para
Espolon
LA ORACIÓN
¿Qué
es la oración?
La oración es el medio más
necesario y seguro para alcanzar la salvación y todas las gracias que ella
acarrea.
Santo Tomás de Aquino nos dice
que la oración es la elevación del alma hacía Dios, también agregamos que la
oración es la elevación del alma y del corazón a Dios para adorarle, darle
gracias y pedirle lo que necesitamos, pero para observar totalmente los
mandamientos de Dios se necesita sobre todo la ayuda actual de Dios, que El le concede
solo al que reza y persevera en la oración.
San Carlos de Borromeo dice que
la oración es el principio, progreso y coronamiento de todas las virtudes.
San Agustín nos dice que la
oración es el alimento del alma, sin la oración no puede el alma conservar la
vida de la gracia, con esto podemos decir que la oración es el arma más
necesaria para defendernos de los enemigos de nuestra alma.
La oración es también un
medio absolutamente necesario de perseverar en la Gracia, con la oración todo
lo podéis, todos los santos comenzaron su conversión por la
oración y por ella se salvaron, y
los condenados se perdieron por su negligencia en la oración, debemos comenzar
todos los días comenzando rezando de rodillas las oraciones de la mañana, el
rezo diario del Santo Rosario, las oraciones de la noche.
La oración debe de ser bien
hecha, sino de otro modo estaríamos ofendiendo a Dios, con la oración nos
fortificamos frente a nuestros enemigos, el tiempo dedicado a la oración es el
tiempo más feliz y precioso de nuestra vida, el cristiano no deja la oración
sino con gran pena, los tiempos rezando le parecen brevísimos, durante la
oración no hay que pensar en trabajo alguno ni otra cosa mundana. Hay que vivir
con la Esperanza de ir al Cielo, digo esperanza considerando el océano
inmensurable de la misericordia del Señor, el deseo que El tiene de hacernos
felices, todo lo que ha hecho para merecernos el Cielo, y debemos dirigirnos a
Él con gran confianza y con San Bernardo le diremos “Dios mío esto que os pido
no lo he merecido, mas lo merecisteis Vos por mí, si me lo concedéis es solamente
porque sois bueno y misericordioso.
La Iglesia que Nuestro Señor
Jesucristo fundo se llama “Casa de oración”, y para diferenciarla de las otras
sectas, la oración al ser un medio de oración es un sello que distingue a la
Santa Iglesia, una evidencia más de que fuera de la Santa Esposa de Cristo no
hay posibilidad de santificación del alma, ergo no hay salvación fuera de su
seno.
De la necesidad de la oración:
Nuestro Señor Jesucristo nos ha
dicho que sin El nada podemos hacer, esto es que sin su Gracia no podemos
realizar obras buenas que aquellas que Dios nos ayuda a hacer con su gracia. San
Agustín sostiene que el don de la perseverancia solo se les concede a los que
rezan. La oración no solo es una necesidad de precepto sino también es una
necesidad de medio ya que es menester que recemos siempre y en todo lugar para
estar en amistad con Dios, para de este modo salvarnos.
San Gregorio dice que los hombres
que rezan alcanzan las gracias que Dios determino concederles antes de todos
los siglos. Con la oración pedimos al Señor la luz y la fuerza para observar
los mandamientos.
¿La oración necesaria para vencer las
tentaciones?
La oración es necesaria para
vencer las tentaciones, pues para salvarnos debemos luchar y vencer a todos
nuestros enemigos que no son pocos los que nos rodean y Dios permite que nos
asalten estos mismos que con nuestras solas fuerzas no podemos vencer, y para
que recemos y por ese medio obtengamos la gracia divina que necesitamos. San
Gregorio Nacianceno dice que la oración es la defensa de la pureza, y es que
nadie podrá vencer las tentaciones impuras de la carne sino se encomienda al
Señor en el momento de la tentación.
La virtud de la castidad
es posible solo con la ayuda de Dios ya que con nuestras propias fuerzas no
podemos practicar, nada bueno podemos hacer porque sin la Gracia de Dios
estamos perdidos y condenados, san Agustín dice que no sabrá vivir bien quién
no sabe rezar bien, es por eso que debemos de perseverar hasta el fin, debemos
vivir temblando, en una especie
de desesperación y de esperanza, debemos entonces de confiar en Dios y tener el
Santo Temor de ofenderle.
Cuando oramos Dios nos envía amigos para
consolarnos ya sea un ángel o algún santo, así sucedió a San Pedro por ejemplo,
nos hacen sentir con mayor fuerza la eficacia de su gracias al fin de
fortalecernos y armarnos de valor.
Con la oración hallamos el
remedio de nuestra debilidad y Dios jamás permite que seamos tentados por
encima de nuestras fuerzas, sino que de la misma tentación nos hará sacar
provecho para que podamos mantenernos, antes bien nos dará la ayuda de la
Gracia para que podamos resistir la violencia de la tentación.
Necesidad
de acudir a los santos como nuestros intercesores:
Si es licito encomendarse a las
oraciones de los vivos, no lo será acaso invocar a los santos que están en el
Cielo y más cerca de Dios, y si alguno no fuese digno, cuando los santos ruegan
por él, se hace digno desde el momento en que recurre a su intercesión.
Los santos son nuestros
intercesores y mediadores nuestros, esto es así porque, Dios quiere que nos
salvemos por intercesión la de los mismos, Él lo ha hecho para conservar en
todo el orden general establecido de obrar siempre por medio de las causas
segundas.
De la Intercesión de María Santísima
No
podemos acercarnos a Jesús si no es por medio de María que es la mediadora de
la Gracia y nos obtiene con su intercesión todos los bienes que nos ha
concedido Jesucristo. El alma de la Virgen María es un huerto de delicias, Ella
recibió de Dios dos plenitudes, la primera es la “Encarnación del Verbo Divino”
y la segunda es la “Plenitud de las Gracias” que de Dios recibimos por su
intercesión, o sea que todos los bienes que del Señor recibimos nos llegan por
medio de la intercesión de María Santísima.
El culto
que se le tributa a Nuestra Madre del Cielo se denomina “Hiperdulía”, esto es
así porque el término “dulía” expresión que procede del griego: douleia, que se entendía por
servidumbre, la dulía se denomina al culto que se tributa a los ángeles y a los
santos , y a Nuestra Señora se denomina Hiperdulía porque precisamente el culto
a la Virgen es un culto de mayor grado, puesto que ella es la Reina de todos
los santos (Regina Sanctorum ómnium)y Reina de los Ángeles (Regína Angelórum) y
es la mediadora de todas las gracias que de Dios recibimos, es por eso que
siempre cuando recemos nos dirijamos a Nuestro Señor con estas palabras: “Señor
dadme lo que la Santísima Virgen pide por mi”, porque el Señor siempre atiende
a las suplicas de su Madre, por decirlo de una manera es como que llegan de una
forma más eficiente a Nuestro Dios. La Santísima Virgen ha cooperado con su
bondad al nacimiento espiritual de todos los redimidos, pues el Señor ha
querido que con su intercesión coopero a que tengamos la vida de la gracia en
este mundo y en el otro mundo la vida de la Gloria. Nuestra Señora es el
fundamento de nuestra confianza porque Dios ha dispuesto que todas las gracias
nos pasen por manos de Ella.
Cuando
Nuestro Señor Jesucristo desde la cruz se dirigió a San Juan diciéndole: “Ahí
tienes a tu Madre” quiso decir que ninguno puede participar de su Sangre Divina
sino por la intercesión de su Madre, que también es nuestra madre. Siempre
debemos de acudir a Nuestra Madre del Cielo rezando diariamente el Santo
Rosario que innumerables son las gracias que derrama la Santísima Madre de Dios
por medio de esta piadosa devoción.
De la eficacia de la oración
La
oración es un verdadero tesoro y el que más pide más recibe, tesoro inmenso de
riquezas para aquel que nada tiene. Debemos de rezar siempre para que nuestras
plegarias suban continuamente ante el Trono de Dios, y darle gracias por las
promesas que nos hizo de concedernos todas las gracias que le pidiéramos. San
Juan Crisóstomo dice que “antes que terminemos de rezar ya ha oído El nuestra
petición”, las misericordias que derrama Nuestro Señor Jesucristo son tan
abundantes que superan con mucho la grandeza de los bienes que pedimos.
Dice San
Hilario que “los ángeles presiden las oraciones de los fieles y diariamente las
ofrecen al Señor”.
San Bernardo dice que
“fuerte es el poder del infierno pero la oración es más fuerte que todos los
demonios”, san Buenaventura dice que “con la oración podemos adquirir todos los
bienes y librarnos de todos los males”, es que todo lo podemos con la oración,
“todo lo puedo en Aquel que es mi fortaleza”, con ella nos dará el Señor las
fuerzas
que necesitamos para salir victoriosos, porque Dios quiere salvarnos más que
para su gloria, quiere El que nos salvemos como vencedores.
Así de
este inmenso valor, es la eficacia de la oración.
Más para
que sea eficaz la oración deben de darse algunas condiciones, porque no debe
realizarse la oración con desgano, o a medias, o acomodarnos placenteramente
para rezar, o esperando que la oración acabe rápido para ir a ocuparse en otras
cosas, o estar rezando y tener la mente ocupada en cosas del mundo, esto no es
orar, esto es pecar, porque se ofende, se insulta a Dios, y es por ello que Santo
Tomás de Aquino menciona cuatro condiciones para que la oración surta su
efecto, o sea para que la misma sea eficaz, aquí están tales condiciones:
·
Pedir por uno mismo;
·
Pedir cosas necesarias para la
salvación;
·
Pedirlas con piedad;
·
Pedirlas con perseverancia.
Debemos de pedir por nosotros
mismos y por el prójimo, es deber de todo cristiano el pedir unos por otros,
especialmente por los pecadores, allí se demuestra el amor al prójimo por amor
a Dios, también no podemos olvidarnos de las Benditas Almas del Purgatorio, aquellas
almas que salvas están ya pero todavía deben de purificarse por completo para
poder entrar a la Gloria Eterna, estas almas que están en proceso de
purificación no pueden por ellas pedir, es por eso que es menester que
nosotros, la Iglesia Militante roguemos al Cielo y realicemos sacrificios por
esas almas. En el sermón de la montaña en las Bienaventuranzas dice Nuestro
Señor “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordias”, con mayor razón hemos de rezar por el prójimo especialmente si
aquel se encuentra en pecado o errado.
“Yo os
digo: “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, golpead y se os abrirá” ”San Lucas 11, 9
La segunda condición de
la oración es que debemos pedir las cosas que nos son necesarias a nuestra salvación,
no pocos son los que piden bienes temporales que creen indispensables para sus
vidas y dejan de lado o le restan importancia a las cosas de Dios, a pedir las
gracias como la Perseverancia Final, o el de no ofender mortalmente a Dios, o
la Gracia de una Buena Muerte, y muchas otras gracias que Nuestro Señor nos
desea conceder, pero El quiere que se las pidamos, justamente para humillarnos
como indignos hijos suyos al reconocernos pecadores y el de aceptar que
nosotros solos nada bueno podemos hacer, solo con la ayuda de Dios podremos
llegar a ser coronados, esto es
salvados. Podemos pedir bienes
materiales pero siempre ha de tenerse una ordenada solicitud, porque cuando
pedimos gracias temporales debemos de pedirlas con resignación y a condición de
que sean útiles para nuestra salvación eterna. A veces Nuestro Señor no concede
todo al que se lo pida porque El no va a permitir que podamos adquirir bienes
que se conviertan en detrimento para nuestra salvación, no es que hace esto
porque no nos ama, es todo lo contrario porque nos ama infinitamente y con un
gran celo es porque nos preserva de ciertos bienes, porque El sabe bien que
tales bienes podrían llevarnos a
la condenación, porque lo que al enfermo conviene, mejor lo sabe el médico que
el mismo enfermo, es por esto que también decimos que Nuestro Señor es el
Medico de almas. Con esto se deduce que lo que debemos de pedir siempre e
incansablemente son los bienes celestiales, aquellos bienes que son necesarios
para salvarnos, porque que merito tendría si el hombre pudiera tener innumerables
bienes vánales sino tiene asegurada su salvación que es lo que más importa en
esta vida.
En tercer lugar decimos que hemos
de pedir a Dios con una gran piedad, esto es con gran devoción y humildad,
puesto que Dios resiste a los soberbios y da sus gracias a los humildes como
señala el apóstol Santiago, porque el que peca no es humilde más bien es
soberbio, por eso peca, si el apóstol
Pedro le negó a Jesús fue por soberbia, porque confió en sus propias fuerzas,
si Pedro se hubiera humillado y le hubiera pedido la gracia de la fortaleza al
Señor, no le hubiera negado tan terriblemente, cierto es que luego san Pedro
lloro amargamente su pecado y luego se humillo ante Nuestro Señor. Todo esto
nos dice que si no estamos sujetos de la mano de Dios caeríamos en un abismo y
cometeríamos lo más horrendos pecados, como dice el Salmista y que también
podemos repetir nosotros también “Si el Señor no me hubiese socorrido,
seguramente sería el infierno mi morada”. Es verdad de Fe que el hombre sin la
ayuda de la gracia de Dios no puede hacer el hombre obra alguna buena, ni
siquiera tener un santo pensamiento, dice San Agustín “Así como el ojo no puede
ver sin luz, así el hombre no puede obrar bien sin la gracia”. También dijole
el Señor a Santa Catalina de Siena “aprende hija mía que el alma que persevera
en la oración humilde alcanza todas las virtudes”.
“Y todo
lo que pidiereis con fe, en la oración, lo obtendréis.” San Mateo 21, 22.
Con la oración se alcanzan todas
las gracias, con tal que ella sea humilde, confiada y perseverante.
Debemos de orar con confianza, porque
todo aquel que confía en Dios será protegido, salvado y glorificado, si la
confianza es grande, grandes serán las gracias divinas, a Santa Gertrudis le
revelo el Señor que el que pide con confianza tiene tal fuerza sobre su
Corazón, que no parece sino que le obliga a oírle y darle todo lo que le pide.
“Por
eso, os digo, todo lo que pidiereis orando, creed que lo obtuvisteis ya, y se
os dará” San Marcos 11, 24.
Hemos de acudir al Trono de Jesús
que está ahora a la diestra del Padre, no en trono de justicia, sino en trono
de gracia para darnos el perdón si vivimos en pecado, y la fuerza para
perseverar si gozamos de su divina amistad.
Dice Nuestro Señor Jesucristo “Todas cuantas cosas pidierais en la oración,
tened viva fe de conseguirlas, y sin duda se os concederán sin falta”. La
oración es más importante que la amistad para con Dios, puesto que El escucha a
los pecadores también, porque la oración
perseverante alcanza misericordia de Dios, aun cuando los que rezan no sean sus
amigos, y San Bernardo añade que la oración de un pecador que quiere salir de
la culpa viene del fondo de un corazón que tiene el deseo de recobrar la Gracia
de Dios.
“más el
que perseverare hasta el fin, ése será salvo” San Mateo 24, 13
Hay que orar con perseverancia,
esto quiere decir que el hombre luego de que es bautizado debe rezar siempre
para que pueda entrar al Paraíso, y esto se lograra si somos perseverantes
hasta el fin de nuestras vidas, porque la Gracia de la Perseverancia final es
el resultado de un sinfín de gracias que deberíamos haber acumulado durante
nuestras vidas, y todas ellas forman el
don de la perseverancia final. San Nilo decía “puede darnos el Señor la perseverancia
y la salvación eterna, más no la dará sino a los que se la piden con
perseverante oración”. Hay que pedir la gracia de la perseverancia final no un
día o un par de ellos, sino siempre, porque si la pedimos cierto día puede que
para tal día la tengamos, más si al día siguiente no la pedimos podemos caer, hay
que pedirla siempre a esta gracia, por la mañana ,por la tarde y noche, en la Santa Misa, en la
Comunión, y especialmente en el momento de la tentación, en aquel momento
acudir al Señor pidiéndole ayuda para resistir la tentación, también a nuestro ángel de la guarda, arrojaos inmediatamente
en los brazos de la Santísima Virgen, acordarse de los sufrimientos que deben
padecer los condenados que por no perseverar en la gracia, hoy son herederos de
la desdicha eterna. Pues nunca hay que dejar de pedirle al Señor, nunca debemos
de dejar de rezar, de pedir a Dios el don de la oración continua, pues así
estaremos seguros de alcanzar de Dios el don de la perseverancia final y los
demás dones, recordemos lo que nos ha dicho Nuestro Redentor “más
el que perseverare hasta el fin, ése será salvo”, por ello nunca dejemos de
rezar y de dar gracias a Dios, pues de El venimos y hacía El debemos de ir,
porque Dios lo es todo y sin El nada somos, nada podemos, El es nuestra
fortaleza y esperanza, y para concluir encomendémonos a la Santísima Virgen
María para que no deje de rogar a Dios Nuestro Señor por nosotros, pidámosle
también a Ella nos proteja siempre son su manto a fin de que podamos gozar en
esta vida y en la otra de su calor materno e inmaculado, y repitamos pues lo que decía San Ignacio de
Loyola que “la vida del cristiano es para amar, hacer reverencia y adorar a Nuestro Señor y de este modo salvar el alma”
y esta es la gracia que os deseo.
VIVA
CRISTO REY
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