no podrá aducir que no conocía nada del verdadero Dios, y puede ser
juzgada por aquello que sí conocía, como por ejemplo la belleza de los
cielos con nubes, de los amaneceres y de los anocheceres. ¿Es que ella
dijo, contemplándolos, tal como lo hizo el pagano Job (Jo
b
XIX,25), “Mas yo sé que vive mi Redentor”? ¿O bien dijo ella “Bueno, sí,
eso es lindo, pero déjeme ahora visitar a la esposa de mi vecino…”?
De hecho, un número de quejas que los hombres tienen hoy contra su
Creador se originan aún con los católicos, porque muchos católicos, como
todos los demás hoy en día, están desconectados de la naturaleza debido
a sus vidas urbanas o suburbanas, y su “espiritualidad” deviene,
correspondientemente, artificial. “¡Guay de quien nunca haya amado a un
animal!”, alguien dijo. Los niños están cercanos a Dios. Observen cuán
naturalmente los niños aman a los animales.
Gran y buen Dios, concédenos verte donde Tú estás, en el fondo de todo y de todos, a cada momento.
Kyrie eleison
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