DEVOCIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
Aunque no sientas, alma cristiana, bastante valor para hollar el respeto humano, comulgar a menudo, combatir las pasiones, y entablar una vida fervorosa, te suplico que a lo menos nunca abandones la devoción a María Santísima, el gran refugio y amparo de los pecadores. Todo poder se la ha dado en la tierra y en el Cielo, dice San Pedro Damiano: y se presenta al trono del Altísimo, no como esclava, sino como quien manda: Domina non ancilla.María es la tesorera de todas las gracias, añade San Bernardo, y quiere Dios que todo cuanto eacibimos de lo alto nos venga por la poderosa mediación de María. Por su medio llénase el cielo de bienaventurados, suelta el enemigo la presa, santifícase la tierra, sálvanse los pecadores, baja sobre nosotros la divina misericordia; en una palabra, la devoción de María Santísima es mirada de los Santos como una señal muy cierta de predestinación.
MEMORARE
u oración de San Bernardo a María Santísima
Acordaos, oh piadosísima Vírgen María, que jamas se oyó decir que fuese de vos abandonado ninguno de cuantos han acudido a vuestro amparo, implorado vuestra protección y reclamado vuestro auxilio.Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen de vírgenes; y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra soberana presencia. No desecheís mis súplicas, oh Madre del Verbo divino, antes bien oídlas y acogedlas benignamente. Amén
1° de Mayo San José Artesano
En el Plan Reconciliador de Dios, San José tuvo un papel esencial:
Dios le encomendó la gran responsabilidad y privilegio de ser el padre
adoptivo del Niño Jesús y de ser esposo virginal de la Virgen María. San
José, el santo custodio de la Sagrada Familia, es el santo que más
cerca está de Jesús y de la Santísima de la Virgen María.
San Mateo (1,16) llama a San José el hijo de Jacob; según San Lucas
(3,23), su padre era Helí. Probablemente nació en Belén, la ciudad de
David del que era descendiente. Al comienzo de la historia de los
Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía en Nazaret.
Según San Mateo 13,55 y Marcos 6,3, San José era un "tekton". La
palabra significa en particular que era carpintero o albañil. San
Justino lo confirma, y la tradición ha aceptado esta interpretación.
Nuestro Señor Jesús fue llamado "Hijo de José", "el carpintero" (Jn 1,45; 6,42; Lc 4,22).
Como sabemos no era el padre natural de Jesús, quién fue engendrado
en el vientre virginal de la Virgen María por obra del Espíritu Santo y
es Hijo de Dios, pero José lo adoptó amorosamente y Jesús se sometió a
él como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el
desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su
ejemplar matrimonio con María!
Modelo de silencio y de humildad
Las principales fuentes de información sobre la vida de San José son
los primeros capítulos del evangelio de Mateo y de Lucas. En los relatos
no conocemos palabras expresadas por él, tan sólo conocemos sus obras,
sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del
bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. Es un caso
excepcional en la Biblia: un santo al que no se le escucha ni una sola
palabra. Es, pues, el "Santo del silencio".
Su santidad se irradiaba desde antes de los desposorios. Es un
"escogido" de Dios; desde el principio recibió la gracia de discernir
los mandatos del Señor. No es que haya sido uno de esos seres que no
pronunciaban palabra, fue un hombre que cumplió aquel mandato del
profeta antiguo: "sean pocas tus palabras". Es decir, su vida sencilla y
humilde se entrecruzaban con su silencio integral, que no significa
mero mutismo, sino el mantener todo su ser encauzado a cumplir el Plan
de Dios. San José, patrono de la vida interior, nos enseña con su propia
vida a orar, a amar, a sufrir, a actuar rectamente y a dar gloria a
Dios con toda nuestra vida.
Vida virtuosa
Su libre cooperación con la gracia divina hizo posible que su
respuesta sea total y eficaz. Dios le dio la gracia especial según su
particular vocación y, al mismo tiempo, la misión divina excepcional que
Dios le confió requirió de una santidad proporcionada.
Se ha tratado de definir muchas veces las virtudes de San José:
"Brillan en el, sobre todo las virtudes de la vida oculta: la
virginidad, la humildad, la pobreza, la paciencia, la prudencia, la
fidelidad que no puede ser quebrantada por ningún peligro, la sencillez y
la fe; la confianza en Dios y la mas perfecta caridad. Guardo con amor y
entrega total, el deposito que se le confiara con una fidelidad propia
al valor del tesoro que se le deposito en sus manos."
San José es también modelo incomparable, después de Jesús, de la
santificación del trabajo corporal. Por eso la Iglesia ha instituido la
fiesta de S. José Obrero, celebrada el 1 de mayo, presentándole como
modelo sublime de los trabajadores manuales.
Amor virginal
La concepción del Verbo divino en las entrañas virginales de María se
hizo en virtud de una acción milagrosa del Espíritu Santo, sin
intervención alguna de San José. Este hecho es narrado por el Evangelio y
constituye uno de los dogmas fundamentales de nuestra fe católica: la
virginidad perpetua de María. En virtud a ello, San José a recibido
diversos títulos: padre nutricio, padre adoptivo, padre legal, padre
virginal; pero ninguna en si encierra la plenitud de la misión de San
José en la vida de Jesús.
San José ejerció sobre Jesús la función y los derechos que
corresponden a un verdadero padre, del mismo modo que ejerció sobre
María, virginalmente, las funciones y derechos de verdadero esposo.
Ambas funciones constan en el Evangelio. Al encontrar al Niño en el
Templo, la Virgen reclama a Jesús:"Hijo, porque has obrado así con
nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, te buscábamos". María nombra
a San José dándole el título de padre, prueba evidente de que él era
llamado así por el propio Jesús, pues miraba en José un reflejo y una
representación auténtica de su Padre Celestial.
La relación de esposos que sostuvo San José y Virgen María es ejemplo
para todo matrimonio; ellos nos enseñan que el fundamento de la unión
conyugal está en la comunión de corazones en el amor divino. Para los
esposos, la unión de cuerpos debe ser una expresión de ese amor y por
ende un don de Dios. San José y María Santísima, sin embargo,
permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada misión en relación a
Jesús. La virginidad, como donación total a Dios, nunca es una
carencia; abre las puertas para comunicar el amor divino en la forma mas
pura y sublime. Dios habitaba siempre en aquellos corazones puros y
ellos compartían entre sí los frutos del amor que recibían de Dios.
Dolor y Alegría
Desde su unión matrimonial con María, San José supo vivir con
esperanza en Dios la alegría-dolor fruto de los sucesos de la vida
diaria.
En Belén tuvo que sufrir con la Virgen la carencia de albergue hasta
tener que tomar refugio en un establo. Allí nació el Jesús, Hijo de
Dios. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cual sería
su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y mas
tarde los magos de Oriente. Referente a la Presentación de Jesús en el
Templo, San Lucas nos dice: "Su padre y su madre estaban admirados de lo
que se decía de él".(Lc 2,33).
Después de la visita de los magos de Oriente, Herodes el tirano,
lleno de envidia y obsesionado con su poder, quiso matar al niño. San
José escuchó el mensaje de Dios transmitido por un ángel: "Levántate,
toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta
que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle" (Mt
2,13). San José obedeció y tomo responsabilidad por la familia que Dios
le había confiado.
San José tuvo que vivir unos años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto.
Esto representaba dificultades muy grandes: la Sagrada familia,
siendo extranjera, no hablaba el idioma, no tenían el apoyo de
familiares o amigos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para
encontrar empleo y la consecuente pobreza. San José aceptó todo eso por
amor sin exigir nada, siendo modelo ejemplar de esa amorosa obediencia
que como hijo debe a su Padre en el cielo.
Lo mas probable es que San José haya muerto antes del comienzo de la
vida pública de Jesús ya que no estaba presente en las bodas de Canaá ni
se habla mas de él. De estar vivo, San José hubiese estado sin duda al
pie de la Cruz con María. La entrega que hace Jesús de su Madre a San
Juan da también a entender que ya San José estaba muerto.
Según San Epifanius, San José murió en sus 90 años y el Venerable Beda dice que fue enterrado en el Valle de Josafat.
Patrono de la Iglesia Universal
El Papa Pío IX, atendiendo a las innumerables peticiones que recibió
de los fieles católicos del mundo entero, y, sobre todo, al ruego de los
obispos reunidos en el concilio Vaticano I, declaró y constituyó a San
José Patrono Universal de la Iglesia, el 8 de diciembre de 1870.
¿Que guardián o que patrón va darle Dios a su Iglesia? pues el que fue el protector del Niño Jesús y de María.
Cuando Dios decidió fundar la familia divina en la tierra, eligió a
San José para que sea el protector y custodio de su Hijo; para cuando se
quiso que esta familia continuase en el mundo, esto es, de fundar, de
extender y de conservar la Iglesia, a San José se le encomienda el mismo
oficio. Un corazón que es capaz de amar a Dios como a hijo y a la Madre
de Dios como a esposa, es capaz de abarcar en su amor y tomar bajo su
protección a la Iglesia entera, de la cual Jesús es cabeza y María es
Madre.
Devoción a San José
Una de las mas fervientes propagadoras de la devoción a San José fue
Santa Teresa de Ávila. En el capítulo sexto de su vida, escribió uno de
los relatos mas bellos que se han escrito en honor a este santo:
"Tomé por abogado y protector al glorioso San José, y encomiéndeme
mucho a el. Vi claro que así de esta necesidad, como de otras mayores,
este padre y señor mío me saco con mas bien de lo que yo le sabia pedir.
No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de
hacer. Es cosa tan grande las maravillosas mercedes que me ha hecho Dios
por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha
librado, así de cuerpo como de alma; de este santo tengo experiencia que
socorre en todas las necesidades, y es que quiere el Señor darnos a
entender que así como le fue sujeto en la tierra, que como tenia nombre
de padre, y le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide.
Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos de este glorioso santo
por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios".
Otros santos que también propagaron la devoción a San José fueron San
Vicente Ferrer, Santa Brígida, San Bernardino de Siena (que escribió en
su honor muy hermosos sermones) y San Francisco de Sales, que predicó
muchas veces recomendando la devoción al Santo Custodio.
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