jueves, 29 de abril de 2010

SE OLVIDO DE CRISTO


DAD DEL VATICANO, 29 ABR 2010 (VIS).-El nuevo embajador de la República Democrática del Congo, Jean-Pierre Hamuli Mupenda, presentó hoy sus cartas credenciales a Benedicto XVI, reafirmando el deseo de fortificar las relaciones de su país con la Santa Sede. En el discurso que le dirigió, el Papa se congratuló por este hecho, que coincide con el 50 aniversario de la independencia de esa nación y manifestó el deseo de que esa conmemoración represente "un nuevo punto de partida".



"Su país ha atravesado durante estos años momentos particularmente difíciles y trágicos", constató el Santo Padre. "La violencia, ciega y despiadada, se ha abatido sobre gran parte de la población, (...) sobre todo las mujeres, los jóvenes y los niños, cuya dignidad ha sida burlada a ultranza por la violación de sus derechos. (...) También la Iglesia Católica, que se ha visto herida en muchos de sus miembros y estructuras, desea favorecer la curación interior y la fraternidad".



"El compromiso de Goma en 2008 y la aplicación de los acuerdos internacionales, especialmente el "Pacto sobre la seguridad, la estabilidad y el desarrollo en la Región de los Grandes Lagos", son necesarios -observó el pontífice-, pero es todavía más urgente sentar las bases para su aplicación. Es necesario reconstruir poco a poco el tejido social, gravemente deshilachado, ayudando a la primera sociedad natural, que es la familia, y consolidando las relaciones interpersonales entre los congoleños, fundadas en una educación integral, fuente de paz y de justicia".



"Invito a los poderes públicos a hacer todo cuanto esté en sus manos para acabar con la situación de guerra que, desgraciadamente, persiste todavía en algunas regiones del país y a dedicarse a la reconstrucción social de la nación, respetando los derechos humanos fundamentales. La paz no es solamente la ausencia de conflictos, es también un don y una tarea que obliga a los ciudadanos y al Estado".



El Papa lanzó un llamamiento a la comunidad internacional, "implicada en diversos grados en los sucesivos conflictos que ha atravesado el Congo, para que se movilice y contribuya eficazmente a reinstaurar la paz y la legalidad".



"Después de tantos sufrimientos, su país necesita emprender decididamente el camino de la reconciliación nacional. Vuestros obispos han declarado este año de aniversario para la nación, un año de gracia, de renovación y alegría, un año de reconciliación para construir un Congo solidario, próspero y unido".



El Santo Padre subrayó que "uno de los mejores modos para alcanzar ese objetivo es promover la educación de las jóvenes generaciones. (...) Los congoleños quieren que sus hijos tengan una buena educación, pero su financiación directa recae en las familias y es un coste pesado y a veces imposible de soportar". Después de manifestar su confianza en que se llegue a una solución en esta materia, el Papa recalcó que "si el Estado ayuda a los padres, garantizando el pago regular a los educadores, llevará a cabo una inversión provechosa para todos".



"Es esencial que los niños y jóvenes sean educados con paciencia y tenacidad, sobre todo los que han sido privados de instrucción y enseñados a matar. Hace falta inculcarles no solamente un saber que les será útil en su vida adulta y profesional, sino darles también sólidas bases morales y espirituales que les ayudarán a rechazar la tentación de la violencia y el resentimiento para elegir, en cambio, la justicia y la verdad. A través de sus estructuras educativas y según sus posibilidades, la Iglesia puede contribuir a completar las del Estado".



"Las cuantiosas riquezas naturales que Dios ha dado a vuestra tierra y que se han convertido, desgraciadamente, en fuente de codicia y de provecho desproporcionado para tantos, dentro y fuera de vuestro país, permitirían ampliamente gracias a un justo reparto de las ganancias, ayudar a la población a salir de la pobreza y a proveer a su seguridad alimentaria y sanitaria. (...) Ese deber de justicia promovido por el Estado consolidará la reconciliación y la paz nacional y permitirá a la población llevar una vida serena, base necesaria para la prosperidad".



Benedicto XVI concluyó su discurso invitando a los católicos congoleños a ser "testigos generosos del amor de Dios y a contribuir a la construcción de una nación unida y fraternal donde cada uno se sienta plenamente amado y respetado".

SE OLVIDÓ DE PEDIR LA CONVERSIÓN A CRISTO, SIN EL NADA , CON CRISTO LA VERDADERA PAZ

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