La de ayer por la mañana iba a ser casi con total seguridad la última misa en Fuenlabrada del sacerdote Andrés García Torres. El obispo de Getafe le había comunicado que le cesaba como cura de la parroquia de San Fernando de Fátima y que debía entregar las llaves, algo que iba a hacer esa misma tarde.
El sacerdote asegura que el motivo de su relevo es que la Iglesia le acusa de homosexual y de haber mantenido una relación con su seminarista.
Pero él niega ser gay y se queja de haber sufrido un trato "humillante y degradante": el prelado le obligó a someterse a un análisis psiquiátrico y el médico a hacerse la prueba del VIH.
El aliento de los feligreses, que están recogiendo firmas en su apoyo, ha provocado que reconsidere su postura: a pesar de su relevo, hoy prevé abrir la parroquia y dar misa.
El obispado rechaza las acusaciones de Andrés, sostiene que le ha destituido por "motivos pastorales" y que el trato que ha recibido ha seguido "las disposiciones del derecho canónico". En un escueto correo electrónico enviado a este diario, se limita a afirmar que la versión del cura "no se corresponde con la realidad".
El pasado 11 de noviembre el párroco recibió una carta del obispo de Getafe, Joaquín María López de Andújar, en la que le comunicaba su cese temporal por "actos de tipo gravemente irregular", y le imponía, "con el fin de evitar escándalos", un "peritaje psiquiátrico", así como la prohibición de residir en Fuenlabrada.
El sacerdote afirma que el prelado le dijo después, en una reunión, que esos actos irregulares aludían a una relación homosexual con un seminarista. Ambos niegan haber mantenido una relación sentimental más allá de la amistad. "Es como un padre adoptivo para mí", afirma Yannick Delgado, el seminarista, de 28 años y origen cubano.
Por ese motivo, según la versión del cura, el prelado designó a un psiquiatra para que le analizara. "Me interrogó de forma denigrante, me preguntó si mis padres me habían violado de niño o si les había visto tener relaciones sexuales entre ellos".
El médico le prescribió, entre otras pruebas, la de detección del VIH. La terapia que deberá seguir, "conforme a los postulados de la antropología cristiana" -como dice la orden del obispo-, aún no la conoce. Tampoco ha visto el informe del psiquiatra.
Las "acusaciones" de homosexualidad le fueron expuestas, asegura, en una reunión a la que le citó López de Andújar el pasado 24 de enero.
La supuesta prueba que, según la Iglesia, demostraba su relación con el seminarista era una fotografía que se habían tomado en un viaje a Fátima en la que aparecían agarrados por el hombro y con el torso desnudo. Hacía mucho calor y estábamos sin camiseta, ¿qué es este puritanismo? ¡Estamos en el siglo XXI!", protesta Andrés.
Se trataba, además, de una imagen que solo tenían ellos y que desconocen cómo llegó a manos del obispado. "Estaba en mi ordenador, ni siquiera la subí a Facebook", dice Yannick.
"Estoy destrozado y muy decepcionado", explicaba ayer cabizbajo Andrés, mientras metía parte de sus cosas en una caja de cartón en su despacho de la modesta parroquia. Fuera, decenas de feligreses, entre el estupor y la indignación, estampaban su firma en protesta por su relevo, que habían conocido el día anterior.
"¿Crees que la gente estaría aquí si yo fuera un sinvergüenza?", se quejaba poco antes de dar misa. El Obispado le ha prohibido residir en la localidad, y él de momento va a poner agua de por medio: "Me marcho a un monasterio de Estados Unidos con mis padres los dos meses de vacaciones de verano".
"Lo he pensado, no voy a entregar las llaves
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