Patricio Downes, 27 de agosto de 2010
Tiene 88 años y es muy conocido en Córdoba y el interior de la Argentina
Sacerdote argentino, José Amado Aguirre.
Hay algo divino en el pecado, materia prima de la misericordia divina.
El religioso continúa celebrando misas en Córdoba, a los 88 años. Durante su tarea pastoral fue nombrado juez en los Tribunales eclesiásticos de Córdoba. Hasta allí, su carrera ministerial iba en ascenso, pero al momento de dar a conocer su posición sobre el divorcio vincular en lo civil, fue "removido" del oficio de juez, y "suspendido" ad divinis en 1986 de su misión sacerdotal. Un recurso ante la Santa Sede le permitió luego retomar su gestión sacerdotal.
Durante el período en el que no pudo oficiar como sacerdote, ingresó en la actividad política y fue concejal de Oliva y asesor jurídico en el Senado provincial.
Siempre polémico, publicó este viernes en el diario "La Voz del Interior", de la ciudad de Córdoba, con el título "Qui peccatum non fecit, quid scit? (Quien no pecó, ¿qué sabe?)"
El resto de la nota de Aguirre es el siguiente:
"Esta sentencia o este "latinismo" bíblico o seudobíblico, ¿no es acaso una apología del pecado? Quod absonum est (lo cual es aberrante). ¿Se puede afirmar alegremente que el aserto ut supra es correcto? Me parece que sí. Veamos algunas reflexiones.
Según las interpretaciones del insondable mito del pecado original, los simbólicos Adán y Eva "desobedecieron a Dios (es decir, pecaron) comiendo del fruto del árbol del bien y del mal". Eran libres y sin pecado antes de tal desobediencia. A posteriori, siguieron libres pero "pecaron" de manera figurativa y real por ellos y por todos sus descendientes.
Es decir, conocieron el bien y el mal "gracias" a esa desobediencia. De allí, el mérito de practicar el bien y rechazar el mal. Secas non... (de lo contrario, no existiría el mérito...) Y la Iglesia se atrevió a decir y a cantar: O Félix culpa, quae meruit haberle talem et tantum Redemptorem. (!Oh, feliz culpa que nos mereció un tal y tan grande Redentor!)
El origen. ¿Es sentencia cierta que nuestra sabiduría se origina en el pecado? Y hay pecados para todos los gustos, todos los poderes y todas las culturas. Alguien dijo (a mí, al sacristán y al Papa): "el que esté sin pecado, que arroje la primera piedra". Y nos fuimos calladitos, todos, comenzando por los más ancianos. Mientras, el pícaro Jesús escribía mi nombre en la Tierra y, luego, borró para siempre todos esos verdaderos pecados con el borrador de su sangre.
Casi, casi, le podemos decir, medio en broma y muy afectuosamente a Jesús de Nazaret: si no fuera por mis pecados, tú, Señor, no serías Jesús de Nazaret el Redentor. Te agradezco, Señor, el haberme permitido pecar para poder así, y sólo así, traerte del cielo para hacerte un terráqueo hermano nuestro. Ahora, te puedo pedir perdón sin traumas; más aun, con la alegría de llenarte de amor humano con mi título de hijo pródigo, y que no se indigne el hijo mayor que nunca se atrevió a pecar. Hay algo divino en el pecado, materia prima de la misericordia divina.
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