sábado, 19 de junio de 2010

arzobispo polaco, suspendido en 2002, restaurado al ministerio episcopal

18 de junio 2010

Julius Paetz arzobispo de Poznan, renunció en 2002 después de que fue acusado de haber hecho proposiciones sexuales a seminaristas. Arzobispo Paetz insistió en que las acusaciones eran parte de una "concepción amplia y sistemáticamente a cabo" la campaña para desprestigiar su reputación. Pero otros funcionarios de la Iglesia polaca presionado por su eliminación, y finalmente fue suspendido de su ministerio episcopal.

Ahora la Congregación para los Obispos que ha levantado la suspensión. La Arquidiócesis confirmó que el arzobispo de Poznan Paetz ha sido restaurada para el ministerio activo. Él permanece en el retiro, ya la edad de 75 años es poco probable que reciba otra asignación diocesano. Sin embargo, puede llevar a cabo ordenaciones y confirmaciones. "El arzobispo se ha esforzado para que la prohibición se levante durante varios años y ahora quiere la decisión del Vaticano de que se anunciará en todas las iglesias Poznan", anunció la arquidiócesis.

La decisión del Vaticano se produjo a pesar de las objeciones informó el arzobispo Stanislaw Gadecki, el actual jefe de la archidiócesis de Poznan. Los primeros informes de los medios en Polonia, dijo que el arzobispo había Gadecki renunció en protesta. El Vaticano se apresuró a desmentir esos informes.

[El informe de Radio Polskie sugiere que el reciente retiro del Cardenal Giovanni Battista Re, Prefecto de la Congregación de los Obispos "podría haber sido un factor en el levantamiento de la suspensión. Eso no es exacto. Aunque el cardenal Re presentó su dimisión, como exige el derecho canónico, cuando llegó a su 75 º cumpleaños, el Papa todavía no ha aceptado, y el cardenal italiano sigue a la cabeza de la Congregación para los Obispos.]

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Tarjeta de Santo Pío IX el Papa

Este único y de reciente creación estampa es algo así como un documento histórico. Sirve para honrar la memoria del Beato Pío IX, el Papa reinante más larga desde que San Pedro, y un pontífice que gobernó la Iglesia Católica en una época de cambios tumultuosos.

tarjetas de Santo tienen una Los primeros se hicieron con bloque de impresión de madera y, después de la invención de la imprenta de Guttenberg, que se difundió la cristiandad. Clero y laicos por igual se animó a imitar las virtudes de los santos representados. A menudo, las cartas son perfumado con una fragancia favorita, tanto como era costumbre en aquellos días para agregar olor a papel y pañuelos. Estampas siguen siendo populares hoy en día y son ampliamente recogidas y comercializadas. Muchos una gramática graduado de la escuela parroquial recordarán con cariño que se presenta una estampa como un pequeño regalo o recompensa por una de las monjas de enseñanza. La empresa de impresión de Fratelli Bonella en Milán es quizás el más grande del mundo actual productor de estampas.

Creemos que esta estampa del Papa Pío IX es el primero en incorporar una fragancia especialmente formulado para y son usados por la persona honrada con la tarjeta. Estamos casi seguros de que este es también el primer uso de la fragancia día de hoy en la encapsulación de la microtecnología en el venteo de una estampa. Mientras servía como vehículo para la muestra IX personal de colonia Pío Papa, el Papa en Colonia El, pensamos que esta estampa también ofrece una mirada agradable en la moda de mediados del siglo XIX Europa y EE.UU.

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QUE NEGOCIO,¿ SERA´COMPARTIDO CON ROMA? ¿QUIEN AUTORIZA ESTO?

Como van los fanáticos del béisbol, no hay 'monja mejor "que la Hermana María Assumpta de Cleveland

Publicado el por Dennis Sadowski

Sor María Assumpta Zabas con Cleveland mascota de la India Slider después de lanzar la primera bola antes del partido una indios hace unos años. (CNS/Courtesy Catholic Universe Bulletin) (CNS / Boletín Cortesía Universo Católica)

Hay "monja mejor" a los ojos del Relicario de Béisbol de Santo Espíritu Sor María Assumpta Zabas de Cleveland.

Sor María Assumpta, de 64 años, un ventilador de largo plazo de los Indios de Cleveland, fue nombrado el ganador del Premio Hilda de la organización por su devoción al equipo de béisbol. El premio es otorgado anualmente por servicios distinguidos como un fanático del béisbol.

Sor María Assumpta pasión por el equipo de Cleveland es bien conocida en todo el noreste de Ohio. En los años 1970 y 1980, se convirtió en un habitual en los juegos indios, salvajemente vitoreando al equipo durante algunos de sus días más oscuros. Ella sigue siendo un habitual en los juegos.

En 1982, una estación de televisión local le dio una serie de sesiones - Tribu hábito - en su noticiero. En 1989 tuvo dos apariciones en la película "Major League". Béisbol tarjeta de productores Upper Deck, incluso hizo una tarjeta para ella en 1997.

Tal vez el punto culminante de su carrera como un fan de la India se produjo en 2005 cuando lanzó la primera bola en un juego en casa.

Desde 1984 ha galletas para los jugadores, regular la entrega de ellos para el equipo. El esfuerzo se convirtió en una pequeña empresa, que ella llama Nun mejor, en que los miembros de su comunidad y voluntarios fieles hornear galletas con ingredientes naturales. Las ganancias en beneficio del Centro de Jennings para los Adultos Mayores en los suburbios de Alturas de Garfield, donde la hermana María Assumpta es director de desarrollo de la misión.

Ella tiene previsto viajar a Pasadena, California, 18 de julio para aceptar el premio.

El Relicario de Béisbol fue creada en 2002 en Pasadena, California, para reconocer a las personas por su compromiso con la preservación de la historia del béisbol



IMAGENES PAPISTAS ( HUMOR)

Bueno, al menos puede estar seguro de una cosa: la consagración era válida!





"Um, está en, Gaenswein ... usted puede dejar de juguetear con ella, ya!"






"Dios te bendiga EN EL NOMBRE DEL FER ENG FRA FRHOON FRAAHN FRRRTHFER ...."





PSA papal: "Bienaventurados los usuarios de casco, porque ellos serán viaje seguro!"




Cuando el Papa dice que necesita velas, velas que necesita AHORA!









"Me diste un mechón de pelo de la primera bebé de su corte de pelo?!"

Photo: Reuters Foto: Reuters











ENANO FOTOGRAFO

Buscó el aborto. A medida que el aborto se lleva a cabo, oye a su hija por nacer describir lo que está haciendo con ella

UNIR LAS MANOS PARA REZAR


MANOS UNIDAS PARA LA PLEGARIA
(Europa, siglo IX)

Para nuestros antepasados, uno de los gestos más antiguos y reverentes que acompañaban a la plegaria era alzar brazos y manos hacia el cielo. Con el tiempo, los brazos se replegaron y se cruzaron ante el pecho, colocando las dos muñecas sobre el corazón.

Cada una de estas posturas posee una lógica intrínseca y una intención obvia, puesto que Dios reside en el cielo y se tiene la creencia de que el corazón es la sede de las emociones. La práctica, mucho más reciente, de unir las manos formando una especie de triángulo parece menos obvia, e incluso resulta intrigante. No se la menciona para nada en la Biblia y no apareció en la Iglesia cristiana hasta el siglo IX. Posteriormente, escultores y pintores la incorporaron en escenas que representaban épocas muy anteriores a su origen, el cual, al parecer, nada tiene que ver con la religión o la adoración, y sí mucho con la subyugación y la servidumbre. Los historiadores de la religión remontan este gesto al acto de atar las manos de un prisionero, y aunque los juncos, las cuerdas o más tarde las esposas siguieron cumpliendo su función de defensa de la ley y el orden, las manos unidas pasaron a simbolizar la sumisión del hombre respecto a su Creador.

Pruebas históricas contundentes indican que la unión de las manos se convirtió en un gesto corriente y ampliamente practicado mucho antes de que se lo apropiara y lo formalizara la Iglesia cristiana. Antes de que enarbolar una bandera blanca simbolizara la rendición, un romano capturado podía evitar la muerte inmediata adoptando esta postura de las manos atadas.

Para los antiguos griegos, este gesto tenía el poder mágico de refrenar a los espíritus ocultos hasta que éstos se doblegaran al dictado de un sumo sacerdote. En la Edad Media, los vasallos rendían homenaje y prometían fidelidad a los señores feudales uniendo las manos. A partir de prácticas tan evidentes, todas ellas con una intención común, el cristianismo asumió el gesto como signo de la obediencia total del hombre a la autoridad civil. Más tarde, muchos autores cristianos ofrecieron y alentaron un origen más piadoso y pintoresco, como que las manos unidas representaban el puntiagudo campanario de una Iglesia.
Versión imprimible Sede, origen de la palabra Católica

viernes, 18 de junio de 2010

BAILES TRADICIONALES EN LA IGLESIA DE JAFFNA



Tamil estudiantes para aprender un baile tradicional en el centro administradas por la Iglesia en Jaffna

clases de baile cingaleses ayudar a cerrar brecha

Published Date: June 17, 2010 Fecha de publicación: 17 de junio 2010
Por el reportero ucanews.com, Jaffna
estudiantes para aprender un baile tradicional en el centro administradas por la Iglesia en Jaffna
Un centro de artes escénicas administradas por la Iglesia en el norte de Sri Lanka ha inscrito a los estudiantes tamiles en su clase de baile cingaleses, una acción considerada como la primera de su tipo en la región de mayoría tamil.

"Lo que siempre vemos en nuestro país es que la mayoría de nuestros políticos, los intelectuales y la opinión de otros fabricantes siga dando preeminencia a las cuestiones que dividen a la gente", dijo Gregory Ferminus Felipe, coordinador del Centro de Artes Escénicas (CPA) en Jaffna.

Lo que el centro está tratando de hacer es "lograr la unidad entre los artistas", dijo.

la rivalidad de larga data entre la mayoría cingalesa y la minoría tamil, en combinación con las diferencias religiosas y el idioma, han creado conflictos violentos en el pasado.

Una guerra civil de 26 años, que vio a los rebeldes Tigres Tamiles luchan por un territorio independiente para su comunidad, terminó en mayo de 2009.

Todas estas décadas sin ningún centro de arte o universidad en el norte de Sri Lanka, un bastión tamil, cingalés que enseñar danza tradicional de los tamiles.

CPA está tratando de cambiar todo eso.

Cuando terminó la guerra, comenzó a inscribir a los estudiantes tamil en sus clases de baile cingalés de Kandy para fomentar la integración nacional y la armonía entre las etnias.
profesores de baile son cingaleses ahora enseña más de 60 estudiantes tamil del baile, que requiere que los participantes no sólo a bailar, pero al tambor también.

Kandy danza tradicionalmente se realiza durante las procesiones y ceremonias religiosas nacionales.

Los estudiantes dan el curso de los pulgares para arriba.

"Esta es una excelente manera de crear la visión, la unidad y el entusiasmo y entretener a la gente", dijo Radhika Weerapahu, 23 años, quien también había estudiado la forma de la danza Tamil Baratha Natyam.

"Aprender a apreciar la cultura de los demás podría ayudar a hacer buenos artistas", dijo Lingarajah Aniruthan, de 32 años. "Además, es un gesto de buena voluntad."

"Es tan lindo verlos bailar", dijo su profesor de baile cingaleses, "Esto va a abrir las mentes de muchos."

La Alta Comisión de Australia está patrocinando el programa de estudios







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312 words 312 palabras

Tags: Center for Performing Arts , Kandyan , Sinhalese , Tamil , Tamil Tigers Etiquetas: Centro de Artes Escénicas , Kandy , cingalés , tamil , los Tigres Tamiles



¿EL BAILE SERA´ALGO PARECIDO A ESTO? ME INMAGINO AL SACERDOTE O A LA HERMANITA CON ESE BAILE,



















O SERÁ ESTE



TENDENCIAS AL SUICIDIO DE CATÓLICOS JAPONESES




ARZOBISPO "KODA" POSA PARA LA FOTO.
51 por ciento de los católicos personalmente afectado por el suicidio

Published Date: May 14, 2010 Fecha de publicación: 14 de mayo 2010
Tokyo La gente discutiendo las respuestas al suicidio durante el simposio público Caritas Japón en Tokio

TOKIO (UCAN) - Un estudio realizado por Caritas Japón ha revelado el 51 por ciento de los católicos japoneses se han visto afectadas por el suicidio de alguien cercano a ellos, mientras que un tercio dice el suicidio es un pecado.

La tasa de suicidios en Japón ha enarbolado en más de 30.000 al año por más de 10 años, y de acuerdo con la Agencia Nacional de Policía cifras dadas a conocer el 13 de mayo, el total para 2009 fue de 32.845, un aumento del 1,8 por ciento respecto al año anterior.
Caritas Japón llevó a cabo su análisis, un estudio del suicidio de sensibilización en la Iglesia Católica, el verano pasado. Los resultados fueron anunciados en un simposio público sobre la prevención del suicidio a cabo en Kojimachi Iglesia San Ignacio en Tokio el 24 de abril.
El estudio incluyó a 79,55 laicos en 81 parroquias a través de Japón, 1.000 monjas de 25 órdenes religiosas, y 500 sacerdotes diocesanos. Las respuestas válidas fueron recolectados de 3.453 participantes.
Más de la mitad de los encuestados dijeron que habían sufrido la pérdida de un familiar cercano, un familiar o un amigo cercano. Muchos admitieron "querer suicidarse a sí mismos" en respuesta a su pérdida.
Cuando se le preguntó, si el suicidio es un pecado el 31 por ciento dijo que era, el 17 por ciento dijo que no y 45 por ciento estaba indeciso.

Los encuestados que declararon el suicidio como un pecado, exponiendo sus razones tales como: "La gente recibe la vida de Dios." Aquellos que creían dijo el suicidio no es un pecado: "Ellos sufrieron a causa de enfermedades", o "no es para los seres humanos para juzgar estas cosas . "Los indecisos simplemente dijo:" La gente está impulsada por él y tienen otra salida que la muerte ".

Algunos participantes se opusieron a la pregunta diciendo. "[El aumento de la cuestión del pecado] sólo hace que las consecuencias del suicidio duele el doble."

"La posición fundamental de la Iglesia hacia el suicidio sigue siendo, 'Has recibido tu vida de Dios, así que no lo abandonará." Sin embargo, ha habido un cambio en la forma en que la Iglesia ha enseñado esto ", dijo el obispo auxiliar de Tokio Kazuo Koda, vice-presidente de Caritas Japón.

Se refirió a tres fuentes principales: el Código de Derecho Canónico, el Catecismo de la Iglesia Católica, y un mensaje sobre el suicidio emitidas por la Conferencia de Obispos Católicos de Japón (CBCJ).

En su mensaje de 2001, Reverencia por la Vida, la CBCJ dijo: "Lamentablemente, la posición de la Iglesia que el suicidio es un pecado mortal contra Dios que es Señor de la vida ha sido fría, crítica y discriminatoria. We admit that and repent. Admitimos que, y arrepiéntete.

"Por lo tanto, hacemos un llamamiento a todos los miembros de la Iglesia a ofrecer misas funerales y oraciones por los difuntos que necesitan la misericordia de Dios y el perdón y para los dolientes que necesitan consuelo y aliento.

"Para aquellos que han sido privados de un ser querido por suicidio se recomienda la oración más que cualquier otra cosa."

Sin embargo, algunos entrevistados dijeron que no podían conseguir funerales católicos para los seres queridos que se habían matado. Algunas miradas experiencia helada y el desprecio de otros católicos que indica que las mejoras en el manejo de la Iglesia de suicidio todavía tiene mucho camino por recorrer.

JA09699/1601 May 14, 2010 44 EM-lines (487 words) JA09699/1601 14 de mayo 2010 44 EM-líneas (487 palabras)

Japan's suicide mission de suicidio de la misión de Japón
500 words 500 palabras

Tags: Caritas Japan , Suicide , Tokyo Auxiliary Bishop Kazuo Koda Etiquetas: Caritas Japón , Suicidio , Obispo Auxiliar de Tokio Kazuo Koda

jueves, 17 de junio de 2010

CARDENAL RIVERA FUTBOL CLUB



SUDÁFRICA 2010 AYUDA A REDESCUBRIR DEPORTE COMO DON DE DIOS, DICE CARDENAL RIVERA
Martes, 08 de Junio de 2010 09:35 www.aciprensa.com
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ppfutbolrivera070610El Arzobispo de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera, deseó el mayor de los éxitos a la selección mexicana de fútbol y afirmó que el Mundial de Sudáfrica 2010 es una oportunidad para redescubrir el deporte como un don de Dios para practicar los valores de la vida.

"El deporte posee un dinamismo espiritual que motiva a vivir un sano sentido de lucha, superación y alegría. Las potencialidades físicas y espirituales del deporte también deben educar para la paz pues, pese a las múltiples diferencias, la unidad es posible cuando existe buena voluntad y prevalece la búsqueda del bien común y del desarrollo de los pueblos", afirmó el Purpurado.

El Primado de México recordó que San Pablo, en su carta a los Corintios, "estimula a los cristianos a comprometerse a fondo en su vida de fe cristiana, aludiendo a las competencias atléticas de la antigüedad".

"A través de la metáfora de una sana competencia deportiva, San Pablo pone de relieve el valor de la vida espiritual, comparándola con la carrera hacia una meta, no sólo terrena y pasajera, sino también eterna", explicó.

El Cardenal Rivera recordó que solo a base de esfuerzo se logra el éxito, pues "sin sacrificio no se obtienen resultados importantes y tampoco se alcanzan satisfacciones auténticas".

"Incluso el campeón más grande, ante las interrogantes fundamentales de la existencia, se siente vulnerable y necesitado de la luz de Dios para vencer los arduos desafíos que el ser humano está llamado a enfrentar en la competencia", indicó, y añadió que mientras la plenitud física y la fama pasan con el tiempo, "la plenitud a la que están llamados todos los seres humanos es eterna y sólo la da Cristo a quienes compiten por ser mejores, por alcanzar la corona de la santidad".

Finalmente, deseó el mayor de los éxitos a la selección mexicana e instó a los jugadores a "estar dispuestos a exaltar todo lo que es auténticamente bueno, sin miedo de dar a conocer, con seriedad y equilibrio, con alegría y con orgullo, su identidad de mexicanos y la identidad religiosa que profesan".

LECCION



Una buena lección

Durante una conferencia sobre las grandes diferencias entre generaciones, un presumido estudiante se tomó la molestia de explicarle a un señor mayor sentado cerca de él, por qué le es imposible a la vieja generación comprender a su generación:

- 'Usted creció en un mundo diferente, realmente casi primitivo', dijo en voz lo suficientemente alta para que lo escucharan alrededor. - 'Los jóvenes de hoy crecimos con televisión, internet, teléfonos celulares, aviones jet, viajes al espacio. Nuestras sondas espaciales han visitado Marte. Tenemos naves con energía nuclear y autos eléctricos y de hidrógeno. Computadoras con procesos de velocidad de la luz... y más'.

Luego de un breve silencio el señor mayor respondió:

- 'Tienes razón, hijo mío; nosotros no tuvimos esas cosas cuando éramos jóvenes...¡Así que las inventamos! Ahora, dime arrogante muchacho, ¿qué estás haciendo TÚ para la próxima generación?'

¡El aplauso fue atronador!

Gentileza, Emilia Nahas Canavati (Monterrey – México)

CLUB ATLETICO MONSEÑOR CRISTIAN CONTRERAS


Fútbol tiene potencial evangelizador enorme, afirma Obispo chileno

17 Junio 2010 | Por ALFREDO CORREA LESTON | Claves: Evangelización, Mundial de Fútbol 2010 | # Enlace permanente

SANTIAGO, 16 Jun. 10 / 05:02 pm (ACI)

En una entrevista dada a conocer por la Conferencia Episcopal de Chile el Obispo Auxiliar de Santiago, Mons. Cristián Contreras Villarroel, señaló que en “la gran mayoría de jugadores de fútbol encontramos expresiones de religiosidad” que constituyen “un potencial evangelizador enorme“.

Antes del encuentro en el que Chile derrotó a Honduras por la mínima diferencia, el Prelado señaló que los jugadores “entran a la cancha santiguándose. Hacen un gol y lo dedican al cielo con la señal de la cruz. En esos gestos hay un potencial evangelizador enorme. Me pregunto cómo podemos acompañar a los jóvenes futbolistas”.

“Se podría establecer un servicio a ellos desde alguna de nuestras Vicarías y con las dirigencias de los clubes. Algo podríamos ofrecer al respecto, una pastoral del deporte. Creo que hay personas como el gran tenista Jaime Fillol, don Arturo Salah y tantos otros que nos podrían ayudar en este servicio”, agregó.

Asimismo, Mons. Contreras recordó que “el deporte y el fútbol en particular hacen un bien enorme al desarrollo integral de las personas” por lo que “todo seminarista y sacerdote debiera practicar algún deporte, aunque sea la bicicleta estática, como es mi caso actual”.

Seguidamente, el Prelado se refirió al tema de las barras y señaló que éste es un “fenómeno al que no debemos quitar relevancia y que debe ser abordado desde varias perspectivas: la exclusión social, la necesidad de tener referencias asociativas y que les proporcionen identidad a los jóvenes, la violencia física entre ellas y también la violencia verbal hacia los jugadores”.

Al ser preguntado sobre el Mundial Sudáfrica 2010 en el que también participa la selección de su país, el Obispo Auxiliar de Santiago señaló que es un bien “ver a tantas selecciones buscando su paso a la otra fase y la alegría de la gente“.

“Es hermoso ver a las colonias residentes en Chile como se reúnen en torno a la mesa y la televisión. Se dice que el mundial se inicia en los Octavos de Final. Parafraseando a un relator de fútbol, digo: ‘allí te quiero ver, Chile’”, agregó.

Más información: http://www.iglesia.cl/especiales/futbol2010/portada.html

Católicos defienden Catedral de Lyon ante manifestación homosexual









LYON, 16 Jun. 10 / 12:31 pm (ACI)

Unos 200 jóvenes católicos reunidos en el atrio de la Catedral de Lyon, en Francia, se congregaron pacíficamente en el atrio de este templo para defenderlo de una manifestación anti-católica organizada por algunos representantes del lobby homosexual que querían realizar un evento denominado "kiss-in", en el que diversas parejas del mismo sexo se iban a besar para "celebrar" el "Día Mundial contra la Homofobia".

Los hechos sucedieron el pasado 18 de mayo en la Plaza de Saint Jean. En medio de un cordón policial, los católicos respondieron a las blasfemias e insultos de manera pacífica y rezando de rodillas.

Entre las pancartas de los católicos que se apostaron en el lugar se podía leer uno más grande que los otros: "¡No más católico-fobia!". Otros de los lemas que se oyeron, mientras sostenían una bandera del Vaticano, fueron: "¡Saint Jean (la Catedral) es nuestra!", "¡Europa, Juventud, Cristianismo!"

Durante la defensa los jóvenes católicos también le cantaron a María, de rodillas: "Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores".

Finalmente, y tras tres horas de la defensa de la Catedral por parte de los católicos, la policía dispersó a los homosexuales y también agredió y arrestó a algunos de los católicos. Para algunos bloggers, este hecho culminó con una victoria moral de los jóvenes defensores de Saint Jean, al no haberse producido el polémico "kiss-in".

En declaraciones a Télé Lyon Métropole, uno de los jóvenes defensores de la Catedral señaló que "se pudo haber hecho la manifestación ayer, pero no se hizo ¿por qué no? y delante de la Catedral… eso es un gesto de provocación. Creo que la homosexualidad, concretamente los actos homosexuales carecen de pureza y de algunos ideales".

miércoles, 16 de junio de 2010

LA IRA DE DIOS: capítulo 16 versículo 2 del Apocalipsis, que vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia





Con mucha frecuencia, cuando se habla del Sida, surge la pregunta: ¿Es el Sida un castigo de Dios? A lo que suele contestar una voz autorizada: \"No, el Sida no es un castigo de Dios.( personalmente creo que si) Es una tragedia humana. No necesitamos atribuirle a Dios los males que afligen al hombre, pues éstos tienen causas naturales\". Esa es una opinión respetable pero, al fin, es una opinión humana. Como Job quisiéramos preguntarle a Dios lo que Él piensa. Hagámoslo investigando lo que Él dice en su palabra al respecto.

Pero ¿acaso hablan las Escrituras acerca del Sida? Es verdad que los libros que componen la Biblia fueron escritos muchos siglos antes de que apareciera esa enfermedad, pero hay un pasaje en el Nuevo Testamento que suena extrañamente actual.

Al comienzo de la Epístola a los Romanos, al hablar de los que se han desviado de la verdad, abandonando la adoración del Dios verdadero por el culto a las criaturas, San Pablo dice textualmente. \"Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra la naturaleza, y, de igual modo, también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en sus deseos lascivos los unos hacia los otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío\" (Rm 1:27).

Nótese las palabras: \"recibiendo en sí mismos\", esto es, en su propio cuerpo. En el libro de la Sabiduría leemos: \"Por donde uno peca, ahí es castigado\". San Pablo sabía muy bien de qué estaba hablando. En aquella época la homosexualidad era una práctica más difundida que en nuestros días, mucho más aceptada socialmente. Reinaba un libertinaje de costumbres quizá mayor que en el presente. No se conocía el Sida, pero la sífilis y otras enfermedades venéreas hacían estragos. San Pablo tenía sin duda en mente esas enfermedades cuando hablaba de los que reciben en sí mismos la retribución de sus desvaríos. ¿Lo que era válido entonces no lo será hoy día?

La noción de que Dios no castiga o, más exactamente, no corrige al hombre, es el corolario de otra, hoy predominante, que postula que Dios no interviene directamente en los asuntos humanos, sino que, en el mejor de los casos, asiste como un observador pasivo mirando de lejos las acciones humanas. Ambos conceptos son el fruto de una larga evolución del pensamiento religioso occidental. A medida que, partiendo del Renacimiento, se fue desarrollando la visión científica del universo y se fue paralelamente cuestionando a la Biblia como fuente de revelación, Dios, que ocupaba una posición central en la conciencia del hombre europeo, fue siendo empujado poco a poco hacia los confines del universo, como si dijéramos, y ha terminado, para la gran mayoría de los occidentales, por ser completamente expulsado de su mundo.

Esta cosmovisión secularizada moderna ha influido también sobre el mismo pensamiento de los escritores, filósofos y teólogos cristianos, a medida que su fe se apagaba, y ha culminado -en el contexto cristiano– en la llamada \"teología de la muerte de Dios\" (Tillich, Altizer, Van Buren, etc.) que, grandemente simplificada, sostiene que Dios no está presente en el mundo, como si después de haberlo creado se hubiera ido a descansar. Si bien es cierto que el Génesis dice que después de haber creado al mundo Dios descansó de sus obras en el sétimo día, las Escrituras afirman también enfáticamente en muchos pasajes que Él sostiene el universo con su poder y que Él interviene en los acontecimientos de la naturaleza y en los sucesos de la vida del hombre.

Nosotros vivimos no sólo porque Dios nos dio la vida (\"tus manos me hicieron y me formaron\" dice el libro de Job 10:8), sino porque Él nos mantiene vivos (\"Si Él tornara a sí su aliento y retirara hacia sí su espíritu, a una expiraría toda carne y el hombre volvería al polvo\" Job 34:14b,15). Véase también Sal 104:29). Sin su aliento de vida ni siquiera podríamos pecar. Él nos ha dado la libertad de hacerlo, pero nos hace experimentar las consecuencias de nuestros actos y algún día tendremos que darle cuenta de cada uno de ellos. Él también nos perdona y, en su infinita misericordia, en muchos casos nos exime de sufrir las consecuencias de nuestros errores o las atenúa.

En realidad, la Biblia enseña que Dios está constantemente reteniendo las consecuencias de los errores del hombre (\"Dios lento a la ira y rico en misericordia… que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado…\" Ex 34:6) y sólo deja que los efectos sigan su curso, o se desencadenen, cuando la impiedad llega a su colmo. La historia de la destrucción de Sodoma y Gomorra es muy ilustrativa en este respecto (Gn caps. 18 y 19).
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Es un hecho sintomático y por sí sólo revelador, que las personas que contraen el Sida sean –con excepción de los drogadictos, los hemofílicos y algunos casos de contagio casual- en su gran mayoría homosexuales o bisexuales (aproximadamente el 70% de los infectados).(1). Las personas célibes o los casados fieles no contraen la enfermedad, salvo, en el caso de los segundos, que su pareja les sea infiel y les transmita su contagio. En otras palabras, el Sida y la sodomía están íntimamente ligados (2). Este solo hecho debería bastarnos para hacernos reflexionar acerca del significado de esta enfermedad: Si no es un castigo de Dios es, por lo menos, un infortunio estrechamente ligado a cierto género de vida. Evitemos ese estilo de vida y evitaremos el Sida. El remedio es claro. No es el preservativo, pues éste es una protección relativa e insegura (circunstancia que los fabricantes, comerciantes y promotores del adminículo, en complicidad con los medios de comunicación, hacen lo posible por ocultar).

Es característico de la hipocresía de nuestra civilización el que se admita sin discusiones que cualquier conducta que tenga malas consecuencias es perniciosa, pero que no se extienda ese juicio a la homosexualidad ni se advierta a la gente de los peligros de contagio que encierra. Nadie duda, por ejemplo, de que el alcoholismo, que destruye la salud, a la persona y a las familias, sea negativo y la profilaxis social trata de evitarlo. No se promueven medios para paliar los efectos de la borrachera sino para curarla (3). No obstante, aunque nadie duda de que la homosexualidad es en Occidente el mayor caldo de cultivo de propagación del Sida, se rehuye considerarla como conducta negativa. Al contrario, se la defiende y se la justifca sosteniendo que es un modo válido (\"alternativo\" era la palabra de moda; ahora se habla más de \"opción\") de vivir la propia sexualidad. Se hace toda clase de esfuerzos para enseñar a la gente cómo evitar el contagio, promoviendo el uso del preservativo –que es sólo una defensa relativa- pero no se hace nada para desaconsejar a los hombre caer en la conducta que los expone al contagio. ¿Cabe mayor inconsecuencia?.

Para comprender mejor por qué Dios sancionaría severamente el mal uso de la sexualidad debe tenerse en cuenta la posición central que el sexo ocupa en la creación de la vida. No es un simple acto natural como el comer o el beber. Es un acto en el cual el ser humano comparte el poder creador de Dios, y no inconscientemente como el animal. Es además un acto que cumple una función unitiva entre el hombre y la mujer, unión que Dios ha ordenado. Es un acto natural con un componente espiritual, sagrado. Dios ha legislado sobre él, lo ha normado, restringiéndolo al hombre y a la mujer que se unen de por vida. Todo acto sexual, aun entre animales, es un triángulo: El macho, la hembra y Dios. De ahí que la pornografía y todo exhibicionismo sea una afrenta a la santidad de Dios. El sexo tampoco ocupa un lugar marginal en la Biblia, no se le trata de paso. Está presente desde el comienzo del Antiguo Testamento, en el segundo capítulo del Génesis, y desde el inicio del Nuevo. El Evangelio de San Mateo, en efecto, comienza hablando de la serie de antepasados de Jesús que, partiendo de Abraham, \"engendraron\" el uno al otro. Y enseguida explica cómo Jesús no nació de la unión física de sus padres. Dios está, pues, directamente involucrado en la sexualidad. ¿Cómo habría Él de permanecer indiferente al mal uso que se haga de ella?

Hay muchos que objetarán indignados: Un Dios de amor no puede enviar una epidemia semejante a sus criaturas. Pero las Escrituras dicen claramente que Dios envía enfermedades al hombre: \"Si oyes atentamente la voz del Señor y haces lo recto delante de sus ojos… ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti…\" (Ex. 15:26). Aun más explícitamente está desarrollado este pensamiento en las maldiciones que contiene el capítulo 28 del Deuteronomio.

El libro de Job expone claramente la idea de que el hombre es corregido por Dios mediante enfermedades: \"También es castigado el hombre por el dolor en su lecho, por el temblor continuo de sus huesos; cuando a su vida el alimento asquea y a su alma los manjares exquisitos; cuando su carne a la vista se consume y sus huesos, desnudos aparecen…\" (33:19-21. Por lo que viene luego es claro también que la finalidad de este duro trato no es atormentar al hombre, sino hacer que se vuelva a Dios.

Job llama a la enfermedad el primer nacido de la muerte, su primogénito (18:13). La enfermedad procede de la muerte, es su mensajero, como bien sabemos por experiencia. La muerte, a su vez, según San Pablo, es consecuencia del pecado. Sí, pues, la enfermedad procede de la muerte y la muerte del pecado, entonces la enfermedad procede del pecado.

No se puede reconocer a la Biblia como fuente de revelación sin admitir esta verdad. Quien alegue que esas nociones no tienen cabida en el contexto del mensaje de amor que predicó Jesús haría bien en considerar las palabras que el propio Jesús dirigió al paralítico curado en la piscina de Betesda, y que están consignadas en el más \"amoroso\" de los evangelios, en el de San Juan: \"Mira, has sido sanado. No peques más, no sea que te suceda algo peor\". (5:14).

Hay una tendencia a querer mirar sólo el lado \"bueno\" de Dios y a tapar con la mano su justicia. Pero el mismo Dios que dijo por boca del profeta Jeremías: \"Con amor eterno te he amado\" (31:3), dijo también por boca del mismo profeta \"¿Por qué os hacéis tanto daño a vosotros mismos, hasta destruiros hombre y mujer, niño y lactante… irritándome con las obras de vuestras manos?\" (44:7).

Dos atingencias finales se imponen: 1) El hecho de que la enfermedad y la muerte, como fenómenos de la vida, tengan como causa final el pecado, no quiere decir necesariamente que toda enfermedad concreta en el individuo sea consecuencia de un pecado que él hubiere cometido. 2) Nada nos autoriza condenar al enfermo de Sida, a estigmatizarlo por su enfermedad, aunque ésta haya sido causada por sus hábitos sexuales. La actitud correcta del cristiano frente al enfermo de Sida es amarlo, compadecerlo, ayudarlo. Esto es, tener la actitud que el propio Jesús habría tenido si se hubiera encontrado con uno de ellos en el camino, porque Él vino no a condenar sino a buscar a los pecadores y sus brazos están siempre dispuestos a acoger al que se arrepienta.
Notas

1.

Esta proporción sigue manteniéndose en el mundo occidental pero no en el continente africano, donde el contagio se reparte por igual entre hombres y mujeres y predomina el número de heterosexuales. Ello se debe al hecho de que la homosexualidad está poco difundida en esos países, pero en ellos reina en cambio una alta promiscuidad heterosexual.
2.

La razón por la cual el Sida se propagó inicialmente sobre todo entre homosexuales es que en la zona rectal el riesgo de contagio es mucho mayor.
3.

No se promueven pastillas para amansar a los borrachos a fin de que puedan beber sin ser peligrosos, o para que el exceso de bebida les haga menos daño. No se colocan tampoco anuncios que digan por ejemplo: \"Emborráchese esta noche sin miedo a la cirrosis. Tómese una xxxx\". Pero si he visto en Europa propaganda de preservativos en que se ve a dos hombres desnudos abrazándose y una leyenda al lado que dice: \"Amor sin riesgos\". A eso lo llaman \"sexo seguro\" cuando las estadísticas muestran que cuanto más se difunde el preservativo más se propaga el Sida. No obstante no se indica que la homosexualidad implica en sí un riesgo. Es una \"opción\" que tiene una corona ideológica. ¡Ay del que hable mal de ella! Se le tacha de \"homófobo\".

Si las personas que contrajeron el Sida a causa de su vida sexual desordenada hubieran conocido a Jesucristo antes de contagiarse –es decir, si lo hubieran conocido realmente por la fe y se hubieran arrepentido de sus pecados, no hubieran contraído ese terrible mal. El pecado sexual siempre trae consecuencia malignas, pero la gente no se da cuenta porque no ve la conexión entre sus actos pasados y su realidad presente. Pero \"la maldición nunca viene sin causa\", dice la Escritura. Hay una razón, un motivo, para todas las circunstancias, buenas o malas, que enfrentamos en la vida.

Sé precavido. Ponte del lado bueno, luminoso, de la existencia pidiéndole perdón a Dios por todos tus pecados y faltas y pidiéndole a Jesús que venga a morar y reinar en tu corazón. Hecha con sinceridad ésa es una petición que nunca queda sin respuesta.

martes, 15 de junio de 2010

SER FELIZ VIVIENDO BOCA ABAJO


Ser feliz viviendo boca abajo
2010/06/15 — Antonio

Carmen Bonilla rezando sus oraciones en su camilla sobre ruedas

Tras 20 años postrada en una camilla

Carmen Bonilla lleva 20 años tumbada boca abajo a consecuencia de una fibromatosis extraabdominal agresiva, pese a lo cual “es feliz”, asegura la religiosa valenciana, que ha sido operada hasta en 43 ocasiones.

Según explica, su dolencia le ha enseñado a “valorar y disfrutar mucho más todo lo que tengo”, así como a “poder vivir no centrada en mí misma, como cuando estaba sana, sino pensando en los demás, ayudándoles en todo lo que puedo”, lo que “en realidad me ha dado una paz y una felicidad como nunca antes había sentido”.

Por eso, “en cierto modo esta enfermedad, pese a ser dura, es lo mejor que me ha pasado en la vida, así que doy gracias a Dios por permitir que la tenga”, subrayó la religiosa, que es natural de Sevilla y permanece en Valencia desde hace más de 40 años.

Carmen Bonilla ha sido operada en 43 ocasiones para que le extirpen los numerosos quistes que periódicamente aparecen en la zona de sus glúteos y para cerrarla después con injertos de su propia carne. Además, su coxis ha sido parcialmente “cortado” y, a consecuencia de una herida crónica en él, que necesita todavía de curas todas las semanas, debe permanecer boca abajo de forma permanente.

Por todo ello, su cuerpo está paralizado de cintura para abajo y, de hecho, la religiosa sufre una “invalidez permanente absoluta”, según consta en su historial médico.







Hace muñecas con fines solidarios

Carmen puede incorporarse sobre sus antebrazos y mover con soltura las extremidades superiores. Gracias a ello, la religiosa lee a diario, come por ella misma y realiza muñecas de tela que después ofrece a cambio de donativos para personas sin recursos del tercer mundo a través de la fundación Juan Bonal, dependiente de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana.

La religiosa se traslada por el convento en el que vive sobre una camilla de ruedas adaptada, que incluye una estructura de hierro rodeando sus piernas para evitar que las sábanas y las mantas le provoquen llagas.

Cuando con 33 años de edad comenzaron a aparecer los síntomas de su enfermedad, “me costó aceptarlo”, ya que “sentía como si me hubieran cortado las alas o me hubieran partido por la mitad”. En aquella época, la religiosa atendía a “niños de acogida” en un centro de su congregación en el barrio valenciano de Nazaret.

Fuente: ELMUNDO.es | Valencia

Toledo celebra el Corpus con presencia militar pero sin honores al Santísimo tras la polémica


03.06.2010

Toledo ha celebrado este jueves el Corpus Christi con la presencia de militares en la procesión después de la polémica desatada por la nueva normativa sobre Honores Militares aprobada por Defensa que recoge el derecho a la libertad religiosa de los miembros del Ejército y el carácter voluntario en estos actos.

El Ministerio de Defensa informó este miércoles que los militares podrían participar con normalidad y rendir honores al paso de la Custodia de Arfe, pero esto último no ha ocurrido finalmente.

La procesión de Toledo ha sido el primer acto religioso solemne con presencia castrense tras la aprobación de la nueva normativa, el pasado 20 de mayo. Es además la primera vez en 20 años que sólo se celebra en jueves en la capital de Castilla-La Mancha. En los últimos seis años además de ésta procesión había otra el domingo.

Miles de personas han aplaudido el paso de la tradicional procesión del Corpus de Toledo. La procesión se ha desarrollado con un lleno absoluto y una gran repercusión mediática. La famosa Custodia de Arfe ha recorrido, una vez más, las abarrotadas calles del Casco Histórico, con el sol, el calor, los abanicos, y las sombrillas, que han compartido protagonismo con el malestar por el nuevo reglamento militar.

Esta nueva normativa ha hecho que el himno nacional, habitualmente a cargo de una banda militar, fuese interpretado por la banda municipal de música de Toledo a la salida y a la entrada de la Custodia de la Catedral Primada y que se omitieran, al paso del cortejo religioso, los honores militares al Santísimo.

El texto del nuevo Reglamento recoge que cuando se autoricen comisiones, escoltas o piquetes para asistir a celebraciones de carácter religioso con tradicional participación castrense, se respetará la libertad religiosa y, en consecuencia, la asistencia y participación en los actos tendrá carácter voluntario.

Además, no hace mención a la rendición de honores al Santísimo, lo que sí especificaba el Reglamento anterior.
Asistencia voluntaria y sin honores

Fuentes del Ministerio de Defensa han asegurado a Efe que la asistencia a la procesión es "totalmente voluntaria" y que con la entrada en vigor, en mayo, del nuevo Reglamento han desaparecido los honores militares a la iconografía religiosa.

Han insistido en que desde 1994 no se obliga a los militares a acudir a festividades religiosas. Han recordado que el himno nacional ha sido interpretado por la banda municipal y que ha sido escuchado con respeto por los cadetes y que el que estaba al frente ha saludado "espada en alto", mientras que el resto de militares "han saludando con la mano en la cabeza" como hacen siempre que se interpreta el himno.

Las mismas fuentes han añadido que, desde mayo las bandas militares no pueden interpretar el himno nacional en actos religiosos y que ha sido por ello por lo que en Toledo lo ha hecho la banda municipal.

La festividad, como viene siendo tradicional, comenzó con el disparo de las Bombas Reales, seguida del desfile de los Gigantones y la Tarasca por la carrera procesional, y la Misa Pontifical en Rito Mozárabe presidida por vez primera por el arzobispo Braulio Rodríguez.
Barreda califica de "falsa" la polémica

El presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, ha calificado de "falsa" la polémica que se ha generado antes de entrar en la Catedral Primada de Toledo, donde se ha celebrado la eucaristía en rito mozárabe del Corpus Christi, con una homilía sobre la corrupción.

Barreda ha recordado que el Defensa ya emitió un comunicado para aclarar la situación y que el arzobispo toledano, Braulio Rodríguez, habló también muy claro al decir con "mucha claridad" que el Corpus es la celebración de la misa y la procesión siguiente y no la Custodia a la que rendían homenaje los militares.

El presidente castellanomanchego ha defendido así que ha habido "buena voluntad por parte de todo el mundo y también por parte del Ministerio de Defensa". La propia ministra, Carme Chacón, se comprometió con él a que "los cadetes vayan con su uniforme de gala, con el sable correspondiente, que es lo que se hace en estos casos importantes, y que presenten armas al Santísimo".

Barreda ha anunciado que el próximo año el Corpus Christi será festivo en toda Castilla-La Mancha.
Cospedal quiere mantener las tradiciones

Por su parte, la presidenta del PP en Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, ha animado a mantener fiestas como la del Corpus de Toledo "que mezcla la cultura con lo religioso y con nuestra tradiciones" y ha admitido sentirse "toledana de adopción" y estar "muy orgullosa" de esta festividad.

La secretaria general del Partido Popular y presidenta del partido en Castilla-La Mancha y el presidente del PP, Mariano Rajoy, han presenciado la procesión del Corpus Christi de Toledo desde los balcones de la céntrica Plaza de Zocodover.

"Estoy aquí cumpliendo con la tradición. Yo me siento toledana, y lo soy de adopción, y hoy todos los toledanos estamos muy orgullosos de nuestra fiesta del Corpus, de conservar nuestras tradiciones, aunque algunas nos las quiten a medias, y de mantener lo que es nuestro", ha afirmado Cospedal a los periodistas a su llegada a Zocodover.

Esta alusión de Cospedal se refería a la polémica surgida en torno al nuevo reglamento de Honores MilitareS.
Una homilia centrada en la corrupción

El arzobispo de Toledo y Primado de España, Braulio Rodríguez, a provechado la celebración del Corpus para pedir al señor que "preserve nuestra vida de la corrupción".

Ha concretado que "no se trata de la corrupción sólo moral, en la que todos podemos caer, es la corrupción de nuestro ser, pues nos morimos, y no tenemos otra prenda de resurrección que la Eucaristía".

Durante la homilía de la Santa Misa en rito hispano mozárabe monseñor ha afirmado que "ciertamente la corrupción, que es pecado, lleva a grandes dificultades para conseguir las metas de una humanidad más digna" y por ello mismo "al sentir hambre y sed sólo la saciamos bebiendo del sacrificio eucarístico, que nos limpia de los delitos de la vida presente y después en la eterna, nos mantiene felizmente unidos a los santos"

EL HOMBRE QUE DEJÓ DE FUMAR


EL HOMBRE QUE DEJÓ DE FUMAR
P. G. Wodehouse
(de “Mr Mulliner speaking”)

En una asamblea mixta como el pequeño grupo de serios pensadores que se reúne cada noche en el salón-bar de "El Reposo de los Pescadores", es difícil esperar que siempre prevalezca una perfecta armonía. Todos somos hombres de carácter; y cuando hombres de carácter con opiniones propias se encuentran juntos, las discusiones están a la orden del día. Por consiguiente, aun en tal oasis de paz, a veces se oyen voces excitadas, golpes sobre la mesa, tenoriles "Permítame que le informe, caballero..." o baritonales "Y tenga la bondad de permitirme que le informe a usted...". A veces he visto propinar puñetazos y en una ocasión emplearse la palabra "estúpido".
Afortunadamente el Sr. Mulliner siempre está allí, dispuesto a calmar las borrascas con el mágico poder sedante de su personalidad, antes que las cosas vayan demasiado lejos. Cuando entré aquella noche, lo encontré mediando entre dos amigos cuyos pareceres, a juzgar por sus rostros enrojecidos, tenían que diferir notablemente.
-Caballeros, caballeros -estaba diciendo, en su suave tono diplomático-. ¿Qué sucede?
Uno de los dos, señaló con la boquilla de su pipa a su adversario, con aire amenazador.
-Está diciendo tonterías a propósito de la costumbre de fumar.
-Estoy diciendo cosas sensatas.
-No le oí ninguna.
-Dije que el fumar es dañino para la salud, y lo es realmente.
-No es cierto.
-Lo es. Puedo probarlo con mi experiencia personal. Hace tiempo -dijo-, yo también fui fumador, y el vicio me redujo a una ruina humana. Mis mejillas se hundieron, mis ojos parecían muertos y tenía la cara chupada, amarilla y horriblemente arrugada. Fué sólo al dejar de fumar cuando sobrevino en mí el cambio.
-¿Qué cambio? -dijo el otro.
El enemigo del humo, que parecía haber quedado ofendido por algo, se levantó, se dirigió con altanería hacia la puerta y desapareció en la noche. El Sr. Mulliner emitió un pequeño suspiro de alivio.
-Me alegro de que nos haya dejado -dijo-. Sobre el tema de los fumadores tengo unos puntos de vista fuertemente arraigados. Considero el tabaco como uno de los mejores dones de la naturaleza y me molesta que alguien lo denigre. ¡Cuán insulsos son sus argumentos y cuán fáciles de refutar! Dicen los detractores que si se ponen dos gotas de nicotina sobre la lengua de un perro, el animal muere instantáneamente, y cuando les pregunto si nunca han pensado en la infantil estratagema de no poner la nicotina sobre la lengua de un perro, no saben qué contestarme. Quedan desorientados. Se marchan refunfuñando algo a propósito de no haber pensado nunca en ello.
Aspiró su cigarro en silencio, durante unos momentos. Su afable rostro habíase tornado grave.
-Si quieren saber mi opinión, caballeros -dijo finalmente-, les diré que no hay nada más insensato que dejar de fumar. Semejante imprudencia despierta al demonio que duerme en todos nosotros. Dejar de fumar significa convertirse en una amenaza para la sociedad. No me será fácil olvidar lo que aconteció en el caso de mi sobrino Ignatius. Afortunadamente la cosa acabó bien, pero...


Aquellos de entre ustedes (dijo el Sr. Mulliner) que se mueven en los círculos artísticos, conocen probablemente la obra y el nombre de mi sobrino Ignatius. Es un pintor de retratos cuya reputación se está afirmando cada día más. En la época de que hablo, sin embargo, no era tan conocido como hoy, y, por consiguiente, tenía sus intervalos de ocio entre un encargo y otro. Estos intervalos los ocupaba tocando el ukelele y haciendo proposiciones matrimoniales a Hermione, la hermosa hija de Herbert J. Rossiter y de la sra. Rossiter, del número 3 de Scantlebury Square, Kensington. Scantlebury Square estaba precisamente a dos pasos de su estudio, y él tenía la costumbre, cuando disponía de un momento, de ir a casa de Hermione, pedirle que se casara con él y, después de haber sido rechazado, volver a su estudio, tocar una pieza o dos en el ukelele y luego encender la pipa, poner los pies sobre la repisa de la chimenea y preguntarse qué habría en él que desagradara a la adorable muchacha.
No era posible que ella despreciara su honrada pobreza, puesto que sus ingresos eran más que satisfactorios.
No era posible que hubiese oído algo vergonzoso sobre su pasado. Su pasado era impecable.
No era posible que él no le agradase físicamente, porque, al igual que todos los Mulliner, su aspecto era atractivo y, desde ciertos ángulos, incluso fascinador. Por otra parte, una muchacha crecida en una casa que contenía a un padre que era uno de los hombres más feos de Kensington, y a una pareja de antropoides, como sus dos hermanos Cyprian y George, podía difícilmente ser buen juez en cuestión de belleza varonil. Cyprian era pálido y flaco y escribía artículos sobre crítica de arte para los semanarios, y George era alto y gordo y no trabajaba en absoluto, habiendo desarrollado, desde su más tierna infancia, una considerable habilidad para dar a sus amigos pequeños sablazos.
A Ignatius se le ocurrió un día la idea de que uno de los dos podía darle alguna información sobre el problema. Solían ellos estar a menudo en compañía de Hermione y no era improbable que ella hubiera mencionado, un momento u otro, qué era lo que la inducía a rechazar obstinadamente el amor de un buen partido.

Fué a ver a Cyprian y le expuso francamente la cosa. Cyprian escuchó con atención, rascándose la patilla izquierda con una de sus flacas manos.
-¡Ah! -dijo Cyprian-. Uno percibe cierto rechazo en la muchacha a la hora de tomar en consideración sus proposiciones matrimoniales, ¿no es así?
-Eso es- replicó Ignatius.
-¿Uno se pregunta por qué uno no es capaz de hacer progreso alguno?
-Eso es.
-¿Uno se pregunta la razón de ello?
-Uno se lo pregunta, repetidas veces.
-Bueno, si uno realmente desea oír la verdad -dijo Cyprian, rascándose la patilla derecha-, da la casualidad de que yo sé que Hermione no quiere saber nada de usted porque le recuerda usted a mi hermano George.
Ignatius se tambaleó hacia atrás, aterrado, y un estertor de animal herido salió de sus labios.
-¿Que yo le recuerdo a George?
-Eso es lo que ella dice.
-Pero, ¡yo no puedo parecerme a George!
-Uno se limita a repetir lo que uno ha oído.
Ignatius salió tambaleándose de la habitación y, trotando a lo largo de Fulham Road, se dirigió a "La Cabra y la Botella" para tomar un estimulante. Y la primera persona que vió en el bar fué a George.
-¡Vaya ! - dijo George -. ¡Vaya, vaya, vaya!
Parecía más gordo y más corpulento que nunca, y la teoría de que él podía tener un posible parecido con aquel miserable mastodonte era tan desesperante que Ignatius decidió recabar una segunda opinión.
-George -dijo-, ¿tiene usted alguna idea del porqué su hermana Hermione rechaza mis proposiciones matrimoniales?
-Desde luego -dijo George.
-De veras? ¿Por qué?
George vació su copa.
-¿Me pregunta el por qué?
-Sí.
-¿Quiere usted saber la razón?
-Sí.
-Pues bien, antes que nada -dijo George- ¿puede prestarme un machacante hasta el viernes únicamente?
-No, no puedo.
-¿Ni siquiera diez pavas?
-Ni siquiera diez chelines. Le ruego que se atenga a mi pregunta y me diga por qué su hermana no quiere saber nada de mí.
-Está bien -dijo George- No sólo tiene usted tendencia a ser tacaño, sino que además ella dice que le recuerda usted a mi hermano Cyprian.
Ignatius se tambaleó y se hubiera caído de no haber puesto un pie sobre la barra.
-¿Que yo le recuerdo a Cyprian?
-Eso es lo que ella dice.

Con la cabeza gacha Ignatius dejó el bar y regresó a su estudio para meditar. Estaba herido en el corazón. Había pedido unos informes privados y se los dieron, pero nada lo habría podido dejar tan mal parado.
No sólo estaba herido en el corazón, sino que estaba completamente desorientado. El que un hombre -ampliando un poco las posibilidades- pudiera parecerse a George Rossiter, era inteligible. También lograba comprender que un individuo -suponiendo que la naturaleza le hubiera jugado una mala pasada atroz - pudiera parecerse a Cyprian. Pero, ¿cómo podía alguien parecerse a los dos?
Tomó un lápiz y un papel y se dedicó a hacer una lista, en columnas paralelas, de las cualidades y características de los dos hermanos. Cuando hubo terminado, la examinó cuidadosamente. Y se encontró con que había escrito lo siguiente:

GEORGE ---- CYPRIAN
Cara de cerdo--- Cara de camello
Granos--- Patillas
Gorrón comprobado--- Escribe críticas de arte
Dice "¡Vaya. vaya, vaya!---" Habla impersonalmente
Suelta manotazos --- Tiene una risita sórdida y maligna
Come demasiado--- Vegetariano
Cuenta chistes idiotas--- Recita poesías
Manos húmedas --- Manos huesudas

Frunció el entrecejo. El misterio aun no estaba resuelto. Y entonces llegó a la observación final.

GEORGE---- CYPRIAN
Fumador---- Fumador

Un estremecimiento corrió a través de Ignatius Mulliner. Aquí, finalmente, había un factor común. ¿Era posible... ? ¿Podía ser... ?
Parecía la única solución; sin embargo Ignatius se rebelaba ante esta idea. Su amor por Hermione era el centro de su vida, pero en segundo lugar, y a poquísima distancia, seguía el amor a su pipa. ¿Tenia, pues, que escoger entre las dos? ¿Podía hacer semejante sacrificio ?
Ignatius Mulliner vacilaba.

En aquel momento vio las once fotografías de Hermione Rossiter que le miraban desde la repisa de la chimenea y le pareció que le sonreían alentándole. No dudó más. Con un profundo suspiro, como el que habría podido emitir un padre que, atravesando las estepas rusas, se viese obligado a sacrificar a su hijito para librarse de una manada de lobos, se sacó la pipa de la boca, recogió las demás pipas, el tabaco, los cigarros, hizo un paquete y, llamando a la mujer que iba a hacerle la limpieza del estudio, se lo dio; le encomendó que llevase todo a su marido, un hombre estimable, llamado Parkins que, hallándose en situación precaria, sólo fumaba las colillas que lograba recoger por la calle.
Ignatius Mulliner había quemado sus naves.

Quien de ustedes haya hecho el experimento, sabrá que los dañinos efectos del dejar de fumar raras veces se hacen sentir inmediatamente en toda su virulencia. El procedimiento es gradual. En el primer período del proceso, el paciente no sufre desaliento, sino que se siente lleno de un bullicioso orgullo espiritual. Durante la mañana siguiente, Ignatius, mientras se paseaba por la calle, se encontró mirando a sus semejantes que tenían la pipa o un cigarrillo entre los labios con compasivo desdén. Sentíase como un santo, purificado de las bajas emociones por una vida de ascetismo. Habría querido decir a toda aquella gente cuán dañinos son la nicotina y el alquitrán, y describirles la intensa irritación que causa a la garganta y las superficies mucosas. Experimentaba la necesidad de parar a todos los desgraciados que fumaban tranquilamente su cigarro, e informarles que el tabaco contiene una apreciable cantidad de un gas llamado monóxido de carbono que al mezclarse con los pigmentos de la sangre forma una combinación que impide a los glóbulos llevar oxígeno a los tejidos. En suma, habría querido hacerles comprender que el fumar era sencillamente una mala costumbre que con un poco de fuerza de voluntad podía un hombre dejar cuando le viniese en gana.

Sólo después de haber regresado a su estudio para dar las últimas pinceladas a su cuadro para la Academia sobrevino el segundo período.

Tras consumir una comida de artista, consistente en dos sardinas, los restos de un jamón y una botella de cerveza, mientras su estómago comenzaba a tomar conciencia de que el almuerzo no terminaría con la pipa acostumbrada, experimentó una vaga sensación de vacío y de pérdida, semejante a la que experimentara el historiador Gibbon al completar su "Decadencia y Cada del Imperio Romano". Los síntomas consistían en una gran desgana para el trabajo y en una sensación de opresión, como si acabara de perder a un amigo querido. Le parecía que la vida ya no tenía ningún atractivo. Se paseaba por el estudio, perseguido por la impresión de que estaba viviendo sin hacer algo que hubiese tenido que hacer. De cuando en cuando expelía bocanadas de aire, y una vez o dos se cerraron sus dientes, como si intentaran oprimir algo que no estaba allí.
La tristeza lo invadía. Tomó su ukelele, un instrumento del que, como ya he dicho, era muy devoto, y tocó durante un rato "Old Man River". Pero la melancolía aumentaba. Y, de pronto, le pareció haber descubierto su causa. Lo que sucedía era que no estaba haciendo bastantes obras buenas en el mundo.
El mundo, pensó, es un lugar triste y gris, y nosotros estamos en él para procurar, en la medida de nuestras fuerzas, la felicidad de los demás. Si nos concentramos en nuestros placeres egoístas, ¿qué encontramos? Encontramos que todo acaba desilusionándonos. Nos cansamos de comer sardinas y jamón. El ukelele pierde su encanto. Naturalmente, si pudiéramos sentarnos y poner los pies en alto y acercar una cerilla a nuestra vieja pipa, la cosa sería muy diferente. Pero hemos dejado de fumar; por consiguiente, no nos queda sino hacer felices a los demás. En pocas palabras, a las tres en punto, Ignatius había alcanzado el tercer período: el lacrimoso-sentimental. La consecuencia fué que tomó el sombrero y se dirigió al trote hacia Scantlebury Square.
Pero su objetivo no era, como de costumbre, el de pedir la mano de Hermione Rossiter. Tenía una finalidad más altruísta. Desde hacía algún tiempo, con vagas insinuaciones y observaciones apenas sugeridas, la sra. Rossiter le había hecho comprender que deseaba extraordinariamente que él pintara el retrato de su hija, pero hasta aquel momento había hecho oídos de mercader a todas aquellas observaciones e insinuaciones. El maternal corazón de la sra. Rossiter deseaba, él lo sabía, tener el retrato gratis; y a pesar del amor que sentía por su hija, Ignatius nunca pensó en tal claudicación, contraria a todos los principios de un artista. Ignatius Mulliner, el hombre, podía tener la idea de hacerse grato a la muchacha que amaba, pintando su retrato por nada, pero Ignatius Mulliner, el pintor, tenía su tarifa de precios y hasta aquel día había sido el segundo Ignatius Mulliner quien dijera la palabra definitiva.
Aquella tarde, en cambio, todo era diferente. Con un breve, pero conmovedor discurso, informó a la madre de Hermione que su más caro deseo era el de pintar el retrato de su hija; que por tan gran privilegio nunca habría soñado en pedir un penique; y si ella quería ir a su estudio al día siguiente con Hermione, él pondría inmediatamente manos a la obra.
En realidad, estuvo a punto de ofrecerse para pintar otro retrato a la sra. Rossiter, en traje de noche, con su griffon belga. Sin embargo, no alcanzó a pronunciar las fatales palabras; y quizá fuera el recuerdo de esta reticencia lo que, mientras estaba en la calle después de la entrevista, le dió la impresión de no haber sido todo lo altruísta que hubiera podido ser. Atormentado por el remordimiento, decidió ir a ver al pobre Cyprian y decirle que fuera a su estudio, al día siguiente, a criticar su cuadro para la Academia. Después de lo cual iría a buscar al querido George para darle algún dinero.
Diez minutos más tarde Ignatius se hallaba en la salita de Cyprian.
-Uno desea... ¿qué? - dijo Cyprian, incrédulo.
-Uno desea - repitió Ignatius - que venga usted mañana por la mañana a echar un vistazo al cuadro de uno para la Academia, y que emita su opinión acerca de él.
-¿Habla uno realmente en serio? –vociferó Cyprian con lágrimas en los ojos. Muy raras veces recibía invitaciones de este tipo. En realidad, por haber dado a los artistas su opinión de las pinturas, le habían echado de más estudios que a ningún otro crítico de Chelsea.
-Uno habla perfectamente en serio -le aseguró Ignatius-. Uno comprende que la opinión de un experto sería impagable.
-Entonces uno estará en su estudio a las once en punto -dijo Cyprian -, sin falta.
Ignatius estrechó su mano calurosamente y se apresuró a ir a "La Cabra y la Botella" en busca de George.
-George -le dijo-, mi querido amigo, he pasado la noche en vela, preguntándome si tenía bastante dinero. El temor de que usted estuviera en apuros económicos me hería como un puñal. Pídame cuanto necesite.
La cara de George estaba parcialmente oculta por un vaso de cerveza. Al oír esas palabras sus ojos parecieron salirse de las órbitas y adquirieron una súbita expresión de agudo horror. Bajó el vaso, se secó los labios y levantó la mano derecha.
-Esto -dijo con temblorosa voz-, es el final. Desde este momento he acabado con el alcohol. Sí, usted ha visto a George Plimsoll Rossiter beber su último trago. No soy un hombre nervioso, pero sé cuando he tenido demasiado. Y cuando sucede que los oídos de un individuo se han ido...
Ignatius le dió un cariñoso golpecito en el brazo.
-Sus oídos no se han ido a ninguna parte, George -dijo-. Todavía están aquí.
Y allí efectivamente estaban sus orejas, mayores y más rojas que nunca. Pero George no estaba para ser consolado.
-Quiero decir, cuando un individuo cree oír unas cosas... Le doy mi solemne palabra, viejo amigo..., le aseguro solemnemente que habría jurado haberle oído a usted ofrecerme dinero voluntariamente.
-Es lo que acabo de hacer.
-¿Lo ha hecho?
-Claro que sí.
-¿Quiere decir que usted, realmente..., literalmente..., sin ninguna especie de solicitud por mi parte..., sin que yo dijera una sola palabra para indicarle que me iría la mar de bien un pequeño préstamo hasta el jueves..., absolutamente, positivamente, se ha ofrecido a prestarme dinero?
-En efecto.
George exhaló un profundo suspiro y volvió a tomar el vaso.
-Todas esas obras modernas y progresistas que niegan los milagros -dijo severamente- son ridículas. Las desapruebo. Las repudio totalmente. Y, ¿hasta cuánto? -continuó, mirándole con aire de adoración -. ¿ Hasta qué punto, llamémosle así, estaría dispuesto a llegar? ¿Un machacante ?
Ignatius arqueó las cejas.
-Un machacante es poco, George - dijo con tranquilo reproche.
George emitió unos pequeños ruidos gorgoteantes.
-¿Cinco?
Ignatius movió la cabeza. El movimiento era una silenciosa amonestación.
-Corrija esta mentalidad mezquina, George - le apremió -. Sea grande y amplio. Piense con más esplendidez,
-¿No serán... diez?
-Yo iba a sugerir quince libras - dijo Ignatius -, si está usted seguro de que será suficiente.
-¡Vaya, vaya, vaya!
-¿Está usted seguro de que podrá arreglárselas con eso? Yo sé cuántos gastos tiene usted.
-¡Vaya, vaya, vaya !
-Muy bien, pues. Si se contenta con quince libras, venga a mi estudio mañana por la mañana, y nos pondremos de acuerdo.
Y, lleno de fervor, Ignatius pegó alegremente un manotazo en el hombro de George, y se fué.
-Algo emprendido, algo hecho -se dijo a sí mismo mientras se metía en cama unas horas más tarde- Me merezco una noche de reposo.

Como muchos hombres que viven intensamente y tienen un trabajo intelectual, mi sobrino Ignatius tenía un sueño pesado. Por lo general, al despertar en un nuevo día, se pasaba un tiempo considerable tumbado de espaldas en una especie de coma y no se reanimaba hasta que le hacía salir de la cama el suave y excitante olor del tocino que se estaba friendo. Sin embargo, a la mañana siguiente, en cuanto abrió los ojos tuvo conciencia de una extraña agitación. Estaba malhumorado en grado extraordinario. En pocas palabras, había alcanzado el período en que el paciente se torna un poco nervioso.
Sí; analizando sus emociones, percibía que estaba decididamente nervioso. El rumor del gato que caminaba por el pasillo le causaba una aguda irritación. Estaba a punto de llamar a la señora Perkins, su criada, para decirle que hiciera pasar al animalito, cuando ella pegó súbitamente un golpe en la puerta para informarle de que el agua para su afeitado estaba lista; y al oír el ruido, pegó él un salto hasta el techo entre un revoltijo de sábanas y mantas, describió tres saltos mortales completos en el aire y aterrizó en el suelo, temblando como un mustang espantado. Su corazón estaba enredado con sus amígdalas, sus ojos estaban desorbitados y, entre tanto, se preguntaba cuántas almas humanas, además de él mismo, habrían sobrevivido a la explosión de la bomba.
Al volver la razón a su trono, su primer impulso fue el de echarse a llorar silenciosamente. Recordando al cabo de un momento que él era un Mulliner, se tragó las poco viriles lágrimas y, dirigiéndose al cuarto de baño, se tomó una ducha fría y se encontró un poco mejor. Un buen desayuno completó la cura, y estaba casi volviendo a la normalidad, cuando el descubrimiento de que sobre el lugar no había ninguna pipa ni resto alguno de tabaco, le puso de nuevo de un humor infernal.

Ignatius Mulliner permaneció durante largo rato con la cara escondida entre las manos, mientras todas las tristezas de este mundo parecían erguírsele delante. Luego, bruscamente, su humor pareció sufrir otro cambio. Un momento antes había experimentado una intensa piedad por la raza humana. Ahora se percataba de que la raza humana le importaba un comino. El único sentimiento que sus semejantes despertaban en él era una profunda antipatía. Ardía en irritado odio hacía todas las cosas creadas. Si el gato hubiese estado presente, le habría dado de patadas. Si la sra. Perkins hubiera entrado, la habría aporreado con un bastón. Pero el gato había ido a restaurar sus tejidos en el cubo de la basura, y la sra. Perkins se hallaba en la cocina, cantando unos himnos. Ignatius hervía con furia reprimida. Allí estaba, con todo aquel odio reconcentrado, sin que hubiera a la vista un solo ser viviente sobre quien desahogarlo. Así, se dijo con una risa amarga, es como suceden las cosas.
Y justamente en aquel instante, la puerta se abrió, y allí, con el aspecto de un camello que llega al oasis, se hallaba Cyprian.

-¡Ah, mi querido amigo!-dijo Cyprian-. ¿Puede uno entrar?
-Adelante -dijo Ignatius.

A la vista de aquel crítico de arte que no sólo tenía dos rotundas patillas, sino que además llevaba una de esas corbatas negras que dan doble vuelta alrededor del cuello y empeoran en un cincuenta por ciento el repulsivo aspecto de quien las lleva, una excitación extraña y febril se había apoderado de Ignatius Mulliner. Sentíase como un tigre en el Parque Zoológico que ve a su guardián acercarse con la bandeja del almuerzo. Pasó lentamente la lengua por sus labios y miró ceñudamente a su visitante. De un gancho de la pared colgaba una daga de Damasco, ricamente labrada. La descolgó y probó su filo con la yema del pulgar.

Cyprian estaba vuelto de espaldas y examinaba el cuadro a través de un monóculo con montura negra. Meneaba la cabeza haciéndose visera con la mano y emitía los ridículos sonidos propios de un crítico de arte.
-Sss-s-sssí -dijo Cyprian -. Pseh. Jam. Hummm. Jrrmfffuh. La cosa tiene ritmo... indudable ritmo, y, hasta cierto punto, algunas curvas inevitables. Sin embargo, ¿puede uno decir en conciencia que lo encuentra enteramente hermoso? Uno teme que uno no puede.
-¿No? -dijo Ignatius.
-No -dijo Cyprian. Jugueteó con su patilla izquierda. Parecía estar dándole masaje, por alguna razón personal-. Uno siente inevitablemente, a la primera mirada, que la pátina carece de vitalidad.
-¿Sí?-dijo Ignatius.
-Sí -dijo Cyprian. De nuevo se dió masaje a la patilla. Era demasiado pronto para juzgar si había hecho algún progreso. Cerró los ojos, los abrió, los entornó una vez más, jugueteó con los dedos, echó la cabeza para atrás y vació su pecho con un sonido sibilante, como si estuviese gobernando a un caballo-. Sin discusión, uno siente en la pátina una falta de vitalidad. Y la vitalidad no ha de ser sacrificada. El artista ha de usar su paleta como una orquesta. Ha de manejar sus colores como un gran director de orquesta usa sus instrumentos. Ha de haber una forma significativa. El color ha de tener una lisura, una gravedad, ¿puedo decir: un aroma? La figura ha de ser colocada sobre la tela de un modo no sólo armonioso, sino también despierto. Unicamente así puede una pintura ser exquisitamente viva. Y, por lo que atañe a la pátina...
Se interrumpió. Tenía que decir algo más a propósito de la pátina, pero había oído inmediatamente detrás suyo un rumor furtivo, extraño, equívoco, semejante al que produce un leopardo en la selva cuando caza a su presa. Volviéndose en redondo, vio a Ignatius que avanzaba hacia él. Los labios del artista estaban contraídos sobre sus dientes en una sonrisa diabólica. Sus ojos despedían relámpagos. Y con una mano asía una daga de Damasco que, observó Cyprian, estaba ricamente labrada.

Un crítico de arte que se pasa la vida visitando los estudios de Chelsea y expresando su opinión a los artistas que están acabando sus cuadros para la Academia adquiere, inevitablemente, la costumbre de pensar rápidamente. De otro modo no sobreviviría a la primera visita. Lanzar una mirada a la puerta, reparar en que estaba cerrada y en que su huésped estaba entre él y aquella única salida, fué para Cyprian Rossiter trabajo de un momento; saltar detrás del caballete, fué trabajo de otro momento. Y con el caballete como base, los dos hombres jugaron silenciosamente al escondite durante unos tensos minutos. Fué a la mitad de la duodécima vuelta cuando Cyprian recibió una herida en un brazo.
En otro hombre, esto habría producido el efecto de hacerle vacilar y perder la cabeza, tornándose así fácil presa para su perseguidor. Pero Cyprian tenía la ventaja de haber pasado anteriormente por situaciones semejantes. Sólo uno o dos días antes, uno de los más célebres pintores de animales de toda Inglaterra le había dado caza durante casi una hora en una infructuosa tentativa de aporrearle con un bastón corto guarnecido de hierro. Conservó la serenidad. Frente al peligro su velocidad, ya notable de por sí, aumentó, y cuando finalmente Ignatius tropezó en el borde de una alfombra, aprovechó la oportunidad, como estratega que ha de ser todo crítico de arte que se mete con los artistas, para saltar ágilmente dentro de un armario que se hallaba cerca del estrado de los modelos. Ignatius volvió a encontrar el equilibrio demasiado tarde. Librándose de la alfombra, corrió hacia el armario y comenzó a tirar del asidero, pero Cyprian oponía una sólida resistencia desde el interior, de modo que Ignatius no pudo desalojarle. Abandonó, pues, la lucha, y, alejándose enojado, cogió el ukelele y comenzó a tocar "Old Man River".
Apenas había empezado cuando la puerta se abrió de nuevo y compareció George.

-¡Vaya, vaya, vaya!-dijo George.
-¡Ah! -dijo Ignatius.
-¿Qué quiere decir con ese "Ah" ?
-Solamente "¡Ah!" -dijo Ignatius.
-He venido por aquel dinero.
-¿Ah?
-Aquellos veinte machacantes, o lo que sea, que tan decentemente me prometió usted ayer. Y esta mañana, estando en la cama, se me ocurrió una idea: ¿por qué no han de ser veinticinco? Una bonita suma redonda - arguyó George.
-¡Ah!
-Continúa usted diciendo "Ah" dijo George-. ¿Por qué dice usted "Ah" ?
Ignatius se irguió con altanería.
-Este es mi estudio, pagado con mi dinero, y aquí puedo decir "Ah" todas las veces que me dé la gana.
-Naturalmente -convino George con premura-. Naturalmente, mi querido amigo, naturalmente, naturalmente. ¡Hola! -Miró hacia abajo-. Se me ha soltado el cordón de un zapato. Es peligroso. Podría hacerme caer. Disculpe un momento.

Se inclinó; y al mirar el espacioso trasero de sus pantalones, a Ignatius se le ocurrió la idea de que en tales circunstancias sólo había una cosa que hacer. Movió suavemente la pierna derecha para desentumecerla, retrocedió un par de pasos y la lanzó violentamente hacia adelante.

La señora Rossiter, entre tanto, acompañada de su hija Hermione, había dejado Scantlebury Square y, aunque fuera un tanto asmática, había salvado el recorrido en un tiempo bastante breve. Pero el esfuerzo había sido superior a sus fuerzas y por las escaleras se vió obligada a detenerse para tomar un corto descanso. Mientras estaba allí, resoplando levemente como una foca después de haberse zambullido para buscar peces, algo pasó a su lado como un torbellino en la oscuridad.
-¿Qué era eso? -exclamó.
-También a mí me pareció haber visto algo -dijo Hermione.
-Algún objeto pesado que se movía.
-Sí -dijo Hermione-. Quizá valdría más que subiéramos y le preguntaráramos al Sr. Mulliner si ha echado algo escaleras abajo.
Continuaron su ascensión y llegaron al estudio. Ignatius se sostenía sobre el pie izquierdo, mientras se hacía masaje en los dedos del derecho. Los artistas son proverbialmente unos soñadores, con la cabeza llena de musarañas, y demasiado tarde se había dado cuenta de que llevaba zapatillas. A despecho del dolor de que era presa, su expresión era satisfecha. Tenía el aspecto de un hombre conciente de haber obrado bien.
-Buenos días, Sr. Mulliner -dijo la sra. Rossiter.
-Buenos días, Sr. Mulliner -dijo Hermione.
-Buenos días -dijo Ignatius, mirándolas con profundo desagrado. Se maravillaba de haberse sentido atraído por aquella muchacha. Hasta aquel momento su animadversión se había manifestado contra el segmento masculino de la familia, pero ahora que la tenía delante, se percataba de que el verdadero prototipo de esa, familia de seres incalificables era precisamente Hermione. El breve rayo de joie-de-vivre que siguiera a la entrevista con George había muerto, dejándole en un estado de ánimo más negro que nunca. No me atrevo a pensar en lo que habría podido suceder si Hermione hubiese escogido aquel momento para anudarse la cinta del zapato.

-Bueno, aquí estamos -dijo la sra. Rossiter.
En este punto, inadvertida, la puerta del armario comenzó a abrirse silenciosamente. Un pálido rostro se asomó. Un instante después había una nubecilla de polvo, un crujido y luego el rumor de unos pies que bajaban los escalones de tres en tres.
La Sra. Rossiter se llevó una mano al corazón y suspiró.
-¿Qué fue eso?
-No lo pude observar bien -dijo Hermione -, pero creo que era Cyprian.
Ignatius profirió un apasionado grito y salió al rellano de la escalera.
-¡Se escapó!
Regresó con el rostro contraído y refunfuñando algo para sí. La Sra. Rossiter lo escrutó atentamente. Parecíale claro que lo que le hacía falta eran dos psiquiatras quienes firmaran el necesario certificado con sus plumas estilográficas, pero no por esto se desanimó. Después de todo, pensaba, con no poco sentido común, un artista chiflado es tan bueno como un artista sano, siempre que no cobre la ejecución de un retrato.
-Bueno, Sr. Mulliner -dijo alegremente, alejando de su mente el problema de las razones por las que su hijo Cyprian había estado en aquel estudio, portándose como el rápido de Escocia-, Hermione no tiene nada que hacer esta mañana, así que si usted está libre, ahora sería un buen momento para la primera sesión.
Ignatius salió de su ensimismamiento.
-¿Sesión?
-Para el retrato.
-¿Qué retrato ?
-El retrato de Hermione.
-¿Quiere usted que pinte el retrato de la srta. Rossiter?
-Pero, usted dijo que lo deseaba... anoche mismo.
-¿De veras? -dijo Ignatius, pasándose la mano por la frente. Es posible. Muy bien. Tenga la amabilidad de ir al escritorio y firmar un cheque por cincuenta libras. ¿Tiene usted su talonario de cheques?
-Cincuenta... ¿qué?
-Guineas -dijo Ignatius-. Cien guineas. Siempre exijo un depósito antes de comenzar un trabajo.
-Pero anoche usted dijo que la pintaría por nada.
-¿Yo dije que la pintaría por nada?
-Sí.
Un vago recuerdo de haberse portado de la absurda manera mencionada, se asomó a la mente de Ignatius.
-Bueno, y suponga que lo dije -gritó-. ¿ Es que las mujeres nunca podrán comprender cuando un hombre les habla en broma? ¿No tienen ningún sentido del humor? ¿Han de tomar literalmente cualquier chanza? Si usted quiere el retrato de la srta. Rossiter, lo pagará sin discusiones, como es costumbre. Lo que me molesta, es el hecho de que usted quiera el retrato de una muchacha que no sólo tiene un aspecto que carece en absoluto de atractivo, sino que además posee una tez de color amarillo opaco. Y sus rasgos son borrosos. Sí, cuanto más la miro, más me doy cuenta de que definitivamente tiene unos contornos vacilantes. Su cara es descolorida y enfermiza. Sus ojos carecen de la luz de la inteligencia. Tiene las orejas salidas y la barbilla hacia adentro. Para resumir, su aspecto total me causa un indefinible malestar; y, si lo pienso mejor, tendré que cargar un extra por daños morales e intelectuales causados por tener que estar sentado frente a ella, mirándola.
Con estas palabras, Ignatius Mulliner se volvió y comenzó a hurgar en un cajón, buscando una pipa, pero el cajón no contenía pipa alguna.

-¿Qué? -gritó la Sra. Rossiter.
-Ya lo oyó usted -replicó Ignatius.
-¡Mis sales! - farfulló la Sra. Rossiter.
Ignatius pasó una mano por la repisa de la chimenea. Abrió dos armarios y miró debajo del diván. Pero no encontró pipa ninguna.
Los Mulliner son por naturaleza una familia cortés; y viendo a la Sra. Rossiter en estado comatoso, Ignatius tuvo la sensación, algo tardía, de no haberse portado con mucho tacto.
-Es posible -dijo- que mis recientes observaciones le hayan causado un disgusto. Si es así, lo siento. Mi disculpa es que provienen de un corazón sincero. Estoy hasta la coronilla de toda la raza humana y considero a la entera familia Rossiter quizá como sus más negras manchas. No puedo sufrir a la familia Rossiter. Me parece que para ellos no tendría que haber sitio en el mundo. Todo cuanto pido de los Rossiter es su sangre. Por poco no alcancé a Cyprian con una daga, pero fué demasiado rápido para mí. Si fracasa como crítico, siempre habrá un porvenir para él como bailarín ruso. Con George tuve decididamente mejor suerte. Le he dado la mejor patada que jamás suministré a uno de mis semejantes. Si hubiese sido disparado por un cañón, su hijo no habría salido de aquí con más rapidez. Probablemente les pasó al lado por las escaleras.
-¡Así era eso lo que nos pasó rozando! -dijo Hermione, interesada-. Recuerdo haber pensado que olía a George.
La Sra. Rossiter estaba boquiabierta.
-¡Usted le dió una patada a mi hijo!
-Una excelente patada en el trasero, señora -dijo Ignatius, con modesto orgullo-, como si lo hubiera estado ensayando durante varias semanas.
-¡Mi pobre niño! -gritó la sra. Rossiter; y saliendo precipitadamente de la habitación, bajó corriendo las escaleras en busca de los restos. La mejor amiga de un muchacho siempre es su madre.

En el estudio, Hermione miraba a Ignatius, y en sus ojos había una expresión que él jamás notara antes.
-No le creía a usted tan elocuente, Sr. Mulliner -dijo la muchacha, rompiendo el silencio-. ¡Qué descripción más vívida hizo usted de mí! Un verdadero poema en prosa.
Ignatius hizo un gesto vago.
-Oh, bueno -dijo.
-¿De veras piensa usted que soy así?
-Sí.
-¿Amarilla?
-Amarilla verdosa.
-¿Y mis ojos... ? -titubeó ella, buscando la palabra.
-No muy diferentes de dos ostras azules -dijo Ignatius, acudiendo en su ayuda- que han muerto varios días atrás.
-Así, pues, ¿usted no admira mi aspecto físico?
-Disto mucho de admirarlo.

Estaba ella diciéndole algo pero él había dejado de escucharla. De pronto se había acordado de que un par de semanas antes, durante una pequeña fiesta que dió en su estudio, arrojó un cigarro a medio fumar detrás del escritorio. Y como ninguna criada puede, según las reglas de su gremio, barrer detrás de un escritorio, podía -no, debía- estar todavía allí. Con ansia febril apartó el mueble. Estaba.

Ignatius Mulliner exhaló un suspiro extático. Blando y deteriorado, cubierto de polvo y roído por los ratones, el objeto que estaba entre sus dedos era, con todo, un cigarro; un auténtico cigarro apto para ser fumado, con su regular contenido del ocho por ciento de monóxido de carbono. Encendió una cerilla y al momento siguiente comenzó a fumar.
Y en aquel instante, toda la dulzura y la suavidad de que es capaz un hombre invadió su alma como una enorme y arrolladora oleada. Con la misma rapidez con que un conejo manejado por un prestidigitador competente se transforma en un ramo de flores, en una pecera con peces de colores o en una bandera, Ignatius Mulliner se transformó en un ser lleno de dulzura y de luz, lleno de caridad hacia todos y sin malicia hacia nadie. La nicotina obró sobre las superficies mucosas, y él le dió la bienvenida como a un hermano perdido desde hacía mucho tiempo. Se sentía alegre, contento y feliz.

Miró a Hermione, que seguía allí, con sus ojos brillantes y su hermoso rostro radiante, y se percató de que se había equivocado. Lejos de ser un borrón, era la más suave criatura que jamás hubiera respirado el aire perfumado de Kensington.
Y entonces, helando su éxtasis y deteniendo los latidos de su corazón, le vino el recuerdo de cuanto dijera a propósito de su aspecto. Sintióse palidecer y desfallecer. Si jamás un hombre se había arruinado a sí mismo irremediablemente, este hombre era Ignatius Mulliner. Y no albergaba esperanza ninguna.

Hermione seguía mirándole, y la expresión de su rostro parecía en cierto modo sugerir que ella estaba esperando algo.
-¿Y bien?-. dijo ella.
-¿Usted perdone?-dijo Ignatius.
Ella frunció el ceño.
-Bueno, ¿no va usted a... ejem... ?
-¿A qué ?
-Bueno, a abrazarme, y todo lo demás... - dijo Hermione, sonrojándose de un modo encantador.
Ignatius se tambaleó.
-¿Quién, yo?
-Sí, usted.
-¿Abrazarla yo?
-Sí.
-Pero... ejem... ¿no le molestaría?
-¿Por qué habría de mosletarme?
-Quiero decir... después de todo lo que dije...
Ella le miró, extrañada.
-¿No escuchó usted lo que acabo de explicarle? -gritó.
-Lo siento -balbuceó Ignatius-. Estaba muy preocupado hace un momento. Debe habérseme escapado. ¿Qué dijo usted?
-He dicho que si realmente piensa usted que yo tengo este aspecto, usted no me ama, como siempre creí, por mi mera belleza, sino por mi intelecto. ¡Y si usted supiera cuánto he deseado siempre ser amada por mi intelecto!
Ignatius dejó el cigarro y emitió un profundo suspiro.
-Déjeme poner las cosas en claro -dijo-. ¿Quiere usted casarse conmigo?
-Claro que quiero. Siempre me atrajo usted de un modo extraño, Ignatius, pero siempre pensé que usted me veía como una muñeca..
El tomó el cigarro, aspiró una larga bocanada de humo, lo dejó de nuevo, dió un paso hacia adelante, tendió los brazos y la atrajo contra su pecho. Durante un largo instante permanecieron abrazados, murmurando las dulces palabras que tan bien conocen los enamorados. Luego, desasiéndose suavemente, volvió él a su cigarro y aspiró otra vigorizadora bocanada.

-Por otra parte -dijo ella- ¿cómo podría una muchacha dejar de amar a un hombre capaz de hacer volar a mi hermano George escaleras abajo de una sola patada?
El rostro de Ignatius se oscureció.
-¡George ! Esto me hace recordar algo. Cyprian me refirió que tú dijiste que me parecía a él.
-¡Oh ! Yo no creía que él fuera a repetírtelo.
-Pues lo hizo -dijo Ignatius, tristemente-. Y esta sola idea era una agonía.
-Pero yo sólo quería decir que tú y George siempre estáis tocando el ukelele. Detesto el ukelele.
La cara de Ignatius se despejó.
-Esta misma tarde daré el mío a los pobres. Y respecto a Cyprian... George dijo que tú dijiste que yo te lo recordaba.
Ella se apresuró a tranquilizarlo.
-Sólo es en tu modo de vestir. ¡Los dos usáis unos trajes tan horriblemente desastrados!...
Ignatius la atrajo una vez más entre sus brazos.
-Me acompañarás ahora mismo al mejor sastre de Londres -dijo-. Dame un minuto para ponerme los zapatos, y estoy contigo. ¿No te importa, si de paso, me detengo un momento en la tabaquería? Tengo que hacer un encargo especial.