"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuele en todas nuestras tribulaciones, para que podamos ser capaces de consolar a los que están en cualquier tribulación, con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. Por lo que compartimos en abundancia en los sufrimientos de Cristo, para a través de Cristo que compartimos en abundancia en la consolación también. Si somos atribulados, es para nuestra consolación y salvación, y si somos consolados, es para su consuelo, el que experimenta cuando sufren con paciencia los mismos sufrimientos que padecemos. Nuestra esperanza para ti es inquebrantable, porque sabemos que a medida que comparten nuestros sufrimientos, también compartirán nuestro consuelo ( 2 Cor. 1:3-7 ).
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