Vivir y convivir en la pluralidad religiosa |
(Domingo, 26/09/2010)
Del 3 al 5 del próximo octubre, Barcelona acogerá la 25 edición del Encuentro Internacional de Oración por la Paz, en la que participaran líderes de las principales religiones del mundo. En escritos anteriores me he referido a sus orígenes y al compromiso de las religiones en favor de la paz en el mundo de hoy. En este comentario quisiera reflexionar acerca de la dimensión mediática de este acontecimiento sobre nuestra realidad.Los informes sociológicos sobre las creencias y las instituciones religiosas en la sociedad catalana afirman un crecimiento de la pluralidad, aspecto bien visible en nuestra sociedad actual. Nuestro reto es convivir y aportar elementos positivos a la sociedad.
El encuentro interreligioso del próximo octubre se inscribe claramente en la enseñanza del Concilio Vaticano II sobre las relaciones entre el cristianismo y las religiones del mundo. Es muy significativo que Juan Pablo II anunciara el famoso Encuentro de Asís el día 25 de enero de 1986, fiesta de la Conversión de san Pablo, y lo hiciera en la basílica romana de San Pablo Extramuros. En el mismo lugar en el que, el 25 de enero de 1959, Juan XXIII anunció la convocatoria del Concilio Vaticano II.
En efecto, el Concilio Vaticano II permitió una visión diferente de las relaciones ecuménicas e interreligiosas. Sobre las primeras publicó un decreto sobre ecumenismo y sobre las segundas preparó una declaración titulada Nostra Aetatae,en la que trata de manera positiva la relación entre cristianismo, judaísmo, islam y otras grandes religiones. “Con prudencia y caridad –pide a los cristianos esta declaración conciliar-, a través del diálogo y la colaboración con los fieles de otras religiones, siempre dando testimonio de fe y de vida cristiana, los cristianos reconozcan, conserven y hagan progresar los valores espirituales, morales y socioculturales que los mueven”.
Con los fenómenos de la globalización y de la inmigración los cristianos de otras confesiones y los creyentes de las grandes religiones están más presentes en nuestra sociedad. Por ello será bueno que los inmigrantes –pienso en concreto en los musulmanes- vean aquí a sus líderes religiosos invitados a intervenir libremente y a colaborar en un clima que deseamos que sea de respeto mutuo, de convivencia y de paz, en especial de paz religiosa, por la responsabilidad que tenemos en esto las instituciones y confesiones religiosas.
En lo referente a la diócesis de Barcelona, la celebración del Encuentro Interreligioso de oración por la paz me parece que puede representar un impulso para llevar a la práctica uno de los objetivos del actual Plan Pastoral Diocesano. Este Plan tiene tres objetivos. El tercero, titulado “Participar los inmigrantes en las comunidades cristianas”, se plantea la integración plena de los inmigrantes católicos en nuestras comunidades. Pero también se propone “atender a los colectivos que presentan más dificultades sociales para ayudarles en sus necesidades y procurar ofrecerles una correcta integración en la convivencia social”.
Como escribí en la carta pastoral de presentación del nuevo Plan Pastoral, “la presencia de los inmigrantes de otras religiones entre nosotros nos hace más evidente que un reto importante del cristianismo contemporáneo consiste en vivir en la pluralidad religiosa. Respetar las identidades nos indica una nueva experiencia de vida en el camino de la fraternidad, tanto intercristiana como interreligiosa. Pero a la vez que respetamos la identidad de los hermanos, necesitamos vivir intensamente la propia identidad. Sólo es posible el enriqueciendo mutuo si conocemos, valoramos y amamos la propia identidad”.
† Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona
la nueva Iglesia judeocatólica nacida en el concilio Vaticano II. Demuestra que la escatología judaica ha reemplazado a la católica, que la inmortalidad del alma ya no existe y el reino de Dios será en la tierra, como sostienen los judíos, quienes con ese eufemismo designan el gobierno universal mesiánico. Y precisamente el gobierno mundial suplantó en la Iglesia Postconciliar a la idea de Cristiandad. Así también la democracia -enemiga de la Fe, esclavizadora del pueblo y destructora de la Nación-, condenada en el pasado, es ahora un dogma. En tanto el corporativismo fue abandonado en beneficio del capitalismo y la usura, hoy reivindicada por estos supuestos servidores del pueblo. Paralelamente se aprobó con entusiasmo la alianza con el marxismo ateo, financiado por los banqueros y feroz tirano de los trabajadores. Asimismo, los judíos hasta ayer deicidas, que "no agradan a Dios y están contra todos los hombres" (1 Tes 2,15), especialmente contra los cristianos, se convierten en "nuestros hermanos mayores", etc.
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