miércoles, 27 de mayo de 2015

¡¡¡ BASTA !!!, SIEMPRE LO MISMO

Queridos hermanos en Cristo, si me preguntan,¿ a que se debe este título?, les diré entonces que después de un período de más de un mes sin hacer entradas en mi sitio, he tomado la decisión de hacer algunos cambios, Y ¡ basta ! me dije, ¿que es lo que estoy haciendo? solo estoy enfocado en : herejías  del imnombrale usurpador de la silla de Pedro, en los laxos tradicionalistas, en el traidor Fellay, en las peleas internas de los tradicionales, y todas las sectas heréticas los pastores y la madre en coche; si todos los días tenemos un bombardeo de todos estos malos bichos portadores de todos los males sobre la tierra. Me dije, ¡Basta !, paremos la pelota diría el apóstata Bergoglio.
 Y para comenzar esta nueva etapa Ojo, no dije nueva doctrina,
QUE LES PARECE SI HABLAMOS DE LO ÚNICO QUE NOS PUEDE AYUDAR PARA LA SALVACIÓN DE NUESTRAS ALMAS.

primera parte:


LOS DOS MANDAMIENTOS DE LA CARIDAD
 

1. Los mandamientos más importantes son los dos mandamientos de la caridad, es decir, el amor de Dios y el amor al prójimo, todos los demás mandamientos están comprendidos en ellos.

Cuando a Cristo se le preguntó una vez por la de los escribas, cual es el primero de todos los mandamientos, Él respondió: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma (es decir, en el entendimiento), y con toda tu mente (es decir, con los afectos (es decir, con la voluntad.) .) y con toda tu fuerza (es decir, en todas tus acciones) Este es el primer mandamiento Y el segundo es semejante a éste:. "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Marcos XII, 30, 31) Los mismos preceptos.. se les dio a los Judíos (Deut vi 5;.... xix Lev 18). Estos dos mandamientos contienen todos los demás, porque influyen y dirigir todas las potencias del alma del hombre, el entendimiento, el afecto, la voluntad, . y todas sus acciones, además de este modo el que cumple estos dos mandamientos de la caridad guarda todos los mandamientos; si ellos en todas partes fueran observados no sería necesaria ninguna otra ley en el Estado o en la familia. De ahí que Cristo dice: "De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas" (Mateo xxii 40..). Los otros mandamientos no pero inculcan en detalle  los mandamientos de caridad. En el mandamiento de amar a Dios los primeros cuatro de los mandamientos de Dios están compuestos; los otros mandamientos de Dios y la obligación de realizar obras de misericordia son comprendidos en el segundo. Los primeros cuatro mandamientos contienen nuestros deberes para con Dios. Como nuestro Gobernante supremo Él requiere de nosotros en la adoración Primer Mandamiento y la fidelidad; en el segundo, el respeto; en el tercer lugar, el servicio; en el cuarto lugar, respetar a sus representantes en la tierra. Los otros seis prescribe nosotros tenemos el deber de nuestro vecino, prohibiéndonos herirlo en lo relativo a su vida en el Quinta; su pureza en el Sexto; su propiedad en el séptimo; su honor en el Octava; su familia en el Noveno y Décimo. El precepto de Nuestro Señor nos está ordenando a nosotros la realización de las obras de misericordia (Mat. Xxv. 31 ss.) Es una ampliación del segundo mandamiento de la caridad, porque nos obliga a ayudar a nuestro prójimo en su necesidad. Que los últimos seis mandamientos del Decálogo son un todo conectado que recogemos de la respuesta de Nuestro Señor al joven rico (Mat. Xix. 18). San. Paulo también clases todos juntos (Rom. Xiii. 9). 2. Sin el amor de Dios y del prójimo ningún hombre puede ser salvado. San. Juan dice: "El que no ama, permanece en muerte" (1 Juan iii. 14). San Agustín dice que a medida que se requiere dos pies para caminar, por lo que debemos tener el amor de Dios y del prójimo, si queremos alcanzar el Cielo, y entrar en la presencia de Dios. A medida que el pájaro no puede volar sin dos alas, por lo que deben ser transmitidos por alto a estos dos piñones si nos disparan hasta el cielo. El bendito en el cielo el amor a Dios y el uno al otro; debemos hacer lo mismo aquí en la tierra si vamos a unirnos a su compañía dichosa. "¿Qué es el hombre, oh Dios", pregunta San Agustín, "que tú le hubieres mandado a amarte a ti, y lo amenazas con terribles castigos si no lo hace?" 3. La capacidad de amar a Dios y al prójimo es otorgado sobre nosotros de forma simultánea con la gracia santificante. Porque nosotros mismos no somos capaces de amar a Dios sobre todas las cosas. Desde que la plaga del pecado original cayó sobre nosotros, es con el corazón que la palmera dactilera , que trasplantada a un clima más frío no llevan fruto de hecho, y no puede producir los dátiles maduros y deliciosos de la tierra de donde es original. Así  nuestros corazones quieren amar de Dios, pero carece de potencia para ellos; que sólo pueden alcanzar la verdadera caridad cuando se le da por la gracia divina. "Pero el querer está presente en nosotros, pero, ¿cómo llevar a cabo lo que es bueno y no saben?" (Rom. Vii. 18)., No hasta que el Espíritu Santo toma posesión de nosotros por el Bautismo o la penitencia es el amor de Dios derramado en nuestro corazón. El amor al prójimo es implantado dentro de nosotros, al mismo tiempo que el amor de Dios; no son más que una, la única diferencia está en el objeto hacia el cual se dirigen. El amor de Dios y del prójimo puede ser comparado con dos corrientes, que sale de una y la fuente de si-misma. San Agustín dice que Cristo dio el Espíritu Santo a los Apóstoles en dos ocasiones (cuando sopló sobre ellos y en el Día de Pentecostés), ya que con el Espíritu Santo una caridad doble es impartida a nosotros 4. El amor de Dios es inseparablemente unida al amor de nuestro vecino. A medida que la planta está contenida dentro de la semilla, por lo que el amor al prójimo está comprendido en el amor de Dios. Los dos preceptos están constituidos de modo que el uno no puede ser observado sin el otro. Esto es "por qué la Sagrada Escritura habla de un mandamiento de la caridad. "Si alguno dice que yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso" (1 Juan xiv. 20). Por tanto, nuestro amor al prójimo es la mejor prueba de nuestro amor a Dios. El que aprecia mala voluntad hacia su prójimo, que lo odia, lo envidia, lo daña de alguna manera, o que con rencores da limosna a los necesitados, es la miseria del amor de Dios. Cuanto mayor sea nuestro amor a Dios, mayor será nuestro amor


 ST.  AGUSTÍN