«Una Iglesia nacionalista es un obstáculo para la obra de Dios»
Pertenecen a naciones milenarias de personalidad muy marcada. Los armenios y los siríacos (de lengua aramea, la que hablaba Jesús), por ejemplo, han mantenido su cristianismo, su liturgia y costumbres durante dos mil años en Oriente Medio, incluyendo varios siglos como minorías en un mar islámico de lengua árabe o turca
Son naciones que han sobrevivido a guerras, genocidios y opresiones. Pero no se enrocan en el victimismo y hablan con claridad: «Una Iglesia étnica o nacionalista es un obstáculo para la obra del Espíritu y es contraria a la misión universal de la Iglesia», afirman los obispos del Sínodo de Oriente Medio en la «Relatio post disceptationem» (Relación después de la Discusión), el documento-resumen que presentaron el lunes a Benedicto XVI. «Con el confesionalismo y el apego exagerado a la etnia se corre el riesgo de transformar a nuestras Iglesias en guetos, encerrándolas en ellas mismas», añade el texto.
Pero unidad no significa uniformidad: la Iglesia Católica se expresa bajo una gran pluralidad de formas culturales, y los católicos orientales quieren proteger sus tradiciones. «Es indispensable asegurar la Liturgia, en su rito propio, a los fieles de las Iglesias orientales que se hallan en territorio latino», reclama el documento. Más aún, «los Padres Sinodales, con insistencia y frecuencia, han repetido la necesidad de ampliar la jurisdicción de los Patriarcas a los fieles de su rito fuera de los territorios de la Iglesia Patriarcal “sui iuris”. Desean pasar del concepto territorial al concepto personal». Por ejemplo, los inmigrantes católicos libaneses de rito maronita en Kuwait dependerían de la Iglesia maronita, no del obispo latino de Arabia y el Golfo.
El documento también recoge la petición de que los seis patriarcas católicos orientales (el maronita, el armenio, el siro-católico, el melquita, el caldeo y el copto) formen parte automáticamente del Colegio de Electores, es decir, puedan votar al Papa en el cónclave, algo que en la actualidad pueden hacer sólo aquellos que hayan sido creados cardenales.Los obispos reclaman para Oriente «la libertad de conciencia, afirmada en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948, artículo 18, ratificada por la mayor parte de los estados de nuestra región». Especifican que «la libertad religiosa no es un relativismo que trata igual a todas las creencias. Más bien es el resultado del deber de adherirse a la verdad, mediante una elección firme de conciencia, y respetando la dignidad de cada persona».
Derecho a anunciar la fe
Los Padres Sinodales recuerdan que «la libertad religiosa comporta también el derecho al anuncio de la fe de cada uno, derecho y deber de cualquier religión. El anuncio pacífico es muy distinto al “proselitismo”, que la Iglesia condena». Éste, afirman, implica usar «medios deshonestos o fraudulentos, o abusar de la autoridad, riqueza o poder para atraer nuevos adeptos», mientras que «el anuncio que la Iglesia reclama es la proclamación y la presentación serena y pacífica de la fe en Jesucristo». El texto condena al «islam político, que incluye distintas corrientes religiosas», el cual «desea imponer un modo de vida islámico a todos los ciudadanos, a veces mediante la violencia».
Pero unidad no significa uniformidad: la Iglesia Católica se expresa bajo una gran pluralidad de formas culturales, y los católicos orientales quieren proteger sus tradiciones. «Es indispensable asegurar la Liturgia, en su rito propio, a los fieles de las Iglesias orientales que se hallan en territorio latino», reclama el documento. Más aún, «los Padres Sinodales, con insistencia y frecuencia, han repetido la necesidad de ampliar la jurisdicción de los Patriarcas a los fieles de su rito fuera de los territorios de la Iglesia Patriarcal “sui iuris”. Desean pasar del concepto territorial al concepto personal». Por ejemplo, los inmigrantes católicos libaneses de rito maronita en Kuwait dependerían de la Iglesia maronita, no del obispo latino de Arabia y el Golfo.
El documento también recoge la petición de que los seis patriarcas católicos orientales (el maronita, el armenio, el siro-católico, el melquita, el caldeo y el copto) formen parte automáticamente del Colegio de Electores, es decir, puedan votar al Papa en el cónclave, algo que en la actualidad pueden hacer sólo aquellos que hayan sido creados cardenales.Los obispos reclaman para Oriente «la libertad de conciencia, afirmada en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948, artículo 18, ratificada por la mayor parte de los estados de nuestra región». Especifican que «la libertad religiosa no es un relativismo que trata igual a todas las creencias. Más bien es el resultado del deber de adherirse a la verdad, mediante una elección firme de conciencia, y respetando la dignidad de cada persona».
Derecho a anunciar la fe
Los Padres Sinodales recuerdan que «la libertad religiosa comporta también el derecho al anuncio de la fe de cada uno, derecho y deber de cualquier religión. El anuncio pacífico es muy distinto al “proselitismo”, que la Iglesia condena». Éste, afirman, implica usar «medios deshonestos o fraudulentos, o abusar de la autoridad, riqueza o poder para atraer nuevos adeptos», mientras que «el anuncio que la Iglesia reclama es la proclamación y la presentación serena y pacífica de la fe en Jesucristo». El texto condena al «islam político, que incluye distintas corrientes religiosas», el cual «desea imponer un modo de vida islámico a todos los ciudadanos, a veces mediante la violencia».
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