martes, 19 de junio de 2012

OJO AL PIOJO


06/19/2012 

¿Crisis de Fe? ¿Que la Iglesia se renueve y sea creíble?

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Los retos de la Iglesia
Los retos de la Iglesia

Presentan el documento preparatorio para el próximo Sínodo de los obispos. «Una “apostasía silenciosa”»

alessandro speciale Ciudad del vaticano

En muchos países de antigua tradición cristiana, a pesar de la pertenencia formal a la Iglesia que indica el bautismo, la fe se ha debilitado en muchas personas que «podrían ser incluidos en la categoría de los no creyentes». Es un problema que afecta sobre todo a la Europa occidental y a América del Norte, en donde, durante los últimos 50 años, la secularización se ha convertido en algo “natural”, pero a la que no son inmunes las Iglesias “más jóvenes” de los demás continentes, sobre todo en las zonas urbanas.
 

De esta premisa nace el próximo Sínodo para los Obispos, dedicado al tema de la Nueva Evangelización, que se llevará a cabo en Roma del 7 al 28 de octubre. Hoy se presentó en el Vaticano el “Instrumentum Laboris” del Sínodo, es decir el documento preparatorio que es el resultado de los aportes de todos los obispos del mundo como respuesta a los “Lineamenta” de febrero de 2011.


Se trata de un documento amplio (de 74 páginas) del que surge, según la Secretaría del Sínodo que lo redactó, la consciencia de los obispos con respecto a la Nueva Evangelización, que no es un nuevo modelo de acción pastoral que sustituye simplemente otras formas de acción, sino «un proceso para impulsar la misión fundamental de la Iglesia» que, «interrogándose sobre la forma en la que se vive la Evangelización hoy en día», no puede dejar de ver dentro de sí para verificar la calidad de la Evangelización de sus comunidades.
 
 
El “Instrumentum Laboris” consta, además del Prefacio, de una Introducción, cuatro capítulos y una Conclusión. En la Introducción se recoge el parecer de las Conferencias Episcopales que concuerdan en «la necesidad de nuevos instrumentos y expresiones para hacer comprensible la Palabra de Dios en los ambientes de vida de la humanidad contemporánea. El evento sinodal tendría que representar una ocasión de debate y de participación, tanto del análisis como de las acciones que compartir para alentar a los pastores y a las iglesias particulares».
 
 
 
El “Instrumentum Laboris”, de hecho, no pretende ofrecer soluciones prácticas para impulsar el anuncio de la fe (este será el objetivo de las discusiones del Sínodo), sino ofrecer sugerencias ante las dudas concretas de los obispos y ante las posibles soluciones que se pueden dar.



Algunos religiosos lamentan que «la excesiva burocratización de las estructuras eclesiales», al lado de «celebraciones litúrgicas formales y ritos que se repiten casi por costumbre», tienen el efecto de «alejar» a las personas de la fe.
 

Los obispos también denuncian, en general y con franqueza, que la distancia que toman muchos fieles «de la práxis cristiana, una verdadera “apostasía silenciosa”» se debe a la falta de una respuesta «adecuada y convincente» de la Iglesia ante las transformaciones de la modernidad, desde la globalización hasta la transformación de las sociedades marcadas por la migración y por los nuevos escenarios económicos.



El documento denuncia que la «secularización» (de la que se reconocen los aspectos positivos para los cristianos) ya no tiene la apariencia de «discursos directos y fuertes contra Dios», sino que ha asumido un tono medio, tanto que ha terminado por coincidir con el «escenario cultural de fondo» en nuestra época. Así, la «”muerte de Dios” anunciada en las décadas pasadas por tantos intelectuales ha cedido el sitio a una mentalidad estéril, hedonista y consumista».



También la vuelta del «sentido religioso», que acompaña esta nueva oleada de la secularización, tiene un carácter ambivalente: si, por una parte es acogido favorablemente, por la otra parece estar bajo la sobra de una «experiencia religiosa poco liberadora», que abre las puertas del fundamentalismo.


Es un riesgo real para la misma Iglesia católica, según algunos obispos, porque al tratar de detener el crecimiento de las sectas, los católicos no deben sucumbir en la «tentación de imitar los tonos agresivos y proselitistas de estos grupos».

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