Ansiosamente hemos esperado durante el tiempo de Adviento la venida del Verbo, la hemos pedido y estamos ya preparados para su aparición. Deseo, demanda, preparación, son tres palabras que resumen el periodo litúrgico que acabamos de recorrer. una realidad divina viene a coronar nuestras esperanzas.
El motivo fundamental del nuevo período, que se habre con las alegrías de Nochebuena, es el nacimiento de Jesucristo, del Hijo de Dios humanado. Celebramos su aparición al pueblo Judío (NAVIDAD) y su manifestación a los gentiles (EPIFANÍA). Es el misterio de la Encarnación, que consiste en la unión en Jesucristo del Verbo, "nacido,antes de todos los siglos, de la sustancia del Padre, con la humanidad, engendrada de la sustancia de la Madre en el mundo". Navidad es, por tanto la fiesta del amor misericordioso de Dios. Tanto amó Dios al mundo decía S.Juan Evangelista pensando en este misterio-que le envió su mismo Hijo Unigénito para que creyendo en Él, no perezca, antes alcance la vida eterna.
Estando en Belén la Santísima Virgen María dio a luz, y la primera cuna que tuvo el recién nacido fue el pesebre de un establo. La tradición desde el siglo IV supone que el Niño fue calentado por el aliento de dos animales, y la liturgia recoge los dos textos siguientes de Isías y de Abacuc: El buey conoció a su dueño, y el asno el pesebre de su Señor.
Señor Tú te manifestarás en medio de los animales. Enterados por un ángel de la grandeza de aquel Niño, unos pastores, que velaban en los alrededores se presentaron delante de Él y le adoraron.
"Y un ángel del Señor se les apareció y la gloria del Señor brilló alrededor de ellos. Y el ángel les dijo: 'No temáis, porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador que es Cristo el Señor "-. Lucas 2:10
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