domingo, 5 de marzo de 2017
SALVACIÓN
SALVACIÓN
¡SALVACIÓN! ¡Qué música hay en esa palabra, música que nunca cansa pero que es siempre nueva, que siempre despierta, pero que siempre nos descansa! Tiene en sí todo lo que dirían nuestros corazones. Es dulce vigor para nosotros en la mañana y en la noche es paz contenta. Es una canción que siempre se canta en el fondo del alma encantada. Los oídos angélicos son violados por él en el Cielo; Y nuestro Padre Eterno lo escucha con adorable complacencia. Es dulce incluso para El, de cuya mente es la música de mil mundos. ¡Ser salvado! ¿Qué hay que salvar? ¿Quién sabe? Ojo que nunca vió, ni oído que nunca oyó. Es un rescate, de un naufragio. Es un descanso, y en un hogar tan inimaginable. Es para acostarse para siempre en el seno de Dios y en un eterno arrebato de satisfacción insaciable.
Tú lollamarás por Su Nombre Jesús; Porque salvará a su pueblo de sus pecados. ¿Quién más que Jesús puede hacer esto, y qué más de él pedimos sino esto; Porque en esta vida de mentiras todas las cosas podemos desear? De todas las miserias la esclavitud del pecado es la más miserable. Es peor que el dolor, peor que el dolor. Es tal ruina que ninguna otra ruina es semejante a ella. Afecta toda la paz de la vida. Enciende la luz del sol en la oscuridad. Embarga todas las fuentes agradables, y envenena la bendición misma de Dios que debería haber sido para nuestra curación. Duplica las cargas de la vida, que ya son bastante pesadas. Hace de la muerte un terror y una tortura, y la eternidad más allá de la tumba una negrura infinita e intolerable.
Es solo en la Preciosa Sangre de Jesucristo que viene nuestra salvación.
¡Ay! Hemos sentido el peso del pecado, y sabemos que no hay nada semejante. La vida ha traído muchos dolores a nosotros, y muchos temores. Nuestros corazones se han dolido mil veces. Las lágrimas han fluido. El sueño ha huido. La comida ha sido nauseabunda para nosotros, incluso cuando nuestra debilidad ansiaba por ella. Pero nunca hemos sentido nada como el peso muerto de un pecado mortal. ¿Qué debe ser una vida con tales pecados? ¿Qué debe ser una muerte en pecado? ¿Cuál es la eternidad irrevocable del pecado no retratado?
De todo este horror ¿hacia dónde buscaremos la liberación? No en nosotros mismos; Porque conocemos la infinidad práctica de nuestra debilidad y la incorregible vitalidad de nuestra corrupción. No a ningún poder terrenal; Pues no tiene jurisdicción aquí. No a la filosofía, la literatura o la ciencia; Pues en este caso no son sino cosas desagradables e inútiles. Tampoco podemos buscar la liberación directamente de la paciencia y compasión de Dios mismo; Porque en el abismo de su sabiduría se ha decretado que sin derramamiento de sangre no habrá remisión del pecado. Sólo de la Preciosa Sangre de Cristo viene nuestra salvación. De la inmensidad de sus méritos, del inagotable tesoro de sus satisfacciones, por el poder irresistible de su belleza sobre la justicia y la ira de Dios, a causa de esa querida combinación de su valor inestimable y su benigna prodigalidad, a nosotros miserables pecadores nos levantan de las profundidades de nuestra miseria, y se restaura a la paz y el favor de nuestro Padre Celestial.
Porque, como no hay miseria terrenal como el pecado, tampoco hay liberación como la que Jesús nos hace libres.
¿Es dulce la esperanza donde la desesperación casi había comenzado a reinar? ¿Es una alegría ser emancipado de una esclavitud vergonzosa, o liberado de una mazmorra nociva? ¿Es la alegría de ser levantada, como por milagro, de un lecho de debilidad y sufrimiento a salud súbita y vigor instantáneo? Entonces, ¡qué alegría debe ser la salvación! Porque, como no hay miseria terrenal como el pecado, tampoco hay liberación como la que Jesús nos hace libres. Las palabras no lo dicen.
El pensamiento sólo puede pensarlo, y debe ser pensado por una mente iluminada y un corazón ardiente, vivió durante mucho, mucho tiempo. El primer momento después de la muerte es un momento que debe llegar infaliblemente a cada uno de nosotros. La Tierra se encuentra detrás de nosotros, en silencio girando su forma obediente a través del espacio de color negro. Los inmensos espacios de la eternidad se extienden ante nosotros. Las palabras de nuestra oración apenas han flotado en el silencio. Es una frase de salvación. El gran riesgo se ha corrido, y somos salvos. El poder de Dios es mantener nuestra alma para que no muera de alegría. No puede tomar toda su eternidad. La alegría menos accidental es un mundo de bienaventuranza en sí mismo. El resplandor de la Visión es abrumador. Entonces la verdad de que la eternidad es eterna, - esto es tan difícil de dominar. Sin embargo, todo esto es sólo lo que queremos decir cuando pronunciamos la palabra salvación. ¡Qué horrible es la diferencia de ese primer momento después de la muerte, si no hemos sido salvados! Nos hace frío pensar en ello. Pero ¡oh, alegría de alegrías! Hemos visto el rostro de Jesús; ( ver imagen) Y la luz en sus ojos, y la sonrisa en su rostro, y las palabras en sus labios eran salvación.
NOVENA A LA PRECIOSISIMA SANGRE DE CRISTO
PREPARACION
(Se reza cada día de la novena)
Los Santos del Apocalipsis cantan fervorosamente: "Con tu Sangre has comprado para Dios gentes de toda tribu, lengua, pueblo y nación; has hecho de ellos una dinastía sacerdotal, que sirve a Dios y reina sobre la tierra" Ap. 5:9.
Nosotros ahora nos unimos a este clamor celestial, y en la comunión del Espíritu con todos los santos de la tierra, y venerando esa Sangre divina que nos rescato
del poder de las tinieblas y nos traslado al reino de la luz, rendimos culto reverente a Dios, como pueblo sacerdotal que somos. Col. 1: 13 y 20.
Cristo Jesús, Cordero de Dios, que nos has salvado con tu sangre, ¡te alabamos!,¡te bendecimos!, ¡te adoramos!,¡te damos gracias rendidas!, Y te pedimos la salvación de todos los que nos hemos lavado en tu Sangre Sagrada. Amen.
Día primero
Leo en la Palabra de Dios. "¡Dichosos los que lavan sus vestiduras en la Sangre del Cordero!" (Apocalipsis 22:14).
¿Debe espantarnos el pecado? Si; porque es el mal de los males, que lleva consigo la separación de Dios y la condenación eterna. Dios nos ofrece su perdón, pero nosotros podemos desoír la llamada del Espíritu, que nos invita siempre a la conversión y a la perseverancia. ¿Y si yo he pecado? Podría anidar en mi alma cualquier sentimiento, menos el de la desesperación. Porque tengo un Salvador que pago por mi y me llama de nuevo a su amor. Confío en la Sangre de Cristo, que me ha limpiado de toda mancha. Señor Jesús, ¡gracias por tu bondad! No quiero pecar mas en adelante. Lo que quiero es amarte cada vez mas con todo mi corazón.
Padrenuestro.
Las lagrimas de mis ojos ahora son el cantar de un alma que, arrepentida, no sueña mas que en amar.
Oración. OH Dios, que nos pides el amor de nuestro corazón, concédenos la gracia de vivir siempre en el amor a Jesús y obtener por su Sangre nuestra salvación eterna. Por Jesucristo nuestro Señor Amen.
Día segundo
Leo en la Palabra de Dios. "Tenemos, hermanos, una confianza jubilosa de entrar en el santuario del Cielo por virtud de la Sangre de Jesús" (Hebreos, 10:19).
Dios nos infundio en el Bautismo la esperanza, junto con la fe y el amor. Llego al Cielo por lo méritos de la Sangre de Cristo. A ellos uno mi esfuerzo, para corresponder con mis obras a lo que El hizo por mi. Mi vida, para conseguir la salvación, debe ser digna de la Sangre que me compro. Por eso, debo trabajar siempre mi salvación con "temor y temblor", como nos dice San Pablo. Miedo a Dios, no; porque El es Fiel y me salva; sino miedo a mi debilidad o malicia, porque yo puedo fallar a Dios. Pero, ¡confianza! Porque Jesús y yo juntos lo podemos todo.
Padrenuestro
Cielo azul, cielo estrellado, Cristo tus puertas abrió. ¡A ti voy, por ti suspiro, Patria de mi corazón!
Oración. OH Dios, que nos has redimido con la Sangre preciosa de tu Hijo, conserva en nosotros la acción de tu misericordia para que podamos conseguir sus frutos eternos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen.
Día tercero
Leo en la Palabra de Dios. "Ellos vencieron al dragón por la fuerza de la Sangre del Cordero y en virtud del testimonio que dieron, pues despreciaron sus vidas hasta morir por el" (Apocalipsis 12: 9-1 l).
¿Que significa mi vida cristiana? Es lucha: contra el dolor, que podría desesperarme; contra el cansancio, que podría rendirme en el camino; contra los que atentan mi fe y mi virtud, que exigen mi testimonio; contra mi contra el pecado, que podría hacerme perder a Dios... Pero tengo en mis manos la fuerza del mismo Cristo. El lucho contra Satanás y el pecado hasta la sangre, y con su Sangre nos da la victoria a nosotros. ¿Puedo yo acobardarme y ceder ante el enemigo, si cuento con la fuerza de la gracia de Cristo?...
Padrenuestro
La vida es de los valientes, de los que saben luchar. Con Cristo, que va delante, ¿Me puedo yo acobardar?...
Oración. OH Dios, que en la Sangre de Jesús, derramada valiente y generosamente en la cruz, nos das la fuerza contra todos los enemigos. Haz que por ella me mantenga yo siempre fiel a ti. Por Jesucristo nuestro Señor.
Día cuarto
Leo en la Palabra de Dios. -El Espíritu Santo os ha constituido vigilantes, para que apacientes la Iglesia de Dios, que el se adquirió con su propia Sangre" (Hechos 20:28).
Lo que dice San Pablo a los pastores de la Iglesia vale para todos nosotros, porque todos somos Iglesia por la cual Cristo derramo su Sangre. ¿Puedo desentenderme yo de la Iglesia? ¿Puedo aceptar los ataques de que es objeto? ¿Puedo ver despreciada su verdad? ¿Puedo tolerar la desobediencia a sus Pastores? ¿Puedo mirar sin horror a los que abandonan con peligro grave su salvación? ¿Puedo dejar de trabajar en una u otra obra de apostolado, tal como lo exigen mi Bautismo y Confirmación? Si no trabajo por la Iglesia, estoy traicionando a la Sangre con que Cristo se la adquirió...
Padrenuestro
¡OH, Iglesia Santa y Católica, todo mi amor para ti! Tu sabes que solo anhelo en tu regazo sobrevivir.
Oración. Señor Jesucristo, hazme vivir en tu Iglesia, Esposa tuya que adquiriste con tu Sangre. Que por ella trabaje, en ella viva y en ella sobreviva. Tu, que vives y reinas por los siglos de los siglos Amen.
Día quinto
Leo en la Palabra de Dios.-¡Bebed, pues esta es mi sangre!" (Mateo 26: 27-28). "El cáliz de la bendición que consagramos, ¿no es comunión con la Sangre de Cristo". "Cuantas veces coméis este pan y bebéis este cáliz, proclamáis la muerte del Señor hasta que el vuelva" (I Corintios 10:16; 11:26).
Padrenuestro
¿En que hago consistir yo mi devoción a la Sangre de Cristo? En oraciones, ciertamente. Pero jamás podre buscar otro punto en que centrar esa mi devoción como la Eucaristía. Recibo la Sangre de Cristo en la Comunión. En la Comunión me comunica la Sangre divina toda su fuerza. En la Comunión me aseguro para siempre el fruto de la salvación que Cristo me gano al derramar su Sangre por mi. ¿Comulgo todas las veces que puedo y de la mejor manera que puedo?...
Eres bebida del Cielo, eres vino embriagador. Eres amor y alegría, ¡Cáliz de la salvación!
Oración. Señor Jesucristo, hazme beber con ansia tu Sangre, Vino Nuevo del Reino, y prenda de las delicias que me embriagaran en la Patria celestial. Amen.
Día sexto
Leo en la Palabra de Dios. -Os habéis acercado a Jesús, que nos ha rociado con una sangre que habla mas elocuentemente que la de Abel" (Hebreos 12: 23-24).
¿Que pedía a gritos la sangre de Abel? ¡Venganza! "La sangre de tu hermano grita a mi desde la tierra", de Dios a Caín. Pero la Sangre de Cristo clama mucho mejor: "¡Padre, perdónalos!"... La Sangre de Jesús nos da la paz con Dios y derriba todo muro que nos divide a los hombres, porque "todo lo pacificado con la sangre de su cruz". Entonces, ¿Somos dignos de Cristo cuando anida un rencor en nuestro corazón? ¿Somos como el Jesús de la cruz, si, no perdonamos nosotros de verdad?... ¿Podemos beber la Sangre de Cristo en la Comunión, si, no rebosamos amor a todos?....
Padrenuestro
Sangre de Jesús, que gritas: ¡Perdón, oh Padre, perdón!" Di, ¿que quieres de nosotros?... ¡Que sea perdonador!
Oración: Señor Jesucristo, que nos mandas a perdonar generosamente hasta el peor de nuestros enemigos. Infúndeme tu mismo amor a fin de que, amando sin distinción a todos, merezca tu perdón y tu gracia. Amen.
Día séptimo
Leo en la Palabra de Dios. -Vi el cielo abierto. Y el que se llama desde siempre El Verbo de Dios, estaba cubierto con un manto lleno de sangre; (Apocalipsis 19: 12-13).
Jesucristo, el Hijo de Dios, aparece en el Cielo como un militar triunfador. Se empapo de sangre, en la suya, y ahora ostenta las propia, luchando contra el enemigo condecoraciones ganadas en una guerra a vida o muerte. Ha vencido en toda la línea. "El príncipe de este mundo ha sido echado fuera". Y llega el día en que "todos sus enemigos estarán colocados como escabel de sus pies"... ¿Me doy cuenta a que me llama el Señor? El Cielo no es para cobardes, sino para los esforzados que, como Jesús, saben enfrentarse cada día, hasta la sangre, en la lucha contra el mal.
Padrenuestro
Por tu Espíritu, Señor, danos valor en la lucha, danos la victoria; victoria sobre la muerte danos la Gloria futura.
Oración. Señor Jesucristo, que nos dijiste que el Reino de los Cielos lo arrebatan únicamente los valientes. Dame el esfuerzo que necesito para ir contigo hasta el Calvario a fin de subir desde el al Cielo. Amen.
Día Octavo
Leo en la Palabra de Dios. "Estos son los que han lavado y blanqueado sus vestiduras en la Sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios" (Apocalipsis 7:14).
Hemos de contar con el pecado como una triste realidad de nuestra vida. Heredamos de nuestros padres Adán y Eva una naturaleza dañada, y nuestra malicia a veces, y nuestra debilidad siempre, nos llevan a ofender a Dios de muchas maneras. ¿Quien pondrá remedio a esta dolorosa condición nuestra?.
¡Gracias sean dadas a nuestro Señor Jesucristo, que con su Sangre nos ha librado de tan lastimosa condición! Dios nos pide solamente arrepentimiento, conversión, reconciliación
n con El mediante los Sacramentos. Y, eso si, lucha valiente para no hacer nunca las paces con el pecado.
Padrenuestro
¡Que divino tesoro, Jesús, me has dado en tu Sangre! ¡Límpiame de toda mancha, para ser como te agrada!...
Oración. Señor Jesucristo, amador de los pecadores, que somos todos. Derrama sobre mi la abundancia de los méritos de tu Sangre, para que, con limpieza de corazón, vea siempre a Dios en todas las cosas. Amen.
Día noveno
Leo en la Palabra de Dios. -Tenemos un Pontífice excelso, Jesús, que ha penetrado los cielos - con su propia sangre - y esta siempre vivo para interceder por los que por el se llegan a Dios" (Hebreos 4:14, 19:12, 7:25).
Una ultima mirada a la Sangre de Cristo. ¿Que nos ha merecido Jesús con ella? Nada menos que la Gloria de Dios, la misma con la que Dios es infinitamente dichoso, la que tiene el mismo Jesucristo glorificado a la derecha del Padre. Y ante este su Padre esta repitiendo continuamente: "Quiero que donde yo estoy estén también los míos que Tu me diste". Ya que para esto se adelanto: "Voy a prepararos un lugar" Nuestro destino es el Cielo, que no es propio de almas débiles, sino de los espíritus mas grandes, que no se contentan sino con Dios.
Padrenuestro
Como Esteban, entreabierto veo el Cielo, Señor. ¿Cuando podre estar contigo? ¡Hoy lléname de tu Presencia!
Oración. Señor Jesucristo, autor, guía y consumador de la fe, que vas al frente de los que caminan hacia la Patria. Hazme seguir fielmente tus pisadas para conseguir ese Cielo que me tienes prometido y preparado. Amen.
"EN SU GRAN AMOR DIOS ME HA LIBERADO POR LA SANGRE QUE SU HIJO DERRAMO, Y HA PERDONADO MIS PECADOS". (Efesios 1:7)
ORACION
Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del Costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡OH buen Jesús, óyeme! Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de ti. Del mi enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amen.
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