martes, 6 de septiembre de 2016

EL VESTIDO EN CRISTO






"Hízoles Yavé Dios al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió" (Gen. 3, 21). Las túnicas de piel simbolizan,dice San Gregorio de Nisa, el mundo animal. Si al comienzo "nuestros primeros padres eran iconos o imágenes de Dios, a partir del pecado pasaron a serlo del mundo animal.

Porque el pecado, al segar la verticalidad del hombre, lo animaliza. Las túnicas de pieles eran túnicas "muertas", "mortales", mientras que el icono de Dios poseía la inmortalidad"

Pero esta vestidura fue para el hombre adventicio, un anticipo de lo que va a ser otra vestidura, que es la túnica bautismal. El neófito “revestiría previo despojo de esta túnica animal, heredada de los primeros padres, una túnica luminosa, túnica de incorrupción, aquella con la que el Padre
vestiría a su hijo pródigo".
 
EL VESTIDO EN CRISTO
 
Cristo, el nuevo Adán, el Salvador, el Restaurador de todas las cosas, va a recuperar el Paraíso perdido, lo va a hacer con su preciosa sangre. 
 
Cristo al encarnarse, al hacerse hombre sin dejar de ser Dios, va a vestir su cuerpo con una nueva vestidura. Ya en su nacimiento, en que se "muestra la extremosa humildad de quien para redimir al Adán animalizado no vaciló en ser acunado en medio de animales,
su gloria comienza a resplandecer. El cielo se ilumina por encima de la cuna, donde la madre le había dado su primer vestido envolviéndolo en pañales, y los magos le aportan los dones más preciados, el oro, el incienso y la mirra".

Y Nuestro Señor, en su transfiguración, nos revela y nos indica acerca de la vestidura celestial, sin desvincularla de su vocación a la cruz. El rostro de Cristo dice la S. Escritura se llenó de gloria (cf. Lc. 9, 32); su vestido se volvió blanco y resplandeciente, tomando así el fulgor de los hábitos sacerdotales y reales (cf. Lc. 9, 29). En esta escena, los vestidos de Cristo no son solamente portadores de gloria, se hacen luz: "Sus vestidos se volvieron blancos como la luz" (Mt. 17. 2), "sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como no los puede blanquear lavadero alguno sobre la tierra" (Mc. 9, 3)
.
El episodio de la Transfiguración marca un momento decisivo en "el misterio de Jesús. Es un acontecimiento de revelación que consolida la fe en el corazón de los discípulos, los prepara para el drama de la Cruz y anticipa la gloria de la resurrección.
Este misterio es vivido continuamente por la iglesia, pueblo en camino hacia el encuentro escatológico con su Señor. Como los tres apóstoles escogidos, la Iglesia contempla el rostro transfigurado de Cristo, para confirmarse en la fe y no desfallecer ante su rostro desfigurado en la Cruz. En un caso y en otro, ella es la Esposa ante el Esposo, partícipe de
su misterio y envuelta por su luz".

Al transfigurarse, Nuestro Señor revela un anticipo de lo que va a ser la vestidura nupcial del bienaventurado, vestidura que comienza en el santo bautismo y culmina en esplendor en el cielo. En el bautizado la vestidura blanca simboliza que se ha "revestido de Cristo (Ga. 3, 27), a resucitado con Cristo" (Catecismo de la Iglesia Católica, n° 1243). El bautizado se hace hijo de Dios, coheredero del reino celestial; de ahí que "el bautismo es el más bello y magnífico de los dones de Dios... lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más precioso que hay.
Don, porque es conferido a los que no aportan nada; gracia, porque es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua; unción, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminación, porque es luz resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el signo de la soberanía de Dios"
 
Fuente biblioteca  de teología
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario