El Evangelio maldice a los que escandalizan a los niños, iconos de la inocencia, rostros de Dios. Por eso, el fiscal del Vaticano, Charles Scicluna, aprovechó un acto de reperación, celebrado este fin de semana en la Basílica de San Pedro, para enmarcar teológicamente la línea de tolerancia cero del Papa Ratzinger. Con todas las consecuencias. Aquí y en el más allá, con "el más horrible de los infiernos".
Con el anatema del fiscal de la Congregación para la Doctrina de la Fe, por cuyas oficinas pasa, desde hace casi 10 años, toda la inmundicia de la Iglesia, El Vaticano quiere dejar claro que la tolerancia cero es el camino. Y que no hay otro, a pesar de las reticencias de la vieja guardia curial.
Scicluna citó un comentario de San Gregorio Magno (540-604), que interpretaba que las palabras de castigo del apóstol Marcos significaban "la condena más terrible" que se le podía imponer a un seglar.
"Por eso, quien después de ser conducido a una profesión de santidad destruye a otros a través de la palabra o del ejemplo, sería realmente mejor para él que sus malas acciones fueran causa de muerte siendo seglar (?); porque, sin duda, si hubiera caído solo, su tormento en el infierno sería de calidad más soportable", agregó, siempre citando palabras de Gregorio Magno.
Valiente y fundamentada intervención del promotor de Justicia del Vaticano. Un maltés preparado, profundamente espritual y, desde hace años, en la sombra. Sin apatencias de cargos ni de fotos.
José Manuel Vidal
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