Sexualidad y amor
Por: ALMAS, A.C.
“La problemática sexual se ha puesto como centro y eje de la experiencia cristiana (Domínguez, C. 1992).” “En la historia de la Iglesia hubo una verdadera inflación del pecado en el campo sexual, mientras que otras realidades, como el dinero y el poder, eran consideradas más inocentes y menos peligrosas (Gastaldi, I., S.D.B. & Perelló, J., S.D.B., 1989)”.
Decir que la sexualidad es un lenguaje de amor cuando todavía no se ha conseguido vivir como personas, equivale al absurdo de “enseñar a leer a quien todavía no conoce el abecedario” (Gastaldi, I., S.D.B. & Perelló, J., S.D.B., 1989).
Si el sexo no expresa el amor se convierte en una mentira trágica. La sexualidad puede ser un lenguaje de entrega y generosidad, pero también puede convertirse en medio de placer egoísta, de dominio y de violencia (Gastaldi, I., S.D.B. & Perelló, J., S.D.B., 1989).
Si el amor falta, la sexualidad se convertirá en un terreno predispuesto para todo tipo de utilización, manipulación, chantaje y opresión de los demás (Domínguez, C. 1992).
Si el amor falta, la abstinencia o el comportamiento sexual se presta a todo tipo de “impureza”, por mucho que se encuentre bendecido o respaldado por unas normas concretas (Domínguez, C. 1992).
La perversión sexual más condenada por Jesús fue la del narcisismo farisaico de quienes materialmente enamorados de sí mismos, canalizan su energía libidinal en la autocontemplación de su vida religiosa (Domínguez, C. 1992).
No se debe confundir sexo con amor. El sexo no origina amor, es mediador, expresión de amor, requiere de amor, pero en si no es amor. Preguntarnos por el sentido de la sexualidad es preguntarnos que vamos a hacer con el amor. El amor es incondicional e implica un compromiso. La libertad nunca es una falta de compromiso (Gastaldi, I., S.D.B. & Perelló, J., S.D.B., 1989).
tomado de diario Pregón
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