domingo, 6 de junio de 2010

EL PRIMER GRADO DE LA SOBERBIA ES LA CURIOSIDAD


PRIMER GRADO DE SOBERBIA : LA CURIOSIDAD

Capítulo 28

§ 1 Primus itaque superbiae gradus est curiositas. Hanc autem talibus indiciis deprehendes: si videris monachum, de quo prius bene confidebas, ubicumque stat, ambulat, sedet, oculis incipientem vagari, caput erectum, aures portare suspensas, e motibus exterioris hominis interiorem inmutatum agnoscas. Vir quippe perversus nuit oculo, terit pede, digito loquitur, et ex insolenti corporis motu, recens animae morbus deprehenditur, quam, dum a sui circumspectione torpescit incuria sui, curiosam in alios facit. Quia enim seipsam ignorat, foras mittitur, ut haedos pascat. Haedos quippe, qui peccatum significant, recte oculos auresque appellaverim, quoniam sicut mors per peccatum in orbem, sic per has fenestras intrat ad mente.

El primer grado de soberbia es la curiosidad. Puedes detectarla a través de una serie de indicios. Si ves a un monje que gozaba ante ti de excelente reputación, pero que ahora, en cualquier lugar donde se encuentra, en pie, andando o sentado, no hace más que mirar a todas partes con la cabeza siempre alzada, aplicando los oídos a cualquier rumor, puedes colegir, por estos gestos del hombre exterior, que interiormente este hombre ha sufrido un cambio. El hombre perverso y malvado guiña el ojo, mueve los pies y señala con el dedo. Por este inhabitual movimiento del cuerpo puedes descubrir la incipiente enfermedad del alma. Y el alma que, por su dejadez, se va entorpeciendo para cuidar de sí misma, se vuelve curiosa en los asuntos de los demás. Se desconoce a sí misma. Por eso es arrojada fuera para que apaciente a los cabritos. Con acierto llámanse cabritos, símbolos del pecado, a los ojos y a los oídos; porque, lo mismo que la muerte entró en el mundo por el pecado, así penetra por estas ventanas en el alma.

§ 2 In his ergo pascendis se occupat curiosus, dum scire non curat qualem se reliquerit intus. Et vere si te vigilanter, homo, attendas, mirum est si ad aliud umquam intendas. Audi, curiose, Salomonem; audi, stulte, Sapiente,: Omni custodia, inquit, custodi cor tuum, ut omnes videlicet sensus tui vigilent ad id, unde vita procedit, custodiendum. Quo enim a te, o curiose, recedis? Cui te interim committis? Ut quid audes oculos levare ad caelum, qui peccasti in caelum? Terram intuere, ut cognoscas te ipsum. Ipsa te tibi repraesentabit, quia terra es et in terram ibis.

El curioso se entretiene en apacentar a estos cabritos, mientras que no se preocupa de conocer su estado interior. Si cuidas con suma atención de ti mismo, difícil será que pienses en cualquier otra cosa. ¡Curioso!, escucha a Salomón. Escucha, necio, al sabio: Por encima de todo guarda tu corazón; y todos tus sentidos vigilarán para guardar aquello de donde brota la vida. ¡Curioso!, ¿adónde vas cuando te alejas de ti?; ¿a quién te confías durante ese tiempo?; ¿cómo te atreves a levantar los ojos al cielo, tú que pecaste contra el cielo? Clava tus ojos en tierra para que te conozcas. La tierra te dará tu propia imagen; porque eres tierra y a la tierra has de volver.

Capítulo 29

§ 1 Duabus tamen causis inculpabiliter oculos levas, ut vel petas auxilium, vel impendas. Levavit oculos suos David in montes, ut peteret; levavit et Dominus super turbas, ut impenderet: alter miserabiliter, alter misericorditer, ambo inculpabiliter. Tu quoque si locum, tempus et causam considerans, tua vel fratris necessitate oculos levas, non solum non culpo, sed et plurimum laudo. Hoc enim excusat miseria, illud commendat misericordia. Sin alias, non Prophetae, non Domini, sed Dinae aut Evae, immo ipsius Satanae imitatorem te dixerim.

Sin embargo, por dos motivos se te permite levantar los ojos sin cometer la menor falta: para pedir auxilio y para ofrecerlo. David levantó los ojos a los montes para pedir auxilio. El Señor los levantó sobre las turbas para compadecerte. El uno lo hizo por su miseria; el otro, por su misericordia. En ninguno de los dos se halló rastro de falta. Si tú, considerando el lugar, el tiempo y la causa, levantas los ojos por tu propia necesidad o por la de tu hermano, no sólo no te considero culpable, sino que te alabo sobremanera; pues la miseria excusa o primero, y la misericordia recomienda lo segundo. Si, en cambio, lo haces por otro motivo, pensaré de ti que eres imitador, no del profeta ni del Señor, sino de Dina o de Eva, e incluso del mismo Satanás.

§ 2 Dina namque, dum ad pascendos haedos egreditur, ipsa patri, et sua sibi virginitas rapitur, O Dina, quid necesse est ut videas mulieres alienigenas? Qua necessitate? Qua utilitate? An sola curiositate? Etsi ut otioso videris. Tu curiose spectas, sed curiosius spectaris. Quis crederet tunc illam tuam curiosam otiositatem, vel otiosam curiositate, fore post sic non otiosa, sed tibi, tuis, hostibusque tam perniciosam?

Dina salió a apacentar los cabritos, fue raptada a su padre y perdió su virginidad. Dina, ¿por qué tuviste que ir a curiosear mujeres extranjeras?; ¿qué necesidad, qué utilidad se te imponía?; ¿fue por pura curiosidad? Tú miras con ingenuidad; otros te miran con malicia. Tú contemplas con curiosidad, pero otros te contemplan con otra curiosidad superior. ¿Quién iba a pensar entonces que aquella tu curiosa inocencia, o tu inocente curiosidad, iba a ser no sólo ociosa, sino muy perniciosa para ti, para los tuyos y para los enemigos?

Capítulo 30

§ 1 Tu quoque, o Eva, in paradiso posita es, ut cum viro tuo opereris et custodias illum, si iniunctum perfeceris, quandoque transitura ad melius, ubi nec opus sit te in aliquo opere occupari, nec de custodia sollicitari. Omne lignum paradisi ad vescendum tibi conceditur, praeter illud quod dicitur scientiae boni et mali. Si enim cetera bona sunt et sapiunt bonum, quid opus est edere de ligno, quod sapit etiam malum? Non plus sapere, quam oportet sapere. Sapere enim malum, sapere non est, sed desipere. Serva ergo commissum, exspecta promissum; cave prihibitum, ne perdas concessum.

Eva, tú vas a vivir en el paraíso, para cultivarlo y guardarlo en compañía de tu marido. Si cumples lo ordenado, pasarás a otro lugar mejor, donde ya no tendrás que ocuparte de trabajo al uno ni de preocuparte por cuidarlo. Se te permite comer de todos los árboles del paraíso, excepto del llamado de la ciencia del bien y del mal. Si los frutos de los demás árboles son buenos y saben bien, ¿qué te mueve a comer del árbol que sabe mal? No se debe saber más de lo que conviene. Probar el mal no es saborearlo, sino haber perdido el gusto. Guarda bien lo que se te ha confiado; espera o prometido. Evita lo prohibido, no sea que pierdas lo que ya posees.

§ 2 Quid tuam mortem tam intente intueris? Quid illo tam crebro vagantia lumina iacis? Quid spectare libet, quod manducare non licet? "Oculos", inquis, "tendo, non manum. Non est interdictum ne videam, sed ne comedam. An non licet oculos quo volo levare, quos deus in mea posuit potestate"?Ad quod Apostolus: Omnia mihi licent, sed non omnia expediunt. Etsi culpa non est, culpae tamen indicium est. Nisi enim mens minus se curiose servaret, tua curiositas tempus vacuum non haberet. Etsi culpa non est, culpae tamen occasio est, et indicium commissae, et causa est committendae.

¿Por qué te obsesionas con tu propia muerte? ¿Por qué diriges con tanta frecuencia tus ojos inquietos hacia ese árbol? ¿Por qué te agrada mirar lo que no se puede comer? Tú me respondes: sólo me acerco con los ojos, no con las manos. No se me ha prohibido mirar, sino comer. ¿Es que no puedo levantar hacia donde quiera estos dos ojos que Dios ha dejado a mi libertad? El Apóstol responde: Todo me está permitido, pero no todo me aprovecha. No es pecado; pero es síntoma de pecado. Si tu alma se mantiene alerta, la curiosidad no encontrará momentos ociosos. Esto tampoco es pecado, pero te hace propenso a faltar. Es indicio del pecado que se ha cometido y causa del que se va a cometer.

§ 3 Te enim intenta ad aliud, latenter interim in cor tuum serpens illabitur, blande alloquitur. Blanditiis rationem, mendaciis timorem compescit: "Nequaquam", inquiens, "morieris". Auget curam, dum incitat gulam; acuit curiositate, dum suggerit cupiditatem. Offert tandem prohibitum, et aufert concessum: porrigit pomum, et surripit paradisum. Hauris virus peritura, et perituros paritura. Perit salus, non destitit partus. Nascimur, morimur: ideoque nascimur morituri, quia prius morimur nascituri. Propterea grave iugum super omnes filios tuos usque in hodiernum diem.

Cuando miras con ansiedad hacia el árbol prohibido, la serpiente se introduce a hurtadillas en tu corazón y te habla con lisonjas; ahoga tu corazón con halagos y disipa con mentiras tu temor sugiriéndote este retintín: ¿Morir?, ¡en absoluto! Te excita la gula para que hiervas en ansiedad; agudiza la curiosidad con la sugestión el deseo. Te ofrece lo prohibido y te arrebata lo que ya tienes. Te da una manzana y te roba el paraíso. Por tragarte el veneno, morirás y darás a luz a los que han de morir. Se perdió la salvación, pero los hombre siguen naciendo. Nacemos y morimos. Nacemos para morir, porque morimos antes de nacer Este es el yugo pesado que oprime a tus hijos hasta el día de hoy.


San Bernardo


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