colecta:
Oh Dios, que, a los que yerran les muestras la luz de tu verdad , para que puedan volver al camino de la Santidad: concede a todos los que se cuentan en el número de los cristianos, la gracia de repudiar cuanto desdice de este nombre y de practicar con resolución lo que honra. Por Jesucristo Nuestro Señor.Carísimos: Ruégoos, como a extranjeros y peregrinos, que os sbstengáis de los deseos carnales, que combaten contra el alma,dando buen ejemplo a los gentiles: para qué, así como ahora murmuran de vosotros reputándoos por gente mala, en vista de vuestras buenas obras, glorifiquen a Dios en el día de su visita. Someteos, pues, a toda criatura humana, por amor a Dios. ya sea al rey, como soberano que es: ya a los gobernadores, como delegados suyos para castigar a los malechores y para premiar a los buenos; porque ésa es la voluntad de Dios,que, portándoos bien, tapéis la boca de los que, sin saber, hablan calumniosamente; proceded como hombres libres, pero no usando de la libertad como de un velo para encubrir la malicia, sino como siervos de Dios. Honrad a tosos; amad a vuestros hermanos; tened a Dios ; respetad al rey. Siervos, sed obedientes a los señores con todo respeto, no solo a los buenos y suaves, sino también a los ásperos y descontentadizos. Porque esto es lo que agrada a Dios, en Jesucristo Señor Nuestro.
El septimo Ángel del Apocalipsis, anunciar el Reino de Cristo
I.
El pecador vive en tinieblas y en ceguera. Las pasiones oscurecen en
él las luces de la razón y de la fe. No consulta como a regla de su
conducta, sino su placer, su interés y los deseos de su corazón
desordenado. Si siguiese las luces de la razón, ¿se expondría acaso a
suplicios eternos por placeres tan breves y tan vanos? ¿Si se
comportase según las luces de la fe, buscaría por ventura con tanto
afán las riquezas, que son tan grande obstáculo para la salvación de
muchos?
II.
El pecador recobra en el momento de la muerte estas hermosas luces de
la razón y de la fe que durante su vida se habían oscurecido. Entonces
la razón le hace ver cuán insensato fue en trabajar toda la vida para
amontonar riquezas perecederas, para hacerse de amigos que no quieren o
no pueden socorrerlo. La fe le representa, en todo su horror, los
suplicios del infierno en los cuales no quiso pensar cuando gozaba de
perfecta salud. Despabílase entonces del profundo adormecimiento en el
que vivió; abre los ojos a esta horrible realidad que no quiso prever.
III.
En esta diferencia que existe entre la muerte y la vida del pecador,
hay sin embargo un punto en que concuerdan: ha vivido como impío, muere
como impío. Los santos mueren santamente, porque han vivido
santamente; los malvados perseveran en el crimen en el momento de la
muerte porque en él perseveraron durante la vida. ¿Quieres saber cómo
morirás? Mira cómo vives.
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