“El mundo se regocijará: y vosotros lloraréis y plañiréis” (Juan, XVI, 20)
Esta
predicción de Nuestro Señor Jesucristo no sólo se refería a los
Apóstoles, sino a todos, sus verdaderos discípulos, hasta el fin de los
tiempos. Ya que la vida de los mundanos es una vida únicamente terrenal y
carnal y llena de placeres, a diferencia a la de los verdaderos
cristianos que es una vida sobrenatural, llena de oración, penitencia y
mortificación.
La
máximas del mundo y su carnalidad siempre han sido promovidas por los
hijos del diablo, los padres de la mentira, los raza de víboras; siendo
los fines del reino que ellos quieren imponer, totalmente terreno y
carnal.
Al contrario las máximas de la vida cristiana y del reino de Dios que promueve Jesucristo y su Iglesia es totalmente espiritual.
El mundo enemigo del alma, juzga bienaventurados a sus adeptos, y muy dignos de compasión a los verdaderos cristianos.
Pero,
en realidad ¿cual será la suerte de los verdaderos discípulos de
Nuestro Señor Jesucristo? Su suerte será real y estimable, pues sólo a
ellos les pertenecerá la alegría y la felicidad eternas, es por eso que
dice San Juan XVI, 20: “Estaréis contristados, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo”; y San Lucas VI, 25: “¡Hay de los que reís ahora! Porque lloraréis de dolor”. En manos de cada uno está escoger entre estos dos caminos.
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