Un anónimo anonimado me pasó este anónimo diálogo.
Da para pensar... Ya volveremos con el cambio de diseño y las reflexiones en torno al blog y los seudónimos.
Respetos (ni satánicos ni liberales).
Natalio
ENCUENTRO DE UN CATÓLICO Y UN SATANISTA.
— ¿Pertenece usted a la iglesia de Satanás?
— Sí.
— Y ese edificio ¿es el lugar de sus reuniones?
— En efecto, en ese local un sacerdote católico celebra nuestras misas negras.
— ¡Misas negras!
— Sí, así expresamos nuestras convicciones.
— ¿Pero no le parece una ceremonia ofensiva para los católicos?
— No, las misas negras de ahora no son como las del pasado. Hemos tenido nuestra reforma ritual, hemos quitado los gestos y símbolos que resultaban más chocantes para los católicos. Hoy se hace todo con la asepsia de un quirófano, y la delicadeza de una microcirugía.
— ¡Pero una misa negra sigue siendo es un acto sacrílego!
— Bueno, usted puede pensar de ese modo, pero lo importante es no ser fundamentalistas... Tenga en cuenta que nadie está obligado a participar de nuestras ceremonias; no admitimos menores de edad; las misas negras se realizan en un lugar público cerrado, así que no las ve sino quien quiere verlas; y, por último, no cometemos ningún delito.
— Pero se ofende la sensibilidad religiosa de muchos católicos…
— Tanto como el culto católico ofende nuestra sensibilidad de satanistas... ¿Por qué la sensibilidad de los católicos es mejor que la nuestra? ¿Acaso no somos todos iguales ante la ley?
— Pero el culto católico es verdadero…
— Eso piensan los católicos integristas. Le recuerdo que vivimos en un Estado aconfesional, que no es competente para emitir juicios sobre la verdad o falsedad de las religiones. Y en un Estado aconfesional, todos somos iguales ante la ley; luego, los satanistas no podemos ser discriminados ni tratados jurídicamente como ciudadanos de segunda categoría.
— Ustedes ultrajan nuestras creencias religiosas.
— Tanto como un exorcista católico con su ritual ultraja las nuestras.
— Lo que ustedes hacen atenta contra la moral pública.
— Le reitero que las misas negras se realizan en recintos cerrados y el acceso del público está vedado a menores de edad. En una sociedad libre, cada adulto puede hacer lo que le plazca, si no daña el derecho de los demás.
— ¡Pero profanan la Eucaristía !
— Nuestros ritos no violan las leyes y no dañan a nadie. El trozo de pan que destruimos es de nuestra propiedad. Todo lo que usamos en nuestras ceremonias lo pagamos con nuestro dinero y no pedimos limosnas a nadie.
— Como católico, repudio lo que ustedes hacen.
— Los satanistas, creemos que usted está en su derecho de pensar sobre nosotros lo que quiera. Poco nos importa, desde el fin de la era constantiniana…
— Yo soy católico-liberal, y estoy orgulloso de haber colaborado para terminar con la era constantiniana, derribando sus últimos bastiones, esos estados católicos, que nos impedían entrar en diálogo con el mundo moderno.
— Veo que en algo estamos de acuerdo.
— Bueno, hablando se entiende la gente. Y yo soy muy dialogante.
— ¿Y cómo hace usted para ser católico y liberal?
— Muy sencillo: como católico, creo que la democracia es la encarnación temporal del Evangelio. Como liberal, confío en que los males de la libertad se curarán con más libertad.
— ¿Y por qué quiere prohibir nuestras misas negras?
— Bueno, pensándolo mejor, aunque como católico me repugna lo que ustedes hacen, como liberal, daría mi vida por defender su derecho a hacerlo sin interferencias estatales.
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