sábado, 2 de octubre de 2010

EL TALMUD: LAS ENSEÑANZAS DE ODIO Y RACISMO DE LOS PÉRFIDOS JUDÍOS (I) , LA SANTA IGLESIA CATÓLICA Y LA IGLESIA DEL VATICANO II

LOS JUDÍOS SEGÚN LA DOCTRINA CRISTIANA por G. P. G. (Extraído de Agencia FARO, 10/Abril/2009, Viernes Santo)
Ya en el Nuevo Testamento, la doctrina cristiana sobre los judíos es muy clara. En cualquier caso, ningún católico puede creer nada que vaya contra el sentir unánime de los Santos Padres [1].
Entonces le respondieron algunos escribas y fariseos: Maestro, queremos ver una señal de Ti. Mas Él, respondiendo, les dijo: una raza malvada y fornicaria solicita una señal, y no le será dada una señal, sino la señal de Jonás el profeta Mt. 12, 38-39
"Entonces le respondieron algunos escribas y fariseos: 'Maestro, queremos ver una señal de Ti'. Mas Él, respondiendo, les dijo: 'una raza malvada y fornicaria solicita una señal, y no le será dada una señal, sino la señal de Jonás el profeta" Mt. 12, 38-39
Pues bien, todos los Padres de la Iglesia manifiestan unánimemente el mismo sentir respecto a los judíos. Veremos también que el Magisterio conciliar y pontificio reitera la misma enseñanza, como no podía ser de otra manera.

Harían falta muchos libros para recopilar todo lo que los Padres dicen contra el pueblo deicida. Veamos sólo unos pocos de los textos más importantes.
San Juan Crisóstomo, Padre y Doctor de la Iglesia, proclamado por San Pío X patrón de todos los predicadores católicos del mundo, es el más importante de los Padres Orientales; aparte de que a ningún judaizante actual le agradaría lo que San Juan dice en cada una de sus obras sin contradecirse, nos ha dejado nada menos que ocho extensas homilías contra los judíos. Veamos algunos fragmentos:

“Siempre que el judío os dice a vosotros: fueron los hombres los que nos hicieron la guerra, fueron los hombres los que conspiraron contra nosotros; contestadles: los hombres no os hubieran hecho la guerra si Dios no lo hubiera permitido.”
“Mi verdadera guerra es contra los judíos… los judíos han sido abandonados por Dios, y por el crimen de este Deicidio no hay expiación posible.” [2]
Habiendo estado en Jerusalén por Pascua, muchos creyeron en su nombre, contemplando los milagros que hacía; mas Jesús no se fiaba de ellos porque los conocía a todos  Jn. 2, 23-24
"Habiendo estado en Jerusalén por Pascua, muchos creyeron en su nombre, contemplando los milagros que hacía; mas Jesús no se fiaba de ellos porque los conocía a todos" Jn. 2, 23-24
“Pero ahora vosotros habéis eclipsado todas las maldades del pasado, pero de ningún modo dejasteis atrás el grado sumo del delito, mediante vuestra locura cometida contra Cristo. Por ello estáis ahora siendo castigados peor aún que en el pasado. Toda vez que, si ésa no es la causa de vuestra actual deshonra, ¿por qué motivo, aunsiendo vosotros unos asesinos de niños, Dios se contentó con vosotros en otro tiempo y en cambio vuelve ahora la espalda a quienes llegan a tales atrevimientos? Verdaderamente está claro que os atrevisteis a un delito mucho mayor y peor que el infanticidio y que cualquier delito asesinando a Cristo”. [3]
También entre los Padres Orientales nos encontramos con San Eusebio de Cesarea, a quien debemos gran parte de lo que conocemos sobre los cristianos delos primeros siglos. Martirizado el año 308, San Eusebio nos enseña cosas como la siguiente:

“Se pueden oír los gemidos y lamentaciones de cada uno de los profetas, gimiendo y lamentándose característicamente por las calamidades que caerán sobre el Pueblo Judío a causa de su impiedad a Aquél que han abandonado. Cómo su reino … debería ser totalmente destruido después de su pecado contra Cristo; cómo la Ley desu Padre debería ser abrogada, ellos mismos privados de su antiguoculto, despojados de la independencia de sus antepasados y convertidos en esclavos de sus enemigos en vez de ser hombres libres. Cómo su metrópolis real debería ser arrasada por el fuego. Su santo altare xperimentar las llamas y la extrema desolación, su ciudad no más tiempo habitada por sus antiguos poseedores, sino por razas de otro tronco, mientras ellos deberían ser dispersados entre los gentiles por el mundo entero sin tener nunca una esperanza de cesación alguna del mal o espacio para respirar de su congoja”.
El mismo sentir es el que manifiestan el resto de Padres Orientales. Entre los Padres Occidentales, cabe citar, para no extenderse, a San Ambrosio de Milán y a San Jerónimo.

A San Jerónimo debemos la Vulgata, texto canónico oficial de las Sagradas Escrituras [4].Entre otras muchas cosas sobre los judíos (todas, sin excepción, en la misma dirección) él nos enseñó:
“Esta maldición continúa hasta el día de hoy sobre los judíos, y la sangre del Señor no cesará de pesar sobre ellos”.
San Ambrosio, aparte de ser el maestro de San Agustín [5], ha sido siempre considerado el modelo a seguir para todos los obispos católicos. Como él nos explica, la Sinagoga es:
“una casa de impiedad, un receptáculo de maldades, que Dios mismo había condenado” [6].
Los judíos...tenéis como padre al Diablo, y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él es homicida desde el principio y no se mantuvo en la Verdad, porque la Verdad no estaba en él. Cuando habla la mentira, habla de lo suyo propio, porque es mentiroso y padre de la mentira Jn. 8. 44
"Los judíos...tenéis como padre al Diablo, y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él es homicida desde el principio y no se mantuvo en la Verdad, porque la Verdad no estaba en él. Cuando habla la mentira, habla de lo suyo propio, porque es mentiroso y padre de la mentira" Jn. 8. 44
La Santa Madre Iglesia continuará siempre enseñando a sus hijos las mismas enseñanzas de doctrina apostólica quehabían sido firmemente defendidas por los Santos Padres. Así nos adentramos en la esplendorosa Edad Media, con un doctor tan importante para los siglos venideros como San Bernardo de Claraval afirmando tajantemente: “Los judíos han sido dispersados por todo elmundo, para que mientras paguen la culpa de tan gran crimen, puedan ser testigos de nuestra Redención” [7].

Las mismas enseñanzas van encontrarse en los grandes santos de la Edad Media, el Renacimiento y los siglos posteriores hasta nuestros días. Entre los Doctores de la Iglesia,
Santo Tomás de Aquino, máximo expositor de la Doctrina de la Iglesia y que debe tomarse como guía segura para todo católico [8], no se desvía un ápice de la doctrina de los Padres de la Iglesia sobre los judíos, ni tampoco de las enseñanzas de los santos que le precedieron.
El Aquinate, consultado por la Duquesa de Brabante sobre si era conveniente que en sus dominios los judíos fueranobligados a llevar una señal distintiva para diferenciarse de los cristianos, contesta:

“Fácil es a esto la respuesta, y ella de acuerdo a lo establecido en el Concilio general [9],que los judíos de ambos sexos en todo territorio de cristianos en todo tiempo deben distinguirse en su vestido de los otros pueblos. Esto les es mandado a ellos en su ley, es a saber, que en los cuatro ángulos desus mantos haya orlas por las que se distingan de los demás”.
Pío XII, en la encíclica Humani generis (1950), enseña que las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino son la guía más segura para la doctrina católica y condena toda desviación de ella.
Pío XII, en la encíclica Humani generis (1950), enseña que las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino son la guía más segura para la doctrina católica y condena toda desviación de ella.
El Doctor Angélico también sostuvo doctrinalmente que:


“Los judíos no pueden lícitamente retener lo adquirido por usura,estando obligados a restituir a quienes hayan extorsionado … Los judíos por razón de sus culpas están en perpetua servidumbre, losseñores pueden por lo tanto, tomarles sus cosas, dejándoles lo indispensable para la vida” [10].Y además: “A los judíos no se les debería permitir quedarse con lo obtenido por medio de la usura; lo mejor sería que se les obligara a trabajar para ganarse la vida, en vez de no hacer otra cosa que hacerse más avaros” [11].

Y respecto a la postura que los judíos tomaron hacia Nuestro Señor:

Y respondiendo todo el pueblo dijo: Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos  Mt. 27, 25
"Y respondiendo todo el pueblo dijo: 'Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos' " Mt. 27, 25
“Pues veían en Él todas las señales que los profetas dijeron que iba a haber [...] pues veían con evidencia las señales de la Divinidad de Él, mas por odio y envidia hacia Cristo, las tergiversaban; y no quisieron confiar en las palabras de Éste, con las cuales se confesaba Hijo de Dios” [12].
Los concilios de la Iglesia, así como los papas,han ido siempre en la misma dirección del sentir unánime de los Padres y de los santos [13]. Aunque podamos extraer testimonios de todos los papas de la historia que como tales se han manifestado al efecto [14], baste con que citemos a tres: uno a caballo entre la Antigüedad Tardía y la Edad Media (San Gregorio Magno), otro del Renacimiento (San Pío V) y otro de época moderna (Benedicto XIV).

Benedicto XIV, dejando al margen otros documentos [15] en que trata la cuestión judía mostrándose firme en preservar lo que dice la tradición, en la encíclica A quo primum nos enseña:
“Los judíos se ocupan de asuntos comerciales,amasan enormes sumas de dinero de estas actividades, y proceden sistemáticamente a despojar a los cristianos de sus bienes y posesiones por medio de sus exacciones usurarias. Aunque al mismo tiempo ellos piden prestadas sumas de los cristianos a un nivel de interés inmoderadamente alto, para el pago de las cuales sus sinagogas sirven de garantía, no obstante sus razones para actuar así son fácilmente visibles. Primero de todo, obtienen dinero de los cristianos que usan en el comercio, haciendo así suficiente provecho para pagar el interés convenido, y al mismo tiempo incrementan su propio poder. En segundo lugar, ganan tantos protectores de sus sinagogas y de sus personas como acreedores tienen”.



A San Pío V le debemos, entre otras cosas, haber sido el artífice de la victoria de Lepanto y haber extendido el Santo Rosario, además de codificar el rito romano de la Santa Misa. Entre sus numerosos escritos tratando la cuestión judía [16], podemos citar la famosa bula Hebraeorum Gens[17], de la que extraemos lo siguiente:
“El pueblo judío … llegado el tiempo de la plenitud, ingrato y pérfido, condenó indignamente a su Redentor a ser muerto con muerte ignominiosa … omitiendo las numerosas modalidadesde usura con las que por todas partes, los hebreos consumieron los haberes de los cristianos necesitados, juzgamos como muy evidente serellos encubridores y aun cómplices de ladrones y asaltantes que tratan de traspasar a otro las cosas robadas y malversadas u ocultarlas hasta el presente, no sólo las de uso profano, mas también las del culto divino. Y muchos con el pretexto de tratar asuntos propios de su oficio, ambicionando las casas de mujeres honestas, las pierden con muy vergonzosos halagos; y lo que es más pernicioso de todo, dados a sortilegios y encantamientos mágicos, supersticiones y maleficios, inducen a muchos incautos y enfermos a los engaños de Satanás, jactándose de predecir el futuro, tesoros y cosas escondidas… Por último tenemos bien conocida e indagada la forma tan indigna en que esta execrable raza, usa el nombre de Cristo, y a qué grado sea dañosa a quienes habrán de ser juzgados con dicho nombre y cuya vida pues está amenazada con los engaños de ellos”.

y decretarnos que (estas doctrinas) quedarán perpetuamente en vigor, y bajo conminación de juicio divino ordenamos y mandamos que también en el futuro todo sea observado firmemente San Pío V, bula Roanus Pontifex, sobre los judíos
"y decretarnos que (estas doctrinas) quedarán PERPETUAMENTE en vigor, y bajo conminación de juicio divino ordenamos y mandamos que también en el futuro todo sea observado firmemente" San Pío V, bula 'Romanus Pontifex', sobre los judíos

Citemos, por último, a San Gregorio Magno[18], por haber conjugado en su persona el ser el último de los Padres latinos y Papa a la vez. Puesto que ahora hay quien cree que los judíos son hermanos en Abraham, no está de más traer a colación la siguiente enseñanza:


“Si nosotros, por nuestra fe, venimos a ser hijos de Abraham, los judíos, por su perfidia, han dejado de serlo” [19].
Lógicamente, también los concilios, tanto locales como universales, siempre que se han pronunciado sobre el problema judío, lo han hecho homogéneamente con las enseñanzas de los Padres, Doctores y Sumos Pontífices.
Y respondiendo Pedro y los Apóstoles, dijeron a los judíos: Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestro padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, poniéndole en un madero Act. 5, 29-30
"Y respondiendo Pedro y los Apóstoles, dijeron a los judíos: Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestro padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, poniéndole en un madero" Act. 5, 29-30
De los concilios locales [20] nos limitaremos a citar un par de cánones de concilios toledanos, por la particular autoridad dogmática de valor universal que la Santa Iglesia Romana siempre les ha concedido:
“… Cualquier obispo, presbítero, o seglar, que en adelante les prestare apoyo (a los judíos) … bien sea por dádivas bien por favor, se considerará como verdaderamente profano y sacrílego, privándole de la comunión de la Iglesia Católica, y reputándole como extraño al reino de Dios, pues es digno que se separe del cuerpo de Cristo el que se hace patrono de los enemigos de este Señor” [21].

“los judíos también mataron a Nuestro Señor Jesús y a los profetas, […]no agradan a Dios y son enemigos de todos los hombres” 1 Tes. 2, 15-16“los judíos también mataron a Nuestro Señor Jesús y a los profetas… no agradan a Dios y son enemigos de todos los hombres” 1 Tes. 2, 15-16″]
“De la perfidia de los judíos. Aunque en la condenación de la perfidia de los judíos, hay infinitas sentencias de los Padres antiguos y brillan además muchas leyes nuevas; sin embargo como según el vaticinio profético relativo a su obstinación, el pecado de Judá está escrito con pluma de hierro y sobre uña de diamante, más duros que una piedra en su ceguera y terquedad. Es, por lo tanto, muy conveniente que el muro de su infidelidad debe ser combatido más estrechamente con las máquinas de la Iglesia Católica, de modo que, o lleguen a corregirse en contra de su voluntad, o sean destruidos de manera que perezcan para siempre por juicio del Señor” [22].
Finalmente, entre los ecuménicos, baste recordar el IV Concilio de Letrán, concilio importantísimo que definió dogmas como el Extra Ecclesiam nulla salus, la Transubstanciación o la existencia del Infierno. Este concilio, ensu canon 68, es diáfano expresando cómo los judíos, malditos de Dios, deben llevar un distintivo especial en sus ropas.

 ESTA ES LA IGLESIA CATÓLICA
             


                            




 ESTA OTRA LA IGLESIA DEL VATICANO II  JUDAIZADA

Visita del Pontífice Benedicto XVI a la Comunidad Judía de Roma
Domingo 17 de enero de 2010 - 2 shevat 5770
Discurso del Pontífice Benedetto XVI
 
“Grandes cosas ha hecho el Señor en su favor.
Sí, grandes cosas ha hecho por nosotros el Señor,
y estamos alegres” (Sal 126) 
“¡Oh, qué bueno, qué dulce
habitar los hermanos todos juntos!” (Sal 133)
Señor Rabino Jefe de la Comunidad Judía de Roma,
Señor Presidente de la Unión de las Comunidades Judías de Italia,
Señor Presidente de la Comunidad Judía de Roma
Señores Rabinos,
Distinguidas Autoridades,
Queridos amigos y hermanos,
1. Al inicio del encuentro en el Templo Mayor de los Judíos de Roma, los Salmos que hemos escuchado nos sugieren la actitud espiritual más auténtica para vivir este particular y feliz momento de gracia: la alabanza al Señor, que ha hecho grandes cosas por nosotros, nos ha reunido aquí con su Hèsed, el amor misericordioso, y el agradecimiento por habernos dado el don de encontrarnos juntos para hacer más firmes los vínculos que nos unen y continuar recorriendo el camino de la reconciliación y de la fraternidad. Deseo expresarle ante todo viva gratitud a usted, Rabino Jefe, doctor Riccardo Di Segni, por la invitación que me ha dirigido y por las significativas palabras que me ha dirigido. Agradezco también a los Presidentes de la Unión de las Comunidades Judías de Italia, abogado Renzo Gattegna, y de la Comunidad Judía de Roma, señor Riccardo Pacifici, por las corteses expresiones que han querido dirigirme. Mi pensamiento va a las Autoridades y a todos los presentes y se extiende, de modo particular, a la comunidad judía romana y a cuantos han colaborado para hacer posible el momento de encuentro y de amistad que estamos viviendo.
Viniendo entre vosotros por primera vez como cristiano y como Papa, mi venerado Predecesor Juan Pablo II, hace casi veinticuatro años, quiso ofrecer una decidida contribución a la consolidación de las buenas relaciones entre nuestras comunidades, para superar toda incomprensión y prejuicio. Este visita mía se inserta en el camino trazado, para confirmarlo y reforzarlo. Con sentimientos de viva cordialidad me encuentro en medio de vosotros para manifestaros la estima y el afecto que el Obispo y la Iglesia de Roma, como también la entera Iglesia católica, nutren hacia esta comunidad y las comunidades judías dispersas por el mundo.
2. La doctrina del Concilio Vaticano II ha representado para los católicos un punto firme al que referirse constantemente en la actitud y en las relaciones con el pueblo judío, marcando una nueva y significativa etapa. El acontecimiento conciliar ha dado un decisivo impulso al compromiso de recorrer un camino irrevocable de diálogo, de fraternidad y de amistad, camino que se ha profundizado y desarrollado en estos cuarenta años con pasos y gestos importantes y significativos, entre los cuales deseo mencionar nuevamente la histórica visita a este lugar de mi Venerable predecesor, el 13 de abril de 1986, los numerosos encuentros que él mantuvo con Personalidades judías, también durante los Viajes Apostólicos internacionales, la peregrinación jubilar a Tierra Santa en el año 2000, los documentos de la Santa Sede que, tras la Declaración Nostra Aetate, han ofrecido preciosas orientaciones para un desarrollo positivo en las relaciones entre católicos y judíos. También yo, en estos años de Pontificado, he querido mostrar mi cercanía y mi afecto hacia el pueblo de la Alianza. Conservo bien vivos en mi corazón todos los momentos de la peregrinación que tuve la alegría de realizar a Tierra Santa, en mayo del año pasado, como también los muchos encuentros con comunidades y organizaciones judías, en particular en las sinagogas de Colonia y de Nueva York.
Además, la Iglesia no ha dejado de deplorar las faltas de sus hijos e hijas, pidiendo perdón por todo aquello que ha podido favorecer de cualquier modo las heridas del antisemitismo y del antijudaísmo (cfr Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, Nosotros Recordamos: una reflexión sobre la Shoah, 16 marzo 1998). ¡Que estas heridas puedan ser curadas para siempre! Vuelve a la mente la sentida oración en el Muro del Templo, en Jerusalén, del Papa Juan Pablo II el 26 de marzo de 2000, que resuena verdadera y sincera en lo profundo de nuestro corazón. Dijo: “Dios de nuestros padres, tu has elegido a Abraham y a su descendencia para que tu Nombre sea llevado a los pueblos: nosotros estamos profundamente doloridos por el comportamiento de cuantos, a lo largo de la Historia, les han hecho sufrir, a esos que son tus hijos, y pidiéndote perdón, queremos comprometernos a vivir una fraternidad auténtica con el pueblo de la Alianza”.
3. El paso del tiempo nos permite reconocer en el siglo XX una época verdaderamente trágica para la humanidad: guerras sangrientas que han sembrado destrucción, muerte y dolor como nunca había sucedido antes; ideologías terribles que han tenido su raíz en la idolatría del hombre, de la raza, del Estado, y que han llevado una vea más al hermano a matar al hermano. El drama singular e impactante de la Shoah representa, en cualquier caso, el culmen de un camino de odio que nace cuando el hombre olvida a su Creador y se pone a sí mismo en el centro del universo. Como dije en la visita del 28 de mayor de 2006 al campo de concentración de Auschwitz, aún profundamente impresa en mi memoria, “los potentados del Tercer Reich querían aplastar al pueblo judío en su totalidad” y, en el fondo, “con el aniquilamiento de este pueblo, pretendían matar a aquel Dios que llamó a Abraham, que hablando sobre el Sinaí estableció los criterios orientativos de la humanidad que permanecen válidos eternamente” (Discurso en el campo de Auschwitz-Birkenau: Enseñanzas de Benedetto XVI, II, 1[2006], p. 727).
En este lugar, ¿cómo no recordar a los judíos romanos que fueron arrancados de sus casas, ante estos muros, y con horrendo tormento fueron asesinados en Auschwitz? ¿Cómo es posible olvidar sus rostros, sus nombres, sus lágrimas, la desesperación de hombres, mujeres y niños? El exterminio del pueblo de la Alianza de Moisés, primero anunciado y después sistemáticamente programado y realizado en la Europa bajo el dominio nazi, alcanzó aquel día trágicamente también a Roma. Por desgracia, muchos permanecieron indiferentes, pero muchos, también entre los católicos italianos, sostenidos por la fe y por la enseñanza cristiana, reaccionaron con valor, abriendo los brazos para socorrer a los judíos perseguidos y fugitivos, a menudo a riesgo de su propia vida, y merecen una gratitud perenne. También la Sede Apostólica llevo a cabo una acción de socorro, a menudo oculta y discreta.
La memoria de estos acontecimientos debe empujarnos a reforzar los vínculos que nos unen para que crezcan cada vez más la comprensión, el respeto y la acogida.
4. Nuestra cercanía y fraternidad espirituales encuentran en la Sagrada Biblia – en hebreo Sifre Qodesh o “Libros de Santidad” – el fundamento más sólido y perenne, en base al cual nos vemos constantemente puestos ante nuestras raíces comunes, a la historia y al rico patrimonio espiritual que compartimos. Es escrutando su propio misterio como la Iglesia, Pueblo de Dios de la Nueva Alianza, descubre su propio vínculo profundo con los judíos, elegidos por el Señor los primeros entre todos para acoger su palabra (cfr Catecismo de la Iglesia Católica, 839). “A diferencia de las demás religiones no cristianas, la fe judía ya es respuesta a la revelación de Dios en la Antigua Alianza. Es al pueblo judío al que le pertenecen “la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas, y los patriarcas; de ellos también procede Cristo según la carne” (Rm 9,4-5) porque “los dones y la vocación de Dios son irrevocables” (Rm 11,29)” (Ibid.).
5. Numerosas pueden ser las implicaciones que derivan se la herencia común tomada de la Ley y de los Profetas. Quisiera recordar algunas: ante todo, la solidaridad que liga a la Iglesia y al pueblo judío “a nivel de su misma identidad” espiritual, y que ofrece a los cristianos la oportunidad de promover “un renovado respeto por la interpretación judía del Antiguo Testamento” (cfr Pontificia Comisión Bíblica, El pueblo judío y sus Sagradas Escrituras en la Biblia cristiana, 2001, pags. 12 y 55); la centralidad del Decálogo como mensaje común ético de valor perenne para Israel, la Iglesia, los no creyentes y la humanidad entera; el compromiso por preparar o realizar el Reino del Altísimo en el “cuidado de la creación” confiada por Dios al hombre para que la cultive y la custodie responsablemente (cfr Gen 2,15).
6. En particular, el Decálogo, las “Diez Palabras” o Diez Mandamientos (Cf. Éxodo 20,1-17; Deuteronomio 5,1-21), que procede de la Torá de Moisés, constituye la antorcha de la ética, de la esperanza y del diálogo, al estrella polar de la fe y de la moral del pueblo de Dios, e ilumina y guía también el camino de los cristianos. Constituye un faro y una norma de vida en la justicia y en el amor, un “gran código” ético para toda la humanidad. Las “Diez Palabras” iluminan el bien y el mal, lo verdadero y lo falso, lo justo y lo injusto, según los criterios de la conciencia recta de toda persona. Jesús mismo lo ha repetido en varias ocasiones, subrayando que es necesario un compromiso concreto siguiendo el camino de los Mandamientos: “si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos" (Mateo 19,17). Desde esta perspectiva, hay varios campos de colaboración y testimonio. Quisiera recordar tres particularmente importantes para nuestro tiempo.
Las “Diez Palabras” piden reconocer al único Señor, superando la tentación de adoptar otros ídolos, de construirse becerros de oro. En nuestro mundo, muchos no conocen a Dios o consideran que es superfluo, que no tiene relevancia para la vida; se han fabricado, de este modo, otros dioses nuevos ante los que se inclina el hombre. Despertar en nuestra sociedad la apertura a la dimensión trascendente, dar testimonio del único Dios es un servicio precioso que judíos y cristianos pueden ofrecer juntos.
Las “Diez Palabras” piden respeto, protección de la vida, contra toda injusticia y abuso, reconociendo el valor de toda persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. ¡Cuántas veces, en todas las partes de la tierra, cercanas o alejadas, siguen pisoteándose la dignidad, la libertad, los derechos del ser humano! Dar testimonio juntos del valor supremo de la vida contra todo egoísmo es ofrecer una importante contribución para un mundo en el que reine la justicia y la paz, el “shalom” deseado por los legisladores, los profetas y los sabios de Israel.
Las “Diez Palabras” exigen conservar y promover la santidad de la familia, cuyo “sí” personal y recíproco, fiel y definitivo del hombre y de la mujer, abre el espacio al futuro, a la auténtica humanidad de cada uno, y se abre, al mismo tiempo, al don de una nueva vida. Testimoniar que la familia sigue siendo la célula esencial de la sociedad y el contextos básico en el que se aprenden y ejercen las virtudes humanas es un servicio precioso que hay que ofrecer a la construcción de un rostro más humano.
7. Como enseña Moisés en el Shemá (cf. Deuteronomio 6,5; Levítico 19,34), y Jesús afirma en el Evangelio (cf. Marcos 12, 19-31), todos los mandamientos se resumen en el amor de Dios y en la misericordia por el prójimo. Esta Regla compromete a judíos y cristianos a vivir, en nuestro tiempo, una generosidad especial con los pobres, las mujeres, los niños, los extranjeros, los enfermos, los débiles, los necesitados. En la tradición judía hay un admirable dicho de los Padres de Israel: “Dimón el Justo solía decir: El mundo se funda en tres cosas: la Torá, el culto y los actos de misericordia” (Aboth 1,2). Con el ejercicio de la justicia y la misericordia, judíos y cristianos están llamados a anunciar y a dar testimonio del Reino del Altísimo que viene, y por el que rezan y actúan cada día en la esperanza.
8. En esta dirección podemos dar pasos juntos, conscientes de las diferencias que se dan entre nosotros, pero también de que si logramos unir nuestros corazones y nuestras manos para responder a la llamada del Señor, su luz se hará más cercana para iluminar a todos los pueblos de la tierra. Los pasos dados en estos cuarenta años desde por el Comité Internacional Conjunto Católico-Judío y, en los años recientes, por la Comisión Mixta de la Santa Sede y del Gran Rabinato de Israel, son un signo de la voluntad común de continuar un diálogo abierto y sincero. Precisamente mañana la Comisión Mixta celebrará aquí, en Roma, su noveno encuentro sobre “La enseñanza católica y judía sobre la creación y el ambiente”. Deseamos a sus miembros un diálogo fecundo sobre un tema tan importante como actual.
9. Cristianos y judíos tienen buena parte de su patrimonio espiritual en común, rezan al mismo Señor, tienen las mismas raíces, pero con frecuencia se desconocen mutuamente. Nos corresponde a nosotros, respondiendo a la llamada del Señor, trabajar para que quede siempre abierto el espacio del diálogo, del respeto recíproco, del crecimiento en la amistad, del testimonio común ante los desafíos de nuestro tiempo, que nos invitan a colaborar por el bien de la humanidad en este mundo creado por Dios, el Omnipotente y Misericordioso.
10. Por último, dedico un saludo particular a nuestra ciudad de Roma, donde desde hace unos dos mil años viven, como dijo el Papa Juan Pablo II, la comunidad católica con su obispo y la comunidad judía con su rabino jefe; que esta convivencia pueda animarse con un creciente amor fraterno, que se exprese también en una cooperación cada vez más cercana para ofrecer una contribución eficaz en la solución de los problemas y de las dificultades que hay que afrontar.
Invoco del Señor el don precioso de la paz en todo el mundo, sobre todo en Tierra Santa. En mi peregrinación de mayo pasado, en Jerusalén, ante el Muro de las Lamentaciones, pedí a quien todo lo puede: “envía tu paz a Tierra Santa, a Oriente Medio, a toda la familia humana; mueve los corazones de todos los que invocan tu nombre para que caminen humildemente por la senda de la justicia y de la compasión” (Oración en el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén , 12 de mayor 2009).
Nuevamente elevo a él la acción de gracias y de alabanza por este encuentro, pidiendo que refuerce nuestra fraternidad y haga más firme nuestro entendimiento.
[“Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. Aleluya” (Salmo 117)]  
[Traducción del original italiano realizada por Inma Álvarez y Jesús Colina

ESTA ES LA IGLESIA DEL VATICANO II JUDAIZADA



Y ESTOS SON LOS JUDÍOS DE SIEMPRE

Por Mendo Crisóstomo
¿Qué piensan los judíos sobre los que no somos judíos?
Las personas que conocen la cosmovisión judía saben que, para ser judío, no es necesario creer en nada metafísico o espiritual, sino sólo en el Talmud.
Para ser judío, no hace falta creer en Dios, sino sólo en el Talmud
Para ser judío, no hace falta creer en Dios, sino sólo en el Talmud
Según ellos, un judío es quien tiene madre judía, aunque a los que no son “judíos puros” (de padre y madre judíos), los tienen en rango inferior.
Para los judíos, un judío pierde la condición de judío cuando adora a dioses considerados extranjeros, y pierde especialmente su condición de judío si se le ocurre bautizarse, acción que consideran la más abominable.
Para este pueblo maldito, un judío puede no creer ni siquiera en Dios y, aun así, ser tenido por un gran judío.

El mandato más importante para los judíos es la reproducción, tener hijos. Ni siquiera tienen necesidad de servir a un dios.
Los judíos consideran que, para ser buen judío, aparte de pertenecer a estirpe judía, basta con creer y obedecer el Talmud, y sentirse miembro de la comunidad judía internacional.
Incluso una importante secta judía ya oficialmente reconocida por el resto de judíos en el sínodo judío celebrado a finales del siglo XIX tiene como algo específico el ateísmo. A esa secta había pertenecido Karl Ysidor Mardochai Levy, alias Karl-Heinrich Marx, y de ella es hijo el comunismo, con el afán, confesado por Marx en sus cartas a Engels y en una nota publicada en La Gaceta Renana, de apoderarse de los bienes de los no judíos para dominarlos y hacer que se maten entre sí las distintas clases sociales de los no-judíos.
Por eso no nos extraña que todos los grandes capitalistas y, a la vez, todos los grandes jerarcas comunistas hayan sido judíos.
El judío Ysidor Levy creó una ideología para derramar sangre y robar a los no-judíos, cumpliendo los preceptos talmúdicos
El judío Ysidor Levy creó una ideología para derramar sangre y robar a los no-judíos, cumpliendo los preceptos talmúdicos
¿Por qué atacó Marx la religión? Simplemente porque los judíos consideran que el judaísmo no es una religión y dicen que a veces se utiliza ese término para no entrar en profundidades…
Pero ellos defienden a ultranza el errado concepto de que toda religión es mala…y con razón, pues está claro que su cosmovisión es, por antonomasia, una antirreligión.
Los judíos suelen decir que el judaísmo consiste esencialmente en la “iniciación de un pueblo entero —un pueblo superior dicen ellos— en las normas mitzvót que lo acercan gradualmente al Kadósch Barúch Hú.”
Por ejemplo, ¿por qué los judíos excomulgaron al célebre Spinoza?
No por panteístico ni por heterodoxo, ya que en materia de ideas heterodoxas y “contra Dios” o “ateísmo”, superaba a Spinoza el antiguo Elishá ben Avuiá, maestro talmudista, que negaba la existencia de Dios y sin embargo era respetado como judío.
Elisha era “comunitario”, porque hablaba mal de Dios, pero estudiaba el Talmud y la enseñaba a otros judíos: Era judío, se sentía miembro de la comunidad judía internacional y nadie consideró necesario excomulgarlo. En cambio, Spinoza no siguió el Talmud, al menos conscientemente; por eso fue perseguido.

Oponerse a las enseñanzas cristianas y perpetuar el poder mundial judío contra todos los demás pueblos, llamados por ellos Goyim (ganados), tales son los propósitos del rabínico Talmud
Si el lector conoce algún rabino y lo encuentra algún día de buen humor, le animo a que le pregunte y verá lo que le dice…
Así pues, para los judíos el judaísmo es una especie de sistema racial-familiar de vida, tenido por modo de vida integral en la unión y cooperación supremacista con una comunidad de judíos que entre sí  se identifican y se hallan por encima de los no-judíos, a los que despectivamente llaman goyim (que significa literalmente “ganados”).
El Talmud es, pues, de obligado cumplimiento para todo judío. Está totalmente comprobado que se trata de invenciones rabínicas posteriores a Cristo y redactadas para oponerse al plan de Salvación de Jesucristo y preparar la supremacía mundial judía contra otros pueblos  (especialmente contra el Catolicismo).
Sin embargo, ellos no cejan en su empeño de mentir diciendo que se trata de la tradición oral transmitida desde Moisés.
¿Qué piensan los judíos de los no-judíos? Veamos, en bilingüe, algunos pasajes del Talmud:

אמר   רבי  יוחנן  גוי  שעוסק  בתורה  חייב  מיתה


Si alguno viere a un cristiano en dificultades o ahogándose en aguas, no acudas en su ayuda. Si se le viere cercano a la muerte, no lo salves de la muerte. Hilkhot Akum X, 1
"Si alguno viere a un cristiano en dificultades o ahogándose en aguas, no acudas en su ayuda. Si se le viere cercano a la muerte, no lo salves de la muerte." Hilkhot Akum X, 1
“El Rabbí Jochanan dice: Un goy que escudriña dentro de la ley es reo de muerte”
Sanedrín, 59, a.

אסור  לרחם  עליהם  שנמר  ולא  תחנם  לפיכך  אם  ראה  גוי  עובד  כו ם  אובד  או  טובע  בנהר  לא יעלנו׃  ראהו  נטוי  למות  לא  יצילנו  אבל  לאבדו  בידו  או   לרפחו  וכיוצא  בזה  אסור  מפני   שאינו  עושה  עמנו  מלחמה

“No es lícito que tengas piedad de ellos, porque se ha dicho: ‘No tendrás piedad de ellos.’ Por ello mismo, si alguno viere a un cristiano en dificultades o ahogándose en aguas, no acudas en su ayuda. Si se le viere cercano a la muerte, no lo salves de la muerte. Con todo, no está bien matarlo con tus propias manos lanzándolo a un pozo o de algún modo similar a éste, puesto que no están en guerra con nosotros”
Hilkhot Akum X, 1

מה  שאמרו  הנביאים  בחרבן  אדום  באחרית   הימים  על  רומי   אמרו  כמו   שפי  בישעיה  בפרשת  קרבו  נױם   לשמוע  כי  כשתחרב  רומי  תהיה    גאלת  ישראל

Los judíos enseñan a sus hijos que Incluso el mejor de entre los Goyim merece ser matado Abhodah Zarah 26, b. Tosephoth
Los judíos enseñan a sus hijos que: "Incluso el mejor de entre los gentiles merece ser matado" Abhodah Zarah 26, b. Tosephoth
“Todo lo que los profetas predijeron sobre la devastación de Edom en los últimos días, eso es lo que comprendieron que se refería a Roma, como expliqué en Isaías en el verso ‘Acercaos naciones y escuchad’. Porque, en efecto, cuando sea devastada Roma, vendrá la redención de los israelitas”.
Rabbí Davidh Kimchi, Obadiam.

כשר   שבגױם   הרוג

“Incluso el mejor de entre los Goyim merece ser matado”

Abhodah Zarah 26, b. Tosephoth.

בדא בעכ  ום   אכל  המוסרים  והאפיקורוסין  מישראאל  מצןה   לאבדן  ביד  ולהורידן  עד  באר   שחת  מפני  שהן  מצירין  לישראל   ומסירין  את  העם  מאחררי  ה

“Éstas cosas se dirigen a los idólatras. Pero también a aquellos israelitas que se apartaron de su pueblo o se convirtieron en epicúreos, a todos ellos estamos obligados a aniquilarlos y perseguirlos incluso hasta los infiernos. Porque ellos acongojan a Israel…”.
Hilkhoth Akum X, 2.

הסיר  חיות   הקליפות  ותמיתם  ואז  תעלה  עליך   השכינה  כאילו  הקטרת  קטורת

“Destruye la vida del cristiano y mátalo, pues así serás tan grato a la Divina Majestad como aquel que le hace una ofrenda de incienso”

Destruye la vida del cristiano y mátalo, pues así serás tan grato a la Divina Majestad como aquel que le hace una ofrenda de incienso  Sepher Or Israel 177, b.
"Destruye la vida del cristiano y mátalo, pues así serás tan grato a la Divina Majestad como aquel que le hace una ofrenda de incienso" Sepher Or Israel 177, b.

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