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29/11/2010 HISTORIAS / FRAY MANUEL MARTÍNEZ MACIEL.
El "cura" que defiende el turismo
Ayer cumplió 25 años de ordenación sacerdotal. Dirige la Celda Histórica de San Martín y estuvo en 75 países, antes de llegar a la provincia por segunda vez. Susana Roldán - Diario de Cuyo
"¿No me dejé por acá uno de estos?", preguntó fray Manuel Martínez Maciel cuando llegó a la entrevista con DIARIO DE CUYO en la Celda Histórica de San Martín llevando en la mano un alzacuello, accesorio que usan los sacerdotes para cerrar el cuello de sus camisas y que los identifica claramente ante los demás. "Me vine vestido de cura", dijo sonriendo. La aclaración es válida, porque es más común verlo transitando entre el Colegio Santo Domingo y la Celda que él dirige, vistiendo sencillas camisas de algodón que compró en alguno de los 75 países que visitó. "Tengo un ropero muy variado", bromeó acerca de sus camisacos, guayaberas y casacas procedentes de Trinidad y Tobago, México, Perú, Ecuador o incluso Roma, la ciudad donde fue encargado de la Pastoral del Turismo para El Vaticano. Sin duda, el turismo es su gran tema, porque se le nota hasta en cómo enfatiza el acento que trajo de su provincia natal, Tucumán, cuando defiende los lugares que forman parte del patrimonio turístico sanjuanino. Y lo dice en primera persona, acentuando el "somos" cuando habla de los sanjuaninos, porque se siente parte (y se le nota) de una comunidad que lo recibió por segunda vez en sus 25 años como sacerdote.
"Es una pena que no todos conozcamos las bellezas de Ischigualasto, Barreal o el valor de esta Celda Histórica, que representa el importantísimo papel que tuvo San Juan en la gesta libertadora de San Martín", afirmó el fraile dominico que alguna vez estudió Administración de Empresas y hasta soñó con ser marino. "Pero los dominicos siempre estuvieron presentes en mi vida familiar y un día me di cuenta que quería ser como ellos", resumió acerca de su vocación religiosa. Después, la vida sacerdotal lo llevaría por distintos rumbos donde aprendió sobre las diferentes culturas. "Siempre me gustó saber sobre los pueblos originarios. Creo que todos los pueblos de Latinoamérica tenemos elementos comunes, como la lengua y la misma cosmovisión", aseguró.
Entre sus dos estadías en San Juan pasaron 15 años. "San Juan cambió mucho -dijo- porque hace un tiempo, yo me asustaba cuando aquí la gente me decía: ¡Qué van a pensar los vecinos! Hoy San Juan se ha ido abriendo y eso cada vez pesa menos. La industria y la economía han crecido y el mismo turismo nos ha enriquecido con visiones diferentes. Y entre las cosas negativas, creo que la baja autoestima de conocer muy poco lo nuestro y no valorarlo nos juega en contra".
"Yo quiero enseñar lo que dice la Iglesia con serenidad y sin agredir a los demás",dijo, refiriéndose al tema del putimonio gay. Pero la sonrisa que lo acompañó toda la charla se borró cuando el tema fue la despenalización del aborto: "Con la vida no se negocia. Nuestro primer patrimonio es la vida, en todo sentido y en su totalidad. Está en nuestras manos defenderla", dijo en forma categórica.
Admirador de monseñor Romero y del padre Angelelli, fray Manuel aseguró que hace 25 años, cuando fue ordenado, soñaba con ser un cura mucho más clásico. "Yo quiero ser como Jesús, uno más en medio de su pueblo y desde allí servir. Tenía un modelo que cambió. Algunos santos me fueron perfilando desde otras perspectivas, con modelos concretos. En las crisis, me ayudaron mis amigos, porque los sacerdotes vivimos un misterio muy fuerte de soledad. Gracias a Dios, tengo buenos amigos con quienes puedo reír y también llorar", finalizó.
"Es una pena que no todos conozcamos las bellezas de Ischigualasto, Barreal o el valor de esta Celda Histórica, que representa el importantísimo papel que tuvo San Juan en la gesta libertadora de San Martín", afirmó el fraile dominico que alguna vez estudió Administración de Empresas y hasta soñó con ser marino. "Pero los dominicos siempre estuvieron presentes en mi vida familiar y un día me di cuenta que quería ser como ellos", resumió acerca de su vocación religiosa. Después, la vida sacerdotal lo llevaría por distintos rumbos donde aprendió sobre las diferentes culturas. "Siempre me gustó saber sobre los pueblos originarios. Creo que todos los pueblos de Latinoamérica tenemos elementos comunes, como la lengua y la misma cosmovisión", aseguró.
Entre sus dos estadías en San Juan pasaron 15 años. "San Juan cambió mucho -dijo- porque hace un tiempo, yo me asustaba cuando aquí la gente me decía: ¡Qué van a pensar los vecinos! Hoy San Juan se ha ido abriendo y eso cada vez pesa menos. La industria y la economía han crecido y el mismo turismo nos ha enriquecido con visiones diferentes. Y entre las cosas negativas, creo que la baja autoestima de conocer muy poco lo nuestro y no valorarlo nos juega en contra".
"Yo quiero enseñar lo que dice la Iglesia con serenidad y sin agredir a los demás",dijo, refiriéndose al tema del putimonio gay. Pero la sonrisa que lo acompañó toda la charla se borró cuando el tema fue la despenalización del aborto: "Con la vida no se negocia. Nuestro primer patrimonio es la vida, en todo sentido y en su totalidad. Está en nuestras manos defenderla", dijo en forma categórica.
Admirador de monseñor Romero y del padre Angelelli, fray Manuel aseguró que hace 25 años, cuando fue ordenado, soñaba con ser un cura mucho más clásico. "Yo quiero ser como Jesús, uno más en medio de su pueblo y desde allí servir. Tenía un modelo que cambió. Algunos santos me fueron perfilando desde otras perspectivas, con modelos concretos. En las crisis, me ayudaron mis amigos, porque los sacerdotes vivimos un misterio muy fuerte de soledad. Gracias a Dios, tengo buenos amigos con quienes puedo reír y también llorar", finalizó.
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