Cristo no vuelve más
(Padre Leonardo Castellani)
La enfermedad mental específica del mundo moderno es pensar que Cristo no vuelve más; o al menos, no pensar que vuelve.
En consecuencia, el mundo moderno no entiende lo que pasa. Dice que el cristianismo ha fracasado. Inventa sistemas, a la vez fantásticos y atroces, para salvar a la humanidad. Está a punto de dar a luz una nueva religión. Quiere construir otra torre de Babel que llegue al cielo. Quiere reconquistar el Jardín del Edén con solas fuerzas humanas.
[Nota 1: Quien dudare de esto (de que se está formando ante nuestros ojos un nueva y vasta religión), puede leer la obras de los ingleses Aldous Huxley o Bernard Shaw; o recorrer los numerosos opúsculos a mimeógrafo y sin imprimir del P. Theilhard de Chardin, miembro de la Académie des Sciences de la Compañía de Jesús, principalmente Comment Je Crois, Esquisse d’un Univers Personnel, L’Esprit de la Terre, Comment Je vois, Les Phases d’une Planéte Vivante, La Milieu Vivant, Inroduction à la Vie Chretienne y otros menores; mezcla detonante que constituye – ojalá nos equivoquemos en esto – un vasto y completo programa de neocatolicismo profundamente heterodoxo y modernista]
Está lleno de profetas que dicen: "Yo soy. Aquí estoy. Este es el programa para salvar al mundo. La Carta de la Paz, el Pacto del Progreso y la Liga de la Felicidad. ¡La UNA, la ONU, la ONAM, la UNESCO! ¡Mírenme a mí! ¡Yo soy!"
La herejía de hoy, descrita por Hilaire Belloc en su libro Las Grandes Herejías, pareciera explícitamente no negar ningún dogma cristiano, sino falsificarlos a todos.
Pero, mirándolo bien, niega explícitamente la Segunda Venida de Cristo; y con ella, niega su Reyecía, su Mesianidad y su Divinidad. Es decir, niega el proceso divino de la Historia. Y al negar la Divinidad de Cristo, niega a Dios. Es ateísmo radical revestido de las formas de la religiosidad.
Con retener todo el aparato externo y la fraseología cristiana, falsifica el cristianismo, transformándolo en una adoración del hombre; o sea, sentando al hombre en el templo de Dios, como si fuese Dios. Exalta al hombre como si sus fuerzas fuesen infinitas. Promete al hombre el reino de Dios y el paraíso en la tierra por sus propias fuerzas.
La adoración de la Ciencia, la esperanza en el Progreso y la desaforada Religión de la Democracia, no son sino idolatría del hombre; o sea, el fondo satánico de todas las herejías, ahora en estado puro.
De los despojos muertos del cristianismo protestante, galvanizados por un espíritu que no es de Cristo, una nueva religión se está formando ante nuestros ojos.
Esto se llamó sucesivamente filosofismo, naturalismo, laicismo, protestantismo liberal, catolicismo liberal, modernismo... Todas esas corrientes confluyen ahora y conspiran a fundirse en una nueva fe universal; que en Renán, Marx y Rousseau tiene ya sus precursores. [Nota 2: Las Tres Ranas del Apocalypsis, a saber: liberalismo, comunismo y modernismo].
Esta religión no tiene todavía nombre, y, cuando lo tenga, ese nombre no será el suyo. Todos los cristianos que no creen en la Segunda Venida de Cristo se plegarán a ella. Y ella les hará creer en la venida del Otro."
"Porque yo vine en el nombre de mi Padre y no me recibisteis; pero otro vendrá en su propio nombre y le recibiréis." (Jn 5, 43).
De ellos escribió el primer Papa:
“Sabed ante todo que en los últimos días vendrán hombres llenos de sarcasmo, guiados por sus propias pasiones, que dirán en son de burla: ‘¿Dónde queda la promesa de su Venida? Pues desde que murieron los Padres, todo sigue como al principio de la creación’. Porque ignoran intencionadamente que hace tiempo existieron unos cielos y también una tierra surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Dios, y que, por esto, el mundo de entonces pereció inundado por las aguas del diluvio, y que los cielos y la tierra presentes, por esa misma palabra, están reservados para el fuego y guardados hasta el día del Juicio y de la destrucción de los impíos. Mas una cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día es como mil años y, mil años, como un día. No se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa, como algunos lo suponen, sino que usa de paciencia con vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión” (2ª Pedro 3, 3-9)
Tomado del libro Cristo ¿vuelve o no vuelve?
Del Padre Leonardo Castellani (n. 1899- + 1981).
Sección Primera, Cap. 2: Cristo no vuelve más
Escritos de los años 1946- 1951
Reeditados por Editorial Vórtice, Buenos Aires 2004, pp. 15-17
(Padre Leonardo Castellani)
La enfermedad mental específica del mundo moderno es pensar que Cristo no vuelve más; o al menos, no pensar que vuelve.
En consecuencia, el mundo moderno no entiende lo que pasa. Dice que el cristianismo ha fracasado. Inventa sistemas, a la vez fantásticos y atroces, para salvar a la humanidad. Está a punto de dar a luz una nueva religión. Quiere construir otra torre de Babel que llegue al cielo. Quiere reconquistar el Jardín del Edén con solas fuerzas humanas.
[Nota 1: Quien dudare de esto (de que se está formando ante nuestros ojos un nueva y vasta religión), puede leer la obras de los ingleses Aldous Huxley o Bernard Shaw; o recorrer los numerosos opúsculos a mimeógrafo y sin imprimir del P. Theilhard de Chardin, miembro de la Académie des Sciences de la Compañía de Jesús, principalmente Comment Je Crois, Esquisse d’un Univers Personnel, L’Esprit de la Terre, Comment Je vois, Les Phases d’une Planéte Vivante, La Milieu Vivant, Inroduction à la Vie Chretienne y otros menores; mezcla detonante que constituye – ojalá nos equivoquemos en esto – un vasto y completo programa de neocatolicismo profundamente heterodoxo y modernista]
Está lleno de profetas que dicen: "Yo soy. Aquí estoy. Este es el programa para salvar al mundo. La Carta de la Paz, el Pacto del Progreso y la Liga de la Felicidad. ¡La UNA, la ONU, la ONAM, la UNESCO! ¡Mírenme a mí! ¡Yo soy!"
La herejía de hoy, descrita por Hilaire Belloc en su libro Las Grandes Herejías, pareciera explícitamente no negar ningún dogma cristiano, sino falsificarlos a todos.
Pero, mirándolo bien, niega explícitamente la Segunda Venida de Cristo; y con ella, niega su Reyecía, su Mesianidad y su Divinidad. Es decir, niega el proceso divino de la Historia. Y al negar la Divinidad de Cristo, niega a Dios. Es ateísmo radical revestido de las formas de la religiosidad.
Con retener todo el aparato externo y la fraseología cristiana, falsifica el cristianismo, transformándolo en una adoración del hombre; o sea, sentando al hombre en el templo de Dios, como si fuese Dios. Exalta al hombre como si sus fuerzas fuesen infinitas. Promete al hombre el reino de Dios y el paraíso en la tierra por sus propias fuerzas.
La adoración de la Ciencia, la esperanza en el Progreso y la desaforada Religión de la Democracia, no son sino idolatría del hombre; o sea, el fondo satánico de todas las herejías, ahora en estado puro.
De los despojos muertos del cristianismo protestante, galvanizados por un espíritu que no es de Cristo, una nueva religión se está formando ante nuestros ojos.
Esto se llamó sucesivamente filosofismo, naturalismo, laicismo, protestantismo liberal, catolicismo liberal, modernismo... Todas esas corrientes confluyen ahora y conspiran a fundirse en una nueva fe universal; que en Renán, Marx y Rousseau tiene ya sus precursores. [Nota 2: Las Tres Ranas del Apocalypsis, a saber: liberalismo, comunismo y modernismo].
Esta religión no tiene todavía nombre, y, cuando lo tenga, ese nombre no será el suyo. Todos los cristianos que no creen en la Segunda Venida de Cristo se plegarán a ella. Y ella les hará creer en la venida del Otro."
"Porque yo vine en el nombre de mi Padre y no me recibisteis; pero otro vendrá en su propio nombre y le recibiréis." (Jn 5, 43).
De ellos escribió el primer Papa:
“Sabed ante todo que en los últimos días vendrán hombres llenos de sarcasmo, guiados por sus propias pasiones, que dirán en son de burla: ‘¿Dónde queda la promesa de su Venida? Pues desde que murieron los Padres, todo sigue como al principio de la creación’. Porque ignoran intencionadamente que hace tiempo existieron unos cielos y también una tierra surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Dios, y que, por esto, el mundo de entonces pereció inundado por las aguas del diluvio, y que los cielos y la tierra presentes, por esa misma palabra, están reservados para el fuego y guardados hasta el día del Juicio y de la destrucción de los impíos. Mas una cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día es como mil años y, mil años, como un día. No se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa, como algunos lo suponen, sino que usa de paciencia con vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión” (2ª Pedro 3, 3-9)
Tomado del libro Cristo ¿vuelve o no vuelve?
Del Padre Leonardo Castellani (n. 1899- + 1981).
Sección Primera, Cap. 2: Cristo no vuelve más
Escritos de los años 1946- 1951
Reeditados por Editorial Vórtice, Buenos Aires 2004, pp. 15-17
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